sábado, 8 de julio de 2017

Pánico

Las situaciones –no importan cuán grandemente parezcan exigirlo – pueden mejorarse si nosotros nos asustamos. 

¡Que no te entre el pánico!
Si un nadador fuera cruzando un gran lago y de repente se concentrara demasiado en la distancia que le quedara por nadar, podría empezar a forcejear y a hundirse, no porque no supiera nadar, sino por haberse visto abrumado por el pánico.
El pánico, no la tarea, es el enemigo.
Muchos de nosotros tenemos momentos en que nos sentimos atascados y abrumados. Tenemos momentos en que sentimos que no es posible que terminemos todo lo que tenemos que hacer.
Podremos estar enfrentando una tarea en el trabajo, una mejora en nosotros mismos o un cambio en nuestra vida familiar.
Por un momento, es útil ver hacia adelante y tener una visión del proyecto. Es normal, cuando vemos hacia adelante lo que se necesita hacer, que tengamos momentos de pánico. Siente el miedo y luego déjalo ir. Aparta los ojos del futuro y de la enormidad de la tarea.
Si hemos tenido una visión de la meta, está será nuestra. No tenemos que hacerlo todo hoy o de una sola vez.
Concéntrate en el día de hoy. Concéntrate en la creencia de que todo está bien. Lo único que necesitamos hacer para alcanzar nuestra meta es concentrarnos en lo que se nos presenta en forma natural, de una manera ordenada, hoy. Se nos dará la fuerza para lograr, en paz, lo que necesitemos para llegar mañana a donde queramos estar.
El pánico detendrá este proceso. La confianza y una acción guiada lo fortalecerán. Respira profundamente. Ponte en paz. Confía. Actúa conforme a tu guía, hoy.
Podemos volver al camino haciendo ondear el agua hasta que recobremos la compostura. Una vez que nos sintamos en paz, podremos empezar a nadar otra vez, con confianza. Mantén simple la concentración, en una brazada, en un movimiento a la vez. Si podemos hacer nuestro movimiento es que hemos progresado. Si nos cansamos, podremos flotar, pero solo si estamos relajados. Antes de darnos cuenta, habremos llegado a la orilla.

“Hoy creeré que todo esta bien. Se me esta conduciendo, pero solo se me conducirá un día a la vez. Concentrare mi energía en vivir este día al máximo de mi capacidad. Si surge el pánico, detendré toda actividad y lidiare con el pánico como un asunto aparte”.


Ya no Seas Codependiente de Melodie B.

viernes, 7 de julio de 2017

Como Alejar la Depresión: Capitulo VII - LA IRA Y LA DEPRESIÓN (Parte 1)

LA IRA Y LA DEPRESIÓN

LO QUE INFLUYE LA IRA EN LA DEPRESIÓN

La ira es una indignación o enojo, hubo un deseo de venganza por un disgusto que se ha recibido. Lo contrario de la ira es la paciencia, O sea la virtud que impide que en momentos de contrariedad nos dejemos vencer por la tristeza.

Siempre que se presenta la depresión, ella tiene una causa que la ha producido.
Aunque no logremos conocer Cuál es la causa que produjo la depresión, esa causa siempre existe.

Los especialistas en enfermedades nerviosas afirman que aún en individuos muy inclinados a la tristeza y a la melancolía, siempre se presenta la depresión, ella se debe a un agente agresivo que la hizo aparecer y la desencadenó. Agente desencadenador de la depresión puede estar dentro de nosotros mismos: enfermedad corporal o nerviosa, recuerdos amargos, Opuestos por el futuro, o disgusto por el presente; y puede provenir también de afuera: de personas o cosas o acontecimientos que nos producen disgusto.

Muchísimas de nuestras depresiones se deben a una reacción que sentimos frente a una agresión que nos hacen, a un rechazo o desprecio, o a una humillación. Hay innumerables depresiones cuya causa es la desilusión que se ha sufrido.

Y nuestra más frecuente respuesta ante estas agresiones es la ira, Ella lleva encadena directamente hacia la depresión.

Hay gentes muy deprimidas que exclaman: "No, yo no soy persona iracunda ni mal geniuda. A mí la depresión que le busquen otra causa, porque la ira no lo es de ninguna manera". Pero se dedica uno a examinar detenidamente todos los pasos que su mente fue dando antes de llegar a la depresión, y saca como conclusión que sí fue la ira, el disgusto por algo, lo que le llevó a deprimirse.

