viernes, 12 de abril de 2019

A La Mujer Que Ha Abortado


Una reflexión especial quisiera reservar para ustedes, mujeres que han recurrido al aborto.

La iglesia sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en su determinación, y no duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática.

Probablemente la herida aún no ha cicatrizado dentro de ustedes.

Es verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto.

Sin embargo, No se dejen vencer por el desánimo y no abandonen la esperanza...

Si aún no lo han hecho, ábranse con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia las espera para ofrecerle su perdón y tu paz en El Sacramento de la reconciliación.

(Juan Pablo II, Carta encíclica Evangelismo vitae
25 de marzo de 1995, n. 99)

jueves, 11 de abril de 2019

Siente El Amor De Dios

Hoy vemos, frecuentemente, a personas que, cuando cometen algo malo, enseguida piensan que Dios las condena, entonces se alejan de Dios, piensan en castigos, en maldiciones.
Esas personas comienzan a hacerse ideas y a creer que, porque fallaron, porque pecaron, quedaron lejos de ese amor y, aún más, creen que, si les está yendo mal, se debe a algo así como “está pagando una condena”. Hay muchas personas propensas a pensar que hay cosas que lo separan a uno del amor de Dios. No hay tal cosa. 
Yo estoy seguro de que uno tiene que buscar siempre hacer el bien, esa es la invitación de Jesús, sin embargo, a veces no hacemos el bien que queremos, y en esos momentos debemos aprender a descubrir que el amor de Dios no se limita ni se condiciona a situaciones de nuestras vidas. 
No me imagino a Dios diciendo ‘voy a quitarle un poco de amor a Alberto porque hizo esto o aquello mal’, sino que me lo imagino como en el Evangelio de san Lucas en el capítulo 15, es decir, como un padre de misericordia que reconoce la fragilidad de su hijo y se dispone a recibirlo con los brazos abiertos cuando vuelve a casa. 
Tristemente, mucha gente se educó en esa lógica del ‘si haces algo malo, Dios te lo cobra’, y por eso cuando fallaron se alejaron de Dios y decidieron no volver a la casa del Padre. 
Por supuesto, esta reflexión no es una apología al mal, ni estoy invitando a nadie a que se la pase haciendo las cosas mal, al contrario, quiero hacerles entender que un corazón arrepentido siempre será capaz de encontrar misericordia de parte de Dios, porque su amor es inmenso, ilimitado.

Tarea del día:
Siéntete amado por Dios


Alberto Linero

miércoles, 10 de abril de 2019

¿Se Cree Usted Diferente? (Parte 4)

Me llamo Patricio y soy alcohólico (homosexual)

Hace 17 años, un desconocido con barba que estaba sentado a mi lado en un salón de uno de los hoteles menos elegantes de nuestra ciudad, se volvió de repente hacia mí y me preguntó si yo tenía un problema con la bebida. “¿Qué le hace pensar así?” le repliqué, sabiendo que en ese momento estaba físicamente sobrio, aunque algo tembloroso y sin una perfecta coordinación.

No me contestó. Simplemente metió la mano en su chaqueta, que había conocido mejores días, sacó un libro mugriento y sobado y dijo algo acerca de una reunión, a la que tal vez me gustaría asistir esa noche. Me dijo que allí encontraría a “gente agradable que le entenderá”. Hizo mención también de café y tarta gratis. Eso me decidió.

Hoy le doy gracias a Dios, a quien he dado el nombre de P.S. (Poder Superior), por aquella conversación. Aún sintiéndome frío y vacío, logré controlarme y llegar a la dirección que me había dado. Por supuesto, resultó ser una reunión de A.A. Allá, por primera vez en muchos años, establecí un verdadero contacto humano con el hombre que más tarde se convertiría en mi padrino.

Pocas semanas después, volví a beber y a sufrir durante otros siete años. Pero luego regresé (gracias otra vez al P.S.), y recientemente celebré el décimo aniversario de mi sobriedad en una de las reuniones regulares de nuestro grupo A.A. de homosexuales aquí en la ciudad donde vivo.

Mi alcoholismo se remonta muy atrás, así como mi homosexualidad. Uno de los primeros recuerdos de mi niñez es beberme tragos de la cerveza de mi padre adoptivo sin que él se diera cuenta y luego poner agua en la lata para que no lo notara. Más tarde, en los últimos años de mi adolescencia, empecé a frecuentar los bares de homosexuales. Ya desde el principio, y a pesar de odiar el sabor, me gustaba la agradable sensación que me infundía la bebida.

No obstante, al poco tiempo, empecé a tener problemas con la bebida. Empecé a utilizarla no sólo porque me hacía sentir bien, sino también como soporte. Bebía para armarme del suficiente valor como para hacer cosas peligrosas. No tenía la menor idea de lo que estaba haciendo en aquel entonces; ahora me doy cuenta de que, desde el comienzo, bebía de mala manera. Recuerdo, por ejemplo, un buen amigo que veía con repugnancia mi forma de beber cuando yo apenas había cumplido los veinte años. Yo consideraba sofisticado el beber y buscar aventuras en los bares, como los demás. Pero ahora soy consciente de que la bebida pronto empezó a dominarme y a convertirse en un fin por sí misma.

Antes de llegar a A.A., no tenía nada excepto la bebida y la sexualidad. Para ambos propósitos me aprovechaba de la gente, sin pensarlo. Nadie tenía cara. Nadie era real, y yo menos que nadie. Mi padrino fue la primera persona genuina que conocí en muchos años. Y me hacía sentirme real también. Atravesaba cualquier preocupación que yo tuviera por mi homosexualidad o por cualquier otra cosa. Sin sensiblería, tranquilamente aquella primera noche, me extendió la mano, de un ser humano a otro, y lo que me entregó fue la vida.

Hoy creo que nosotros los A.A. tenemos una relación familiar, un parentesco, unos con otros. Creo que toda la gente de A.A. —homo y heterosexuales— son mis hermanos y hermanas. Después de haber logrado nuestra sobriedad, se nos depara una oportunidad de formar nuevas y sanas relaciones, para compensar aquellas que en el pasado echamos a perder. Llegamos a conocer a nuestros compañeros, queriéndolos, compenetrándonos con ellos, sufriendo cuando ellos sufren e incluso peleando cariñosamente con ellos de vez en cuando. Es un compartimiento verdadero y sincero. Algo que, con toda seguridad, nunca conocí en mi casa.

Me alegra también sentir esta intimidad especial de A.A. con mucha gente heterosexual, como nunca me hubiera sido posible imaginar. De hecho, durante muchos años logré mantener mi sobriedad, y así seguir en mi empleo, asistiendo a las reuniones de grupos compuestos principalmente por miembros heterosexuales. Hoy conozco en A.A. a algunos “aficionados de cuero” que están sobrios, a travestidos que también lo están, y a representantes de todas las preferencias sexuales que existen. Sin embargo, aquí lo único importante es que todos somos seres humanos, alcohólicos, y miembros unidos en A.A .

Nunca he ocultado el hecho de que soy homosexual, dentro o fuera de A.A. Para mí, esta ha sido una decisión correcta. Pero yo sé que no habría tenido ninguna importancia si lo hubiera hecho. Lo que hacemos en privado, y cómo elegimos hablar de ello no tiene nada que ver con A.A. Nuestra Tercera Tradición dice: El único requisito para ser miembro de A.A. es querer dejar de beber. Y esto ha significado mi propia supervivencia, desde el primer día. Créanme: Si hubiera habido otros requisitos, no los habría podido cumplir.

martes, 9 de abril de 2019

Las Amigas Puede Ser Una Buena Medicina


Las personas que se aíslan de otras, corren el doble o el triple riesgo de una muerte prematura.
el cáncer terminal afecta a las personas solitarias con más frecuencia que a las que tienen buenos amigos.

La hospitalización en centros de salud mental es de 5 a 10 veces más frecuente para los divorciados, separados y viudos, qué para quienes forman parejas comprometidas.

Las mujeres embarazadas que se encuentran estresadas, pero carecen de una red social, sufren complicaciones tres veces más que las que padecen estrés, pero tienen relaciones.

lunes, 8 de abril de 2019

Hija Piadosa, Bastón De Viejo


Aquel que ignora que su lecho es duro, duerme bien.

El que no esté contento de su vecino, que alejé su casa.

Cuando tú ríes, todo el mundo lo nota; cuando lloras, nadie lo ve.

Cuando no se quiere danzar, se dice que la tierra está mojada.

La buena voluntad acorta el camino.

Antes de comprar una casa, infórmate de tu vecino.

Cuando el hombre está a la puerta, el amor se va por la ventana.

Si no hubiera nubes, no se usaría del sol.

Lamentar El pasado es correr contra el viento.

La pereza es la almohada del diablo.