sábado, 28 de octubre de 2017

Adueñémonos De Nuestro Poder

¿No lo ves? no tenemos por qué sentirnos tan victimados por la vida, por la gente, por las situaciones, por el trabajo, por nuestros amigos, por nuestras relaciones amorosas, por nuestra familia, por nosotros mismos, por nuestros sentimientos, por nuestros pensamientos, por nuestras circunstancias.
No somos víctimas. No tenemos que ser víctimas. ¡De eso es de lo que se trata!.

Sí, admitir y aceptar la impotencia es importante. Pero ése es un primer paso, una introducción a este asunto de la recuperación. Luego, viene el adueñarnos de nuestro poder. Cambiar lo que podamos.
Esto es tan importante como admitir y aceptar la impotencia. Y hay tanto que podemos cambiar.
Podemos adueñarnos de nuestro poder, dondequiera que vayamos, dondequiera que estemos, con quienquiera que estemos. No tenemos que quedarnos ahí parados con las manos atadas, con un desamparo rastrero, sometiéndonos a cualquier cosa que venga. Hay cosas que podemos hacer. Podemos hablar. Resolver el problema. Usar el problema para motivarnos a hacer algo bueno por nosotros mismos.

Podemos hacernos sentir bien a nosotros mismos. Podemos alejarnos. Podemos regresar en nuestros propios términos. Podemos defendernos. Podemos rehusarnos a dejar que los otros nos controlen y nos manipulen.

Podemos hacer lo que necesitamos hacer para cuidar de nosotros mismos. Esa es la belleza la recompensa, la corona de la victoria que se nos da en este proceso llamado recuperación.¡De eso es de lo que se trata!

Si no podemos hacer nada respecto de la circunstancia, podemos cambiar nuestra actitud. Podemos hacer un trabajo interior: encarar valientemente nuestros asuntos para no ser victimados. Se nos ha dado una maravillosa llave para la vida.

Ya no somos victimas, a menos que queramos serlo.

La libertad y la alegría son nuestras si las tomamos, si las sentimos, por el duro trabajo que hemos realizado.

“Hoy me recordare a mi mismos tan frecuentemente como sea necesario de que no soy una victima, y que no necesito ser victimado por ninguna cosa que se me venga. Trabajare duro para quitarme la mascara de victima, ya sea que esto signifique fijar un limite y hacerlo respetar, alejarme, lidiar con mis sentimientos o darme a mí mismo lo que necesito. Dios mío, ayúdame a dejar ir mi necesidad de sentirme victimado”.

viernes, 27 de octubre de 2017

Como Alejar la Depresión: Cap. XI - La Autoimagen Y La Depresión (Parte 5)

¿PORQUE LA MAYORÍA DE LA GENTE TIENDE A RECHAZARSE?

1°. Por no saber darle tiempo al tiempo. El niño que va a ayudar a su padre a arreglar el automóvil, y después de tratar inútilmente de componer aquel daño, ve que su papá, Qué es un práctico mecánico, arregla en 10 minutos lo que el pequeño no fue capaz de mejorar en una hora. Entonces podría sentir frustración si no tiene la paciencia de esperar a que, con el tiempo, él también poseerá esa misma habilidad de su padre, pero después de haberse ejercitado mucho y por muchos días. Lo mismo podríamos decir de la jovencita que después de una hora en la cocina solamente logra ser un amasijo indigesto y en cambio viene la mamá y en 10 minutos fabrica una torta sabrosísima. ¿Qué hacer? ¿Frustrarse? No. Aguardar, que con el tiempo y la práctica también ella lo logrará.

Lo mismo podríamos decir del músico principiante que tiende a desanimarse al comparar su inhabilidad con la asombrosa facilidad del maestro de música. O del profesor novato que tiende a desanimarse al constatar que en su clase hay desorden y no logra hacerse entender muy bien, mientras el experimentado profesor da la clase siguiente obtiene una disciplina perfecta y se hace entender a las 1000 maravillas del alumnado. Todo puede ser cuestión de tiempo, de práctica y de ejercicio y de ir adquiriendo experiencia. Sería una idiotez que uno que está aprendiendo a manejar un auto se desanimaba porque no logró ser los cambios podar las curvas con la maestría y habilidad con la que lo hace su experimentado profesor de conducción. Hay que darle tiempo al tiempo y no vivir auto rechazando nos como si fuéramos unos faltos de cualidades. Es que muchas veces lo que la gente llama talento no es más que el fruto y resultado de una constante repetición, hasta adquirir la habilidad. Pero hay que saber esperar sin desanimarse.