Un médico de fama internacional llegó a afirmar lo siguiente: "La depresión siempre y en todas partes, incluye la era entre las causas que la provocaron. Ya sea una ira manifiesta o una oculta, consciente o inconsciente. Ya sea que quién la padece se haya dado cuenta que, si sintió ira, o ya sea que le parezca que no llegó airarse".

La ira va dirigida contra la causa que provoca el disgusto Qué se siente. Puede sentirse ira contra la mala salud que se tiene, o contra la situación económica crítica que se está padeciendo o contra los hechos lamentables que han sucedido, por ejemplo: un accidente, un desastre, una muerte inesperada o sentidísima, un fracaso espiritual o material, etc. Y muy generalmente la ira se siente contra la persona que nos ha producido desilusión. Contra quién debería amarnos y no nos demuestra amor; contra quién debería demostrarnos admiración Y aprecio, y en cambio nos demuestra desprecio y olvido. Contra quién quiere nuestro amor propio. Contra quién nos hizo graves daños en lo material o en lo espiritual. La raíz de toda depresión hay una dosis de ira, contra algo o contra alguien.

Hay seres espantosamente deprimidos durante toda su vida porque en su niñez fueron brutal e injustamente tratados por sus padres o por los que estaban encargados de criarlos. Y esa ira y disgusto que hay en su interior o en su subconsciente contra tales injusticias y malos tratos, les produce continua de presión. Por eso hoy en esta boga en todos los países "la sanación de los recuerdos" que consiste en ir repasando todos los recuerdos tristes de nuestra infancia y de nuestra vida pasada y en cada caso tratar de dar un total perdón a quién nos produjo esa ofensa, y escuchar esa agresividad de ellos, atribuyendo Lamas a debilidad e ignorancia que ama la voluntad. Esto aleja mucho la depresión (más adelante esperamos explicar bien claramente Cómo se hace "la sanación de los recuerdos").

En todo ser humano hay dos emociones sumamente fuertes: el amor y la ira. El amor bien llevado puede conseguir efectos muy saludables para el espíritu. Pero la ira es una emoción sumamente dañosa para el alma y para el cuerpo. Es una emoción verdaderamente destructora y es difícil encontrar en el ser humano una emoción que le sea más perjudicial y cuyos efectos sean más negativos.
Con razón el amable San Francisco de sales andaba repitiendo: "preferible que digan de nosotros que no nos airamos nunca y que no digan que no nos airamos Con razón"

La ira es un mecanismo de defensa contra la agresión. Cuando nos sentimos agredidos por desprecio, el rechazo, la injuria, por el trato injusto, la ira tiende automáticamente a estallar, ella provoca inmediatamente un deseo de atacar, de lastimar, de destruir y de hacerle mal al injusto atacante. Un ataque de ira puede producir una depresión tan violenta que lleva aún hasta la muerte.


La hija de Stalin contaba que cuando su padre, el terrorífico dictador de Rusia, que no admitía jamás discusiones a sus órdenes, les voy a decir a sus colaboradores políticos que lo visitaban, que en adelante él ya no sería el jefe y que tenían junto a la sala todo un batallón de guardias que los apoyaban, sintió tal ataque de ira, qué se le reventó una pequeña vena del cerebro y cayó al suelo. Poco después murió. La depresión había sido totales fatal. Y todo a causa de la ira.

jueves, 6 de julio de 2017

El Control

El control es una ilusión. No funciona.

No podemos controlar el alcoholismo. 

No podemos controlar las conductas compulsivas de nadie: comer en exceso, una conducta sexual exagerada, la apuesta compulsiva, ni ninguna otra de sus conductas. 

No podemos (y no es asunto nuestro hacerlo) controlar las emociones, la mente o las elecciones de nadie. 

No podemos controlar el resultado de los eventos. 

No podemos controlar a la vida. Algunos de nosotros apenas podemos controlamos a nosotros mismos.

A fin de cuentas las personas hacen lo que quieren hacer. 

Se sienten como se quieren sentir (o como se están sintiendo); piensan lo que quieren pensar; hacen las cosas que creen que necesitan hacer; y cambiarán sólo cuando estén listos para cambiar. 

No importa si ellos no tienen la razón y nosotros sí. 

No importa que se estén lastimando a sí mismos.

