sábado, 26 de agosto de 2017

Sintámonos Bien

Tener límites no complica la vida; los límites la simplifican. (Más allá de la Codependencia).

Hay un aspecto positivo en el establecimiento de límites. Aprendemos a escucharnos a nosotros mismos y a identificar lo que nos lastima y lo que no nos gusta. Pero también aprendemos a identificar lo que sentimos placentero.

Cuando estemos dispuestos a correr algunos riesgos y a empezar a hacerlo activamente, mejoraremos la calidad de nuestra vida.

¿Qué nos gusta? 
¿Qué nos hace sentir bien? 
¿Qué cosas nos dan placer? 
¿Qué compañía disfrutamos? 
¿Qué nos ayuda a sentirnos bien en la mañana? 
¿Qué es un verdadero gusto en nuestra vida? 
¿Cuáles son las pequeñas actividades cotidianas que nos hacen sentir cuidados y consentidos? 
¿Qué es lo que le interesa a nuestro yo emocional, espiritual, mental y físico? 
¿Qué es lo que verdaderamente nos hace sentir bien?.

Nos hemos privado durante mucho tiempo. Ya no hay necesidad de seguir haciéndolo, ya no hay necesidad. Si te hace sentir bien, y las consecuencias son de amor a ti mismo y de autorrealización, ¡hazlo!

“Hoy haré por mí mismo las pequeñas cosas que hacen la vida más placentera. No me negaré los gustos sanos”.

viernes, 25 de agosto de 2017

Como Alejar la Depresión: Cap. IX - Cómo Superar La Autoconmiseración (Parte 1)

La autocompasión no solamente es un pecado, algo que disgusta a Dios y nos hace daño a nosotros mismos, sino que es también una mala costumbre, una costumbre muy peligrosa. Cuantas más veces la acepta uno y le permite venir a hospedarse en su cerebro, masa esclavizadora y tiránica se va volviendo, y más va inclinando al individuo a sentirse lástima cada vez que tiene que enfrentarse a alguna dificultad. Con ella pasa lo que decía Santo Tomás acerca de la impureza: "cada vez que se le da gusto a una de sus exigencias, produce más fuertes deseos de repetir esa mala acción. Ese es su castigo: dar más inclinación y facilidad al alma para repetir sus malas acciones".

La mayor parte de las acciones que hacemos en la vida las hacemos por costumbre. Y la costumbre es la combinación de ciertos instintos e inclinaciones y gustos que tenemos, más las circunstancias y el ambiente que nos rodean. Mientras más nos dejamos llevar por ciertas inclinaciones y por ciertos instintos, más fuerte y profunda se va volviendo una costumbre. A la costumbre o hábito los psicólogos le han dado el nombre de "respuesta condicionada". Llegada la ocasión y agrandando hacer aquello, se hace.

¿Es verdad que somos esclavos de nuestras costumbres?

Los psicólogos dicen que no hay desgracia psicológica más grande que la quiero ir una mala costumbre. Y algunos llegan hasta afirmar que cada uno es esclavo de sus costumbres ya sean buenas, ya sean malas.

Pero estudios modernos han demostrado que el ser humano si es capaz con la ayuda de Dios, de liberarse de una costumbre. La experiencia ha demostrado que la práctica de una cosa que hacemos durante 39 días seguidos se transforma en una costumbre, pero también una costumbre que dejamos de practicar durante 39 días seguidos, se puede considerar ya una costumbre de la cual nos hemos liberado, y que no es capaz de dominarnos por completo.

Claro que esto anterior sirve para otras costumbres, Como, por ejemplo: fumar, tomar bebidas alcohólicas, silbar o escupir, etc., Pero en cuanto a la compasión ya el asunto cambia, porque puede ser que en 39 días no se nos presenten cada día ocasiones de auto compadecer nos y de sentirnos lástima, Y entonces, como no llega la ocasión, no hay la auto conmiseración. Pero lo que sí es básico y fundamental es que por días y semanas nos propongamos modificar nuestro esquema mental y no aceptar ni un solo día ni una sola hora los pensamientos de autocompasión, Porque si a estos los logramos ir alejando, también lograremos independizarnos y librarnos de la perniciosa costumbre de auto compadecernos.

