Y CUIDADO
CON LAS TRAMPAS
El
enemigo del alma le va a hacer exclamar: "no leo la Biblia porque no
entiendo". ¿De veras? Entonces es usted más idiota que miles de viejitas
que no hicieron sino tercero de primaria, y sin embargo, leen una página de la
Biblia cada día y si entienden algo cada vez? ¿O va hacer usted más ignorante
que tantos campesinos y sencillos obreros que apenas aprendieron a leer y nada
más, y cada semanal en una página del Libro Santo y si entienden y captan algún
mensaje en cada ocasión que leen? ¿Que no se entiende el libro que Dios mandó
escribir? ¿Entonces Dios es más mal redactor que esos novelistas de pacotilla
que todo el mundo anda leyendo sin ningún provecho para el alma? ¿De veras? No
hermano, No se deje engañar.
Usted se
entiende. ¿Que no entiende todo a la vez? Eso es normal. Tampoco el libro de
álgebra o de inglés lo entendimos toda la primera semana, pero poco a poco
fuimos entendiendo. Así nos pasara con la Biblia. La iremos entendiendo poco a
poco, pero cada vez que entenderemos y Cantemos algún mensaje que nos
aprovechará inmensamente para el alma.
¡Una
blasfemia! Que jamás salgan de los labios de usted estas mentirosas palabras:
"no tengo tiempo para leer la Biblia". Eso es una verdadera
blasfemia, una frase en contra del santísimo Dios. Cada uno tiene tiempo para
lo que quiere. Pero para lo que no quiere, jamás encuentra tiempo. Si usted no
tiene tiempo para elegir el libro de Dios, no diga que ama a Dios. Eso sería
una mascarada: andar diciendo con la lengua que sí lo ama y mientras tanto
decirle con su pereza que no se digna concederle a él ni siquiera 5 minutos
cada semana, para leer el libro que su sabiduría infinita mandó redactar.
¿Pero,
cuántos minutos se gastan en leer una página de la Biblia? Si usted quiere haga
este ensayo. Ahora mismo abra su Biblia. Mira su reloj ya empiece a leer una
página, fijándose bien en el minuto que está marcando el reloj. Lean la página
en voz alta..., Y cuente cuando termine de leerla, cuántos minutos se empleó en
su lectura: ¿tres? O quizá hasta 4 minutos. Pero no más. ¿Y Cuántos minutos
tiene un día? 1,440. ¿Y cuántos minutos hay en una semana? 10,080. Quítale al
día esos 4 minutos: le quedan para usted todavía 1,436 minutos. Quítale los
cuatro minutos a una semana: le quedan para su libre uso 10,076 minutos... ¿Y
todavía se atreverá a decir que no le queda tiempo para leer una página de la
Biblia cada semana? Nos atrevemos a decirle que usted tiene tiempo hasta para
leer una página de la Biblia cada día, si usted quiere. Porque si no quiere, no
tendrá tiempo para ello ni siquiera en toda su vida. En esto no hay gente que
no puede. Lo que sí existe es gente que no quiere. Y el primero que no quiere
es su eterno enemigo Satanás porque él sabe muy bien por experiencia que
quienes leen frecuentemente La sagrada Biblia se le van de sus manos y se le
independizan y ya no le marchan como recua de burros viejos, Por el camino de
la perdición y del desastre eterno. Ojalá empiece usted hoy mismo a independizársele,
leyenda su paginita. ¡Vera, Qué buenos resultados le van a llegar!
Reciba un
consejo práctico: le recomendamos que donde consiguió este libro que está
leyendo pregunte por el hermoso libro titulado: "70 preguntas acerca de
la sagrada Biblia". Allí encontrarás los métodos más fáciles para leer
con gusto y gran provecho el libro Santo.