El orador que empezó fracasando

Se llamaba demóstenes. Sus primeros discursos fueron un completo fracaso. La pronunciación era muy defectuosa. El tono de su voz sumamente desagradable. No ponía a sus discursos el grado de emoción que ellos necesitaban para ser atendidos debidamente. Y, ¿Qué hizo el joven demóstenes? ¿Auto rechazarse? ¿Auto compadecerse? No. De ninguna manera. Lo que hizo fue ejercitarse. Empezó a subir Lomas muy pendientes recitando poesías o cantando canciones muy sonoras, Para ir adquiriendo fuerza en sus pulmones. Se colocaba piedrecitas debajo de la lengua y recitaba poemas enteros así, para darle soltura a su pronunciación. Cántame largos ratos en falsete Para irle dando agradabilidad a su voz. Pronunciaba muchas palabras con estas sílabas: "bra-bre-bri-bro-bru"... Para reforzar su pronunciación, he repetido muchas veces ciertas consonantes, por ejemplo: mil, ningún, mundo... Para que su modo de hablar se fuera volviendo agradable al oído de los que lo iban a escuchar. Donde quiera que hablaba un orador famoso, allá estaba demóstenes escuchándolo para aprender cómo se habla con éxito en público. Y cuando la gente discutía llena de ira y de emoción se fijaba bien en cuanto defecto y emoción defienden los seres humanos lo que no quieren perder de ninguna manera. Y así, con meses y años de práctica y estudio, demóstenes llegó a ser el más grande orador de la antigüedad hasta tal punto que según cuentan, cuando emplean a plaza el gritaba: "conciudadanos, la patria está en peligro!" El pueblo levantar el pie derecho y exclamaba: "al frente mar!" Y salían a batallar como leones enfurecidos.

¿Cuál fue el secreto de demóstenes? Qué en vez de auto rechazarse y de auto compadecerse, se dedicó a capacitarse y supo darle tiempo al tiempo y aguardar a que, con la práctica y el ejercicio, las cualidades propias le llevarán al éxito.

2°. Nos auto rechazamos porque le tenemos demasiado miedo al ridículo. Llámanos ridículo a todo aquello que por su rareza provoca risa o atraerlos burlas de los demás. Y es curioso que la gente, aunque sea tan valiente y sepa enfrentarse ante un escuadrón enemigo, le tiene pavor inmenso al ridículo. Y es que nos tomamos demasiado en serio y los que se toman demasiado en serio se vuelven súper sensibles a la burla de los otros y enfermizamente temerosos de caer en ridículo. 

Pero es que nosotros no valemos por lo que los demás piensan de nosotros sino por lo que somos.

3°. Porque le damos más importancia a nuestros defectos que a nuestras cualidades. Los que se auto rechazan lo hacen porque los domina una obsesión: la de vivir pensando y recordando sus defectos y sus fracasos. Es un modo de pensar apabullante y paralizador y la mayor parte de las veces totalmente inútil. Es como si un cuervo en vez de apreciarlo poderosas que son sus alas para volar por las alturas, se pusiera a entristecerse por el feo color que tienen sus plumas, o como si una paloma en vez de apreciar su mansedumbre y su sencillez y su pureza, se dedicará a auto rechazarse porque no canta tan lindo como un ruiseñor. O como si un triunfador, en vez de recordar sus éxitos maravillosos, viviera recordando sólo sus derrotas.

