CICLOS DE LA DEPRESIÓN
(Ciclo es un periodo de tiempo en el que se repiten
los mismos hechos)
Hay días y épocas más peligrosamente fáciles para
sentir depresión. Así, por ejemplo, desde hace mucho tiempo la gente habla del “lunes
de zapatero”, aludiendo a que en este día uno siente más desánimo y peor genio.
Los especialistas saben que la peor época del año en cuanto a depresión es la
que sigue a las fiestas de navidad y Año Nuevo. En los primeros días de enero
se multiplican los suicidios, y los pocos psiquiatras que estén trabajando en
esa semana tienen el doble o triple de trabajo porque hay montones de gente
deprimidas en exceso. Tanto que un médico exclamo: “Las festividades se organizan
para garantizar desilusiones”. Para las personas predispuestas a la depresión,
los días siguientes a las fiestas pueden ser fatales. Se sienten peor que
nunca. “Cuando la cena es candela, el desayuno es agua”, decían los antiguos.
Hay hechos mundiales o nacionales que influyen en
el ánimo de toda una nación. Así, por ejemplo, el mal resultado de una guerra
trae un estado general de descontento; y una victoria del propio país constituye
como una inyección de alegría para la enorme masa de ciudadanos. Es muy
frecuente ver en las manos o en la mesa de los suicidas, periódicos o novelas
que tratan de hechos desgraciados o tristes. La lectura de esos hechos fue el
toque final que le faltaba a la depresión para convertirse en locura. Otro tanto
se puede afirmar en las películas de temas negativos, miedosos o crueles. Cuando
un joven empieza a frecuentar esa clase de películas, es muy temible un funesto
desenlace. Porque después de cada película negativa le vendrá un periodo de depresión,
como también después de cada lectura de novelas pesimistas y trágicas. Nuestro poeta
Silva tenia junto a si al suicidarse un libro del tremendamente pesimista poeta
D’Anunzio. Y ya se sabe que después de esta lectura pesimista, viene un periodo
depresivo. Esto es muy importante decirlo a tantas personas que alimentan sus
ojos con alcantarilla. “Dime que lees, y
te diré quién eres”, decían los sabios antiguos. Ahora podemos añadir: “Dime
que tantas lecturas negativas haces, y yo te diré que tanta depresión vas a
sentir”. San Ignacio experimento en sí mismo esta consecuencia. Él dice que en
su juventud cada vez que leía una novela le venía un periodo depresivo y una
tristeza desesperante. Afortunadamente tuvo luego la experiencia contraria: “Cada
vez que leía un párrafo de la Biblia o unas páginas de vidas de santos, sentía
en mí una alegría incontenible, y un deseo inmenso de superarme y ser mejor”. Un periodo anímico espera a cada uno después
de sus lecturas. Sepamos escoger las que no nos van a traer depresiones
sino más bien deseos de superación. (Permítasenos recordar aquí como oportunos
los testimonios que hemos oído y leído por parte de más de cien personas ya, que,
al leer el libro de relaciones humanas, titulado “Secretos para triunfar en la vida”, de Eliécer, han gozado de un
periodo de alegría y paz tan agradable, que no han sido capaces de callarlo y
se han convertido en perennes propagadores de la lectura de tan reconfortante
libro. Ojalá quien lee estas páginas trate de hacer la prueba también. Cuando termine
de leer el libro “Secretos para triunfar en la vida”, va a exclamar como tantos
otros en otros países: “Nunca me imaginé que un libro pudiera hacer mi espíritu
tanto bien”)
Hay un periodo de tiempo muy propicio a la depresión:
cuando uno se siente cansado. La mayoría de los individuos sienten desanimo después
de una tensión emocional o física, cuando se sienten cansados. Si hemos
trabajado demasiado o nos hemos acostado muy tarde, somos más vulnerables al
desaliento. A los matrimonios siempre se les aconseja que no discutan temas
importantes cuando estén cansados. Por ejemplo, al llegar el marido del trabajo
a almorzar o cenar. Al terminar la esposa sus duras faenas del hogar. Cuando el
joven llega rendido después de un apasionante partido o de un desgastador
examen. Nunca se deben discutir problemas después de las 9pm, porque en ese
momento hay depresión a causa del cansancio, y la depresión es la peor
consejera que existe. Siempre aconseja mal. Es increíble como los problemas se
agigantan cuando estamos cansados. El cansancio puede provenir de una noche de
mal sueño, pesaroso por haber comido demasiado, o alimentos muy pesados. Y eso
nos sucede a todos, el desánimo no conoce excepciones: aun el mas bonachón,
conocido por su buen humor. Los israelitas dicen que la más eficaz formula
medica inventada para que la gente se conserve animosa y alegre, es la que
>Dios proclamo en el monte Sinaí, el tercer mandamiento: “seis días trabajaras y harás tus obras,
pero el séptimo día descansaras”. El que nos creó sabe muy bien que, si no
descansamos un día cada semana, nos enloquecerá la depresión.