Y como
resultado de su lectura frecuente de la sagrada Biblia vamos a conseguir echar
muy lejos el auto rechazo e iremos adquiriendo una saludable Auto aprobación,
porque ya no nos sentimos solos ni desamparados, incapaces de triunfar, sino
que oiremos frecuentemente en esas preciosas páginas las palabras de un Dios
poderosísimo que no repite: "No te asustes. No te afanes. ¡Yo nunca te
abandonaré! ¡Confía en mí y vencerás!", Etc.
2°.
Considerarnos hijos del Altísimo:
Dice San
Juan: a los que lo reciben, Jesús les da el poder de llamarse Y ser hijos de
Dios. Somos hijos de Dios. Y San Pablo añade: "el espíritu santo da
testimonio de que somos hijos de Dios, Y si somos hijos somos también Herederos
de Él, con Cristo". ¿Posible que alguien que pertenece a la mejor
familia del mundo, la familia del mismo Dios, anda imaginándose que nada vale,
y que nada bueno podrá hacer? ¿Acaso va el señor a abandonar a un hijo suyo que
le pide protección? ¿Podría el creador del cielo y tierra destinada al fracaso
a un hijo que lo ama y que confía en Él?
La
respuesta de una campesina
La hija
de un presidente de la república era muy orgullosa y le gustaba humillar a las
niñas pobres. Y un fin de semana se fue a pasar unos días en una finca y vio
venir por un camino a una campesina pobre y descalza. La niña venía de una
escuela donde le estaban preparando para la primera comunión y ahí le habían
enseñado que ella desde el día de su bautismo es hija de Dios.
La hija
del presidente le preguntó a la campesina: "sabes quién es mi padre?"
-No, respondió la niña pobre- "pues mi padre es el presidente de la
república. ¿Oyó?, Para que no se le olvide!", Le añadió la joven
orgullosa.
Y la
humilde campesina le preguntó a su vez: -Y usted sabe quién es mi padre? -No,
No lo sé, le dijo la otra-. "Pues mi padre es Dios. Y el presidente
Comparado con Dios, es como una garrapata muerta. ¿Oyó? No lo olvide", le
dijo la inteligente aldeana.
Si mi
padre es Dios, si mi hermano es Jesucristo, si mi huésped en el alma es el
espíritu santo y si mi herencia es el reino de los cielos, Acaso no tengo
derecho a tener una autoimagen positiva, optimista y no de pesimismo y auto
rechazo. ¿Porque andar con la cabeza Baja como si fuéramos de la peor familia
del mundo, si somos de la mejor familia que existe? ¿Porque no andar con la
frente en alto Como hijos de Dios y herederos del cielo? Hoy mismo, podemos
estrechar la mano del presidente de la nación o de Miss Universo es el campeón
mundial y decirle: "los felicito, usted vale mucho, pero yo también, usted
es hijo de Dios? Yo también; ¿usted es hermano de Jesucristo? Yo también; ¿usted
es Heredero del cielo? Yo también". Somos de una familia de primerísima
clase, la familia de Dios; y la familia del dueño del mundo no se hizo para
fracasar y no ser nada, sino para triunfar y ser y hacer mucho. Estas ideas
mejoran mucho la autoimagen.
3°. No
dejarse apachurrar por los sentimientos de culpabilidad
Respecto
a los pecados que hemos cometido podemos tener dos clases de actuaciones: la
contrición y el remordimiento.
La
contrición es un pesar o tristeza de haber ofendido a un Dios
extraordinariamente bueno que ha sido tan amable y tan generoso con nosotros.
Este dolor de los pecados es Pacífico, y no desesperante. Es como el que sintió
El hijo pródigo cuando volvió donde su padre y de rodillas le dijo: "padre,
he pecado contra el cielo y contra ti", o como el de aquel publicano
del cual dice Jesús que se iba al templo y arrodillado decía:
"misericordia señor que soy Un pecador". Es como el arrepentimiento
de Magdalena que lavó con sus lágrimas los pies de Jesús, como el de San Pedro
que después de sus tres negaciones en la noche del jueves Santo, al sentir la
mirada de Jesús empezó a llorar de arrepentimiento, y logró ser perdonado y
volver a la amistad con el señor. Esta clase de sentimiento de culpabilidad no
trae depresión, sino más bien una gran paz en el alma, porque sabemos que Dios
ha prometido solemnemente que "un corazón arrepentido nunca lo
desprecia". Todo el que es culpable debe sentirse culpable. Y si no se
siente tal o es un mentiroso o ha perdido la memoria o no tiene conciencia.
Pero el que cree en la bondad y en la misericordia de Dios, Recuerda que él
sabe de Qué es barro somos hechos y comprende nuestra debilidad y está
dispuesto a perdonar No si estamos resueltos a mejorar nuestro modo de
comportarnos. Y le pide perdón y se obtiene ser perdonado.
Pero hay
otro modo de sentir la propia culpabilidad: el remordimiento. Y si
este qué es catastrófico. Remordimiento viene de "re-morder": morder
dos veces. Es el sentimiento de rabia, de desánimo, de asco y de fracaso, no
tanto por haber ofendido a Dios, sino por haber hecho lo que nos humilla y nos
derrota.
Es el
caso de Caín, que después de matar a su hermano Abel, pasa delante del resto de
su vida, con el remordimiento amargo de su pecado y sin creer que Dios le va a
perdonar; o el caso aún más terrible de Judas que después de vender a Jesús por
30 monedas, en vez de ir a colgarse del cuello del Redentor y pedirle perdón y
ser perdonado, lo que hizo fue ir a colgarse de un árbol y ahorcarse después
desesperado.
Los
cristianos sabemos que Jesús vino al mundo fue expresamente a salvar a los
pecadores Y qué siente mayor alegría por Un pecador que se convierte que por 99
Santos que no necesitan conversión, y que como médico de las almas que es, lo
que busca son enfermos del espíritu para curarlos. San Juan nos Recuerda que
"la sangre de Jesucristo nos purifica de todos nuestros pecados".
Ojalá
leyéramos un precioso folleto que se titula: "Cómo hacer una buena
confesión", su lectura nos puede traer una gran Paz.
Y después
de arrepentirnos y de pedir perdón al señor y de confesar nuestros pecados
graves a un sacerdote, entonces, desde ahora en adelante en vez de andar
cultivando pensamientos de complejo de culpa, lo que tenemos que hacer es darle
gracias muchas veces por habernos enviado a su hijo para perdonar nuestros
pecados; y no cansarme nunca de agradecerle el habernos perdonado tantas veces.
Con rabiar y desanimarnos por haber pecado no ganamos nada Y si deterioramos
nuestra autoimagen. Pero con pedir perdón al Dios bondadoso y ofrecer muchas
obras buenas en desagravio por nuestras culpas y confiar totalmente es
buenísima voluntad para perdonarnos, con eso sí que adquirimos una gran
tranquilidad en el alma y un envidiable Paz.
Cuidado
con el perfeccionismo. Los perfeccionistas tienen que luchar contra una
gigantesca y esclavizante conciencia que los quiere exigir no cometer nunca Ni
la más mínima falta. Esto es pretender ser como Dios: el perfecto, el
impecable, el que jamás falla en nada. En cambio, los que tienen una conciencia
normal se dicen: "humano soy y errar y equivocarse es algo totalmente
humano". Lo que mi Dios me pide no es que nunca comete falta alguna,
porque entonces yo sería un ángel del cielo viviendo en esta tierra.
Probablemente lo que me piden y creador es que yo no amé mis pecados. Que No
acepte mis modos equivocados de comportarme, y que después de cada caída le
pida perdón y me proponga firmemente evitar esas faltas en el porvenir".
Por lo demás, muchas veces el perfeccionista se entristece no porque el pecado
ofende a Dios sino porque no logra ser tan perfecto como su orgullo lo desea.