4°. Por el trato con personas demasiado criticonas, exigentes e insatisfechas. Si hay algo que lo lleve a uno a sentirse auto rechazado constantemente, es el tratar con gente es a las cuales nada le satisface de lo que hacemos o decimos. Con esos eternos criticones que hasta cuándo llega el cielo Todavía están de suspirando por no haber podido ir de turismo al infierno. Por esos "tíos quejitas" que quisieran que nosotros fuéramos semidioses sin imperfecciones. Estas personas las hay, y la mayor cantidad de la que fuera de desear, pero el remedio para tratar las puede estar en esta fórmula que le dio Jaime Balmes a uno que le pedía consejo para no desanimarse ante las críticas y murmuraciones: "lo importante no es que llueva. Lo importante es que no se lee entré a usted el agua por el cuello. Use el paraguas de La indiferencia. ¿Qué importa lo que digan ellos? Usted no es menos porque lo critiquen, ni más porque lo alaben. Usted es lo que es ante Dios y nada más y nada menos. No nacimos para buscar agradar a la gente sino para tratar de tener contento a Dios. Y Él sí sabe contentarse con lo que podemos hacer y ser, aunque sea poco y sin relumbrón".


jueves, 26 de octubre de 2017

Baja Autoestima

Nuestra baja autoestima u odio a nosotros mismos está vinculado con todos los aspectos de nuestra codependencia: nuestra calidad de mártires; nuestra negativa a disfrutar de la vida; nuestro fanatismo por el trabajo; nuestra tendencia a mantenernos tan ocupados que no podamos disfrutar de la vida; nuestro perfeccionismo; el hecho de no permitirnos disfrutar de las cosas que hacemos bien o sentirnos bien acerca de ellas; nuestra desidia; el amontonar pilas de sentimientos de culpa y de incertidumbre acerca de nosotros mismos; prevenir la intimidad con los demás que nos hace huir de las relaciones, evitar comprometernos, quedarnos dentro de relaciones destructivas; iniciar relaciones con personas que no nos convienen, así como evitar a la gente que nos conviene.

Podemos encontrar medios sin fin para autotorturarnos: comer en exceso, descuidar nuestras necesidades, compararnos con los demás, obsesionarnos, morar en recuerdos dolorosos, o imaginar futuras escenas dolorosas. Pensamos: ¿qué tal si ella vuelve a beber?, ¿qué tal si tiene un affaire?, ¿qué tal si un tornado destruye la casa? Esta actitud del “qué tal” es siempre buena para conseguir una fuerte dosis de miedo. Nos espantamos y luego nos preguntamos por qué estaremos tan asustados.
No nos gustamos, y no nos vamos a permitir obtener ninguna de las cosas buenas de la vida porque creemos que no las merecemos.

Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente

miércoles, 25 de octubre de 2017

Síguele

Sigue practicando tus conductas de recuperación, aunque las sientas difíciles, aunque aun no las domines, incluso aunque aun no las entiendas.

A veces se tarda uno años en que un concepto de recuperación vaya de nuestra mente a nuestro corazón y a nuestra alma. Necesitamos trabajar las conductas de recuperación con la diligencia, con el esfuerzo y con la repetida practica que aplicamos a nuestras conductas codependientes. 

Tenemos que obligarnos a hacer cosas aunque no nos parezcan naturales. Necesitamos decirnos a nosotros mismos que nos importamos y que podemos cuidar de nosotros mismos aunque no creamos en lo que estamos diciendo.

Necesitamos hacerlo, y hacerlo, y hacerlo, día tras día, año tras año.

Es poco razonable esperar que adoptemos este nuevo modo de vida de la noche a la mañana.Podemos tener que “actuar como si” durante meses, años, antes de que las conductas de recuperación se conviertan en algo fijo y natural.

Incluso después de años, podemos descubrirnos, en tiempos de estrés o de coacción, revirtiéndonos a viejas maneras de pensar, de sentir y de comportarnos.
Podemos tener capas de sentimientos que no estamos listos para reconocer hasta que llevemos varios años de recuperación. ¡Eso está bien! Cuando llegue el momento, lo haremos.
¡No te des por vencido! Se lleva tiempo imbuirnos de amor propio hasta la médula. Requiere una práctica constante. De tiempo y experiencia. De lecciones, lecciones y más lecciones.
Luego, justamente cuando creemos que hemos llegado, descubrimos que tenemos más que aprender.
Esa es la alegría de la recuperación. ¡Que seguimos aprendiendo y creciendo toda nuestra vida!

Sigue cuidando de ti mismo, a pesar de lo que sea. Sigue bregando con las conductas de recuperación, un día a la vez. Sigue amándote a ti mismo, aunque no lo sientas como algo natural. Actúa como si lo fuera, tanto tiempo como sea necesario, aunque ese periodo te parezca demasiado largo.