Por experiencia en la vida de Muchos pacientes hemos logrado constatar que las personas que logran alejar como malo y daños o todo pensamiento de auto conmiseración, sienten un gran alivio y su depresión disminuye de manera muy notable, pero quienes siguen gustando el falso placer de sentirse lástima y compasión, no mejoran un Tris en su enfermedad mental de la depresión. Y hay un dato curioso: por asombroso y raro que parezca, la autocompasión se convierte en un agradable ejercicio mental para mucha gente (masoquismo se llama un falso deporte: masoquismo es sentir placer en ser humillado y tratado mal). Es un ejercicio mental que produce cierto gozo insano a algunas mentes pesimistas, pero cuyas consecuencias no causa ningún placer, sino por el contrario Los Terribles disgustos que trae la depresión.

4 REMEDIOS PARA ATACAR LA AUTOCOMPASIÓN: 

1. RECONOCERLAS COMO UN PECADO, como algo que disgusta a Dios y nos hace daño a nosotros mismos. Como una costumbre dañosa.

Si la sagrada Biblia nos dice: "hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones" al pasarnos murmurando de lo que nos sucede, ya estamos desobedeciendo un mandato del mismo Dios. ¿Quién puede amar de verdad lo que considera que disgusta a Dios y le hace daño a uno mismo? Eso es la auto conmiseración.

Pero este paso es dificilísimo, porque nosotros tendemos siempre a justificar nuestra autocompasión. Y en este caso somos a la vez juez, defensor y acusador. Y fácilmente declaramos en nuestra mente que sí tenemos mucha razón en sentir nos lastima y en echar a los demás la culpa de tantos males que nos suceden. Y aquí es necesario dejar de echar la culpa a otros y de darnos "sentidos pésames" a nosotros mismos y mirar de frente La auto conmiseración como un Goliat gigantesco, como a un dañisimo pecado mental que si se le permitimos que se nos siga acercándonos va a triturar y a destruir.

Convenzámonos: mientras no consideremos a la autocompasión como un pecado mental dañoso y traicionero que nos puede arruinar, no lograremos De ninguna manera abandonar la triste costumbre que tenemos de auto compadecernos.

Lo malo es que tenemos una cabeza muy dura y nos resistimos a querer dejar de auto compadecernos. Nos pasa como al profeta Jonás del cual dice el libro santo que se dedicó a renegar de Los sufrimientos y contrariedades que le llegaban y el mismo Dios vino a tratar de convencerlo de que lo que le sucedía era para bien y no para mal, y al preguntarle amablemente nuestro Señor: "te parece que está bien El irritarte y que tienes razón Para estar tan disgustado? Y el malgeniado Jonás tuvo el atrevimiento de responderle al creador: "sí señor, Me parece que está bien el irritarme y que tengo mucha razón en andar muy disgustado". Se nota que no era muy Santo El hombrecito aquel todavía. Pero esa misma es la respuesta que nosotros nos empeñamos en decirle a Dios con nuestras autocompasiones y continuas lamentaciones: "sea cual fuere el fin de lo que me sucede y por más que el bien que se consiga con mis sufrimientos y contrariedades sea muy grande, Me parece que está muy bien que yo Ande irritado y de mal genio, y que tengo mucha razón en andar muy disgustado Y teniéndome lástima y compasión". ¡De veras que de Santos no tenemos todavía ni el barniz!

Nunca ponemos excusas para auto compadecernos. Recordemos que si queremos alejar La mala costumbre de sentirnos lástima y compasión es absolutamente necesario odiar y aborrecer esa costumbre como algo malo y dañoso. Si la aceptamos como algo justo y normal No seremos capaces de liberarnos jamás de su esclavizante control.