 No importa que nosotros podríamos ayudarles si tan sólo nos escucharan y cooperaran con nosotros. 

¡NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA!

No podemos cambiar a las personas. 

Cualquier intento de controlarlas es un engaño y una ilusión. 

Se resistirán a nuestros esfuerzos o redoblarán los suyos para probar que no podemos controlarlas. 

Podrán adaptarse temporalmente a nuestras demandas, pero cuando nos demos la vuelta regresarán a su estado natural. 
Y aún más, la gente nos castigara por obligarla a hacer algo que no quiere, o a ser como no quiere ser, 
Ningún control será suficiente para efectuar un cambio permanente o deseable en otra persona. 

A veces podremos hacer cosas que aumenten la probabilidad de que la gente quiera cambiar, pero ni aun eso podemos garantizar o controlar.

Y esa es la verdad. Es una desgracia. 

A veces es difícil de aceptar, especialmente si alguien a quien amas se lastima a sí mismo o a sí misma y a ti. Pero así es. 

La única persona a la que puedes o podrás hacer cambiar es a ti misma. La única persona que te atañe controlar eres tú misma.

Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente

miércoles, 5 de julio de 2017

Por Que Dejamos De Comunicar Nuestras Emociones

Como codependientes, a menudo perdemos contacto con nuestra parte emocional. 

A veces nos aislamos emocionalmente para evitar que nos aplasten. 

Ser vulnerable emocionalmente es peligroso. 

Se amontona una herida sobre otra, y a nadie parece importarle. 

Alejarse se vuelve la opción más segura. 

Nos vemos sobrecargados de dolor, de modo que hacemos corto circuito para protegernos.

Podemos retiramos emocionalmente de cierta gente, de quienes pensamos que nos pueden herir. 

No confiamos en esas personas y ante ellas ocultamos nuestra parte emocional.

A veces nos sentimos obligados a retirar nuestras emociones. 

Los sistemas familiares que sufren los efectos del alcoholismo y de otros trastornos rechazan la honestidad emocional y a veces parecen demandar la deshonestidad.

Consideremos nuestros intentos por explicarle a un borracho cómo nos sentimos cuando él o ella chocaron el coche, arruinando nuestra fiesta de cumpleaños, o vomitando en nuestra cama. 

Nuestros sentimientos pueden provocar reacciones incómodas en los otros, tales como la ira. 

Expresar nuestros sentimientos puede ser incluso peligroso para nuestro bienestar físico, porque esto bambolea el barco familiar.


Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente

martes, 4 de julio de 2017

Preocuparse

Preocuparse, obsesionarse y controlar son ilusiones. Son trucos que construimos nosotros mismos. Sentimos que estamos haciendo algo para solucionar nuestros problemas, pero no es así. Muchos de nosotros hemos reaccionado de esta manera con justificada buena razón. Podremos haber vivido con problemas complicados y serios que han perturbado nuestra vida, y que a cualquier persona normal podrían volver ansiosa, perturbada, preocupada y obsesionada. Podemos amar a alguien que tiene problemas, alguien fuera de control. Su problema puede ser el alcoholismo, un trastorno de la alimentación, apostar de una manera compulsiva, un problema emocional o mental, o cualquier combinación de estos.

Algunos de nosotros podremos haber vivido con problemas menos serios, pero que nos preocupan de todas maneras. Las personas que amamos o que nos importan pueden tener cambios súbitos en sus estados de ánimo. Pueden hacer cosas que desearíamos que no hicieran. Podemos pensar que él o ella podrían hacer las cosas de otra manera, de un modo mejor, de una forma que creemos que no causaría tantos problemas.

Por fuerza del hábito, algunos de nosotros hemos desarrollado una actitud de apego, de preocuparnos, reaccionar y obsesivamente tratar de controlar. Quizá hemos vivido con personas y a través de eventos que estaban fuera de control. Tal vez obsesionándonos y controlando pudimos guardar un equilibrio o lograr que temporalmente las cosas no empeoraran. Y luego simplemente seguimos haciendo lo mismo. Quizá teníamos miedo de soltarnos, porque cuando nos soltamos en el pasado sucedieron cosas terribles y dolorosas. Tal vez hemos estado apegados a la gente –viviendo sus vidas por y a través de ella– durante tanto tiempo que ya no nos queda una vida propia por vivir. Es más seguro seguir apegados. Por lo menos sabríamos que estamos vivos si reaccionáramos. Al menos tendríamos algo qué hacer si estuviéramos obsesionándonos o controlando. Por varias razones los codependientes tienden a apegarse a los problemas y a la gente. 

No importa no solucionar nada al preocuparse. No importa que esos problemas rara vez tengan solución. No importa que estén tan obsesionados que ni siquiera puedan leer un libro, ver la televisión o salir a dar un paseo. No importa que sus emociones estén en constante torbellino por lo que la otra persona dijo o no dijo, de lo que hizo o no hizo, o de lo que hará después. ¡No importa que las cosas que estemos haciendo no ayuden a nadie! Sin importarnos el costo, persistiremos en ello. Apretaremos los dientes, nos asiremos a la curda y nos prenderemos a ella más fuerte que nunca. Algunos de nosotros ni siquiera nos daremos cuenta de que nos hemos estado agarrando tan fuerte. Otros nos habremos convencido de que debemos asirnos así de fuerte. 

Creemos que no existe otra alternativa que la de reaccionar a esta persona o problema de esta manera obsesiva. A menudo, cuando le sugiero a la gente que se aparte de esta persona o de este problema, me responden con horror. “¡Oh, no!”, dicen, “nunca podría hacer eso. Yo lo amo, o la amo, demasiado. Me importa demasiado para hacerle eso. Este problema o esta persona es demasiado importante para mí. Tengo que permanecer apegado a ella (o a esto)”.


Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente

lunes, 3 de julio de 2017

Como Alejar la Depresión: Condiciones Para Mantenerse En Paz

1° Preguntarse: qué es lo que más me preocupa? Qué es lo que más me perturba? Encarece problema de frente y verá que lo que parece una selva impenetrable no es sino un bosque ordinario que tiene caminos para llegar al otro lado.

2° distinga entre indudable, probable y posible. De verás el mal que teme es indudable? Quién sabe si no. Puede ser sólo probable y eso ya es mucho menos. Pero y si solamente es posible? Ahí yo todo el mal disminuye.

3° Piense: esto que me afliges verdaderamente tan importante? Tan importante que merezca afectar mi salud mental y emocional por afanarme? Que su importancia no es mucha? Y entonces porque tanto afán? Es que esta era la única oportunidad que había en el mundo y no hay más? Es que con esta persona no me volveré a encontrar jamás ni en esta vida ni en la otra? De veras?

4° Mejores sus pensamientos y mejorará sus acciones. Si piensa positivamente actuará positivamente. Si piensa alegremente obrará alegremente.


5° Exterioriza el amor que hay en su interior. No sé límite a amar a los demás. Demuéstrales que los ama. Un estrechón de manos, una felicitación, una sonrisa amable, un "Hola!" Con todo el corazón. Prodigue las palabras de cariño Y aprecio a familiares y compañeros.

domingo, 2 de julio de 2017

Vivamos Nuestras Vidas

¡No dejes de vivir tu vida!

Muy a menudo, cuando se da un problema, dentro de nosotros o a nuestro alrededor, retrocedemos al pensar que si pusiéramos nuestra vida en suspenso posiblemente podríamos contribuir en forma positiva a la solución. Si una relación no está funcionando, si enfrentamos una decisión difícil, o si nos estamos sintiendo deprimidos, podemos poner nuestra vida en suspenso y atormentarnos con pensamientos obsesivos.

Abandonar nuestra vida o nuestra rutina contribuye a agrandar el problema y nos impide encontrarle una solución.

Frecuentemente, la solución llega cuando la dejamos ir lo suficiente para vivir nuestra vida, regresar a nuestra rutina y dejar de obsesionarnos por el problema.

A veces, aunque no sintamos quererlo dejar ir o poderlo dejar ir, podemos actuar “como si” pudiéramos, y eso nos ayudará a dejarlo ir, tal como deseamos.

No tienes porqué renunciar a tu poder para solucionar problemas. Puedes dejar de concentrarte en tus problemas y concentrarte en en tu vida, confiando en que el hacerlo así te llevara a acercarte a una solución.

“Hoy seguiré viviendo mi vida y atendiendo mis rutinas. Decidiré, tan frecuentemente como necesite hacerlo, dejar de obsesionarme acerca de lo que me este molestando. Si no siento ganas de dejar ir alguna cosa en particular, actuare “como si” ya la hubiera dejado ir hasta que mis sentimientos estén de acuerdo con mi conducta”.