Un día sucederá. Despertarás y descubrirás que aquello con lo que estabas luchando, por lo que estabas trabajando tan duro y habías estado forzándote a hacer, finalmente lo sientes a gusto. Te ha llegado hasta el alma.

Luego, prosigues aprendiendo algo nuevo y mejor.

“Hoy bregaré con mis conductas de recuperación, aunque no las sienta como algo natural. Me forzaré a practicarlas aunque me parezca difícil. Trabajaré por amarme a mí mismo hasta que realmente me ame”.

martes, 24 de octubre de 2017

Auto Tortura

Podemos encontrar medios sin fin para autotorturarnos: comer en exceso, descuidar nuestras necesidades, compararnos con los demás, obsesionarnos, morar en recuerdos dolorosos, o imaginar futuras escenas dolorosas. Pensamos: ¿qué tal si ella vuelve a beber?, ¿qué tal si tiene un affaire?, ¿qué tal si un tornado destruye la casa? Esta actitud del “qué tal” es siempre buena para conseguir una fuerte dosis de miedo. 

Nos espantamos y luego nos preguntamos por qué estaremos tan asustados.

No nos gustamos, y no nos vamos a permitir obtener ninguna de las cosas buenas de la vida porque creemos que no las merecemos. Como codependientes, tendemos a entablar relaciones totalmente antagónicas en nuestro interior.

Algunos de nosotros aprendimos estas conductas de odio a sí mismo dentro de nuestras familias, posiblemente con la ayuda de uno de nuestros padres que era alcohólico. Algunos reforzamos ese desdén que sentimos por nosotros mismos dejando a un padre alcohólico para casarnos con un alcohólico. Podemos haber iniciado relaciones adultas con una frágil autoestima, para luego descubrir que lo que nos quedaba de autoestima se ha desintegrado. Pocos de nosotros podemos haber guardado nuestra autoestima completamente intacta hasta que lo conocimos a él o a ella o hasta que surgió ese problema; repentina o gradualmente nos encontramos odiándonos a nosotros mismos.

Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente

lunes, 23 de octubre de 2017

Diferencias Entre Optimismo Y Pesimismo

El optimista tiene alas y el pesimista carece de ellas. No anda de pie sino cabeza abajo.

Joya de los pesimistas como de la peste.

En la vida hay muchos estorbos, pero el pesimismo es uno de los más peligrosos.

El pesimista Mira las cosas a través de cristales negros... Y sólo ve sombras, fantasmas y crespones de luto.

En cambio el optimista sólo usa cristales rosados, Y vela amable púrpura de las rosas por todas partes, hasta en las espinas de las artes y en las piedras del camino de la vida.

Dos viajeros sedientos encontraron una botella. El optimista grito satisfecho: "buena suerte, esta medio llena"...

Mientras el pesimista decía muy apenado: "Lástima que está medio vacía"...

El optimista ve una gran oportunidad en cada calamidad. El pesimista ve una calamidad en cada oportunidad.

Dice una fábula que dos ranas cayeron en un caldero de leche. 

Una de ellas pesimista, se desespere y se dejó ahogar. La otra Valiente y optimista, siguió nadando tranquilamente. Con el movimiento se cuajo la leche; y cuando ya no puedo nadar trepó sobre la nata.

El pesimista hace como el viajero, que al encontrarse con un río, se sienta a esperar que pase el río...


El optimista imita al río, que al encontrarse con una dificultad que lo detiene, almacena fuerzas y salta por encima, Aunque el río se arrogante y peligroso.

domingo, 22 de octubre de 2017

EL TE ENCONTRARA A TI

Me llegó y me encantó y vale la pena compartirtelo

EL TE ENCONTRARA A TI…     DIOS

John Powell, un profesor de Loyola University en Chicago, escribe sobre un estudiante de su clase de La Teología de la Fe llamado Tommy.

Hace unos doce años atrás, yo estaba de pie observando a mis estudiantes de la universidad mientras entraban al salón para nuestra primera sesión de Teología de la Fe.

