-Mis hijos han hecho más profundo a mi capacidad de amar. Hasta que tuve mi primer hijo, no conociste el sentimiento de amar a un ser humano más que a mí misma.
-Mis hijos me han enseñado a ser compasiva. cuando tuve que pasarme noches enteras sin dormir cuidando a un hijo enfermo, aprendí que no hay nada más difícil que ver sufrir a una persona que amas.
-Mis hijos me han permitido respetar y amar a mi marido como padre suyo. se interesa tiernamente en sus problemas y tiene una chispa de genialidad que cambia un día miserable en un día lleno de alegría.
-Mis hijos me han enseñado a ser humilde. He aprendido que no existe una mamá que lo sepa todo, y que cada día es una oportunidad de aprendizaje y conocimiento.
-Mis hijos me enseñan enseñado a creer en mí misma. porque mis hijos han creído en mí y confían en mí juicio sin ninguna reserva, cada día voy creciendo más y más en mí.
-Mis hijos me han enseñado que nadie puede ser feliz haciendo infeliz a otra persona. Yo sólo puedo asegurar mi propia felicidad salvaguardando la felicidad que mis hijos En cuánto ésta en mi mano.
-Finalmente, mis hijos me han enseñado a seguir los dictados de mi corazón. Después de muchos años, he aprendido, luego de orar y de reflexionar, mi corazón nunca ha hecho que me equivoqué. Es una fuente de sabiduría confiable.
Estoy profundamente agradecida con mis hijos por estos regalos del día de las madres.
viernes, 10 de mayo de 2019
jueves, 9 de mayo de 2019
Una Madre Escribe A Su Hijo
Querido hijo:
Naciste
un viernes a medio día, sin publicidad, en forma rápida, sin provocarme
excesivos dolores.
Tenía los
ojos cerrados; tu lengua colgada fuera de la boca.
Al
mirarte pensé: "que feo!" Pero no me atrevía a decirlo. Lo que dije
fue: "que pequeño!"
Transcurría
el tiempo y tú no mejorabas. Todos nuestros vecinos sabían cuál era tu
enfermedad y tu sombrío porvenir. Solamente tu padre y yo lo ignorábamos.
nos
convencieron de que consultar amos a un famoso especialista, que sin duda te
curaría. Al regresar a casa te acomodé en la cunita; me quedé mirándote y le
dije a Dios: -Tu, Señor, nos das y nos quitas, llévatelo por favor, ¿para
qué sirve su vida inútil?
Hijo mío,
perdóname, también entonces te he pedido inmediatamente perdón: Cómo era
posible que una vida humana, tu vida, ¿fuera inútil? tú eres mi hijo al igual
que los demás hijos, tú no tenías culpa; todos tienen problemas, nada más que
los tuyos eran diferentes...
¡Cuando
por primera vez me dijiste “mamá!", Rompí a llorar de felicidad, aunque ya
tenías tres años de edad.
la
primera vez que tambaleando corriste a mí encuentro, aun teniendo 4 años de
edad, te apreté en mis brazos y me hiciste feliz. Me habían enseñado a esperar
con paciencia 4 años aquel momento.
Más
tarde, nadie quiso mirarte en la escuela, nadie te aceptado en la sociedad.
Gracias a ti aprendí a ser humilde y sonriente; yo son rodilla para que te
sonrieron a ti.
Cuando la
gente se percató de tu presencia en este mundo, tú me enseñaste a luchar para
que te acogerán. Y cuando otras madres luchaban para que el mundo aplaudiera su
hijo de tu misma edad, yo me conformaba con tus primeros pasos. tú me enseñaste
a no dar a mis otros hijos dinero y éxitos, sino tan sólo felicidad.
Llegó a
vivir con nosotros tu tía. Llevo desesperada por sus fracasos, con un carácter
insoportable, rechazada por todo el mundo, incapaz ya de vivir sola aguantándose
a sí misma. Tu presencia hijo mío, no fue inútil sino indispensable para tu tía
a lo largo de 22 años. Fuiste a tu su único amigo y confidente; soportas te su
despotismo y prepotencia; endulzaste sus amarguras, la hacía sonreír con tus
disparates. durante 22 años diste un sentido a su amarga vida y endulza hasta
sus últimos días.