Pero él no aceptar excusas para la autocompasión es dificilísimo, Porque nuestro egoísmo siempre Busca alguna. Quizás alguien nos traicionó como un nuevo Judas. Trabajamos en un empleo o puesto en el cual nunca vemos ningún Progreso. O en el hogar hay alguien que se manda un genio feroz o nos trata con una frialdad paralizante. O el marido visita a una amante o la mujer se le volvió agria y sin cariño. Un hijo es drogadicto o los negocios andan de mal en peor. Hola salud falla y falla. Un día un dolor y otro día otro. Y las enfermedades parece que hicieron una cadena sin fin y cuando una se está yendo la otra está llegando. Probablemente el egoísmo nos va a decir: "estas son razones Más que suficientes para que usted se tenga lástima y compasión", pero el buen criterio y la sana prudencia nos dicen: "cuidado, porque si usted acepta la auto conmiseración le va a llegar la depresión y esto es un mal horrible y apabullante". ¿Qué importa que los motivos sean más o menos justo si reales, o desproporcionados o imaginarios? Lo importante es que la depresión está a la puerta del alma como fiera ladrona buscando un descuido para entrar, matar y destrozar. Y la autocompasión le abre la puerta a la depresión y cuando está entra, ¿Quién es capaz de volverla a sacar?

Pongámosle un rótulo o título a la autocompasión: "pecado". "Disgusta a Dios". "Me hace daño a mí mismo". Y así la odiaremos y trataremos de no aceptarlo en ningún momento de nuestra vida. Ella es una "no aceptación de lo que Dios permite que nos suceda" y puede llevarnos más a maldecir que bendecir, y si se convierte en costumbre puede alejar de nosotros no sólo la alegría y la paz sino las bendiciones y la amistad del señor Dios. ¡Lo cual sería una verdadera catástrofe!


jueves, 24 de agosto de 2017

Manejando La Ira

Aunque no convivamos con un problema serio o con una persona seriamente enferma, todavía está bien sentir ira cuando ocurra. La ira es uno de los muchos efectos profundos que la vida tiene sobre nosotros. Es una de nuestras emociones. Y la vamos a sentir cuando nos llegue, o si no, la vamos a reprimir. “No confío en la gente que nunca se enoja. O la gente se enoja, o se enoja”, dice mi amiga Sharon George, quien es profesionista dentro del campo de la salud mental.

Tenemos todo el derecho a enojarnos. Tenemos todo el derecho a sentirnos tan enojados como nos sentimos. Lo mismo as otras personas. Pero también tenemos una responsabilidad —primordialmente para con nosotros mismos— que es manejar nuestra ira de manera adecuada.

Volvemos a nuestro consejo inicial: maneja tus sentimientos. ¿Cómo manejamos una emoción tan potente como es la ira? ¿Cómo dejar de sentirnos tan enojados? ¿Cuándo sucede esto? ¿A dónde se va? ¿Con quién podemos hablar? ¿Quién querrá oír todo eso? Probablemente ni siquiera nosotros queremos oírlo. Después de todo, la persona con la que estamos enojados está enferma. De modo que, ¿no deberíamos estar sintiendo compasión y todas esas cosas buenas? ¿Es verdaderamente correcto estar tan enojados con una persona enferma?

Sí, tenemos derecho a estar furiosos con una persona enferma. Nosotros no ocasionamos el problema. Aunque el sentimiento ideal es de compasión, probablemente no lo sentiremos hasta que hayamos manejado nuestra ira. Lo que va entre sentir un furor homicida y mordernos la lengua porque nos sentimos apenados por esa persona enferma, es la manera de ir más allá de nuestros sentimientos de enojo, los viejos y los nuevos. Pero yo no creo que manejar las emociones reprimidas suceda de un día para otro.

Puede no suceder en un mes o aun en un año. ¿Cuánto tardamos en enojarnos a este grado? Manejar una cantidad significativa de ira reprimida puede llevarse tiempo y esfuerzo. Manejar la ira nueva requiere de práctica.

Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente

miércoles, 23 de agosto de 2017

Los Hijos No Se Van, La Vida Se Los Lleva

Los hijos se van; hay que aceptarlos con esa condición, hay que criarlos con esa idea, hay que asumir esa realidad. 