--Ése fue el primer día que vi a Tommy.
Tommy estaba peinando su larga cabellera rubia, que caía 6" por debajo de sus hombros. Como ese día no estaba preparado para ello, mis emociones se alteraron y de inmediato catalogué a Tommy " de extraño... Muy extraño".
Tommy resultó ser el "ateo de la clase" en mi curso de Teología de la Fe.
Él objetaba constantemente, sonriendo sarcásticamente sobre la posibilidad de un Dios/Padre que nos ama incondicionalmente.
Cuando al terminar el curso vino a entregar su examen final, me preguntó en un tono algo cínico:
- ¿Cree usted que alguna vez encontraré a Dios?
Inmediatamente decidí usar un poquito de la técnica de la terapia de shock.
- ¡No!, le dije muy enfáticamente.
- - ¿Por qué no?, me respondió, yo creía que ése era el producto que usted estaba vendiendo.
- Dejé que estuviese a unos cinco pasos de la puerta del salón y alcé mi voz para decirle:
- - ¡Tommy! Creo que tú nunca encontrarás a Dios... Pero estoy absolutamente seguro de que Él te encontrará a ti.
Él se encogió de hombros y salió de mi clase
y de mi vida.
Yo me quedé algo frustrado por el hecho de que no había captado mi ingeniosa observación:
"¡Él te encontrará a ti!", por lo menos yo pensaba que había sido ingeniosa...
Un tiempo después me enteré que Tommy se había graduado y me dió el debido gusto.
Más adelante me llegó una triste noticia, supe que Tommy padecía de un cáncer terminal.
Antes de que yo pudiera salir a buscarlo, él vino a verme.
Cuando entró en mi oficina lucía demacrado y su larga cabellera había desaparecido debido a la quimioterapia.   Pero sus ojos brillaban y su voz tenía una firmeza que no tenía antes.

- Tommy, he pensado mucho en ti... oí que estás enfermo, le dije en un tono casual.

- - Oh, sí, muy enfermo, me respondió, tengo cáncer en ambos pulmones. Es cuestión de semanas.

- - Tom, ¿puedes hablar sobre eso?, le pregunté.
- Por supuesto, ¿que quiere saber?, me contestó.
-¿Qué se siente tener solo 24 años y estar muriendo?, le dije.
- Bueno, podría ser peor.

- ¿Peor, cómo qué?

- - Bueno, como llegar a los cincuenta años sin tener valores o ideales; o llegar a los cincuenta creyendo que beber, seducir mujeres y hacer dinero son 'lo máximo' de la vida.
Antes había clasificado a Tommy: de extraño...
Parece ser como si a todo aquel que yo rechazara mediante mi propia calificación, Dios lo devolviera a mi vida para que me educara.

- Pero por lo que en realidad vine a verlo es por algo que usted me dijo el último día de clases. (¡Se acordó!)

- Él continuó diciendo:
- - Yo le pregunté si usted creía que yo llegaría alguna vez a encontrar a Dios.   Usted me dijo que ¡No!, cosa que me sorprendió mucho.