Cuando tu
tía murió, volviste a hacer todo nuestro. tu padre y yo comenzamos a quererte
más que nunca. Los tres pasamos juntos nuestras últimas vacaciones.
Sobrevino
la última enfermedad de tu padre y su muerte. Cuando desesperada volví al
cementerio, sólo a ti te encontré en la casa. Tu nada sabías de lo que había
pasado; aún menos entendía su trascendencia. Pero misteriosamente sí "sentías"
que algo terrible había sucedido.
Gracias a
ti logré sobrevivir, mejor dicho, a "vivir" de nuevo. Seguir
trabajando y luchando por ti. Y ahora te has vuelto mi único acompañante. En
este mundo Ya nadie me brinda su compañía, ni su mirada, ni una caricia, ni un
abrazo o un consuelo.
y sin
embargo me siento feliz porque aún puedo hacer feliz a alguien en este mundo
infeliz. Ese "alguien" eres tú, aquí en tan poquito basta para
que sea feliz.
Tu
afectadisima madre.
Una
señora vecina de Dormía, Italia
miércoles, 8 de mayo de 2019
Cómo Negociar Conflictos Con Los Adolescentes
Tratar de
resolver los conflictos con los hijos adolescentes sólo con autoridad, es una
batalla perdida. ¿Qué hacer entonces?
- Ponga en claro el problema.
Encuentre lo que está mal
- Genere posibles soluciones. Los
papás y los adolescentes contribuyen a ello.
- Pon en claro las
necesidades. Envía mensaje en "Yo" escuché activamente.
- Póngase de acuerdo en una
solución. Uso del estilo autoritario de "da y toma".
- Ponga en marcha la solución
encontrada. Quizás un día o una semana
- Evaluar los resultados. Si
la solución funciona, se refuerzos positivos. Si no, saqué las
conclusiones lógicas. Envía mensaje en "Yo" y escuche
activamente.
martes, 7 de mayo de 2019
¿Se Cree Usted Diferente? (Parte 7)
Me llamo Diana y soy alcohólica (15 años de edad)
Cuando llegué a Alcohólicos Anónimos, no podía ser una alcohólica. ¡Era imposible a la edad de 14 años!
Tomé mi primer trago cuando tenía seis años. Siendo la única niña de tres hijos, y la menor de edad, siempre podía arreglármelas para salirme con la mía. Ahora creo que era una alcohólica desde mi primer trago, ya que desde aquel momento, empecé a organizar mi vida según la pauta alcohólica.
Vivía con temor del día, con mi odio y mis resentimientos, en un mundo de ensueño. Soñaba que tenía seis armarios llenos de ropa, y que todas las muchachas me envidiaban. En la vida real, era una gordita autoritaria y envidiosa de todos los demás. Odiaba a mi madre, porque solía darme azotes, y no me dejaba salir sin camisa, como los muchachos.
Nos trasladamos de aquella ciudad justo antes de que comenzara mi cuarto año de primaria. Me sentía muy sola. No tenía amigos, y no podía hacer amistades. Entonces, conocí a muchachas y muchachas que fumaban, bebían y tomaban drogas. Mis padres me suplicaban, discutían conmigo, me daban repetidas zurras. Pero — ¡Qué diablos! Eran ellos los que me hicieron nacer, los que nunca me quisieron, los que me hicieron pasar años de miseria. Decidí que había llegado la hora de desquitarme.
Comencé a beber y a drogarme. Me fui llenando de lástima por mí misma. La bebida y la droga me aliviaban de todo. ¡Qué extraño! También se volvió muy importante la sexualidad, porque quería amor. ¡Montones de amor!
Creía que el problema radicaba en mi vida familiar, así que comencé a consultar con siquiatras, consejeros, a asistir a servicios religiosos — lo hice todo. No funcionó y me entregué otra vez a la bebida.
Siempre quería formar parte. Hacía cualquier cosa que la pandilla decidía hacer. Pero no me gustaba y quería escapar. No tuve que descender para tocar fondo, éste se levantó para chocar conmigo.