No es que se van; es que la vida se los lleva. Ya no eres su centro.
Ya no eres propietario, eres consejero.
No diriges, aceptas.
No mandas, acompañas.
No proyectas, respetas.
Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas.
Ya les crecieron alas y quieren volar.
Ya les crecieron las raíces y maduraron por dentro.
Ya buscarán un amor, que los respete, que quiera compartir sin temores ni angustias las altas y las bajas en el camino, que les endulce el recorrido y los ayude en el fin que quieren conseguir. Y si esa primera experiencia fue equivocada, tendrán la sabiduría y las fuerzas para soltarlas, así, otro amor les llegará para compartir sus vidas en armonía.
Ya no les caben las raíces en tu maceta, ni les basta tu abono para nutrirse, ni tu agua para saciarse, ni tu protección para vivir.
Quieren crecer en otra dimensión, desarrollar su personalidad, enfrentar el viento de la vida, a la sombra del amor y al rendimiento de sus facultades.
Tienen un camino y quieren explorarlo, lo importante es que sepan desandarlo, tienen alas y quieren abrirlas.
Lo importante es el corazón sensible, la libertad asumida y la pasión a flor de piel.
Que la rienda sea con responsabilidad, y la formación, llena de luz.

Tú quedas adentro. En el cimiento de su edificio, en la raíz de su árbol, en la corteza de su estructura, en lo profundo de su corazón.
Tú quedas atrás. En la estela luminosa que deja el barco al partir. En el beso que le mandas. En el pañuelo que los despide. En la oración que los sigue. ¡En la lágrima que los acompaña!
Tú quedas siempre en su interior, aunque cambies de lugar.

Haz la vida de tus hijos tan feliz, que cuando partan, sólo piensen en regresar, aunque sólo sea para tomar tu mano y estar junto a ti.

Autor Desconocido

martes, 22 de agosto de 2017

Historiales Laborales

Al igual que tenemos historiales de relaciones, la mayoría de nosotros tenemos historiales laborales.
Al igual que tenemos una circunstancia actual que aceptar y con la cual lidiar en nuestra vida de relaciones, tenemos una circunstancia actual que aceptar y con la cual lidiar en nuestra vida de trabajo.

Al igual que desarrollamos una actitud sana hacia nuestra historia de relaciones – que nos ayudará a aprender y a seguir adelante podemos desarrollar una actitud sana hacia nuestra historia laboral.
En mi vida he tenido muchos empleos, desde que tenía once años. Al igual que he aprendido muchas cosas acerca de mí misma a través de mis relaciones, he aprendido muchas lecciones a través de mi trabajo. A menudo, estas lecciones corren paralelas a las lecciones que estoy aprendiendo en otras áreas de mi vida.

He trabajado en empleos que odiaba, pero de los cuales dependía temporalmente. Me he quedado atorada en empleos porque me daba miedo lanzarme yo sola y encontrar mi siguiente serie de circunstancias.

He estado en algunos empleos para desarrollar habilidades. A veces, no supe que estaba desarrollado esas habilidades hasta más tarde, cuando se convirtieron en una parte importante de la carrera que elegí.

He trabajado en empleos donde me he sentido victimada, donde sentía que daba y daba sin recibir nada a cambio. He estado en relaciones donde fabricaba sentimientos similares.

He trabajado en algunos empleos que me han enseñado lo que no quería en absoluto; y en otros que han despertado en mí la idea de lo que realmente quería y me merecía en mi carrera.

Algunos de mis empleos me han ayudado a fortalecer el carácter; otros, a desarrollar habilidades sutiles. Todos han sido un lugar dónde practicar conductas de recuperación.

Al igual que tuve que lidiar con mis sentimientos y con los mensajes acerca de mí misma en mis relaciones, he tenido que lidiar con mis sentimientos y con los mensajes acerca de mí misma, y de lo que creía que me merecía en mi trabajo.

Así como he tenido que limpiar los despojos de sentimientos acerca de relaciones del pasado, he necesitado concluir mis asuntos en lo relativo a mis trabajos y a mi carrera.

En mi vida he atravesado por dos cambios importantes de carrera: Aprendí que ninguna de esas carreras fue un error y que en ningún empleo fue un desperdicio de tiempo. he aprendido algo en cada empleo que he tenido, y mi historia laboral me ha ayudado a crear lo que soy.

Aprendí algo mas: había un Plan, estaba siendo guiada. Entre mas confiaba en mis instintos, en lo que quería y en lo que sentía era correcto, mas sentía que era guiada.