- Entonces usted dijo:
-
- 'Pero Él te encontrará a ti'.
Estuve pensando mucho en eso, aunque no se puede decir que mi búsqueda era muy intensa en aquel entonces.
Pero cuando los doctores removieron el tumor que tenía en la ingle y me dijeron que era maligno, ahí fue que empecé a buscar seriamente a Dios.
Y cuando el cáncer se regó a mis órganos vitales, de verás que empecé a golpear fuertemente con mis puños las puertas  del Cielo... pero Dios no salió. De hecho, no pasó nada.
¿Alguna vez ha tratado de hacer algo con mucho esfuerzo sin obtener ningún resultado? Uno se harta psicológicamente, se aburre de tratar y tratar y tratar... y eventualmente, uno deja de tratar.
Bueno,   pues un día me desperté y en lugar de estar lanzando mis reclamos inútiles por encima de ese muro de ladrillos a un Dios que posiblemente no estuviera ahí, me rendí...
Decidí que en realidad no me importaba Dios, ni una vida después de la muerte, ni nada que se le pareciera.
Decidí pasar el tiempo que me quedara haciendo algo más provechoso.
Pensé en usted y en su clase y recordé otra cosa que usted nos había dicho: 'La mayor tristeza es pasarse la vida sin amar.
Pero sería igualmente triste pasar por la vida e irse sin nunca haberle dicho a los que uno ama,
que los ama'.
Así que empecé por el más difícil, mi padre.
Él estaba leyendo el periódico cuando me le acerqué.
- Papá …
¿Qué?, preguntó sin quitar sus ojos del periódico.
- Papá, quisiera hablar contigo.
- Bueno, habla.
- Papá... es algo verdaderamente importante.
Bajó el periódico lentamente, ¿De qué se trata?
- Papá, yo te amo. Sólo quería que lo supieras.. (Tom me sonrió mientras me contaba con satisfacción, como si sintiera un gozo cálido y secreto, que fluía a través de su interior.)
Entonces mi padre hizo dos cosas que no recuerdo que hubiese hecho antes.
Él lloró y me abrazó. Estuvimos hablando toda la noche, aunque él tenía que ir a trabajar al día siguiente.. Me sentí tan bien de estar cerca de mi padre, de ver sus lágrimas, de sentir su abrazo y de oírle decir que me amaba.
Fue más fácil con mi madre y con mi hermano pequeño.
También ellos lloraron conmigo y nos abrazamos y nos dijimos cosas bonitas los unos a los otros.    Compartimos las cosas que habíamos guardado en secreto por tantos años.   Sólo me arrepiento de una cosa...     de haber esperado tanto tiempo!!!
Ahí estaba, comenzando a abrirme a todas las personas que siempre habían estado tan cerca de mí.
Entonces, un día me volteé ¡y ahí estaba Dios!
No vino a mí cuando yo se lo rogaba
Me imagino que yo me portaba como un entrenador de animales aguantando el aro para que saltaran: ¡Vamos, salta! Te doy tres días, tres semanas.' Aparentemente Dios hace las cosas a Su manera y a Su hora.
Pero lo importante es que Él estaba ahí.
¡Me había encontrado! Usted tenía razón, me encontró aún después de que yo dejé de buscarlo.
- Tom, le dije casi sin aliento,   yo creo que estás diciendo algo muy importante y más universal de lo que tú te puedas imaginar.  
Por lo menos para mí, lo que estás diciendo es que la forma más segura de encontrar a Dios: 
Es la de no hacerlo una posesión particular, un solucionador de problemas, un consuelo instantáneo en tiempos de necesidad... sino abrirse al amor!!! Sabes, el apóstol Juan dijo eso, él dijo:
"Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él."
- Tom, ¿podría pedirte un favor?, pregunté. Fíjate, cuando te tenía en mi clase eras una verdadera molestia, pero (riendo) ahora puedes compensarme por todo...

- ¿Vendrías a mi curso de Teología de la Fe y les contarías lo que acabas de contarme?

- Si yo se los dijera, no tendría el mismo impacto que puede tener al contárselo tú.

- - Oohh.Yo estaba listo para usted, pero no sé si estoy listo para su clase.
- - Piénsalo, Tom, y si te sientes listo, llámame.

- Tom me llamó a los pocos días y me dijo que estaba listo para la clase, que él quería hacer eso por Dios y por mí.

-  Así que hicimos la cita, pero Tom nunca pudo llegar... Él tenía una cita mucho más importante que la mía y mi clase.
Por supuesto que su vida no terminó con la muerte, sólo cambió.
Él dio el gran salto de la fe a la visión.
Él encontró una vida más hermosa que todo lo que ha visto el ojo humano o que el oído humano haya escuchado o que la mente del ser humano jamás se haya imaginado.
Antes de que él muriera, hablamos una última vez.
-No voy a poder llegar a su clase", me dijo.
- Lo sé, Tom.
- ¿Les dirá usted por mí? ¿Le dirá. al mundo entero por mí?
-Sí,
-Tom, les diré. Haré lo mejor que pueda.
Así que a todos ustedes que han tenido la bondad de leer esta simple historia sobre el amor de Dios, gracias por el tiempo.
Y a ti, Tommy, en los brillantes y verdes cerros del Cielo, se los dije lo mejor que pude...
Si esta historia ha significado algo para usted, pásela por favor a uno o dos amigos. Es una historia real que no ha sido realzada para propósitos publicitarios

DIOS SIEMPRE ESTA CON NOSOTROS

Muchas gracias, Rev. John Powell
Profesor de Loyola University, Chicago