“Persona cansada es persona malgeniada”
El periodo mensual
En
las mujeres suele coincidir el periodo depresivo con su ciclo menstrual que les
causa repercusiones físicas y psíquicas. También a los hombres les llega con
cierta periodicidad su época de desaliento (dicen que casi fijo cada 34 o 38 días),
pero a las mujeres les llega fijo cada 26 a 29 días, y para que ellas este
periodo es más pronunciado y más notorio y molesto. Son días en que los que
conviven en su casa deben tenerles más comprensión.
La
persona que sabe más o menos el tiempo en que le ha de llar su ciclo depresivo
se prepara mental, emocional, física y espiritualmente para neutralizarlo y
tratar de acortarlo. Soldado avisado…, les cuesta más hacerlo morir en la
guerra.
Para
estas ocasiones hay que proponerse no tomar resoluciones negativas porque son
equivocadas. Un gran escritor contemporáneo decía: “No permito a mi mente dar
juicios definitivos en esos días en que mi humor y mi ánimo están en su más
bajo nivel. En esos días pienso que mis escritos son de una pobreza tal, que
muchas veces envío con ellos de una vez las estampillas para que el director
del periódico me los pueda devolver, porque estoy seguro de que si no me las
devuelve los echa a la basura. Pero en realidad sucede que las columnas que
escribo cuando me siento mal, a menudo son mejores que las que escribo cuando
estoy de buen humor. Las personas deprimidas no son buenos jueces de sus
propias obras”.
Por
eso el notable educador, Juan Bosco decía a sus discípulos: “Jamás tomen la resolución
de abandonar su vocación en días de depresión o desaliento. Las resoluciones
negativas tomadas en dichas épocas son una fatalidad y traen dolorosas consecuencias”.
Este
libro quiere enseñar el arte de aprender a sacar el mayor provecho a nuestras
vacilantes disposiciones de ánimo y lograr la victoria sobre la depresión. Estamos
seguros que siguiendo las normas que aquí exponemos, fruto de muchos años de
activa experiencia, lograremos no ser víctimas de esta enfermedad. Es verdad
que desanimo, no es lo mismo que depresión, pero también es cierto que los días
que estamos desanimados somos más vulnerables a la depresión. Porque en los días
en que estamos con una pobre disposición de ánimo sucede que ciertas cosas que
antes no nos causaban perturbación alguna, de pronto se transforman en fuente
de irritación que pueden llevar a la depresión.
Mientras
más conozcamos la manera cómo funciona la naturaleza humana, mejor podremos
guiar sus tendencias positivas y negativas. Así, por ejemplo, si conocemos el
principio psicológico del gran sabio William James que: “Si expresamos externamente una emoción, esta emoción se aumenta, y si
no la expresamos externamente, ella se disminuye”, habremos dado un gran
paso para no manifestar que estamos deprimidos. Silbaremos o cantaremos cuando
nos percatemos de la proximidad del desánimo y él se ahuyentará, mientras que,
si demostramos una actitud mustia, pesimista y achilada, el desánimo se apodera
de nuestro ser. Es lo que el salmista decía en sus momentos de angustia: “Alzare mis ojos hacia los montes de donde
me viene el auxilio. Mi auxilio me vendrá del Señor, que hizo el cielo y la
tierra”, o lo que decía Roosevelt, el presidente: “De puro aparentar que
estoy bien y contento, resulte contento y bien”.