Me puse en contacto con A.A. a través de una amiga metida en drogas. Ella sólo necesitaba tener algo que hacer, y no se quedó mucho tiempo. Yo, sí. Me gustaba el amor que recibía. Necesitaba este amor. Me quedé, borracha, deseando ser “una parte de”, no “un aparte de.”
Por fin, después de once meses comencé a trabajar en el programa. Las cosas empezaron a cambiar y fue maravilloso. La relación que tengo con mis parientes y con otras gentes es tremenda. El amor que recibo, lo paso a los alcohólicos que sufren. Dios —como lo entiendo yo— es muy paciente, por lo que estoy agradecida.
Estoy perdiendo peso y me encuentro bien (antes pesaba 200 libras).
Algunos de los veteranos aún me echan miradas inquisitivas, pero yo sé que soy alcohólica, y eso es lo importante. A veces me siento rechazada, ya que los jóvenes de nuestro grupo están casados y se reúnen a menudo sin mí. Dios mediante, dentro de unos cuantos años yo también estaré casada, y me acordaré de invitar a los solteros a participar en nuestras diversiones.
Mi padre sigue bebiendo, pero tengo que dejar que Dios haga su voluntad. Tal vez un día Dios le encuentre también a él. Soy una alcohólica, y dentro de dos meses cumpliré dieciséis años.
Cuando llegué a Alcohólicos Anónimos, no podía ser una alcohólica. ¡Era imposible a la edad de 14 años!
Tomé mi primer trago cuando tenía seis años. Siendo la única niña de tres hijos, y la menor de edad, siempre podía arreglármelas para salirme con la mía. Ahora creo que era una alcohólica desde mi primer trago, ya que desde aquel momento, empecé a organizar mi vida según la pauta alcohólica.
Vivía con temor del día, con mi odio y mis resentimientos, en un mundo de ensueño. Soñaba que tenía seis armarios llenos de ropa, y que todas las muchachas me envidiaban. En la vida real, era una gordita autoritaria y envidiosa de todos los demás. Odiaba a mi madre, porque solía darme azotes, y no me dejaba salir sin camisa, como los muchachos.
Nos trasladamos de aquella ciudad justo antes de que comenzara mi cuarto año de primaria. Me sentía muy sola. No tenía amigos, y no podía hacer amistades. Entonces, conocí a muchachas y muchachas que fumaban, bebían y tomaban drogas. Mis padres me suplicaban, discutían conmigo, me daban repetidas zurras. Pero — ¡Qué diablos! Eran ellos los que me hicieron nacer, los que nunca me quisieron, los que me hicieron pasar años de miseria. Decidí que había llegado la hora de desquitarme.
Comencé a beber y a drogarme. Me fui llenando de lástima por mí misma. La bebida y la droga me aliviaban de todo. ¡Qué extraño! También se volvió muy importante la sexualidad, porque quería amor. ¡Montones de amor!
Creía que el problema radicaba en mi vida familiar, así que comencé a consultar con siquiatras, consejeros, a asistir a servicios religiosos — lo hice todo. No funcionó y me entregué otra vez a la bebida.
Siempre quería formar parte. Hacía cualquier cosa que la pandilla decidía hacer. Pero no me gustaba y quería escapar. No tuve que descender para tocar fondo, éste se levantó para chocar conmigo.
Me puse en contacto con A.A. a través de una amiga metida en drogas. Ella sólo necesitaba tener algo que hacer, y no se quedó mucho tiempo. Yo, sí. Me gustaba el amor que recibía. Necesitaba este amor. Me quedé, borracha, deseando ser “una parte de”, no “un aparte de.”
Por fin, después de once meses comencé a trabajar en el programa. Las cosas empezaron a cambiar y fue maravilloso. La relación que tengo con mis parientes y con otras gentes es tremenda. El amor que recibo, lo paso a los alcohólicos que sufren. Dios —como lo entiendo yo— es muy paciente, por lo que estoy agradecida.
Estoy perdiendo peso y me encuentro bien (antes pesaba 200 libras).
Algunos de los veteranos aún me echan miradas inquisitivas, pero yo sé que soy alcohólica, y eso es lo importante. A veces me siento rechazada, ya que los jóvenes de nuestro grupo están casados y se reúnen a menudo sin mí. Dios mediante, dentro de unos cuantos años yo también estaré casada, y me acordaré de invitar a los solteros a participar en nuestras diversiones.
Mi padre sigue bebiendo, pero tengo que dejar que Dios haga su voluntad. Tal vez un día Dios le encuentre también a él. Soy una alcohólica, y dentro de dos meses cumpliré dieciséis años.
lunes, 6 de mayo de 2019
Hablando En Reuniones De No AA - Parte 2
Mantengamos nuestra condición de aficionados
Al hablar ante grupos no A.A., los miembros de A.A. tienen especial cuidado de mantener su condición de aficionados. No pretenden ser expertos en los aspectos médicos, fisiológicos o psicológicos del alcoholismo. Sin embargo, algunas preguntas sobre el alcoholismo en general, al margen de A.A., se hacen inevitablemente en estas reuniones. Para ser prácticos, los oradores de A.A. tratan de responder de una manera inteligente, sin ser dogmáticos, y satisfacer así la curiosidad de los no alcohólicos. Por esta razón, se incluyen en este folleto algunas preguntas y respuestas sugeridas sobre el “alcoholismo” y los “alcohólicos.”
Hablando ante grupos especializados
Cuando usted tenga la oportunidad de hablar ante grupos especializados (abogados, encargados de hacer cumplir la ley, grupos industriales, médicos, por nombrar unos cuantos) puede que desee remitirse a los folletos dirigidos especialmente a estos profesionales. Por ejemplo: para los miembros del clero, “Los miembros del clero preguntan acerca de A.A.”; para los médicos, “A.A. como recurso para los profesionales de la salud.”
Les puede sugerir que soliciten estos folletos, o puede llevar una provisión de ellos a la reunión. Además de los mencionados anteriormente, debe añadir “A.A. en su Comunidad” (cómo A.A. está preparada para trabajar en cualquier comunidad para ayudar a los alcohólicos), “Encuesta de los Miembros de A.A.” (resumen de los resultados de una encuesta realizada entre los miembros de A.A. de los EE.UU. y Canadá) y “Si usted es un profesional”. También el volante “A.A. de un Vistazo” está disponible gratis para ser distribuido en estas reuniones.
Al hablar ante grupos no A.A., los miembros de A.A. tienen especial cuidado de mantener su condición de aficionados. No pretenden ser expertos en los aspectos médicos, fisiológicos o psicológicos del alcoholismo. Sin embargo, algunas preguntas sobre el alcoholismo en general, al margen de A.A., se hacen inevitablemente en estas reuniones. Para ser prácticos, los oradores de A.A. tratan de responder de una manera inteligente, sin ser dogmáticos, y satisfacer así la curiosidad de los no alcohólicos. Por esta razón, se incluyen en este folleto algunas preguntas y respuestas sugeridas sobre el “alcoholismo” y los “alcohólicos.”
Hablando ante grupos especializados
Cuando usted tenga la oportunidad de hablar ante grupos especializados (abogados, encargados de hacer cumplir la ley, grupos industriales, médicos, por nombrar unos cuantos) puede que desee remitirse a los folletos dirigidos especialmente a estos profesionales. Por ejemplo: para los miembros del clero, “Los miembros del clero preguntan acerca de A.A.”; para los médicos, “A.A. como recurso para los profesionales de la salud.”
Les puede sugerir que soliciten estos folletos, o puede llevar una provisión de ellos a la reunión. Además de los mencionados anteriormente, debe añadir “A.A. en su Comunidad” (cómo A.A. está preparada para trabajar en cualquier comunidad para ayudar a los alcohólicos), “Encuesta de los Miembros de A.A.” (resumen de los resultados de una encuesta realizada entre los miembros de A.A. de los EE.UU. y Canadá) y “Si usted es un profesional”. También el volante “A.A. de un Vistazo” está disponible gratis para ser distribuido en estas reuniones.
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