sábado, 1 de septiembre de 2018

FRASES #66

Regresar con tu ex es como cargar el celular 5 minutos antes de salir... parece que va a funcionar, pero no es sí...

Ya me da flojera enojarme, ahora sólo observo, pienso, me decepciono, y me alejo.

Es bello cuando te dicen con los labios, fue un error y con los ojos... Aun te extraño...

Nada sucede por casualidad, en el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos.

La mujer perfecta no es con la que no peleas, sino con la que tiene peleas y la resuelven juntos.

La soledad es un estómago sin mariposas.

Ni el amor es una jaula, ni la libertad es estar solo, no hay que confundir las cosas.

Sé la persona intuitiva que eres. Suéñalo, vívelo, siéntelo.

La guerra es siempre una derrota de la humanidad

No te deseo el mal, pero ojalá y te dé un insomnio lleno de recuerdos míos.

No tengas miedo al fracaso porque sólo a través del fracaso se aprende a tener éxito.

A las mujeres solo hay que consentirás, amarlas y cumplirles sus caprichos en 2 ocasiones. 1 cuando es su cumpleaños y 2 Cuando no lo es.

Enamorarse es fácil, permanecer enamorado es un desafío, dejar ir es lo más difícil...y seguir adelante es un triunfo

Un amigo es alguien que puede ver la verdad y el dolor en ti, incluso hasta cuando estás engañando a todos los demás.

Los verdaderos amigos siempre, pero siempre se reconcilian pase lo que pase.

El tiempo es el mejor autor, siempre encuentra el final perfecto.

Nunca convencerás a un ratón de que un gato negro trae mala suerte.

El tamaño de tu éxito será del tamaño de tu esfuerzo.

Dios siempre está allí, todo lo que tienes que hacer es quedarte quieto y percibirlo.

Cultivar un verdadero amigo requiere dedicación y tiempo.

La distancia no acaba con el amor, la distancia sólo acaba con lo que no es real

Ni tan cerca por que me matas, ni tan lejos porque me muero

Las personas siempre cambian después de ser heridas

Cómo dejar de querer lo que empezaste a querer sin querer

Llega un momento en la vida donde necesitas detenerte, ver dónde estás y mirar hacia dónde quieres ir

viernes, 31 de agosto de 2018

Síntomas de la Borrachera Seca (6° Síntoma)

Sexto síntoma: Miedos permanentes, actitud de temor ante los retos de la vida con angustia y tensión continuas.

El miedo al miedo: la necesidad de no sentir. 

La incapacidad para manejar la angustia es una de las características típicas de la personalidad del adicto.

Uno de los primeros síntomas que aparecen en la tabla de la alcoholomanía del doctor Jellinek (*)es beber para aliviar tensiones. Los adictos tienen algo que los caracteriza: su intolerancia ante la angustia y la angustia es un sufrimiento insoportable para el alcohólico, por lo que busca de inmediato eliminar con sustancias como el alcohol que a su vez se convierte en una muleta emocional que permite a los adictos manejar su angustia.

Esta necesidad de manejar la angustia con alcohol o drogas se convierte en algo así como un reflejo
condicionado. El alcohólico empieza a asociar fiestas, comidas, citas sentimentales, sexo o cualquier
situación que provoque tensión, con consumo de alcohol porque se adquiere una sensación de bienestar que le permite manejar la situación generadora de angustia. Después de la intoxicación viene lo que comúnmente se conoce como cruda. En la cruda se produce un fenómeno de rebote, aumentando los niveles de angustia, lo que genera nuevamente la necesidad de volver a beber, lo que a su vez, vuelve a aliviar la angustia, formando así un circulo vicioso,

ANGUSTIA => CONSUMO DE ALCOHOL => LIBERACION DE LA ANGUSTIA => INTOXICACION => CRUDA => ANGUSTIA.

Permanecer atrapados en este círculo vicioso es uno de los factores que con más fuerza impiden que el alcohólico pueda alcanzar la abstinencia.

En el artículo se explica qué es la angustia, sus características, sus síntomas, la persistencia de los miedos, el trastorno dual angustia-adicción y sus características también como: ataques de pánico, fobias, fobia social, fobia específica, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), trastorno por estrés post-traumático, y trastorno de ansiedad generalizada.

Finalmente menciona que en ocasiones la presencia de un síndrome de borrachera seca asociado a
trastornos de ansiedad es debido a la ignorancia de que ese problema constituye otra enfermedad asociada a la adicción y no simplemente un síntoma de la adicción como muchos lo interpretan.

por el Doctor José Antonio Elizondo López

jueves, 30 de agosto de 2018

¿Metas Posibles O Imposibles?