Entre mas me rehusaba a perder mi alma en un empleo y trabajaba en el porque lo quería y no por la paga, menos victimada me sentía por cualesquiera de mis carreras, aun en aquellos empleos donde recibía un magro salario. Entre mas fijaba metas y trabajaba responsablemente por lograr el tipo de carrera que quería, mas podía decidir si un empleo en particular encajaba en el esquema de las cosas. Podía entender por que estaba trabajando en ese empleo en particular y cómo me beneficiaría de ello.
Hay veces en que he sentido pánico en el trabajo y acerca de dónde me encontraba en mi historia laboral. El pánico nunca me ayudó. Lo que me ayudó fue confiar y trabajar mi programa.

Hubo veces en que miraba a mi alrededor y me preguntaba por qué estaba donde estaba. Hubo veces en que la gente pensó que yo debía estar en otro sitio diferente. Pero cuando veía en mi interior y veía a Dios, yo sabía que estaba en el lugar correcto, por el momento.

Hubo veces en que no fui promovida como quería. Hubo veces en que me negué a ser promovida porque no lo sentía correcto.

Hubo veces en que tuve que renunciar a un empleo y alejarme para ser fiel a mí misma. A veces, eso era atemorizante. A veces, me sentía un fracaso. Pero aprendí esto: si estaba trabajando mi programa y me era fiel a mí misma, nunca tendría que temer hacia dónde se me estaba guiando.

Ha habido veces en que no podía sobrevivir con la escasa cantidad de dinero que estaba recibiendo. En vez de llevar ese asunto ante un jefe o patrón en particular y echarle la culpa, he tenido que aprender a llevar ese asunto ante mí misma y ante mi Poder Superior. He aprendido que yo soy la responsable de fijar mis límites y de establecer lo que creo que merezco. También he aprendido que es Dios, y no un patrón en particular, la fuente de mi guía.

He aprendido que no estoy atorada o atrapada en un trabajo al igual que no lo estoy en una relación. Tengo alternativas. Tal vez no pueda verlas claramente ahora, pero tengo alternativas. He aprendido que si realmente quiero cuidar de mí misma de una forma en particular en un empelo, lo haré. Y si realmente quiero ser victimada en un empleo, también permitiré que eso ocurra.

Yo soy responsable de lo que elijo, y tengo alternativas. Por encima de todo lo demás, he aprendido a aceptar mis circunstancias actuales en el trabajo y a confiar en ellas. Eso no significa doblegarse; no significa renunciar a nuestros límites. Significa confiar, aceptar y luego cuidarme a mí misma lo mejor que pueda en cualquier día dado.

“Dios mío, ayúdame a llevar mis conductas de recuperación a los asuntos relacionados con mi carrera”.

lunes, 21 de agosto de 2017

Como Alejar la Depresión: Cap. VIII - La Autocompasión Y La Depresión (Parte 8)

Lo que encontró una mujer en el fondo de un baúl

Murió la abuela y al arreglar la alcoba para dedicarla a otras personas, la nieta, joven esposa, se puso a curiosear El baúl donde la simpática anciana guardaba sus recuerdos. De pronto encontró una bella imagen de Jesús crucificado y junto a la imagen un papel con esta leyenda: "fórmula que me dio un santo sacerdote para vivir de buen Genio y no dejarme vender por la depresión o la tristeza": mirar de vez en cuando a Cristo crucificado y pensar cómo actuaba el cuándo le llegaban sufrimientos y Cómo debo actuar yo. ¿Él se calla va cuando lo trataban mal, y yo?... ¿Él le ofrecía todo lo que sufría al padre Dios, y yo?... ¿El rezaba por los que le ofendían, y yo?... Él decía: padre, que no se haga lo que yo quiero sino lo que quieres tú; ¿hágase tu voluntad”, Y yo que digo cuando sufro? Nota: "desde que empecé a practicar esta fórmula todos notaron que cambié mi tristeza en alegría, y mi depresión tuvo que irse y dejarle el sitio al optimismo".

Tihamer Thoth cuenta que desde que aquella joven esposa leyo la "fórmula" que la abuelita le había dejado para cubrir un genio y ahuyentar la depresión, su marido y sus hijos y hasta su suegra, notaron con total satisfacción que su modo de ser se había vuelto enormemente más simpático.

¿Y porque no ensayar Nosotros también a practicar de vez en cuando está fórmula?

Se ha ensayado y produce buenos resultados

En las droguerías de la Edad Media, en algunos frascos de remedios, el boticario colocaba un letrerito que decía: "se ha ensayado y produce muy buenos resultados". El mismo letrero habría que colocarle a la "fórmula" que acabamos de citar. ¿Y si en otros se produjo buen efecto, porque no lo abra reproducir en nosotros? Veamos un ejemplo que demuestra que si es efectiva la tal fórmula.

La muchacha que se quedó paralizada a los 15 años
Se llamaba liduvina. Se fue a correr y a deslizarse por sobre una pendiente llena de nieve, y Se resbaló y cayó a un precipicio. Del golpe se le partió la columna vertebral y quedó paralizada de por vida.
Lloraba noche y día. Nada la consolaba. Es terrible tener sólo 15 años y saber que no volverá a dar ya ni siquiera un paso más en la vida ni podrá levantarse de su lecho de dolor. Ni las visitas de sus mejores amigas lograban consolarla. Antes bien, cuando la sentía llegar corriendo y riendo alegremente, se echaba a llorar y exclamaba: "por qué? ¿Porque ellas corren y ríen y yo aquí clavada en esta cama, totalmente paralizada, sufriendo? ¿Por qué, por qué? ¿Qué crímenes cometidos para que esto me haya sucedido?" y se echaba a llorar inconsolablemente. Sus compañeros la contemplaban en silencio y se alejaban entristecidas. La depresión la tenía dominada por completo.
Pero un día vino a visitarla un sacerdote que tenía fama de Santo y que había recibido de Dios el "Don de consejo", que consiste en saber indicar a las personas lo que más les conviene y más les hace bien.

El padre Juan Pot, así se llamaba aquel hombre de Dios, después de haber escuchado de labios de liduvina la historia de sus tristezas, que ella creía insoportables, le recordó aquellas bellas frases de San Pablo: "todo sucede para bien de los que aman a Dios". " Fiel es Dios para no permitir que nos lleguen pruebas que superen nuestras fuerzas" y "por un poco de sufrimiento en esta tierra no se espera una cantidad inmensa de gozos en el cielo" y luego le dijo con la solemnidad de quien recomienda un gran remedio: "le voy a dejar la fórmula para conseguir la paciencia y evitar la depresión y la desesperación. Colocaré aquí enfrente de su cama la imagen de Jesús crucificado. Y usted de vez en cuando Mira a Cristo clavado en la cruz y piensa: ¿si él sufrió tanto por mí, porque no voy a sufrir también yo algo por Él? Y si el padre Dios lo ama tanto que dijo varias veces: "¿Este es mi hijo amado en quién tengo todas mis complacencias”, porque entonces le permitió tan terribles sufrimientos? Dios no permite que a su hijo amadísimo le suceda nada que sea para su mal. ¿Porque entonces le clavaron las manos y los pies y lo destrozaron a latigazos y lo coronaron de Espinas y lo escupieron y lo golpearon y fue atormentado por terrible sed en la cruz? ¿No será que el sufrimiento es algo inmensamente provechoso para la propia personalidad Y de Gran provecho para salvar almas y convertir pecadores?... Liduvina: Mira de vez en cuando a Cristo crucificado y piensa en esto. Después me cuenta que resultado le ha producido esta "formula".

A la muchacha no le gustó ni mucho ni poco el tal consejo. Ella lo que deseaba era o curar o morir. Ninguna otra cosa le llamaba la atención. Pero ahí estaba clavada en esa cama sin poderse ni siquiera voltear hacia un lado. Los dolores de una neuritis aguda le parecían cada día más insoportables. Innecesariamente sus ojos se dirigían cada mañana y cada tarde hacia la imagen de Jesús crucificado que el sacerdote había colocado frente al lecho de su dolor. Entonces empezó a practicar la fórmula: mirar al crucifijo y pensar en los dolores que El Salvador padeció por salvarnos. Y el espíritu santo empezó a llenar su cabeza de los más provechosos pensamientos... Cómo estos: "Jesús padeció horrorosos martirios, pero ahora goza glorioso en el cielo por siglos y siglos. ¿Y no me sucederá también a mí otro tanto si ofrezco por amor de Dios estás mis horrendas penas? ¿Acaso no puedo Yo también ganarme un puesto de primerísima clase en el cielo con sólo aceptar esta cruz de penas que nuestro señor permite que me vengan? Jesús salvo tantos pecadores como sus sufrimientos. ¿Y no podré Yo también salvar muchas almas y librar del infierno a muchos pecadores ofreciendo por ellos lo que parezco y sufro?

Y un día cuando vino el padre Pot a visitarla ya no le encontró llorando sino sonriendo. Había aprendido a amar el sufrimiento, y a aceptarlo como un medio de aumentar sus premios para el cielo y de asemejarse a Cristo doliente y como un arma para convertir pecadores y salvarlos.

Y ahora ya sus jóvenes amigas No encontraban una cara llena de Lágrimas sino más bien sus ojos brillantes de alegría y sus labios rebosantes de sonrisas. Había recibido del Espíritu Santo el don de fortaleza que les concede a las personas con un inmenso valor y una gran paciencia para soportar el dolor.

Y para terminar la historia, nuestra amiga liduvina duró 48 años paralizada en una cama. Murieron sus amigas de la juventud y también sus más cercanos familiares. Fue abandonada por muchos y en Los Terribles inviernos de Holanda, cuando la temperatura baja a 10 grados bajo cero, había días que sufría tan terribles fríos que las lágrimas l congelaban en las mejillas. Solamente los consuelos no le faltaron ya nunca más: el pensar en Los sufrimientos de Cristo en la cruz, y la sagrada comunión. Por meses y meses sólo se alimentaba de la sagrada hostia. En los últimos 7 meses no durmió ni una sola noche. Sus dolores llegaban a extremos increíbles, pero repetía gozosa: "Sí para que se me fueron estos dolores me bastará rezar una pequeña oración, no la rezaría, porque cuando sufro es cuando mi vida se asemeja más a la de Cristo, y porque mis sufrimientos me sirven para pagarle a Dios las deudas que le tengo por mis pecados y para llevar al cielo a muchos pecadores que podrían condenarse si no hubiera quien sufriera por ellos".


Murió en el año de 1433 Y tuvo el honor de que su biografía la escribiera el célebres Tomas de Kempis, el autor del famosísimo libro "la imitación de Cristo". Y en Schiedman, Holanda, han construido un bello templo a Santa liduvina, la muchacha que se quedó paralizada a los 15 años, pero aprendió la fórmula de pensar en Cristo crucificado y así supo aceptar sus males y sufrimientos y ganarse con ellos un altísimo puesto en el paraíso. ¿Qué me dirá a mí esta historia?

domingo, 20 de agosto de 2017

Expresándonos

Digamos lo que queremos, y queramos decir lo que decimos. Si no sabemos qué queremos decir, quedémonos callados y pensemos sobre ello. Si nuestra respuesta es, “no lo sé”, digamos “no lo sé”.

Aprendamos a ser concisos. Dejemos de andarle dando vueltas a la gente. Lleguemos al punto y cuando lo hayamos hecho, detengámonos.

Hablemos acerca de nuestros problemas. No le somos desleales a nadie al revelar quiénes somos y sobre qué tipo de problemas estamos trabajando. Lo único que sí hacemos es fingir al no ser quiénes somos.

Compartamos secretos con amigos de confianza que no los usarán en contra nuestra ni nos ayudarán a sentirnos avergonzados. Podemos tomar decisiones apropiadas acerca de con quién hablar, qué tanto decirle y cuál es el mejor momento para hablar.

Expresemos nuestros sentimientos abierta, honesta, adecuada y responsablemente. Permitamos que los demás hagan lo mismo. Aprendamos las palabras: Yo siento. Permitamos que los demás digan estas palabras y aprendamos a escuchar, no a arreglar.

Podemos decir lo que pensamos. Aprendamos a decir: “Lo que pienso es esto”. Nuestras opiniones pueden ser diferentes a las de los demás. Eso no significa que estemos mal. No tenemos que cambiar nuestras opiniones, y tampoco la otra persona, a menos que alguno de nosotros lo desee.

Podemos incluso estar equivocados.

Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente