sábado, 21 de abril de 2018

Rescates

¿Por qué, se preguntarán, personas aparentemente razonables hacen este tipo de rescate?

Por muchas razones. La mayoría de nosotros ni siquiera nos damos cuenta de lo que hacemos. Creemos en verdad que estamos ayudando. Algunos creemos que tenemos que rescatar. Hemos confundido nuestras ideas acerca de lo que es ayudar y de lo que no lo es. Muchos estamos convencidos de que el rescatar es una obra de caridad.

Incluso podemos llegar a considerar cruel y duro de corazón hacer algo con tanta sangre fría como permitir a una persona que maneje y afronte un sentimiento legítimo, sufra una consecuencia, se desilusione al escuchar un “no”, se le pida que responda a nuestras necesidades y deseos y que en lo general se le considere responsable de si mismo o de sí misma en este mundo. No importa que ellos ciertamente paguen un precio por nuestra “ayuda”, un precio que será tan duro o más severo aún que cualquier sentimiento que pudieran enfrentar.

Muchos no entendernos de qué somos responsables y de qué no lo somos. Podemos creer que tenemos la obligación de estremecernos cada vez que alguien tiene un problema porque es responsabilidad nuestra actuar justamente así. En ocasiones al sentirnos responsables de tantas cosas, nos enfermamos de tal manera que rechazamos toda responsabilidad y nos volvemos totalmente irresponsables.

Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente

viernes, 20 de abril de 2018

Cuando Mamá Lastima - Indefenso


Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú.
Lewis B. Smedes

 Ella no supo y nunca hizo nada, se limito a decir que esas cosas no pasaban bajo el techo de su casa y todo lo redujo a historias fantasiosas que su hijo invento. Dejó que la vida pasará sin Buscar culpables, sin reclamar justicia alguna. Y yo crecí sintiéndome culpable de un acto que otro cometió. Cuando uno es niño y se le educa para obedecer, no se tiene voz propia y se es indefenso. Así me he sentido siempre, indefenso frente a la vida. Mi nombre es Alejandro y e sido víctima de abuso sexual infantil. El hermano de mi madre me violó cuando tenía 7 años. Se lo dije y ella no me creyó. Su hermano era la personificación de un ser intachable, y yo sólo era un niño. Decidió ignorar mi testimonio y se inclino por la versión de que yo era un niño fastidioso, y que aquello era un producto de mi imaginación. Me pidió que no le dijera nada a nadie y entonces me quedé callado y comencé a tener pesadillas y A sentirme tremendamente solo.
Mi madre proviene de una familia tradicionalista que le rinde culto a la apariencia. Sus padres La educaron para ser exitosa y formar una familia cimentada sobre las más rígidas normas morales. Fue la hija mayor de 4 Hermanos. Dos hombres y dos mujeres. Primero nació mi madre Rocío, después después la tía Rita, enseguida del tío Alfonso, Y por último el desgraciado del tío Horacio. Fueron educados en colegios católicos y clubes deportivos. Los cuatro se hicieron diestros en el tenis, deporte que siempre práctico mi abuelo Fernando. La abuela Teresa consagró su vida vigilar a sus vástagos, a mantenerlos apegados a la vida decente y a los buenos modales. Mi madre estudió mercadotecnia y ha trabajado para grandes firmas mercantiles del país. Ácido Orgullo y ejemplo para sus hermanos. Conoció a mi padre Fabricio, durante una cena en casa de unos Compadres de mis abuelos. Procedentes de entorno semejantes, les fue fácil congeniar y enamorarse. Mi padre era gerente de una empresa Automotriz y su carrera iba en ascenso. Un futuro prometedor era su destino y con la bendición de sus familias se casaron un 9 de mayo en la iglesia de San Esteban, la más ostentosa de la región.
Mis padres se dedicaron a trabajar y a cosechar éxitos en sus carreras. Comprar una gran casa en un fraccionamiento privado de la ciudad. Con alberca y amplios jardines rodeados de altos Pinos. Mi madre la de coro cuidando cada detalle. Eran la pareja ejemplar, el modelo a seguir y el maravilloso cuadro se completó con la llegada de mi hermana mayor, Viviana, Quién hizo que mi madre renunciara por unos años a su trabajo para quedarse a cuidar la los primeros tres años de vida. La familia perfecta. El retorno de mi madre a sus labores profesionales se atrasó con la noticia de otro embarazo. El día de mi nacimiento, mi madre se ligó las trompas de falopio porque Consideró que ya tenía la parejita y un tercer hijo no le interesaba. Ella tenía suspendido sus sueños profesionales desde el nacimiento de Viviana, Así que le pareció justo cerrar la fábrica de bebés para regresar a realizar sus metas. Apenas cumplí 2 años, y ya encontró una oportunidad en una agencia de créditos hipotecarios y retomó el ejercicio de su profesión. Viviana y yo nos quedamos a cargo de lanas Y en vez en cuando de las abuelas que las apoyan como chofer o nos preparaban comida en sus ausencias. Mi madre era una mujer muy hermosa, degrassi el caminar y caderas cadenciosas. Se vestía con ropa de marca y cuidaba cada detalle de su arreglo personal. La recuerdo siempre a la moda, sofisticada y segura. Dispuesta a conquistar al mundo. Mi padre la hidro la traba. Él se había forjado una exitosa carrera en el ramo Automotriz y viajaba mucho al extranjero. Regresaba cargado de regalos para Viviana y para mí. Recuerdo los primeros años de mi vida con nostalgia, fueron buenos momentos, correteando el gato por el jardín o atrapan insectos que metió en frascos de cristal que guardaba en una caja etiquetando los con el nombre científico de cada uno. A pesar de las ausencias de mis padres nos disfrutaba cuando estábamos todos juntos. Me gustaban las noches de los sábados en que mi padre llegaba la casa con películas de vaqueros que veníamos tirado sobre el salón comiendo palomitas. Nos enviaron a escuelas privadas en donde la disciplina y el temor a Dios eran el ingrediente cotidiano. Los abuelos maternos nos visitaban con más frecuencia que los paternos. La abuela Teresa se quedaba por dos o tres días en el cuarto de visitas y nosotros éramos felices con su presencia porque nos preparaba pasteles de zarzamora con queso que mi hermana y yo Dévorabamos en un santiamén. Todo parecía perfecto, sin mayores tragedias que las típicas discusiones de parejas que luchan por el control de la televisión o por los gastos de la casa. Mis padres siempre superaban sus desacuerdos con abrazos y todos éramos felices rodeados de ese cariño.
Sin embargo, un día mi padre cayó enfermo y el diagnóstico fue fulminante. Cáncer en los huesos. En pocos meses perdió la mitad de su peso y su trabajo. Le dieron una buena indemnización en la empresa y conservó su seguro de gastos médicos. Pasaba la mayor parte del tiempo en su alcoba, con las ventanas cerradas y las cortinas corridas, en la penumbra. Mi madre seguía trabajando con más ahínco que nunca y no suplicaba vivienda y a mí que no importa nada más a mi papá con ruidos ni con nuestras demandas. Qué estaba enfermo y lo teníamos que dejar descansar. Fueron tiempos de mucho Silencio en la casa, dejamos de escuchar música y de ver películas. Nos limita vamos a asistir a la escuela y encerrarnos a nuestras habitaciones después de comer para hacer nuestros deberes. Fue un tiempo de abandono para mi hermana y para mí, porqué dejamos de jugar para no hacer ruido y dejamos de charlar entre nosotros para no molestar. Obediente seguimos las instrucciones de mi madre al pie de la letra y nos hicimos silencioso se inventamos un lenguaje de señas para comunicarnos entre nosotros sin hacer ruido. La convalecencia de mi padre se hizo muy larga, se sometió a tratamientos experimentales Y tomó todas las pócimas que le recomendaban buscando la cura para su mal. Fueron meses que se hicieron años, en los que tuvimos un padre medio vivo, medio muerto, existiendo en la penumbra y al que no podíamos acercarnos con frecuencia.
Entonces llegó el tío Horacio a vivir a la casa. Se había ido varios años a radicar a España. El abuelo había enviado a ese país a estudiar arquitectura y se quedó a trabajar varios años allá para una firma portuguesa. Las cosas no le salieron como esperaba y se regresó a México. Hola abuela se le ocurrió que era buena idea que se fuera a vivir con nosotros Para apoyar a mi madre en esos momentos difíciles. Era el único soltero, la tía Rita ya se había casado hace años y vivía en otra ciudad. El tío Alfonso era el brazo derecho de mi abuelo en los negocios y construye una casa en el mismo fraccionamiento en el que estaba la casa de los abuelos, donde vivía con su esposa y dos hijos.
A pesar de la tragedia de la enfermedad de mi padre, seguíamos siendo una familia ejemplar, trabajadora, exitosa y con un lugar privilegiado en la sociedad. Con un maquillaje impecable y discreto y ropas finas, mi madre disfrazaba sus angustias y su dolor y ante todos los demás será la mujer talentosa y productiva que cargaba sobre sus hombros de enfermedad de su buen marido. El dinero no era problema, durante ese tiempo a mi madre le fue muy bien en su trabajo y tanto sus padres como los padres de mi papá no dejaron de ayudarla en lo que necesitará al paso. La enfermedad de mi padre se convirtió en el centro de nuestra vida y alrededor gira vamos todos esperando un milagro.
El tio Horacio consiguió un trabajo en un reconocido despacho de arquitectos, ayudado por las relaciones de mi madre, y se acomodó a sus anchas en una de las habitaciones de la planta superior de nuestra casa. Mi madre le vivía agradecida por tener un hombre en la casa que le brindará apoyo era algo que necesitaba y quién mejor que su hermano menor para hacerlo. Era alto y fornido, con ojos chiquitos en marcados por unas espesas cejas que recordaban con unas tijeritas cada mañana frente al espejo después de ducharse. Se vestía con trajes de colores claros Y usaba mocasines de piel suave sin calcetines. Siempre Tuvo más inclinación por mí que por mi hermana Viviana. Me decía que jugar con niñas no le gustaba, que entre hombres nos entendíamos mejor. Me llevaba al cine los viernes por la tarde y me compraba paletas de piña en la dulcería. Nunca sentí nada raro, Nunca dudes de sus intenciones. Mi madre estaba día a día más agradecida con él por los cuidados que me prodigaba. Un día, mi madre decidió Que mi hermana se fue a vivir con la abuela Teresa de manera indefinida, Para que estuviera más al pendiente de enseñarle lo que les enseñaba a las niñas. La empresa donde trabajaba mi mamá se expandió por varios estados y entonces tuvo que comenzar a viajar y nos dejaba a mi padre y a mi bajo el cuidado del tío Horacio, quien, apoyado por dos sirvientas, se hacía cargo de todo.
Entonces, aprovechando una de las frecuentes ausencias de mi madre, mientras los demas dormían en una noche, el tío Horacio se metió a mi recámara. Me dijo que no podía dormir y que le hicieron espacio y yo confiado inocente me hice a un lado para que se metiera en mi cama. A los pocos minutos sentí sus manos recorrer mi cuerpo indefenso, me tomó la mano izquierda y me hizo tocarle el pene. Yo no supe qué hacer, dejé que manejar a mi mano a su antojo, sentí como se endureció su miembro para después lanzar un quejido y mojar mi mano con su semen. Se levantó y se metió al baño. Yo me quedé petrificado mirando el techo. De mi pecho parece a querer salir el corazón. Quería gritar pero no lo hice. Estaba petrificado. Cuando salió del baño se sentó junto mi cama y me dijo: "no le digas a nadie nuestro secreto, es un juego entre tú y yo y no te gustaría que tu padre se muriera de un disgusto o que tu madre te regaña Por jugar conmigo". Lo dijo de una forma amenazante, con sus ojillos brillando en la penumbra. Esa noche la pasé llorando con la cabeza tapada con la cobija.
Lo peor estaba por venir. No podía evitar toparme con el tío Horacio. Le dictaba la mirada y como siempre fui un niño silencioso nadie leyó las señales de angustia en mi rostro. Mi madre regresó de su viaje y eso me hizo sentir más tranquilo porque pensé que estando ella en casa no permitiría que el tío me obligara a jugar con él. Pero mi madre volvió a irse y yo me quedaba indefenso en la casa, con mi padre incapacitado, con las criadas y con mi tío. Tres veces más se metió a mi cuarto por las noches, Me pedía que le dejara a meter su pene en mi boca. La noche en que llegó a penetrarme la recuerdo como la peor de mi existencia. Al día siguiente no quise ir al colegio, dije que me dolía el estómago y cómo la pasé vomitando, una de las criadas me compré una suspensión y me preparo infusiones de manzanilla. Mi padre en su habitación enfermo, mi hermana en casa de la abuela, mi madre trabajando, las criadas haciendo sus labores, todos en lo suyo y yo revolcandome en mi miedo. Me sentía más sólo que un náufrago a la mitad del mar. Las sirvientas le dijeron a mi madre que algo me estaba pasando porque comencé a mojar la cama y a bajar mi rendimiento a la escuela. Ella me sentaba en la sala y me decía que no quería más problemas de los que ya enfrentaba, que con la enfermedad de mi papá y sus obligaciones tenía suficiente, que no le diera preocupaciones y que entendía que su ausencia me afectaba pero que por el momento así era la situación y que no apoyará mejorando mi conducta. En una de esas charlas, cuando me pregunto qué es lo que estaba sucediendo conmigo, le dije que el tío Horacio no me gustaba, que me lastimaba. Ella fue letal con su respuesta: "por Dios Alejandro!, Sí el pobre No hace otra cosa que ayudarnos! Si a veces es duro contigo Es por tu bien, No inventes historias!". Yo me sentí culpable y sin su apoyo. El tío Horacio se paseaba por la casa a sus anchas, como amo y señor del territorio, mientras yo me la pasaba buscando rincones donde esconderme y evitando su presencia.
Entonces Murió mi padre, su muerte trajo mucha tristeza a mi corazón pero al mismo tiempo me salvó de Las garras del maldito tío. Mi madre decidió poner en venta la casa y compró un departamento cerca de su trabajo. Viviana decidió regresar con nosotros y los tres volvemos a estar juntos. El tío Horacio se regresó a vivir a casa de los abuelos y tres meses más tarde se fue a España porque un amigo le ofreció una oportunidad de trabajo en alicante.
Cuando cumplí 13 años, volví a platicar con mi mamá sobre el tema del abuso. Ella estaba cansada de mi conducta taciturna y de mi portabilidad para hacer amigos.Esa noche le conté los detalles del abuso sexual de mi tío. Ella se quedó callada, con escasas lágrimas en sus ojos me abrazó e insistió en que eso no pudo haber pasado, en que esas cosas no pasaban en nuestra familia, me dijo que eran producto de mi imaginación y que la enfermedad de mi padre me había afectado demasiado. Me pidió que nunca repitiera esas historias frente a nadie y que me olvidará del asunto. Jamás volví a tocar el tema. Me volví a sentir culpable, como si yo hubiera cometido el delito. Mi confesión fue ignorada y me sumergí en un abismo lleno de miedos, sin poder salir de ahí durante muchos años.
Cuando escucho que el tiempo lo cura todo, no estoy de acuerdo. Para mí el transcurso de los años no eliminó mi dolor, lo único que he logrado es aprender a vivir con el dolor escondido en las profundidades de mi conciencia. Es persistente y recurrente. Me sorprende cuando menos lo espero. Me falta la respiración, me da pavor el futuro hijo y aún tengo pesadillas qué, Aunque cada vez son menos frecuentes, siguen siendo igual de espantosas. Socialmente funcional y emocionalmente inepto.
Mi hermana Viviana se casó con un inglés y ahora radica en Londres. La abuela Teresa murió dos años antes que el abuelo Fernando. Mi madre se dedicó a cosechar éxitos profesionales y llegada la hora se jubiló y compra un chalet en la playa. El tío Horacio jamás regreso de España, formó una familia en alicante y murió de cáncer de próstata. Al saberlo muertos en ti paz pero no justicia. Yo estudié diseño gráfico y trabajo para una agencia de publicidad en el norte del país. He tenido un par de novias, pero no me he casado. Estoy en el proceso de superar el miedo de convivir en la intimidad con alguien más.
El perdón hacia mi madre llegó a mi espíritu cuando me hice miembro activo de una asociación civil que ayuda a niños que han sido abusados sexualmente. En mi búsqueda por encontrar la paz me topé con una psicóloga clínica que me ayudado mucho en mi proceso. Ayudando a otros me ayudó a mí mismo. Me documente y aprendí que casos como el mío son más frecuentes de lo que uno piensa y en la mayoría de las ocasiones suceden en el interior de la familia. Casi siempre es un familiar o persona cercana a las víctimas. Es un mito que el abuso sólo ocurren familias desestructuradas. Ocurre en cualquier familia y en todas las clases sociales. Hablar de lo que me sucedió y al mismo tiempo escuchar las historias de otras víctimas, ha liberado mi culpa y eh llegado a entender que mi madre Reacciona como pudo, presa de las estructuras Morales con las que fue educada. Dejé de juzgar para comprender y le he dado sentido a mi sufrimiento. Sigo luchando con mis miedos y con mis inseguridades, me queda mucho trabajo por hacer con mis emociones enfermas, pero ya estoy en el camino y eso es lo importante. La cicatriz nadie me la quitará, pero estoy aprendiendo a amarme cicatrizado y a convertir el oscuro recuerdo en sabiduría para ayudarme a mí y ayudar a otros. 
Cuandovisitó a mi madre, A veces quisiera decirle que me hubiera gustado que me defendiera. Que comprara una pistola y le llena la cabeza el tío Horacio de plomo. Me gustaría decirle que he caminado por la vida sintiéndome sucio, desprotegido, culpable, que vivo lleno de angustia y de miedos. Pero eso no ha sido posible. Me da miedo alterar le la paz de su vejez y me conformo con sus cariñosos abrazos. E intentado convencerme de que lo que hizo, lo hizo pensando que yo estaba en lo correcto, y que si tuvo la mínima sospecha de que me revelación era verdadera, no supo que hacer y prefirió ignorarla por la paz de la familia. 

Dicen que Dios envía las peores batallas a sus mejores guerreros y que las peores batallas del corazón sólo encuentran la victoria en el perdón.


Cuando Mamá Lastima - Rayo Guzman, Ed.  Milestone

jueves, 19 de abril de 2018

País De Las Lágrimas

“¡Qué misterioso es el país de las lágrimas!” dice el Principito, y es verdad. 

Encontrarse con una persona que está sumergida en una gran tristeza es algo muy difícil. Lo he tenido que vivir muchas veces con personas que amo profundamente y a las que encuentro en momentos en los que parece que nada puede quitarles el dolor que tienen dentro. 
Yo confío en Dios y pido por ellos de inmediato, y sé que el silencio puede ser la mejor compañía en momentos así, y confío en que, luego, cuando llegue el momento de hablar y de escuchar, diré algunas palabras que puedan dar ánimo y luz, pero sé que dentro lo que sienten los otros es muy fuerte. 
Ya sea el dolor inexplicable de la muerte, el agudo de un amor no correspondido, el dolor del fracaso o del engaño, o el dolor de la vergüenza porque hiciste algo que decepcionó a todos y te sientes pequeño y con ganas de esconderte. 

Cualquiera que sea, en cuanto entras a ese “país de las lágrimas” entras a un misterio terrible que cambia las proporciones de todas las cosas, que hace ver que todo es sombrío y que es difícil encontrar una salida. 

Tal vez, estés en un momento así, o tal vez hayas pasado ya por eso, o vayas a pasar en el futuro, porque nadie está exento de problemas, lo importante es que sepas que nunca estás solo, que Dios está contigo y que Él es el guardián de tu futuro; la tristeza es pasajera, pero la alegría en el Señor será permanente; así que, si no te consumes en la desesperación, y tomas aire, vas a ver que más adelante te saluda la esperanza. .


TAREA DEL DÍA
Encuentra motivos para no permanecer triste por los problemas que tienes. 

P. Alberto José Linero

miércoles, 18 de abril de 2018

A La Abuela De Mis Hijos

Harta que mi suegra malcriara a mis hijos, por fin le escribí lo que nunca le dije.

Siempre te robaste mi encanto, les dabas todo lo que querían. Desde una segunda porción de postre hasta dinero para el camión de helados, jamás les dijiste no cuando te pedían algo.

Siempre me esforcé en mostrarte aprecio y respeto mientras intentaba que no convirtieras a mis hijos en malcriados egoístas que no sabían esperar un turno o compartir porque siempre cumplías sus deseos apenas abrían la boca.

Los mecías aún después de que ya estaban dormidos, ¿no entendías que necesitaba que aprendieran a dormirse solos? Al primer ruido corrías a verlos, ¿cómo podrían aprender a calmarse solos?.
Y las tardes contigo, ¡las amaban! Preparabas la comida favorita de  cada uno, y siempre les tenías un caramelo o un premio especial sorpresa. Creí que ellos deberían amarte por lo que eras, no asociarte con dulces o regalos; pero nunca escuchabas cuando intentaba decírtelo.

Se supone que las abuelas son para malcriar  a los nietos y luego mandarlos a casa, pero tú eras ridícula.

Hasta que un día te fuiste.

Tuve que explicarles que su abuela había muerto. Se suponía que estarías con ellos en los momentos especiales, pero te fuiste demasiado pronto y ellos no estaban listos para decir adiós.

Tu cocina, los regalos y dulces. Tu presencia. Durante estos años que pasé intentando que no los malcriaras jamás pensé en cuanto los amabas. Tu amor de abuela no conocía límites. Recordabas todos los detalles, tu corazón derramaba amor y tus brazos fueron incansables.

Estaba tan equivocada al percibir tu generosidad.

Mis hijos, ahora adolescentes te extrañan profundamente, no a tus dulces o regalos, te extrañan a ti. Extrañan correr a recibirte en la puerta; extrañan verte como la más grande admiradora en las gradas; extrañan hablar contigo y escuchar tus palabras de amor, sabiduría y ánimo.

Si pudiera hablar contigo una última vez te diría que cada que un momento precioso me roba el corazón, cada que los veo alcanzar sus metas, y cuando me sorprendo con sus talentos o triunfos, pienso en ti. Y que deseo que estuvieras con ellos de vuelta.

Regresa y ámalos como nadie en el mundo los ama. Recompensarlos por sus más pequeños logros con tus dulces y regalos. Prepara sus comidas favoritas y llévalos a dónde quieran ir. Tan sólo porque los amas.

Regresa y ve cuánto han crecido, se han convertido en su propia versión de un hombre joven. Conmuévete conmigo mientras vemos como la familia, los amigos, el tiempo y el amor los moldearon en tan hermosos seres humanos.

Y cuanto más deseo que regreses, más me doy cuenta que jamás te has ido.

Ahora entiendo y se que los amaste con todo tu ser. Sé que ser su abuela te dio alegría y propósito. Claro que no puedes regresar, pero tu amor siempre permanecerá; un amor que los cimentó y protegió de maneras inimaginables. Tu amor por ellos es parte de lo que son y de lo que serán.

Por esto, por cada premio y regalo, por cada vez que los meciste demasiado, los consolaste o dejaste quedar despiertos hasta tarde, por esto yo siempre te estaré agradecida y desearé un millón de veces que pudieras hacerlo de nuevo.

martes, 17 de abril de 2018

Ayer Te Vi

AYER TE VI 
FUE MAS CLARO QUE LA LUNA 
EN MI NO QUEDARON DUDAS 
FUE UNA CLARA APARICIÓN 
ME AH SALTADO EL CORAZÓN 
CUANDO TE VI 

AYER TE VI 
DESPUÉS DE BUSCARTE TANTO 
ANTES DE SALIR EL SOL 
Y PEDIRTE QUE ME DEJES 
VER TU ROSTRO EN ORACIÓN 
AYER TE VI 

TE VI EN UN NIÑO DE LA CALLE 
SIN UN LUGAR PARA DORMIR 
TE VI EN SUS MANOS EXTENDIDAS 
PIDIENDO PAN PARA VIVIR 
TE VI EN SUS OJOS SUPLICANTES 
Y EN SU SONRISA TITUBEANTE 
AYER TE VI 

TE VI EN UN CUARTO DE HOSPITAL 
EN SOLEDAD TE VI LLORAR 
TE VI EN EL ROSTRO ATRIBULADO 
DE UN ENFERMO DESAHUCIADO 
SIN ESPERANZA DE VIVIR 
CANSADO DE TANTO SUFRIR 
AYER TE VI


Jesús Adrian Romero

lunes, 16 de abril de 2018

Cuando Mamá Lastima - Sin Dignidad


Tomemos cada experiencia, por dolorosa que sea, con alegría.
Pensemos en que nos da el material didáctico suficiente para la autorrealización.
Samuel Aun Weor

Lo que me ha lastimado siempre de mi madre es su sumisión. El verla soportar todos los maltratos de parte de mi padre y de mis hermanos, su actitud evasiva y silenciosa que le mueve en un misterio impenetrable. Sus recurrentes achaques y su conducta de víctima me han lacerado el corazón a lo largo de los años. El verla conducirse sin autoestima, sin pelear por sus derechos y sin conexiones me hizo perderle el respeto y alejarme de ella durante mucho tiempo. Su poco cuidado personal y su falta de aseo me hicieron sentir vergüenza de ella. Es espantoso lo que digo y todavía me siento culpable por fabricar tan desvalorizado concepto de ella.
Luz Elena se llama mi madre. Es de origen humilde, hija de 2 jornaleros de los campos de Sinaloa. Creció en una casa de piso de tierra y paredes de adobe y soporto los rayos del sol más intenso en su rostro desde muy temprana edad, cuando los abuelos se la llevaron con ellos a participar en la cosecha de tomates allá por el campo batán. Apenas piso la escuela y apenas aprendió a sumar y a restar. Tuvo 12 hermanos, siendo ella la quinta, a dos los mataron a balazos en una riña callejera. Otros tres se fueron a Estados Unidos apenas cumplieron los 15 y los restantes que son mujeres siguieron el camino trazado por tradición de casarse chicas, llenarse de críos y atender a sus maridos. Mi madre no fue la excepción. Se casó con mi padre a los 17 y estuvo con él Hasta que la cirrosis se lo llevó a la sepultura. Con mis recuerdos de infancia siempre la veo agachada frente al lavadero tallando con lejía la ropa sucia de su señor y de sus 5 hijos. Otras veces la recuerdo sentada al atardecer en su mecedora de madera, Tejiendo carpetas de hilo cristal que después regalaba a sus comadres y vecinas. Sin más aspiración que tener la ropa limpia y la mesa servida, sin más interés que el de cuidar a su hombre. Porque siempre supo ser mejor esposa que madre. Se le daba más soportar los gritos y malos tratos de un padre que los gritos de mis hermanos pidiendo comida. A nosotros nos entregó a la venia divina, aprendimos a cuidarnos solos desde chiquillos. Para ella lo más importante era no hacer enojar a mi padre y tenerlo contento.
En sus años mozos era una mujer bonita, con una larga cabellera oscura que tensaba con listones. Nunca se maquillo ni usó ropa llamativa, eso molestaba a mi padre y ella lo obedecía ciegamente. No sé en qué momento perdió la voluntad y el libre albedrío hasta el punto de anularse ella misma. Los entreno a los hijos para rendirle pleitesía al señor de la casa y, ante la menor manifestación de Rebeldía de nuestra parte, se echaba a llorar y no suplicaba que no lo fuéramos a matar de un coraje. Siempre tuve miedo de matar a mi madre de un susto, siempre tuve miedo de hacerle daño. La fragilidad de su cuerpo, de su mirada, de su carácter, nos instruyó en el arte de sobre protegerla y cuidar cada uno de nuestras acciones para no lastimarla. A sus hijos no les estaba permitido dañarla, pero a mi padre le permitía todo. Eustaquio se llamaba mi padre, él era un campesino dicharachero y bailador. Lo conocían como <taco> y tenía fama de mujeriego. Era adoración de mi madre, A quién no le importa nada más que con placerlo.
Fuimos 5 hijos 3 mujeres y 2 hombres, . ,nacidos en ese orden primero llegó epigmenia, la mayor, después eduviges y enseguida yo, de nombre Mireya. 2 años después de mí nació Eustaquio Y por último Carlos, el chiquito de la casa. Está por demás decir que hubo un tipo de Educación para las mujeres y otro muy diferente para los hombres. A nosotros nos corresponde a colaborar en todas las labores del hogar mientras que a ellos se les permitía salir a la calle desde que amanecia. Al paso del tiempo mi padre compró unas parcelas y construyó una finca de tabique con paredes Azules y la situación económica mejoro un poco. Seguíamos siendo pobres pero ya no Miserables. A las niñas nos dejaron ir a la escuela hasta sexto grado de primaria, después mi padre le decía a mi mamá que ya era hora de dejar de perder el tiempo y no regresaba la casa para ayudar con los quehaceres. Aprendimos a hacer queso de leche de cabra y "pan de mujer". Al que le llaman así porque no tiene huevos. Los domingos a la orilla de la carretera nos mandaban con mi hermano está aquí o a vender los productos Y regresamos por la tarde, asoleados y sudorosos, para poder seguir ayudando a mi mamá a preparar la cena.
A veces preparábamos pan de trigo, cebada y Mole, y nos quedábamos esperando durante las horas la llegada de mi padre para comer. No podíamos empezar a probar los sagrados alimentos en su ausencia. Hasta que el sol se escondía, mi madre se daba por vencida y nos permitía echarnos un taco. Entrada a la noche y escuchábamos llegar a mi padre más borracho que una cuba. Mi madre no se ordenaba quedarnos en nuestras habitaciones. Ella se levantaba a esas horas a calentarme la cena, a soportar insultos, a oler su hediondez y a limpiar su vómito. A la mañana siguiente le escuchábamos desde temprano a caminar por la cocina, preparando chilaquiles picosos y una jarra de café para que su hombre se repusiera de la cruda. Todo esto me parecía indigno, y desde muy temprana edad y saboreado el odio y el resentimiento, la furia y la vergüenza. Me hacían sentir que tenía una madre sin dignidad.
Cuando le preguntaba a mi madre porque permitía semejante trato de parte de mi papá, ella se ponía serio y en tono imperativo me decía: "es mi esposo y tú no eres nadie para juzgar a tu padre, es tu forma de quererme, además no nos falta nada, nos tiene bien atendidos". Se me hacía indigna su respuesta y el coraje me cosía las entrañas. Tenía que quedarme muda, A tragarme mis palabras y evitar hacer enojar a mi madre. Ella siempre ha dicho que esa fue su cruz y que había que cargarla con resignación.
Yo nunca me resigné a ser como ella. Jamás me imaginé siguiendo su ejemplo. Desde siempre he deseado superarme, salir de ese hoyo y mejorarme en todos los sentidos. Eso no estaba permitido y tuve que escaparme de la casa cuando cumple los 18. Para ese entonces ya Epigmenia, mi hermano mayor, estaba casada y vivía en un rancho vecino, eduviges estaba noviando. Eustaquio y Carlos andaban en sus asuntos, Aprendiendo a beber con mi padre y conquistando muchachas en los campos de pepino. Se hicieron igual de groseros con mi madre y ahora los humillaciones que soportaba venía de 3 y no de uno.
Me tiró un par de vestidos en una vieja bolsa de cuero, mi cepillo de dientes y el del cabello, un desodorante y un par de zapatos, tres calzones y un sostén. Fue todo con lo que salía esa mañana de mayo, buscando un futuro diferente, un destino distinto. Muchas veces le pedí a mi madre que me dejara ir a estudiar a la ciudad y nunca lo permitió. Cuando lo hablé con mi padre, él se rió a carcajadas y me dijo que me había vuelto loca, que las mujeres no estudian, sino que se casan, y que aplacar a mis ideas revolucionarias. Yo buscaba la mirada de mi madre buscando apoyo. Pero lo único con lo que me tope fue con su mirada clavada en el piso y escuche con su voz sin fuerza decirme: "tienes razón tu padre, Mireya, aplacate".
Lo mismo no pasaría 3 años después a mi hermano Carlos cuando buscó el apoyo de mama para convencer a mi padre Para que lo dejara estudiar veterinaria. Mi padre le dijo que no tenía dinero para eso, y mi madre le dio la razón. Carro se quedó trabajando con mi padre en el campo hasta que un buen día se fastidió y decidió irse a probar fortuna en los Estados Unidos. Así nos fuimos yendo uno a uno, con las ilusiones truncadas, con sueños jamás escuchados, con resentimiento y frustración. Creo que la única que no padeció de eso fue mi hermana epigmenia quien siempre se visualizó Cuidando chamacos y obedeciendo al marido igual que mi mamá.
Mi madre nunca defendió nuestros sueños, nunca compartió nuestros anhelos. Sumisa y obediente, silenciosa y agachada, acumuló años y penas, golpes e insultos. En silencio soportó los rumores de que mi padre Tenía otra familia en un pueblo de Nayarit, el estado vecino. Sin reclamarle nada se dijo a sí misma que así era la historia que le tocó vivir y envuelta en su rebozo Espero la vejez al lado de su señor. Mi padre murió de cirrosis, producto de sus excesos. Yo pensé que Muerto el perro se acaba la rabia, pero no. A partir de ese día se vistió de viuda perpetua, y se dedicó a hablar maravillas de su hombre difunto, a llorarle por siempre diciendo a todo mundo que su vida no valía la pena sin él y que todas las mañanas le pedía a su Dios que la recogiera.
Su sumisión me lastima por muchos años. Pero intentando sacudirme su ejemplo de sumisión encontré mi valentía, mi capacidad para enfrentar los problemas, me hice Audaz decidida. Quería sacar su ejemplo de mi piel, de mis ideas, De olvidarme de sus pocas ganas de amar la vida. Llegué a Tepic, la capital del Estado vecino, me conseguí un cuarto y un trabajo de cocinera. Me metí a la escuela sabatina y desafíe a la adversidad. Me convertí en una guerrera, con el corazón dolido y una armadura fabricada con rencores que me protegió de mi pasado. No ha existido golpe que no resista ni caída de lo que no me levante.
Mi madre se quedó sola en la casa del campo, regando sus parcelas y vendiendo pan de mujer los domingos. Se lleno de arrugas y siguió coleccionando achaques, Porque si no está enferma está triste, y si no está triste está deprimida. Cada vez que la visitamos su discurso es el mismo, melancólico y quejumbroso. Sigue igual que silenciosa, de misteriosa, ocultando lo que piensa. Ni los nietos la han cambiado. Tiene un nieto preferido que es el mayor hijo de mi hermano Epigmenia. Dice que es la reencarnación de mi padre, Qué son el vivo retrato. Mis hermanos se sienten dolidos por el trato tan diferente que les ha dado a los nietos. Pero así es ella, Luz Elena, la viuda del taco.
Así le entreno la abuela, la bisabuela a la abuela, y cada una de las mujeres de su pasado. Ser buena mujer era ser una esposa sumisa, sin aspiraciones ni ideas propias. Sin deseos y motivaciones extrañas. Dice mi hermano Carlos que a mí me tocó romper esa condena. Truncar es herencia de sumisión. He logrado ser una profesionista, me titule como licenciado en relaciones internacionales. Trabajo en una empresa transnacional que exporta hortalizas a Estados Unidos. Me casé hace 3 años con Rafael, un ingeniero civil que conocían una reunión de negocios.
2 años después de enviudar se apareció una mujer en la casa de mi madre para presentarle los dos hijos que tuvo con mi papá. No iba en son de guerra ni a reclamarle nada, sólo quería que sus hijos conocieron a sus medios hermanos. Mi madre Nos mandó llamar y nos dijo que teníamos que vernos como hermanos Porque eran hijos de nuestro padre difunto. Ni muerto dejó de lastimarla y ni viuda ha dejado de justificarlo todo. Nunca nos ha dicho que nos ama, y nunca nos ha reconocido nuestros logros. Para ella nuestras vidas son remotas a su existencia. A veces pienso que se ha creado un mundo propio en donde no necesita más que el recuerdo de mi padre para sentirse en paz.
Mi madre sigue sin poner atención a su cuidado personal, no sale, no tiene amigas, se ha refugiado en el recuerdo de mi padre. Nunca visita a sus hijos, dice que a los hijos les corresponde Buscar a los padres y no a la inversa, que ya estaban de ya sabemos para cuando queremos verla. A mí me sigue doliendo ver cómo vive, pero he aprendido a aceptar su decisión de ser así para siempre. Ya no la juzgo y eh comprendido que yo no soy nadie para cambiarla. Para poder vivir mi vida libre de miedos y de culpas he tenido que perdonarla y trascender sus acciones. En lugar de centrarme en mis sentimientos heridos me he enfocado por encontrar la paz, la amabilidad y la bondad en lo que me rodea. De nada sirven los éxitos mundanos y no se logre la paz espiritual. Por eso A pesar de que un me lastima su manera de ser, he aprendido a construir un sentimiento amoroso hacia ella, que se ve reflejado en una mayor tolerancia a su presencia y una forma más cariñosa en mi trato. La visita de vez en cuando y a pesar de sentir que somos como el agua y el aceite y de que no tenemos casi nada de qué hablar, me he acercado en un intento de poner en paz Mis demonios. Quiero formar una familia, procrear unos hijos y heredarles sentimientos sanos, qué crees cada lado de una madre con aspiraciones y dignidad que luchan por sus anhelos y aprenden de sus errores. Elegido un hombre que me respeta, Qué es mi compañero y estimula mis sueños. Perdonar a mi madre no la ha cambiado a ella, me ha cambiado a mí Y eso es lo esencial.


Cuando Mamá Lastima - Rayo Guzman, Ed.  Milestone

domingo, 15 de abril de 2018

DEFECTOS DE CARACTER

Cuando se desbordan los instintos naturales que son tres, el sexual, el social y el de seguridad económica y emocional o sea que se salen del cauce para el que Dios nos los dio, los defectos de carácter se descoyuntan.

A continuación les expongo la contra, o sea lo que debería de hacer y a veces hago que , para no hacerlo.

CONTRA SOBERBIA - HUMILDAD.
CONTRA AVARICIA - GENEROSIDAD.
CONTRA LUJURIA –    ACEPTACIÓN. CONTRA IRA –             SERENIDAD.
CONTRA GULA –         TEMPLANZA.  CONTRA ENVIDIA –   ADMIRACION.
CONTRA PEREZA –    ACCIÓN, ACTIVIDAD.

Este es el sencillo, pero no fácil Plan para el tratamiento de la recuperación, hay altas y bajas, hay lagrimas y risas, hay enojo y contentamiento.

PRIMER PASO
Derrota, fracaso, humillación, bebiendo y sin beber, no hay orden ni gobierno en mi vida.

SEGUNDO PASO
“Dios lo es todo o de otra manera Él no es nada”.  Dios es o no es.  ¿Qué íbamos a escoger? entregándonos  totalmente, le pedimos a Dios su protección y cuidado.

TERCER PASO
“Dios, me ofrezco a Ti para que obres en mí y hagas conmigo Tu voluntad.  Libérame de mis dificultades y que la victoria sobre ellas sea el testimonio para aquellos a quien yo ayude de Tu Poder, Tu Amor y de la manera que Tú quieres que vivamos.  Que siempre haga tu voluntad”.

CUARTO PASO
Le pedimos a Dios que nos ayudara a demostrar la misma tolerancia, paciencia, y compasión que gustosamente tendríamos para con un amigo enfermo.  Cuando alguien nos ofendía nos decíamos a nosotros mismos: “Está enfermo ¿Cómo ayudarlo? Dios me libre de enojarme.  Hágase tu voluntad”.
MIEDO- Le pedimos a Él que nos libre de nuestro temor y guíe nuestra atención a lo que Él desea que seamos.
SEXO-  Le pedimos a Dios que moldeara nuestros ideales y nos ayudara a vivir a la altura de ellos.
En meditación, preguntamos a Dios lo que debemos hacer en cada asunto determinado. 
Para resumir lo referente al sexo.  Oramos sinceramente por un ideal recto, una guía para cada situación dudosa, por cordura y por fortaleza para hacer lo que es debido.

QUINTO PASO
Le damos gracias a Dios desde el fondo de nuestro corazón por conocerlo mejor.
¿Nos preguntamos si hemos omitido algo?

SEXTO PASO
Si todavía nos aferramos a algún defecto, del que no queremos desprendernos, le pedimos a Dios que nos ayude a tener buena voluntad para hacerlo.

SÉPTIMO PASO
“Creador mío, estoy dispuesto a que tomes todo lo que yo soy, bueno y malo.  Te ruego  que elimines de mi cada uno de los defectos de carácter que me obstaculizan en el camino para que logre ser útil a Ti y a mis semejantes.  Dame la fortaleza para que al salir de aquí, cumpla con Tu Voluntad. Amén”.

OCTAVO PASO
Si aún no tenemos la voluntad de hacerlo, la pedimos hasta que nos llegue.

NOVENO PASO
ASUNTOS LEGALES- pedimos que se nos dé fortaleza y se nos dirija hacia lo que es debido sin importar cuales pudiesen ser las consecuencias personales
OTROS PERJUDICADOS-  si hemos consultado el caso con otros, si hemos pedido a Dios que nos ayude y si es indicado, daremos ese drástico paso, no debemos retroceder.
INFIDELIDAD (CELOS)-  Cada noche reza por ello.  Cada uno puede rezar por ello, pensando en primer lugar en la felicidad del otro.
FAMILIA- Así que dejamos todo en claro con la familia, pidiendo cada mañana que nuestro Creador nos enseñe el camino de la paciencia, de la tolerancia, de la bondad y del amor.

DÉCIMO PASO
Continuamos vigilando el egoísmo, la deshonestidad, el resentimiento y el miedo.  Cuando estos surgen, enseguida le pedimos a Dios que nos libre de ellos.
Cada día es un día en el que tenemos que llevar la visión de la voluntad de Dios a todos nuestros actos: “¿Cómo puedo servirte mejor?; hágase Tu Voluntad no la mía.

UNDÉCIMO PASO
POR LA NOCHE- Después  de haber hecho nuestra revisión, le pedimos perdón a Dios y averiguamos que medidas correctivas deben tomarse.
ANTES DE EMPEZAR EL DÍA- le pedimos a Dios que dirija nuestro  pensamiento, pidiendo especialmente que esté libre de auto conmiseración y de motivos falsos y egoístas.
SI NOS ENCONTRAMOS INDECISOS)- En este caso le pedimos a Dios inspiración, una idea intuitiva o una decisión.
Generalmente concluimos el periodo de meditación orando para que se nos indique a lo largo del día cual ha de ser nuestro siguiente paso, que se nos conceda lo que fuese necesario para atender esos problemas.  Pedimos especialmente ser liberados de la obstinación y nos cuidamos de no pedir sólo para nosotros.  Sin embargo, podemos pedir para nosotros siempre que esto ayude a otros.  Nos cuidamos de no orar nunca, por nuestros propios fines egoístas.
TODO EL DÍA- A medida que transcurre el día, hacemos una pausa si estamos inquietos o en duda, y pedimos que se nos conceda la idea justa o la debida manera de actuar.
Pídele a Él, en tu meditación por la mañana, que te inspire lo que puedes hacer ese día por el que todavía está enfermo.  Recibirás la respuesta si tus propios asuntos están en orden.

DUODÉCIMO PASO
Tu tarea ahora consiste en estar donde puedas ser de máxima ayuda a otros.  Así que no vaciles a ir a donde sea si allí fueses ayudar; no debes titubear en ir al lugar más sórdido si es con ese fin.  Mantente en la línea  de fuego de la vida por esos motivos y Dios te conservara sano y salvo.