En estos días hemos estado reflexionando en torno a la consecución de nuestras metas. 
En primer momento, reflexionamos acerca de la necesidad de conocer nuestras capacidades. 
Ayer reflexionábamos sobre la idea de perseverar, de saber que habrá momentos en el camino en los que vamos a querer desertar, pero lo importante es tener claro hacia dónde vamos. 
Hoy, para finalizar con las tres claves o los tres elementos que quería compartir, vamos a reflexionar sobre la necesidad de poner los pies en la tierra al momento de plantearnos metas. 
Por supuesto que somos capaces de mucho, por supuesto que si perseveramos las vamos a alcanzar, pero es importante ser realistas, y contar no solo con nuestras capacidades, sino también con factores externos de los cuales no somos responsables. ¿A qué voy? 
Al hecho de que hay cosas que nos planteamos como metas y que probablemente a causa de muchos factores no alcancemos, sencillamente porque al momento de plantearnos esas metas no tenemos la realidad bien analizada. 
Pienso, por ejemplo, en que aunque me muera por tener un carro lujosísimo, difícilmente lo podré alcanzar, porque en proporción está muy alejado de mi realidad, sin ser pesimista ni mucho menos, solo realista. 
Pero sí seré capaz de tener un vehículo no lujoso, pero práctico para mis necesidades. 
Sé capaz de mirar cuáles son tus posibilidades, evalúa si es factible proponerte alcanzar ciertas metas, analiza variables que te da el entorno, pues éstas al final pueden llevarte al fracaso

POR PADRE ALBERTO LINERO

miércoles, 29 de agosto de 2018

El Camino De Las Lagrimas (Cap. 1- Parte 3)

El Camino De Las Lagrimas (Jorge Bucay)

EMPEZANDO EL CAMINO

Un camino que empieza cuando sucede o cuando me doy cuenta de una pérdida y termina cuando esa pérdida ha sido superada. No se puede hablar de duelos y de pérdidas desconociendo el pequeño malestar que nos producen estos temas. De alguna manera un malestar que vale la pena en el sentido de aprender algunas cosas o revisar algunas otras, para sistematizar lo que todos sabemos. Nada de lo que escriba acá será extraño o misterioso para los que lo lean . De una o de otra manera todos hemos visto, hemos pasado, hemos sentido o hemos estado cerca de lo que otros sentían en relación a un dolor. La mala noticia para los que leen esto es a la vez una afortunada situación para mí, porque yo sé que pensar en la muerte de un ser querido es una cosa para quien lo ha vivido y otra para quien solamente habla de ello. Por mucho que yo haya leído sobre esto, por mucho que yo haya visto sufrir a otros, por mucho que yo haya acompañado a otros, siento que es  casi insolente escribir del tema sin haber pasado por ese lugar, sin haberlo padecido personalmente. Yo sé que en este punto la experiencia de lo vivido y padecido enseña de verdad mucho más, muchísimo más, que todo lo que cualquiera pueda leer.
Pérdidas inevitables. Este libro no habla sólo de la muerte de los seres queridos. A lo largo de nuestras vidas las pérdidas constituyen un fenómeno mucho más amplio y para bien o para mal, universal. Perdemos, no sólo a través de la muerte sino también siendo abandonados, cambiando, siguiendo adelante.
Nuestras pérdidas incluyen también las renuncias conscientes e inconscientes de nuestros sueños románticos, la cancelación de nuestras esperanzas irrealizables, nuestras ilusiones de libertad, de poder y de seguridad, así como la pérdida de nuestra juventud, aquella irreverente individualidad que se creía para siempre ajena a las arrugas, invulnerable e inmortal.
Pérdidas que al decir de Judith Viorst nos acompañan toda una vida, pérdidas necesarias, pérdidas que aparecerán cuando nos enfrentemos no sólo con la muerte de alguien querido, no sólo con un revés material, no sólo con las partes de nosotros mismos que desaparecieron, sino con hechos ineludibles como... que nuestra madre va a dejarnos y nosotros vamos a dejarla a ella; que el amor de nuestros padres nunca será exclusivamente para nosotros; que aquello que nos hiere no siempre puede ser remediado con besos; que, esencialmente, estamos aquí solos; que tendremos que aceptar el amor mezclado con el odio y lo bueno con lo malo; que a pesar de ser como se esperaba que sea , una chica no podrá casarse con su padre; que algunas de nuestras elecciones están limitadas por nuestra anatomía; que existen defectos y conflictos en todas las relaciones humanas; que nuestra condición en este mundo es implacablemente pasajera; que no importa cuán listos seamos, a veces nos toca perder; y que somos tremendamente incapaces de ofrecer a nuestros seres queridos o a nosotros mismos la protección necesaria contra el peligro, contra el dolor, contra el tiempo perdido, contra la vejez y contra la muerte. Estas pérdidas forman parte de nuestra vida, son constantes universales e insoslayables. Y son pérdidas necesarias porque crecemos a través de ellas. De hecho, somos quienes somos gracias a todo lo perdido y a cómo nos hemos conducido frente a estas pérdidas. Por supuesto que trazar este mapa nos pone en un clima diferente del que algunos de Uds. Encontraron recorriendo e de la autodependencia o el del encuentro. El clima de aquellos era el clima de descubrirse uno mismo, de descubrir el disfrute, de ser lo que uno es junto a otros. Pero hablar de la elaboración del duelo no parece un tema que nos remonte al disfrute, que nos remonte a la alegría, es un tema que tiene una arista que conecta, por supuesto, con el dolor. Este camino, el de las lágrimas, enseña a aceptar el vínculo vital que existe entre las pérdidas y las adquisiciones. Este camino señala que debemos renunciar a lo que ya no está y que eso es madurar.
Asumiremos al recorrerlo que las pérdidas tienden a ser problemáticas y dolorosas, pero sólo a través de ellas nos convertiremos en seres humanos plenamente desarrollados.
Para empezar por algún lado, el tema de las pérdidas es el de la elaboración del duelo y esto nos abre a dos conceptos: elaboración y duelo elaboración que deriva duelo que deriva de labor, de tarea. dolor. Como dice Sigmund Freud en Melancolía y duelo, la elaboración del duelo es un trabajo...un trabajo. El trabajo de aceptar la nueva realidad. proceso de aceptación Que quiere decir Que quiere decir dejar tiempo y cambio de pelearme
con la realidad que no es como yo quisiera. El ciclo de la experiencia. Todas las pérdidas son diferentes. No se puede poner en la misma bolsa y analizarlas desde el mismo lugar. Y sin embargo, desde el punto de vista psicológico, la diferencia tendrá que ver con la dificultad para hacer ese trabajo, pero el proceso del duelo es más o menos equivalente en una separación, en una pérdida material o en una muerte. El proceso de aceptación empieza, como todos, en la retirada.
Retirada es el lugar donde yo estoy aislado de lo que todavía no pasó, o de algo que está pasando y de lo que todavía no me enteré, un estímulo que está afuera, sin ninguna relación conmigo por el momento. Si estoy por entrar en una reunión donde hay gente que no conozco, la situación de retirada se establece antes de entrar, quizás todavía antes de viajar hacia la reunión. Cuando llego me enfrento con la situación de la gente reunida. Agradable o desagradable, tengo una sensación. Esto es: siento algo. Mis sentidos me informan cosas. Veo la gente, siento los ruidos, alguien se acerca. Tengo sensaciones, olfativas, auditivas, visuales, corporales, quizás me tiembla un poco el cuerpo y estoy transpirando. Después de las sensaciones "me doy cuenta", tomo conciencia de lo que pasa.
Esto es, analizando las sensaciones deduzco que la reunión es de etiqueta, que hay muchísima gente y me digo: "Uy, algunos me miran". Me doy cuenta de lo que está pasando, de qué es esto que está estimulando mis sentidos. Después de que me doy cuenta o tomo conciencia de lo que pasa se movilizan mis emociones. Siento un montón de cosas, pero no ya desde los sentidos, oídos, ojos, boca. No. Empiezo a sentir que me  asusta, me gusta o me angustia. Siento placer, inquietud y excitación.
Siento miedo, ganas, deseo, placer de verlos o temor por el resultado del encuentro. Emociones que bullen dentro mío.
Emociones que se transforman en acción. La palabra emoción es una palabra interesante, viene de moción que significa movimiento (a pesar de que la asociamos solamente con algo vivencial o interno) porque la emoción es lo que precede al movimiento. La emoción prepara el cuerpo para la acción. Pero la emoción sólo es la mitad del proceso. La otra mitad es la acción. Así que lo que hago enseguida es cargarme de energía, de potencia, de ganas. Me asusto y me voy, me quedo y empiezo a hablar, hablo por allí o acá, decido contar mis emociones, o no contarlas y esconderlas, o disimularlas o cualquier otra acción.
Entonces es el momento del contacto, el punto clave. Contacto es la posibilidad de establecer una relación concreta con el estímulo de afuera. No sólo tengo sensaciones, me doy cuenta, movilizo y actúo, sino que además vivo, me comprometo con la situación en la cual estoy inmerso; eso es establecer el contacto.
Y después de estar en contacto un tiempo, por preservación, por salud, por agotamiento del ciclo, hago una despedida e inicio una nueva retirada. Otra vez me alejo para quedarme conmigo y para volver a empezar. En la elaboración del duelo el estímulo percibido desde la situación de retirada es la pérdida. A veces de inmediato y otras no tanto me doy cuenta de lo que está pasando, he perdido esto que tenía o creía que tenía. Y siento.
Se articulan en mis sentidos un montón de cosas, no mis emociones todavía, sino mis sentidos. Y luego, frente a esta historia de impresiones negativas o desagradables, me doy cuenta cabal de lo que pasó. Aparecen y me invaden ahora sí, un montón de emociones diferentes y a veces contradictorias.
Transformar en acciones estas emociones me permitirá la conciencia verdadera de la ausencia de lo que ya no está. Y es la toma de conciencia de lo ausente, el contacto con la temida ausencia lo que me permitirá luego la aceptación de la nueva realidad, un definitivo darme cuenta antes de la vuelta a mí mismo. Me gustaría compartir con vos mi versión de un cuento que me llegó de manos de un paciente. Martín había vivido gran parte de su vida con intensidad y gozo. De alguna manera su intuición lo había guiado cuando su inteligencia fallaba en mostrarle el mejor camino. Casi todo el tiempo se sentía en paz y feliz; ensombrecía su ánimo, algunas veces, esa sensación de estar demasiado en función de sí mismo. Él había aprendido a hacerse cargo de sí y se amaba suficientemente como para intentar procurarse las mejores cosas. sabía que hacía todo lo posible para cuidarse de no dañar a los demás, especialmente a aquellos de sus afectos. Quizás por eso le dolían tanto los señalamientos injustos, la envidia de los otros o las acusaciones de egoísta que recogía demasiado frecuentemente de boca de extraños y conocidos. ¿Alcanzaba para darle significado a su vida la búsqueda de su propio placer? ¿Soportaba él mismo definirse como un hedonista centrando su existencia en su satisfacción individual? ¿Cómo armonizar estos sentimientos de goce personal con sus concepciones éticas, con sus creencias religiosas, con todo lo que había aprendido de sus mayores?
¿Qué sentido tenía una vida que sólo se significaba a sí misma?
Ese día, más que otros, esos pensamientos lo abrumaron.
Quizás debía irse. Partir. Dejar lo que tenía en manos de los otros. repartir lo cosechado y dejarlo de legado para, aunque sea en ausencia, ser en los demás un buen recuerdo. En otro país, en otro pueblo, en otro lugar, con otra gente, podría empezar de nuevo. Una vida diferente, una vida de servicio a los demás, una vida solitaria. Debía tomarse el tiempo de reflexionar sobre su presente y sobre su futuro. Martín puso muchas cosas en su mochila y partió en dirección al monte. Le habían contado del silencio de la cima y de cómo la vista del valle fértil ayudaba a poner en orden los pensamientos de quien hasta allí llegaba. En el punto más alto del monte giró para mirar su ciudad quizás por última vez. atardecía y el poblado se veía hermoso desde allí -Por un peso te alquilo el catalejo. Era la voz de un viejo que apareció desde la nada con un pequeño telescopio plegable entre sus manos y que ahora le ofrecía con una mano mientras con la otra tendida hacia arriba reclamaba su moneda. Martín encontró en su bolsillo la moneda buscada y se la dio al viejo que desplegó su catalejo y se lo alcanzó.
Después de un rato de mirar consiguió ubicar su barrio, la plaza y hasta la escuela frente a ella. Algo llamó su atención. Un punto dorado brillaba intensamente en el patio del antiguo edificio. Martín separó sus ojos del lente, parpadeó algunas veces y volvió a mirar. El punto dorado seguía allí. - Qué raro –exclamó Martín sin darse cuenta que hablaba en voz alta -¿ Qué es raro? -preguntó el viejo - El punto brillante -dijo Martín- ahí en el patio de la escuela -siguió, alcanzándole al viejo el telescopio para que viera lo que él veía. - Son huellas -dijo el anciano. -¿ Qué huellas? -preguntó Martín - Te acordás de aquél día...debías tener siete años, tu amigo de la infancia, Javier, lloraba desconsolado en ese patio de la escuela, Su madre le había dado unas monedas para comprar un lápiz para el primer día de clases. Él había perdido el dinero y lloraba a mares -contestó el viejo. Y después de una pausa siguió -: ¿Te acordás de lo que hiciste? tenías un lápiz nuevito que estrenarías ese día. Te arrimaste al portón de entrada y cortaste en lápiz en dos partes iguales, sacaste punta a la mitad cortada y le diste el nuevo lápiz a Javier. - No me acordaba -dijo Martín-.
Pero eso ¿qué tiene que ver con el punto brillante? – Javier nunca olvidó ese gesto y ese recuerdo se volvió importante en su vida. - ¿Y? - Hay acciones en la vida de uno que dejan huellas en la vida de otros -explicó el viejo-, las acciones que contribuyen al desarrollo de los demás quedan marcadas como huellas doradas... Volvió a mirar por el telescopio y vio otro punto brillante en la vereda a la salida del colegio. - ese es el día que saliste a defender a Pancho, ¿te acordás? Volviste a casa con ojo morado y un bolsillo del guardapolvos arrancado Martín miraba la ciudad. - Ese que está ahí en el centro -siguió el viejo-es el trabajo que le conseguiste a Don Pedro cuando lo despidieron de la fábrica ... y el otro, el de la derecha, es la huella de aquella vez que juntaste el dinero que hacía falta para la operación del hijo de Ramírez...las huellas esas que salen a la izquierda son de cuando volviste del viaje porque la madre de tu amigo Juan había muerto y quisiste estar con él. Apartó la vista del telescopio y sin necesidad de él empezó a ver cómo miles de puntos dorados aparecían desparramados por toda la ciudad. Al terminar de ocultarse el sol, todo el pueblo parecía iluminado por sus huellas doradas. Martín sintió que podía regresar sereno a su casa. Su vida comenzaba, de nuevo, desde un lugar distinto.

martes, 28 de agosto de 2018

Aprender A Soltar

Hay que aprender a soltar las cosas que nos hacen daño. 

Los seres humanos somos expertos en amarrarnos a situaciones y a personas, nos acostumbramos a hacerlos indispensables para nosotros, quizá con poca conciencia, pero lo hacemos, y se nos olvida que las personas y las situaciones son circunstanciales, es decir, pasajeras. 

No hay ninguna situación de la vida que dure para siempre; tampoco hay personas que no tengan que irse alguna vez.

Debido a esta realidad, quiero reflexionar en torno a la necesidad de no amarrar, es decir, de no hacer depender nuestra vida de otra cosa que no sea de uno mismo.

No estoy diciendo con esto que no podamos amar incondicionalmente a alguien; se trata de entender que nada dura para siempre, que todo pasa y que debemos estar preparados siempre para superar la pérdida de alguien o algo. 

Uno de los valores que siempre defiendo es la libertad que deberíamos tener todos para vivir, no podemos dejar que nada ni nadie determinen nuestra vida, porque así estaremos condenándonos nosotros mismos al dolor. 

Vive, ama, disfruta a los tuyos y deja que ellos disfruten de ti, pero en libertad, sin amarres innecesarios, con la plena certeza de que todo es pasajero y que la vida va dando muchas vueltas. 

Habrá personas con las que compartiremos, tal vez, toda la vida, pero sólo si hay decisiones diarias para sostener libremente ese compartir. Nada más. 

Te invito, finalmente, a que seas capaz de dar un paso hacia tu libertad y dejes a un lado aquello que te amarra.

TAREA DEL DÍA:
Mira qué cosas de tu vida te mantienen amarrado. 

P. ALBERTO LINERO

lunes, 27 de agosto de 2018

Síntomas de la Borrachera Seca (5° Síntoma)

Quinto síntoma: Egocentrismo, autosuficiencia neurótica, mal manejo de la agresividad y tendencia a la omnipotencia

Dime de lo que presumes y te diré de qué careces

Algunos alcohólicos tienen una enorme necesidad neurótica de compensar un sentimiento de inferioridad y minusvalía que los conduce a una conducta de querer llamar la atención, es por ello que buscan el efecto del alcohol para convertirse en sujetos presumidos, jactanciosos, exhibicionistas y fanfarrones. Cuando dejan de beber y persiste el complejo de inferioridad, se vuelven narcisistas, soberbios y omnipotentes, síntomas típicos de borrachera seca.

Una de las características psicológicas que con más frecuencia se presenta en la estructura de personalidad del adicto es el llamado complejo de inferioridad o minusvalía. Este consiste en un persistente sentimiento de sentirse menos que los demás. La minusvalía es el resultado de experiencias desafortunadas en los primeros años de vida, donde las necesidades de afecto y aceptación no fueron satisfechas adecuadamente provocando una falta de autoafirmación en sus cualidades y potencialidades, dando lugar a una persistente inseguridad y falta de confianza en sí mismo.

Todo lo anterior provoca un evidente desequilibrio en la vida del individuo quien, inconscientemente, trata de compensar sus situación para recuperar el equilibrio perdido. Este fenómeno recibe el nombre de sobrecompensación y es un mecanismo de defensa psicológico de la personalidad.

La ley del todo o nada: el extremista

Las personas que utilizan la sobrecompensación tienden a ubicarse en el otro extremo. Son extremistas. Esta es una característica típica del adicto y, en especial, del alcohólico. Por ejemplo: Muchos alcohólicos son tímidos e introvertidos, pero después de consumir tres o cuatro tragos de licor se vuelven atrevidos, locuaces y extrovertidos. Es decir, transitan de un extremo al otro y, para lograrlo, utilizan el alcohol como una muleta emocional. El cobarde se vuelve valiente, el tímido, audaz, el que siempre es callado e inexpresivo se torna hablantín y se atreve a decir lo que verdaderamente siente y piensa (Solo los borrachos y los niños dicen la verdad); el que es inhibido con el sexo opuesto se torna desinhibido y hasta atrevido, y aquel que se había callado sus resentimientos y por temor no los había expresado, con unos tragos de más, los grita a voz en cuello en la propia cara de la persona a la que, estando sobrio, no se había atrevido a decírselo. Se van de un extremo a otro, les cuesta trabajo situarse en el justo medio.

A propósito de esta tendencia a la sobrecompensación y a ser extremistas, Bill W., el co-fundador de AA, refiere en su libro AA llega a su mayoría de edad, (pp.55-56) lo siguiente: "En mi adolescencia tenía que ser atleta porque no era atleta. Tenía que llegar a ser músico porque no podía entonar la más simple melodía.

Tenía que ser el presidente de mi clase en la escuela. Tenía que ser el primero en todo porque en mi
perverso corazón me sentía la más insignificante de las criaturas de Dios. Yo no podía aceptar esta profunda sensación de inferioridad, y por lo tanto logré convertirme en capitán del equipo de béisbol y aprendí a tocar el violín. Esta exigencia de todo o nada fue lo que más tarde me destrozó".

En la experiencia anterior referida por Bill W. Se puede apreciar cómo esa profunda sensación de inferioridad que describe el co-fundador de AA lo lleva a ser un individuo extremista, desarrollando esa exigencia neurótica del todo o nada.

El egocéntrico: de la histeria a la paranoia


El egocentrismo es la necesidad neurótica de ser siempre el centro de atracción. La necesidad de ser admirados y aplaudidos por los demás. Siempre quieren tener la razón y no saben escuchar al otro.
Evidentemente una necesidad enferma, consecuencia de su temor a no ser aceptados, a ser rechazados por los demás, de no ser tomados en cuenta. El ser egocéntrico no es más que una consecuencia de esta sobrecompensación al complejo de inferioridad. Por eso, la necesidad de destacar en todo, de ser siempre el primero, de llamar la atención o, en otras palabras, la necesidad de ser en las bodas la novia y en los entierros el muerto.

La psiquiatría define el egocentrismo como una disposición mental que mueve a los individuos a referirlo todo a ellos, y a no abordar los problemas que se les plantean sino desde su punto de vista estrictamente personal, con menosprecio de los intereses vecinos o del interés general. Estos sujetos carecen totalmente de sentido altruista.

Tal sentimiento se encuentra bastante a menudo como simple egoísmo, pero también puede revestir formas insólitas, y a veces patológicas y peligrosas. Por eso conviene recordar algunos aspectos psiquiátricos de esta inclinación del ánimo.

En grado menor (y aquí se encuentran incluidos una buena parte de los adictos) este egocentrismo se manifiesta en débiles, vanidosos, desequilibrados, mitómanos, habladores o fanfarrones. Ciertos histéricos que se desbordan en manifestaciones tumultuosas y espectaculares, no tiene otro móvil que el de atraer y retener sobre ellos la atención y la piedad de sus allegados. Otro aspecto de estas variedades morbosas las podemos apreciar frecuentemente en complicaciones psicóticas del alcohol y las drogas que presentan cuadros megalomaniacos con estas características.

En casos de patología mental más severa, el egocentrismo es uno de los elementos fundamentales de la mentalidad del paranoico y del reivindicador, que persiguen con obstinación incansable lo que consideran como su derecho; a menudo, a la sobreestimación del perjuicio que dicen haber sufrido se añaden orgullo, desconfianza y agresividad, y ello los induce en ocasiones a reacciones antisociales (imposiciones injustas, comportamientos abusivos, etcétera) que los convierte en personas conflictivas y antipáticas.

Por eso se dice que el alcohólico y el adicto en general, tienen una doble personalidad. La primera, cuando están sobrios y la segunda, cuando están intoxicados. Pero parece ser que al alcohólico le gusta más la segunda, esta falsa personalidad que adquiere cuando se emborracha, porque se comporta como a él le gustaría comportarse siempre.

Resumiendo; un buen número de alcohólicos (y de drogadictos) tienen antecedentes de privación afectiva y falta de afecto en sus años claves de la infancia, que les provoca un intenso sentimiento de inferioridad y minusvalía con disminución de la autoconfianza y una nula autoestima. Como consecuencia de lo anterior desarrolla mecanismos de defensa psicológicos de sobrecompensación que los lleva a un egocentrismo neurótico, con mucha necesidad de llamar la atención y para eso recurren a la muleta emocional representada por el alcohol y/o las drogas que les proporciona una segunda personalidad y que les permite compensar todas sus carencias (al menos mientras permanecen ebrios) y en la cual brincan de un extremo alotro.

Del egocentrismo al perfeccionismo

Ahora bien, ¿qué pasa con estos alcohólicos exhibicionistas, jactanciosos, fatuos, fanfarrones y con fantasías de grandiosidad cuando dejan de beber? Los que trabajan bien en su crecimiento emocional (mediante su programa de 12 pasos, de una psicoterapia profesional o con ambas) logran paulatinamente una mayor seguridad y autoafirmación, mejorando su autoestima y logrando un mejor equilibrio emocional, disminuyendo las tendencias egocéntricas y desapareciendo las conductas sobre compensatorias. Pero muchos otros, a pesar de que ya no beben ni consumen drogas, persisten en este egocentrismo que los hace caer en otro tipo de conductas compensatorias, igualmente neuróticas, como el perfeccionismo, la autosuficiencia neurótica y, el más grave de ellos, la omnipotencia.

Muchas esposas o hijos de miembros de AA se quejan de que su familiar, aunque ya no consume alcohol ni drogas, se ha vuelto una persona muy perfeccionista, exigente, que todo lo ve mal y que sólo se dedica a criticar y a corregir a todo el mundo. Una esposa de alcohólico se quejaba de que su marido, aunque lleva casi tres años sin beber, se había vuelto una persona eternamente malhumorada y amargada, que ya no quería ir a fiestas, que dejó de frecuentar a sus amigos y que fuera de su trabajo se la pasaba eternamente encerrado en su casa regañando a sus hijos y criticando todo aquello que, según él estaba mal hecho. Este es un caso típico del alcohólico que brinca de un extremo al otro. Cuando se emborrachaba era desordenado, llegaba tarde a casa, no cumplía con sus responsabilidades y descuidaba sus aseo personal.

Hoy en cambio, que no bebe y que asiste a un grupo de AA, ha desarrollado todo ese perfeccionismo rígido y moralista que ya describimos. Esta incapacidad para llegar a un justo medio, es un claro síntoma de borrachera seca que sigue provocando sufrimientos a los que conviven con el alcohólico. Aunque ya no bebe sigue sin vivir ni dejar vivir. Muchos de estos familiares de alcohólicos llegan a desear que su familiar vuelva a beber porque ahora las cosas se han vuelto más difíciles y desagradables que cuando bebía.

Dicen que los perfeccionistas están llenos de presunción porque se imaginan que han logrado alguna meta imposible, o se hunden en la autocondena por no haberlo hecho.

El perfeccionismo no es más que otro mecanismo de sobrecompensación del alcohólico que ya no toma o del adicto que ya no consume. En su yo interno sigue pensando que son menos que los demás, que valen muy poco, que siguen siendo culpables, que no están perdonados, que no tienen habilidades o capacidades.

Entonces, tratan de compensarse volviéndose perfeccionistas. El perfeccionista es irracionalmente severo consigo mismo para calificar su propia conducta, pero es igualmente severo al juzgar la conducta de los demás. Esto tiene implicaciones importantes para los perfeccionistas que militan en un grupo de Alcohólicos Anónimos o de Narcóticos Anónimos. Este tipo de perfeccionistas casi siempre caen en la situación de "ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo".

Siempre están criticando la conducta de los demás. Continuamente condenan las imperfecciones de los otros y se vuelven unos expertos en aconsejar a los demás. Mientras más critican y más condenan a los demás, más buenos se sienten ellos mismos y terminan por creerse dicha mentira. Estos alcohólicos en recuperación se vuelven unos auténticos fariseos que se desgarran las vestiduras ante las imperfecciones de sus compañeros de grupo y se convierten en verdaderos inspectores de la conducta de los otros y, al mismo tiempo, van desarrollando una creciente incapacidad para la autocrítica y se sienten agredidos cuando alguien los critica, los corrige, los descubre o les dice sus verdades.

Convertirse en el inspector de la conducta  de los demás no es más que un mecanismo de evasión de la realidad: "Prefiero juzgar y condenar la conducta de otros que la mía propia". Este mecanismo de negociación de las propias debilidades es progresivo y hace caer a la persona en lo que se llama la autosuficiencia neurótica. Este fenómeno provoca que este tipo de adictos en recuperación crea que no necesita ayuda de nadie más que de ellos mismos. Rechazan cualquier tipo de ayuda. A ningún compañero

de su grupo lo consideran suficientemente preparado para que sea su padrino y prefieren no tener ninguno. A los sacerdotes los considera demasiado alejados de la realidad terrenal para poder ayudarlos. A los médicos y, especialmente a los psiquiatras, los califica de ignorantes en lo que concierne al alcoholismo y las adicciones, y de no saber nada del programa de AA y, por tanto, también rechazan su ayuda. Esta autosuficiencia neurótica los lleva a la soberbia, a la hipocresía, a proyectar una imagen falsa de si mismos y a convertirse en "farol de la calle y oscuridad de sus casa".

La autosuficiencia neurótica es una forma de soberbia intelectual que encubre un gran miedo a enfrentarse a uno mismo. Así como cuando al alcohólico activo se le invitaba a un grupo de AA y no quería ir, la respuesta invariable siempre era: "No, muchas gracias, yo sé que cuando decida dejar de beber, lo podré hacer sólo".

Esta es una forma de autosuficiencia neurótica con relación a su realidad alcohólica. Sin embargo, cuando finalmente se acepta la derrota y se admite un tratamiento, y se logra dejar el alcohol y/o las drogas, las persona continúa con esa autosuficiencia neurótica, pero ahora en relación con su realidad no alcohólica, porque, como mencionábamos párrafos arriba, tiene mucho temor de enfrentar su verdadera realidad que no acepta, porque se aleja mucho de lo que él, por mecanismos sobrecompensatorios, cree de si mismo. 

Este temor que el alcohólico tiene de enfrentarse a sí mismo tiene también su origen en la infancia ya que, seguramente, vivieron cosas temibles, pasmosas, dolorosas y frustrantes que forzaron a emplear mecanismos defensivos de represión emocional como un medio de hacer la vida más tolerable. De esta manera, el futuro adicto va aprendiendo con demasiada rapidez a evadir estas pesadillas existenciales. Para poder sobrevivir se habitúan a hacerse los indiferentes a este tipo de realidades dolorosas, revistiéndose de un escudo de negación para evitar el dolor psicológico de su propia realidad que, desde luego, no aceptan.

Orgullo, soberbia y omnipotencia

Dice Bill W. que el defecto de carácter que encabeza a todos es el orgullo. El orgullo general la soberbia y la soberbia desemboca en la omnipotencia. Estos tres rasgos de conducta son, sin duda los que mayormente agobian al adicto en recuperación y constituyen un formidable obstáculo para alcanzar la sobriedad.

El orgullo, desviación instintiva del sentimiento de la personalidad, consiste en la sobreestimación por el individuo de sus virtudes reales o supuestas.

En el orgullo, la hipertrofia del yo persuade sinceramente al sujeto de sus derechos a la estimación y al reconocimiento de los demás.

En el proceso de recuperación del adicto, el orgullo interfiere con una sana adaptación social. Se manifiesta habitualmente por intolerancia, tiranía, despotismo y abuso de autoridad en todos los terrenos de la vida (en su familia, en su trabajo y en su grupo de autoayuda).

La altanería y la hostilidad despectiva son las dos características del orgullo que hacen del individuo que lo padece, un individuo antipático y odioso, aunque sea un hombre inteligente y hasta genial.

Hijas del orgullo son la vanidad y la soberbia. En ellas residen el germen y el núcleo de la megalomanía, el motor primitivo de la ambición y uno de los elementos de la constitución paranoica. Es un terreno de elección para el recelo, la desconfianza y las ideas de persecución.

Se puede leer en el Doce y doce (p. 51): "La soberbia es la fuente primordial de dificultades para los seres humanos, el obstáculo principal a todo progreso. La soberbia nos induce a imponernos a nosotros, o a los demás, exigencias que no pueden cumplirse sin violentar o abusar de los instintos que Dios nos entregó.

Cuando la satisfacción de nuestros instintos sexuales, de seguridad y de sociedad se convierte en el objetivo primordial de nuestras vidas, aparece la soberbia para justificar nuestros excesos". Y en el mismo libro (p. 49) se lee la siguiente sentencia: "Quienes están dominados por el orgullo se ciegan, inconscientemente, a sus propios defectos. Estas personas no necesitan que se les levante el ánimo, si no que se les ayude a descubrir una brecha por donde pueda brillar la luz de la razón, a través de la muralla que su ego ha construido".

Muchos miembros de AA, cobran un prestigio bien ganado de tener un gran conocimiento de la literatura de AA, de ser grandes oradores en la tribuna y tener un gran ascendiente sobre los nuevos miembros que llegan al grupo. Lamentablemente, si estas personas se han infectado del virus del egocentrismo, la soberbia y la omnipotencia, pueden causarle mucho daño al grupo pues se convierten en tiranuelos que siempre quieren tener la razón y se sienten agredidos y atacados cuando alguien los objeta o los contradice. Este tipo de personas suelen atacar con particular vehemencia a otros miembros del grupo que empiezan a distinguirse entre los demás, pero que no piensan como ellos. También suelen ser eternos críticos de personas, que sin ser miembros del grupo, tienen autoridad moral para influir en él, tal es el caso de sacerdotes, médicos o psicólogos que son exhibidos por estos tiranuelos por su desconocimiento del programa u otras fallas. Esta indignación virtuosa no es más que una forma farisaica de manipular a los demás para seguir adheridos a esa necesidad neurótica de poder generada por omnipotencia. ¡Borrachera seca pura!

La expresión máxima del orgullo es la omnipotencia. La omnipotencia puede ser definida como el desbordamiento de un ego hipertrofiado que engendra una deformación de espíritu, produciendo un ser narcisista, convencido de que es el dueño de la verdad, que la razón sólo le pertenece a él que su razón es la única que existe en el mundo.

El omnipotente crea sus propias verdades, porque no puede distinguir entre lo que es real y razonable y lo que es una falacia nacida de la sinrazón. El omnipotente obedece siempre a los impulsos de sus instintos y nunca a los lineamentos de su sabiduría, ya que la sabiduría, siendo un atributo de la conciencia no puede penetrar en este individuo, porque sus acciones y pensamientos solo alimentan el ego y no el espíritu, y porque dichas acciones solo son producto de la sinrazón.

Dignidad, amor propio y autoridad moral


La contraparte del orgullo es la humildad. La humildad genera virtudes de sobriedad tales como la dignidad y el amor propio lo que lleva al desarrollo de una autoridad moral. La autoridad moral constituye la cualidad ideal del líder. El omnipotente ejerce una autoridad irracional, el que posee autoridad moral ejerce una autoridad racional. El omnipotente es obedecido porque se le teme, el que tiene autoridad moral es obedecido porque se le respeta. El omnipotente es arrogante, el poseedor de la autoridad moral es digno. La arrogancia es hija de la soberbia, la dignidad es hija de la humildad. El amor propio no es más que una forma de respeto a los propios valores y a las convicciones personales. El amor propio es síntoma de un alta autoestima personal.

Cuando no se crece emocionalmente, los primeros éxitos de la abstinencia pueden llevar hacia el tortuoso camino del orgullo , la soberbia y la omnipotencia. El crecimiento emocional más una abstinencia prolongada conducen necesariamente hacia el desarrollo del amor propio y la dignidad, lo que confiere a la persona en recuperación un alto grado de autoridad moral.

Terminamos con esta frase de San Agustín: 
"Admitamos nuestras imperfecciones para que podamos empezar a crecer hacia la perfección".

por el Doctor José Antonio Elizondo López

domingo, 26 de agosto de 2018

FRASES #65

Es de héroes sacar sonrisas en donde hubo lágrimas...

Creo en Dios como el ciego cree en el sol, no porque lo ve, sino porque lo siente

El mujeriego nunca cambia, solo toma vacaciones

Miro la ternura y aparecen tus ojos, pido placer y tu boca me regala tus besos, sueño con la felicidad y tu estas a mi lado

A veces miro al cielo y me pregunto: ¿Cómo me habré caído de allá?

Cuando alguien te hace una mejor persona, sabes que esa persona debe estar en tu vida por siempre simple

Cuando la vida te separa de un ser querido, el recuerdo de su sonrisa es la mejor manera de seguir adelante

Quédate con quien sepa sonreír a tu lado sin importarle tu pasado.

La realidad no es otra cosa que la capacidad de engañarse que tienen nuestros sentidos.

Aprende a no esperar las oportunidades, sino a crearlas y aprovecharlas.

Típico: No lo tienes y lo quieres, lo consigues y lo descuidas, lo pierdes y te arrepientes

Sabías que dicen que las buenas cosas toman tiempo, pero las cosas realmente grandes suceden en un abrir y cerrar de ojos.

Abrigamos muchos prejuicios si no dudamos, alguna vez, de todo en lo que hallemos la menor sospecha de incertidumbre.

Llorar no es de machos... Es de hombres.

El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotros amábamos, los hombres gobernaban

"Ser poderoso es como ser mujer. Si le tienes que decir a la gente que lo eres, entonces no lo eres"

Un líder es un negociador de esperanzas

Tú tienes que tratar a tus empleados como clientes

El rol de un gran líder no es darles grandeza a los seres humanos, sino apoyarlos a extraer la grandeza que ya tienen dentro

Que la inspiración llegue no depende de mí. Lo único que yo puedo hacer es ocuparme de que me encuentre trabajando

La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidarse.

No me arrepiento de nada de lo que he hecho, me arrepiento de las cosas que no hice cuando tuve la oportunidad.

"Si sabes lo que vales, búscate lo que mereces".

El simple deseo de progresar ya representa en sí mismo un gran progreso.

Cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee.