sábado, 22 de septiembre de 2018

Esperanzados En Jesus

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”.
Hebreos 10:23

Sea sincero: ¿Cuán a menudo se sorprende usted mismo sintiéndose “lleno de esperanza”? La esperanza es una de aquellas emociones o perspectivas que parece que conocemos mejor por su ausencia que por su presencia. (No que debería ser de esa manera, pero a menudo lo es). Aunque tal vez usted nos recuerde la última vez en que se sentía lleno de esperanza, probablemente recuerda la última vez en que se sentía sin esperanza.

La esperanza, que a menudo se da por sentado, no es otra cosa que la seguridad sólida como roca de que lo que Dios ha dicho es verdad y sucederá; aun cuando no hay nada excepto la Palabra de Dios para respaldar dicha esperanza.

La esperanza no depende de las circunstancias. Ver no es creer. ¡Tener esperanza es creer! La esperanza es la confianza que brota como resultado de creer en Dios. Hay una línea fina entre las dos cosas, y la transición es casi imperceptible. Pero usted tiene que creer antes de que pueda tener esperanza, y la esperanza surge tan pronto como usted cree. Así que, si usted está andando con confianza hoy en su relación con Cristo, en paz en cuanto a su hoy y el futuro, está lleno de esperanza. Usted está lleno de esperanza.

La Biblia nos dice que “mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza.” Manténgase esperanzado manteniéndose fiel, tal como Dios es fiel.

viernes, 21 de septiembre de 2018

El Camino De Las Lagrimas (Cap. 4- Parte 1)

El Camino De Las Lagrimas (Jorge Bucay)

QUÉ ES EL DUELO


El duelo es el doloroso proceso normal de elaboración de una pérdida, tendiente a la adaptación y armonización de nuestra situación interna y externa frente a una nueva realidad.
Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida de lo que no está, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración que comporta su ausencia.
Convencionalmente podríamos decir que un duelo se ha completado cuando somos capaces de recordar lo perdido sintiendo poco o ningún dolor. Cuando hemos aprendido a vivir sin él, sin ella, sin eso que no está. Cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en nuestra vida presente y en los vivos a nuestro alrededor.
Estas son algunas de las sensaciones corporales que sienten los que están de duelo. Es el llamado duelo del cuerpo.

Náuseas.
Palpitaciones.
Opresión en la garganta.
Dolor en la nuca.
Nudo en el estómago.
Dolor de cabeza.
Pérdida de apetito.
Insomnio.
Fatiga.
Sensación de falta de aire.
Punzadas en el pecho.
Pérdida de fuerza.
Dolor de espalda.
Temblores.
Hipersensibilidad al ruido..Dificultad para tragar.
Oleadas de calor.
Visión borrosa.

Y estas son algunas de las conductas más habituales después de una pérdida importante.

Llorar.
Suspirar.
Buscar y llamar al ser querido que no está.
Querer estar solo, evitar a la gente.
Dormir poco o en exceso.
Distracciones, olvidos, falta de concentración.
Soñar o tener pesadillas.
Falta de interés por el sexo.
No parar de hacer cosas o apatías.

Recomendaciones para recorrer el camino de las lágrimas (y sobrevivir)

1.-Permitiste estar de duelo.
Date el permiso de sentirte mal, necesitado, vulnerable...
Podes pensar que es mejor no sentir el dolor, o evitarlo con distracciones y ocupaciones pero, de todas maneras, con el tiempo lo más probable es que el dolor salga a la superficie.
Mejor es ahora. Acepta que posiblemente no estés demasiado interesado en tu trabajo ni en lo que pasa con tus amistades durante un tiempo, pero metete en el duelo con todas sus consecuencias. Tu vida será diferente mientras recorres este camino, muy probablemente tendrás que cambiar transitoriamente algunos hábitos, seguramente te sientas vacío...
Permitite sentir el dolor plenamente porque el permiso es el primer paso de este camino y ningún camino se termina si antes no se comienza a recorrerlo.

2.- Abrí tu corazón al dolor:
Registrá y expresá las emociones que surjan, no las reprimas.
No te hagas el fuerte, no te guardes todo para adentro.
Con el tiempo el dolor irá disminuyendo. Si hay algo que opera siempre aliviando el trayecto es justamente encontrar la forma y darse el permiso de sentir y expresar el dolor; la tristeza, la rabia, el miedo por lo perdido. recorrer el camino de punta a punta es condición para cerrar y sanar las heridas. Y este camino se llama el Camino de las Lágrimas. Permitite el llanto.
Te merecés el derecho de llorar cuanto sientas. Posiblemente sufriste un golpe brutal, la vida te sorprendió, los demás no supieron entender, el otro partió dejándote solo. Nada más pertinente que volver a nuestra vieja capacidad de llorar nuestra pena, de berrear nuestro dolor, de moquear nuestra impotencia. No escondas tu dolor. Compartí lo que te está pasando con tu familia y tus amigos de confianza...Llorar es tan exclusivamente humano como reír. El llanto actúa como una válvula liberadora de la enorme tensión interna que produce la pérdida. Podemos hacerlo solos si esa es nuestra elección, o con nuestros compañeros de ruta para compartir su dolor, que no es otro que nuestro mismo dolor. Cuando las penas se comparten su peso se divide. Cuando el alma te duele desde adentro no hay mejor estrategia que llorar.
No te guardes todo por miedo a cansar o molestar. Busca a aquellas personas con las cuales podes expresarte tal como estás. Nada es más impertinente y perverso que interrumpir tu emoción con tus estúpidos condicionamientos de tu supuesta fortaleza protectora del prójimo.

3.- Recorrer el camino requiere tiempo.
Dicen que el tiempo lo cura todo. Pero cuidado, el tiempo solo quizás no alcance. LO que realmente puede ayudar es lo que cada uno hace con el tiempo.
NO te hagas expectativas mágicas. Estate preparado para las recaídas. Un suceso inesperado, una visita, un aniversario, la Navidad te vuelven al principio, es así.
No podés llorar hoy lo de mañana, ni seguir llorando lo de ayer Para hoy es tu llanto de hoy, para mañana el de mañana.
¿Estás utilizando este día para aceptar que estás de duelo, para reconocer que lo perdido ha muerto y no lo vas a recuperar?
¿Estás utilizando el día de hoy para sentir tus emociones intensamente y para expresar el dolor que supone esta pérdida?
¿Estás utilizando este día para aprender a vivir sin esa persona querida?
¿Estás utilizando el día para volver a centrarte en vos mismo?
Viví solamente un día cada día.

4.- Sé amable contigo.
Aunque las emociones que estás viviendo sean muy intensas y displacenteras (y seguramente lo son) es importante no olvidar que son siempre pasajeras...Uno de los momentos más difíciles del duelo suele presentarse después de algunos meses de la pérdida, cuando los demás comienzan a decirte que ya tendrías que haberte recuperado. Sé paciente. No te apures. Jamás te persigas creyendo que ya deberías sentirte mejor. Tus tiempos son tuyos.
Recordá que el peor enemigo en el duelo es no quererse.

5.- No tengas miedo de volverte loco.
Todos podemos vivir sentimientos intensos de respuesta a la situación de duelo sin que esto te lleve a ningún desequilibrio La tristeza, la bronca, la culpa, la confusión, el abatimiento y hasta la fantasía de morir son reacciones habituales y comunes a la mayoría de las personas después de una pérdida importante o de la muerte de un ser querido.
Necesitas sentir el dolor y todas las emociones que lo acompañan: tristeza, rabia, miedo, culpa...Habrá personas que te dirán: "Tenés que ser fuerte". No les hagas caso.

6.- Aplazá algunas decisiones importantes.
Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo o mudarte a otro lugar son trascendentes, y se deben tomar en momentos de suma claridad; dado que un cierto grado de confusión es inevitable en el recorrido de este camino, sería preferible dejarlas para más adelante.
Con el mismo razonamiento sobre todo en los primeros tiempo inmediatos a la pérdida no parece conveniente iniciar una nueva pareja, decidir un embarazo, acelerar un casamiento.
Podríamos lamentarlo después.
hay urgencias que no se pueden postergar, pero conviene respetar la norma de no cruzar los puentes antes de llegar a ellos.

7.- No descuides tu salud.
Muchos de los que recorren el camino están tan ocupados en su proceso interno, están tan atentos a su sentir penoso que no prestan atención a su propio cuerpo. Pasados los primeros días puede resultar muy útil que decidas por unas semanas imponerte un horario para levantarte, un horario para las comidas, una hora para acostarte...y lo sigas. Alimentate bien y no abuses del tabaco, del alcohol ni de los medicamentos. De hecho si para ayudarte en estos momentos fuera necesario tomar algún medicamento, deberá ser siempre a criterio de un médico y nunca por los consejos de familiares, amigos y vecinos bien intencionados. De todas maneras es bueno no deambular "buscando" el profesional que acepte recetar los psicofármacos para "no sentir", porque lejos de ayudar puede contribuir a cronificar el duelo.

8.- Agradecé las pequeñas cosas.
Es necesario valorar las cosas buenas que seguimos encontrando en nuestra vida en esta situación de catástrofe.
Sobre todo, algunos vínculos que permanecen (familiares, amigos, pareja, sacerdote, terapeutas), aceptadores de mi confusión, de mi dolor, de mis dudas y seguramente de mis momentos más oscuros. Para cada persona lo que hay que agradecer es diferente: seguridad, contención, presencia y hasta silencio.

9.- Anímate a pedir ayuda.
No interrumpas tu conexión con los otros, aunque ellos no estén hoy recorriendo este camino. Necesitás su presencia, su apoyo, su pensamiento, su atención. Dales la oportunidad a tus amigos y seres queridos de estar cerca. Todos lo que te quieren desearán ayudarte, aunque la mayoría no sabe cómo hacerlo.
Algunos tienen miedo de ser entrometidos. Otros creen que te lastiman si te recuerdan tu pérdida. Necesitás que te escuchen, no que te den su opinión de lo que deberías hacer, sentir o decidir. No te quedes esperando su ayuda y mucho menos pretendiendo que adivinen.
Pedí lo que necesitás. NO es más sabio ni más evolucionado el que no precisa ayuda, sino el que tiene conciencia y valor para pedirla cuando al necesita.

10.-Procura ser paciente con los demás.
Ignorá los intentos de algunas personas de decirte cómo tenés que sentirte y por cuánto tiempo, no todos comprenden lo que estás viviendo. Amorosamente intentarán que olvides tu dolor, lo hacen con buenas intenciones, para no verte triste, teneles paciencia pero no te ocupes de complacerlos. Más bien apartate un poco gentilmente y buscá a quienes puedan permitirte "estar mal" o desahogarte sin miedo cuando lo sentís así. De todas.maneras quizás sea mejor que durante un tiempo prestes más atención a la intensión de quienes te rodean que a lo que dicen en palabras. A veces los que uno pensaba que serían los mejores compañeros de ruta no pueden compartir tu momento.
Soportan tan mal el dolor ajeno que interrumpen tu proceso y retrasan tu paso hacia el final del camino. De todas maneras, una vez más, no te fastidies con ellos por eso.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Llegamos A Creer (Cap. 4 - Parte 2)

PERMANEZCA SOBRIO CON AMOR
Había andado alrededor de A.A. por cerca de dos años y había tenido poco éxito en permanecer sobrio. Un día me encontré en un pequeño cuarto en la zona comercial de Toronto, habiéndome emborrachado saliéndome del amor y respeto de una adorable esposa, cuatro saludables hijos, una madre, un padre, otros parientes y amigos. Estaba solo otra vez, con ese terrible sentimiento de total aislamiento y miedo de la ruina inminente. Así es que una vez más, lleno de odio, envidia, lujuria, pereza, y sobre todo desesperanza total, me presenté a las puertas de Alcohólicos Anónimos.
Mis amigos de A.A., se mostraron un tanto escépticos respecto a mi regreso al redil; estaba esto justificado, ya que se habían dado cuenta de mis continuas entradas y salidas, y que sólo había podido acumular un máximo de seis meses de sobriedad continua. Pero agradecí a Dios por la compasión, el amor y la comprensión de un matrimonio de A.A., quienes me ayudaron a vivir y respirar A.A. durante los siguientes cuarenta y cinco días por medio de conversaciones telefónicas, reuniones abiertas, reuniones de discusión, largas pláticas ante la mesa de la cocina, y lo más importante, mediante la oración.

Yo me había mofado del aspecto espiritual de nuestro programa en muchas ocasiones previas, proclamando que este negocio de Dios era para afeminados e hipócritas. Pero esta vez era diferente. Después de mi última borrachera, yo sabía que para mí era la muerte o la locura, si continuaba bebiendo. Esta vez, recé. En alguna forma sentía que había un Poder mayor que yo mismo, el cual podía aliviarme de mi sufrimiento, y que por lo tanto lo mejor era intentar encontrarle.

A los cuarenta y cinco días de mi nueva sobriedad, regresé al pequeño cuarto de la zona comercial de Toronto y me hundí en una depresión que no se puede describir con palabras. Era como si mi cuerpo y mi alma se encontraran separados por completo. Vi tan claramente, como siempre lo veré, la completa inutilidad de mi existencia, y de la destrucción llevada a cabo por mi terco y orgulloso engaño de que yo podía tomarme "sólo unas pocas". Había alcanzado un punto en la vida en donde ya no podía seguir solo, borracho o sobrio. Eso, mis amigos, fue una soledad que espero no olvidar nunca.

Una cosa muy extraña me sucedió esa tarde. Rehusé ceder a tomar un trago. Después de casi tres horas de agonía, grité pidiendo la ayuda de Dios. Y salí del cuarto con una fortaleza como nunca había pensado que fuera posible.

Durante las dos semanas siguientes, me sentí "transformado" sin emborracharme y sin otras drogas. Por primera vez en mi vida adulta, yo estaba indiscutiblemente consciente de la presencia viva de Dios dentro de mí mismo y del universo. Viendo la belleza en la cara de un niño o en el verde del pasto de un árbol, y sintiendo la alegría de despertarme por la mañana con la mente fresca, mirando con ilusión las actividades del día, fueran nuevas y maravillosas experiencias. Los resentimientos, los odios, los miedos, todos parecían haberme sido arrancados; yo era capaz de perdonar y olvidar.

Las cosas que por muchos años pensé que necesitaba, ya no parecían importantes ahora que había llegado a estar consciente de los recursos espirituales que Dios me había dado. Con ellos, no necesitaba alcohol para funcionar.

¡Qué alegría de permanecer sobrio, en el amor en lugar de por el miedo!.
Desde esa vez, he disfrutado unos diez y siete meses de sobriedad. Escribo esto para el alcohólico que siente que ha ido muy lejos de la voluntad de Dios, en sus actos, palabras y hechos, como para no poder ponerse bien con El otra vez. Si eres sincero en tus oraciones, este maravilloso regalo está disponible para ti, como lo estuvo para mí.
Toronto, Ontario, Canadá.


"PIDA A DIOS FORTALEZA"
Mis padres propiciaron un ambiente moralmente saludable para mi desarrollo, me proporcionaron una buena educación y me llevaron a la iglesia. Pero su concepto de un Dios temible, vengativo, fue amenazante para mí, porque procuré mantenerme bien lejos de el y de Sus creyentes. Sin embargo, la necesidad de la aprobación de mis familiares y amigos estaba en conflicto con mi incredulidad. Incapaz de vivir de acuerdo a las enseñanzas de mis padres, las rehuía una y otra vez, negándome a mí mismo una creencia en Dios.

Cuando llegué a A.A. en 1955, sólo tenía treinta y un años. "Eres demasiado joven. No has bebido lo suficiente. No has sufrido lo suficiente". Así me decían algunos miembros. Aún tenía a mi familia (aunque era la segunda) un trabajo y una cuenta en el banco, y estaba construyendo mi casa. De todas formas, toqué un fondo alto, un fondo bajo y todos los fondos de en medio. Así es que asistía a las reuniones de A.A. y por cinco meses estuve esperando el impacto de un trueno que transformara a este joven en un alcohólico responsable, recuperado. LA visión que tenía, sin embargo, era limitada y mi oír confuso. La frustración de no experimentar un renacimiento espiritual, causó que me abandonara en mis esfuerzos para recuperarme; pero después de cada round con la botella siempre regresaba a A.A.

Tuve cuatro buenos padrinos. Uno fue mi consejero espiritual, con el que sentía poca simpatía. Cada vez que se paraba en el púlpito hablaba de Dios tal como él lo comprendía. Mientras yo me resentía con sus recomendaciones y le escuchaba contra mi voluntad, un día me tocó una cuerda que respondió. Dijo, "Cuando hayas agotado todos los recursos de los familiares, amigos, doctores, ministros, aún te queda una fuente de ayuda. Esta es una que nunca falla y nunca se agota, y está siempre disponible y deseosa de que la uses".

Estas palabras regresaron a mi mente una mañana, en el cuarto de un hotel, al final de una parranda de tres semanas. Estaba agudamente consciente del picadillo en que mi vida se había convertido. 

Ahora mi segundo matrimonio estaba entre las rocas y los niños habían estado sufriendo. Esa mañana, era capaz de ser honesto. Sabía que había fracasado como padre, esposo e hijo. Había fracasado en la escuela y en el servicio militar y había perdido todos los trabajos y negocios que había intentado. Ni la religión, ni la profesión médica, ni A.A. habían tenido éxito conmigo. Me sentía completamente derrotado. Entonces recordé algunas de las palabras de mi padrino: "Cuando todo lo demás te haya fallado agárrate de una cuerda y no la sueltes. Pídele a Dios fortaleza para permanecer sobrio por un día".

Me fui al inmundo baño y me arrodillé: "Dios mío, enséñame a orar" le supliqué. Permanecí ahí largo rato y cuando me levanté y dejé el cuarto, supe que nunca tendría que volver a beber. Llegué a creer ese día, que Dios me ayudaría a mantener mi sobriedad. Desde entonces, he llegado a creer que Dios me ayudará con cualquier problema.

Durante los años que han transcurrido desde mi último trago, no me he encontrado con tantos problemas como antes. Conforme he ido creciendo en la capacidad para comprender las cosas que me sucedieron, no creo que fuera en esa mañana en el hotel cuando yo encontré a Dios. Creo que El ha estado dentro de mí todo el tiempo, tal como El lo está en otras personas, y yo lo descubrí limpiándome de los restos del naufragio de mi pasado, tal como lo recomienda el Libro Grande.
Birmingham, Alabama.


EL VASO EN PEDAZOS
"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos . . . " Con esta frase se comienza la novela de Charles Dickens "Historia de dos ciudades". En mi vida, en 1968 fue exactamente un año así. Cuando se inició, cada jugada que hacía me llevaba más cerca de la desesperanza. Hacía mucho tiempo que mi familia había dejado de decirme algo al respecto, excepto que esperaban que pronto me encontrara a mí misma. Afortunadamente, me dejaron trabajar sola en la búsqueda de la solución. Podía haber sido escondida y encerrada en la casa, internada en una institución o abandonada después de decirme que no era buena. En cambio el amor y la fe en un Poder Superior le dijo a mi familia que vigilara y esperara.

Mi primera llamada a A.A. fue para que me mandaran alguna literatura. Cuando llegó, devoré cada una de las palabras y continué bebiendo. Finalmente llamé otra vez a A.A. Me daba miedo llamar a casa y pedí que me internaran en una institución, no obstante que estaba convencida de mi insanidad; ninguna persona sana continúa bebiendo si ella misma no quiere hacerlo.

Por cerca de tres meses asistí a las reuniones cuatro veces a la semana. Recompensante como lo es cualquier encuentro con el programa, aún parecía ser un saco sin fondo en lo que respeta a adquirir la serenidad por la que rezaba tan a menudo (durante este tiempo, nunca se me mencionó el Libro Grande). Una noche encontrándome con el ánimo muy bajo, me serví el trago. Parecía como si fuera alguien distinto quien actuaba en mi lugar. Dejé caer el vaso.

Cuando me serví otro trago, me di cuenta de que estaba rezando pidiendo ayuda. El segundo vaso también se me cayó y se destrozó como lo había hecho el primero. Con decisión me serví otro, lo sostuve con ambas manos y me lo bebí de una vez. De pronto, vi claramente que esto no era lo que quería.

El miedo me estremeció, corrí al teléfono y temblorosa marque el número de una nueva amiga de A.A. Vino enseguida y se estuvo gran parte de la noche conmigo. Discutimos el Paso Uno, y me sentí como en mi propia casa con lo que este dice. Cundo llegamos al Paso Dos admití encontrarme con una completa confusión. Ya avanzada la noche me dejó con esas 575 páginas de inspiración llamadas Libro Grande.

Me senté y me puse a leer enseguida. Al llegar al capítulo cuarto, la palabra "esperanza" saltó fuera de la página con la luminosidad de un anuncio de neón. Leí y releí las frases hasta que me di cuenta que la risa y las lágrimas se me entremezclaban y que ya no estaba sentada, sino dándole vueltas al cuarto como una loca. Sentía como si un gran peso me hubiera sido quitado de los hombros. Por primera vez empecé a entender que no podía beber como otras gentes, que no era como otras gentes y que ya no tenía que tratar de ser como ellas. Me sentí como Scrooge en otro clásico de Dickens, "Canción de navidad", cuando se despierta y descubre que, después de todo, no se ha perdido la Navidad. Baila, llora, ríe a gritos, tal como yo estaba haciendo. Scrooge y yo hemos vuelto a nacer para vivir la vida que nunca habíamos soñado.

La cresta de esta experiencia duró varias horas. Cuando me dormí exhausta, fue con el convencimiento de que por fin había comenzado mi adaptación a la vida, como una alcohólica. Desde ese momento, las cosas parecieron cambiar desde adentro.

Gradualmente, pude reconocer cuando me dejaba ir de acuerdo a mi propio modo de ser, y así podía frenarme y rectificar el camino, para que "Tú voluntad y no la mía" llegará a ser algo más que meras palabras. Ha habido muchas veces que me ha sido difícil recordar este revelación; pero poco a poco, parece más fácil cada día. Mi caminar ha sido de dos pasos adelante, en vez de un retroceso total. Los días son así demasiado cortos, y rara vez insípidos. Cada día es un nuevo reto para permanecer sobria y continuar caminando derecho hacia adelante.
Charleston, West Virginia.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Sé Autentico

Para poder tener relaciones interpersonales sanas y constructivas considero que es fundamental la identidad, la autenticidad. No podemos ir por el mundo tratando de ser alguien que no somos, forzando nuestra personalidad y haciéndoles creer a los demás que tenemos cosas que no tenemos, y que somos quienes en realidad no somos.

Es dañino intentar fingir siempre, aparentar, ya que quien lo hace no puede ser plenamente feliz, porque debe vivir en una constante mentira, y si hay algo que ocasiona la mentira es la angustia de no ser descubierto, y ésta es la peor enemiga de la felicidad. Por supuesto que estamos en tiempos de apariencias, todos quieren mostrar cosas que no son, hoy la mayoría optan por la superficialidad.

Nuestra sociedad está condenada a mostrar, a aparentar, solo para no ser rechazado. Yo, por el contrario, creo que solo aquel que se viste de sí mismo, que es capaz de ser transparente, de expresar sus sentimientos y emociones, de mostrarse tal cual es, es el verdadero ser humano, y no aquel que muestra mentira y vive de ella.

Sería bueno que en este día pudieras mirar tu vida, y en ella pudieras tratar de mirar si lo que has hecho hasta ahora es ser auténtico, o si, por el contrario, estás viviendo en una farsa que cada vez más te va a ahogar. Vive con autenticidad, siendo tú mismo, sin herir a los demás, pero tampoco dependiendo de lo que los otros puedan decir de ti.

TAREA DEL DÍA
Sé auténtico.

  PADRE ALBERTO LINERO

martes, 18 de septiembre de 2018

Llegamos A Creer (Cap. 4 - Parte 1)

4. LIBERACION DE LA OBSESION
En las últimas etapas de nuestra bebida, la voluntad de resistir se ha escapado.
Sin embargo, cuando admitimos la derrota total y estamos enteramente dispuestos a tratar de vivir conforme a los principios de A.A., nuestra obsesión se desvanece y entramos a una nueva dimensión, la libertad bajo la voluntad de Dios, tal como lo comprendemos.
Bill W.
Carta, 1966

RENDICION TOTAL
Lo que más me impresionó siempre acerca del programa y de mí mismo, es el constante y continuo desafío para tratar de recuperar algo de aquel verdadero y honesto entusiasmo que sentí con la total rendición, cuando llegué por primera vez a A.A. Para mí, esa clase especial de paz espiritual nunca se ha repetido. Ahora, después de todos los períodos de veinticuatro horas acumulados, me doy cuenta de que probablemente nunca se repetirá. He llegado a estar muy cerca de ello algunas veces, pero nunca ha sido igual.
Creo que hay una relación directa entre ese sentimiento y nuestra necesidad en el momento en que fuimos introducidos al programa. Nuestras motivación según creo, es una combinación de dolor suficiente y la Gracia de Dios. ¡De seguro que es una extraña combinación! No encuentro la forma de expresarla a nadie que no pertenezca a A.A.
Des Plaines, Illinois.

EL COGIÓ EL CONTROL
No podía creer que la sobriedad me beneficiaría. Con una esposa que trabajaba, una bonita casa, un impresionante automóvil y tarjetas de crédito en el bolsillo, ¿quién necesitaba ayuda? No creía que pudiera existir ninguna alegría en la vida sin borracheras, cabarets de lujo, y muchachas de cabaret de bajo fono. No podía cree que "esos santurrones" en A.A. estuvieron tan interesados en mi bienestar como ellos lo afirmaba. Y además, no podía creer que gente que admitía haber vivido en la parranda pudiera enseñarme a mí una mejor manera de vivir.
Tampoco necesitaba que me dijeran nada acerca de Dios. Mi abuela, mis tías, y muchas otras personas ya lo habían intentado. Aunque no me interesaba llamarme cristiano, si creía que había una especie de Dios, en algún lugar quien me ayudaría si realmente necesitaba ayuda externa. Pero yo era lo suficientemente hombre y lo suficientemente brillante para ayudarme a mí mismo. ¡Así es que yo no le iba a pedir ayuda a Dios ni a nadie más!
En estos tres últimos años, mientras jugaba en la puerta giratoria con la Comunidad, me bebí todas mis excusas para no necesitar a A.A. Una noche, me senté a solas en mi apartamento, e hice un arqueo de caja: ochenta y nueve centavos de dólar. No tenía alimento disponible. ¿Me gastaría ochenta y cinco centavos en otra botella de vino?
Sí, ¡tenía que hacerlo! Sería imposible para mí enfrentarme al mundo por la mañana sin una bebida. Pero, entonces, me di cuenta de que en realidad no tenía que enfrentarme a ningún mundo por la mañana porque ya no tenía un trabajo al que ir, ni una esposa que me cantaleteara continuamente, ni hijos que me fastidiaran pidiéndome dinero para la escuela.
¿Qué podría hacer? Mi mente se llegó a sentir tan desesperadamente cansada al respecto, que inclusive se negó a intentar una decisión. Desesperado, esperando que El pudiera estarme escuchando, me dejé caer de rodillas al lado de mi botella vacía y oré con sencillez, "Dios mí, por favor ayúdame".
La respuesta llegó inmediatamente. Me di cuenta de que en alguna forma podía pasar la noche ay aún enfrentarme a la luz del día sin otra botella.
Al día siguiente fui a un centro de rehabilitación para alcohólicos. Durante mi estancia, asistiendo diariamente a las reuniones de A.A. y conversando acerca del alcoholismo y la sobriedad con gentes cuya sobriedad personal variaba desde un día a veinticinco años, yo llegué a creer.
El Poder Superior se había llevado esa precisa noche, mi permanente deseo por alcohol, y él me había guiado de regreso a A.A. A pesar de que estaba tratando sinceramente de seguir el programa de A.A., me volvió
el deseo de embriagarme, y tuve que luchar contra él constantemente. Cuando se leyeron los Pasos, la frase "Dios, tal como lo comprendemos" me molestó. Esas gentes tenían algo que yo era incapaz de comprender. Nunca había sido capaz de comprender a Dios, y aún no lo soy. El cambiar Su nombre por el "Poder Superior" no me fue de ninguna ayuda.
Un miembro de los más antiguos usó la metáfora de la electricidad, que después encontré en el Libro Grande. "Una persona que entra en un cuarto oscuro no se preocupa por comprender la electricidad", dijo. "Solamente encuentra el interruptor y enciende la luz". Explicó que podemos encender el interruptor de la espiritualidad simplemente pidiéndole cada mañana a Dios otro día de sobriedad y agradeciéndole por la noche el haber permanecido hermosamente sobrios otro día. El dijo "Hazlo mecánicamente si tú no lo crees en verdad. Pero hazlo diariamente. Probablemente no hay nadie que comprenda los maravillosos caminos del Poder Superior, y no necesitamos hacerlo. El nos comprende".
Así, de esa manera recé cada noche y cada mañana. Algunas veces lo sentía; otras no. Conseguí un trabajo, porque ya no estaba temeroso de solicitarlo. No era la clase de trabajo del que me sentiría orgulloso, y la paga era escasa. Sin embargo, permitió que me mantuviera por mí mismo, y me trasladé del centro de rehabilitación a un pequeño apartamento.
Un sábado en la noche mi "carga" de autolástima me resultó ya muy pasada, y me derrumbé. Aquí estaba, con dos meses de sobriedad, tratando con ahínco de trabajar en el programa. Siendo tan honesto, que me dolía. Continuamente reprimiendo el deseo físico de un trago. ¿Y qué había conseguido? Nada. Vivía solo e un oscuro lugar. Trabajaba en un empleo que desdeñaba. Ganaba apenas lo suficiente para compartir una moneda con la cesta de los "sin trabajo".
Al infierno con todo esto. ¡Más bien podía emborracharme! Manejando hacia la zona que había frecuentado durante la última etapa de mi bebida en bares, inconscientemente di giros equivocados por tres veces en otras tantas esquina, en calles que conocía también como usted conoce el cuarto en que duerme, y terminé en frente de un club de A.A. Me había bajado del automóvil y me encontraba ante la puerta antes de que me diera cuenta de que había equivocado el camino.
Bien, pensé, entraré y les diré adiós . . . en alguna forma concluí yendo a una reunión cercana de A.A. a la que dos miembros me llevaron; la reunión fue tan buena que borró completamente la idea del peregrinaje por los bares.
Cuando entré en mi apartamento y le di un golpecito al apagador para encender la luz, otra luz se hizo en mí. ¡Una luz dentro de mi terco cerebro!
Esa noche, agradecía fervientemente al Dios que yo no comprendo, por tomar el completo control de mi mente todo el tiempo suficiente para entregarme en manos de mis amigos de A.A. salvándome, de este modo, de ser "uno más de tantos borrachos". Ahí entonces, yo llegué a creer que Dios podía y haría por mí lo que ningún otro ser humano. Desde esa vez, no he tenido el deseo de un trago de alcohol. Desde entonces, he llegado a creer que cualquier cosa que sea apropiada para una vida mejor se hace posible viviendo diariamente en la forma de A.A. con la ayuda de un Dios comprensivo, al cual todavía no comprendo.
San Diego, California.

"BAJO DIOS"
El deseo de beber me fue removido y nunca más volvió, una vez que acepté el Paso Tres, durante una terrorífica tormenta en el Pacífico del Norte. Después de todo, usted no tiene mucho que decir ante una cosa así. La definición que la Compañía de Seguros Lloyd's de Londres da del patrón a cargo de un barco es "capitán bajo Dios".
A.A. Internacionalista

UN NUEVO SENTIMIENTO
Desde la infancia, he creído en Dios, pero dejé de ir a la iglesia cuando la embriaguez se apoderó de mí. Durante once años, no tuve un día sobrio, excepto cuando estaba hospitalizado o bajo el tratamiento de un Doctor. Recé muchas veces, pero sentí que eso no me conducía hacia Dios.
Un día, ya cerca del final de esos años, cometí el error de mezclar el licor con una medicina que me recetó un doctor vecino mío. Mi esposa estaba segura de que estaba muerto. Al día siguiente, el doctor dijo que si su teléfono hubiere estado ocupado solo unos minutos cuando ella lo llamó, hubiera sido demasiado tarde; los latidos de mi corazón y el puso se estaba apagando cuando él llegó. A pesar de eso, después de dos semanas de recuperación en el hospital y luego ocho semanas más de abstinencia continuada, estaba otra vez bebiendo. En el curso de dos meses, llegué a un punto en que quería morir y no podía.
Allá en Texas, mi hermana había conocido a un A.A. y después de que recibí una carta de ella, acepté ponerme en contracto con un miembro de A.A. en mi ciudad. Hubiera apostado diez dólares contra una moneda agujereada que se trataba de una falsa alarma, pero fui y me entrevisté con él. Me presentó su Libro Grande y me aconsejó que tratara de leerlo con una mente despejada y que me reuniera con él la noche del jueves siguiente para asistir a una reunión de A.A.
Le dije a mi esposa que nunca antes había hablado con una persona que pareciera comprender mi problema también como él lo hacía. Cerca de las siete p.m. fui al cuarto de baño, al gabinete de medicinas en el que guardaba mi licor y tomé un trago, de una botella de tres cuartos que acababa de comprar. Ahora si ya estaba listo para leer el libro de A.A. Después de leer como una hora, automáticamente me levanté para tomar otro trago. Pero me detuve, recordando que había prometido leerlo con una mente clara. Así que pospuse la bebida y continué con la lectura.
Cuando llegué al capítulo "Nosotros los agnósticos" leí: "No necesitamos hacernos más que una corta pregunta. ¿Creo ahora, o al menos estoy listo a creer, que existe un Poder Superior a mí mismo?" Esto me impresionó mucho.
Pero de cualquier manera fui al cuarto de baño para tomar un trago grande antes de acostarme, como lo había hecho todas las noches durante años. Cuando alargué la mano para tomar la botella, se me ocurrió pensar que "quizás" si pedía a Dios un poco de ayuda, El podría oírme. Apegue la luz y por primera vez en mi vida hablé con toda honestidad y sinceridad: "Querido Dios, si Tu quieres, escúchame. Soy, como Tu lo sabes, un completo canalla para mi familia, mis amigos y para mí mismo. Este licor me ha apaleado hasta derribarme, y soy incapaz de hacer algo al respecto. Ahora, si Tu quieres, dame una noche de descanso sin este trago".
Me fui a la cama. De lo primero que me enteré a continuación, fue que ya eran las seis y media a.m., hora de levantarme. Cuando me senté sobre la cama, por primera vez en años no tenía los sudores fríos y los temblores. Creí que lo que había pasado era que me había levantado y tomado algunos tragos de licor en la madrugada. Pero no; la botella estaba ahí, tal como yo la había dejado la noche anterior.
Me afeité sin tener que tomarme antes varios tragos de licor. Me fui a la cocina y le comenté a mi esposa sobre esta cambio y de la nueva sensación que yo tenía. Hasta me tomé un café sosteniendo la taza con una sola mano, en lugar de vaciarlo en un tazón y sostenerlo con las dos manos. "Sí Dios me está ayudando", dije, "De verdad espero que lo siga haciendo", mi esposa me dijo que El lo haría si yo trataba de ayudarme a mí mismo.
El jueves por la noche, me encontré con el hombre de A.A., y ambos asistimos a mi primera reunión y me encontré con las personas más excelentes y comprensivas que había conocido en toda mi vida. Yo tenía entonces cuarenta y tres años. Ahora tengo sesenta y uno. Puedo decir honestamente que nunca he estado siquiera cerca de tener una recaída, y con Dios como mi socio silencioso, estoy seguro de que puedo continuar así durante otras veinticuatro horas.
Evansville, Indiana.

"ÚSEME"
Después de unirme a A.A. en octubre, bebí el día de Navidad y otra vez en la noche de año nuevo, y no sucedió ningún desastre. Regresé a mi Grupo de A.A. sintiéndome tan íntegro como los demás, porque había sobrevivido a las fiestas. Además, había vencido al alcohol. ¡No se había llevado lo mejor de mi!.
Dos semanas después, de pronto, estaba borracho. No lo había planeado, ni siquiera había pensado en hacerlo; simplemente comencé a beber y no pude parar hasta que perdí el conocimiento. Algo andaba mal en mí. Estaba enfermo de algo que me llegaba hasta lo más profundo del alma. No podía soportarme a mí mismo. No podía mirar a la cara de mis hijos. No podía darle la cara a nada.
Me arrastré de regreso al Grupo de A.A., y escuché por vez primera. Esa noche regresé a mi casa con la mente adormecida. Me encontraba otra vez ante algo a lo que no sabía hacerle frente. Mi suerte no iba a cambiar. Yo era el que iba a tener que cambiar. ¿Podría? Pero, Dios, tal como yo lo comprendía, seguramente estaba disgustado conmigo por ahora. Yo había regateado y adulado y roto todas las promesas que siempre le había hecho. ¿Cómo podía ahora volverme hacia El?.
Al sentarme en ese cuarto vacío, pude oír las palabras "Tanto amó Dios al mundo . . . Tanto amó Dios al mundo . . . ".
Las palabras que finalmente expresé, parecieron haberme sido arrancadas: "Dios mío querido, ¿en dónde voy a encontrar la fortaleza para superar mi alcoholismo?".
La voz que me contestó era tranquila y dulce hasta más allá de cualquier descripción. "Tu tienes la fortaleza, todo lo que tienes que hacer es usarla. Yo estoy aquí. Yo estoy contigo. Aprovéchame".
Ese día volvía a nacer. Desde ese día me fue arrancada la compulsión. Durante once años, desde entonces, he encontrado en la sobriedad aquello que estuve buscando en la botella. Yo quería paz; Dios me dio paz. Quería ser aceptado; Dios me aceptó. Quería ser amado; Dios me aseguró que El me amaba.
Mis hijos ya son mayores, y son unos hermosos muchachos que diariamente, practican por costumbre los principios del programa de A.A.: amor, servicio y honestidad. Todos crecimos juntos, y eso nos hace ser buenos amigos.
Honolulu, Hawai.

lunes, 17 de septiembre de 2018

El Camino De Las Lagrimas (Cap. 3)

El Camino De Las Lagrimas (Jorge Bucay)

CAPÍTULO 3


EL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS

Tristeza y dolor, dos compañeros saludables.
En el lenguaje de todos los días solemos equiparar el dolor con el sufrimiento, y la tristeza con la depresión.
Si buceamos en las etimologías del duelo encontraremos que más allá de la hablada relación con el dolor existen además otras derivaciones interesantes.
Una es la que relaciona el origen con dwel, que quiere decir batalla, pelea entre dos; y que sugiere que en el proceso interno de la elaboración de una pérdida, se establece una lucha, un duelo de hegemonías entre la parte de mí que atada a la realidad acepta la pérdida, y la que quiere retener, la que no está dispuesta a soltar lo que ya no está.
La otra derivación lingüística se vincula a dolos que quiere decir engaño, estafa, falsedad y que nos lleva a pensar en el engaño de todos los que nos han ayudado a creer que podríamos conservar para siempre lo que amábamos, y que todo lo deseado podría ser eterno.

dolor = pena
duelo = guerra como enfrentamiento entre dos partes
dolor = engaño de la eternidad

Vamos a recorrer este camino poniendo el acento en la vinculación del duelo con el dolor por lo perdido, pero no olvidemos que una guerra sucede en nuestro interior y que el bando de "los buenos" es el que quiere aceptar que lo ausente ya no está.
No olvidemos que transitamos este camino soportando la frustrada decepción de confirmar que la infantil creencia de las cosas eternas se ha estrellado contra la realidad de una muerte.
Vamos a hablar por ahora de un duelo normal, dejando el duelo patológico para más adelante.
Asociamos inevitablemente la palabra duelo con la muerte pero voy a repetir muchas veces en este libro que el proceso de elaboración de un duelo sucede (o mejor dicho sería bueno que sucediera) frente a cualquier pérdida, definiendo como vivencia penosa la situación interna frente a lo que ya no está.
Es decir, un duelo puede generarse también a partir de una acción voluntaria, como decidir mudarme o dejar a alguien y también desde hechos ineludibles como el paso del tiempo, por ejemplo.
Frente a la vivencia de la pérdida el proceso de duelo se establece para poder seguir adelante en nuestro camino, para poder superar la ausencia. Pero en este camino que es el de las lágrimas se nos presentan también algunos senderos que nos alejan del final. Uno es un supuesto atajo, otro un desvío que conduce a una vía muerta

Negación
CAMINO DE LAS LÁGRIMAS dolor+
tristeza+
Superación.
Sufrimiento.
Tres maneras de recorrer el camino frente a la pérdida.
Pero no existe más que un camino saludable, el del proceso de elaboración del duelo normal.
La negación de la pérdida es un intento de autoprotección contra el dolor y contra la fantasía de sufrir. Si bien es cierto que, como veremos, una etapa normal del recorrido puede incluir un momento de bloqueo de la realidad desagradable, lo consideramos un desvío cuando la persona se estanca en esa etapa y sigue negando la pérdida más allá de los primeros días.
La negación es una forma de fuga, un vano intento de huida de lo doloroso. Y digo vano porque la negación nos lleva al punto de partida. NO resuelve nuestra pérdida, sólo la posterga y apuesta a que lo podrá hacer eternamente. El negador vive en un mundo de ficción donde lo perdido todavía no se fue, donde el muerto vive, donde lo que pasó nunca pasó. No es el mundo mágico donde todo se resolvió felizmente, sino la realidad detenida en el momento en que todo estaba por comenzar. El universo congelado un instante antes de enterarme de lo que hubiera preferido no enterarme.
El desvío hacia el sufrimiento en cambio, es la decisión de no seguir avanzando. Es una especie de pacto con la realidad que conjuga un mayor dolor ante la posibilidad de tener que soltar lo perdido y mi deseo de no soltarlo nunca. Y entonces nos detenemos y nos apegamos a lo que se fue, instalándonos en el lugar del sufrimiento. Sufrir es cronificar el dolor. Es transformar un momento en un estado, es apegarse al recuerdo de  lo que lloro, para no dejar de llorarlo, para no olvidarlo, para no renunciar a eso, para no soltarlo aunque el precio sea mi sufrimiento, una misteriosa lealtad con los ausentes.
En este sentido el sufrimiento siempre es enfermo. Es como volverse adicto al malestar, es como evitar lo peor eligiendo lo peor.
El sufrimiento es racional aunque no sea inteligente, induce a la parálisis, es estruendoso, exhibicionista, quiere permanecer y necesita testigos.
El dolor en cambio es silencioso , solitario, implica aceptación, estar en contacto con lo que sentimos, con la carencia y con el vacío que dejó lo ausente.
El sufrimiento pregunta por qué aunque sabe que ninguna respuesta lo conformará, para el dolor en cambio se acabaron las preguntas.
El proceso de duelo siempre nos deja solos, impotentes, descentrados y responsables, pero sobre todo tristes.
El dolor conecta con un sentimiento: la tristeza. Una emoción normal y saludable, aunque displacentera, porque significa extrañar lo perdido.
Aunque la tristeza puede generar una crisis, permite luego que uno vuelva a estar completo, que suceda el cambio, que la vida continúe en todo su esplendor.
La más importante diferencia entre uno y otro es que el dolor siempre tiene un final, en cambio el sufrimiento podría no terminar nunca.
La manera en que podría perpetuarse es desembocando en una enfermedad llamada comúnmente depresión. Por si no queda suficientemente claro, depresión no es tristeza y el uso popular indistinto es un gran error y una fuente de dañinos malos entendidos. La depresión es una enfermedad de naturaleza psicológica, que si bien incluye un trastorno del estado de ánimo, excede con mucho ese síntoma..Partiendo del significado de "depresión" como "pozo, hundimiento, agujero, presión hacia abajo o aplastamiento" entenderemos la enfermedad como una disminución energética global que se manifiesta como falta de voluntad, ausencia de iniciativa o falta de ganas de hacer cosas, trabajos, actividades, etc. En la afectividad se expresa como tristeza, vacío existencial, culpa, sensación de soledad. En la mente se crea pesimismo, acrecentamiento de pensamientos cada vez más dominantes de inseguridad y temor.
Hay que sumar todas las características de una enfermedad para poder diagnosticarla; quiero decir, que una persona se sienta triste o pesimista o insegura o se encuentre desganada, no necesariamente garantiza que esté deprimida.
El diagnóstico de depresión es competencia del especialista y no de las evaluaciones de las revistas que empiezan en el supuesto test del estilo:
"¡...Si Ud.sacó más de 15 puntos está deprimido!"
Entre muchas otras cosas, porque también se puede estar deprimido, sin padecer ninguno de los síntomas clásicos de la depresión.
Según su causa, las depresiones se suelen dividir en externas e internas.
¿Cuáles son esas causas externas?
Las desilusiones afectivas, los conflictos interpersonales, la marginación o aislamiento por parte de otras personas, la jubilación, los problemas económicos, la muerte de un ser querido, un fracaso matrimonial, etc.
En la mayoría de estas depresiones el factor desencadenante aparece para sumarse a otros hechos del paciente, no tan circunstanciales: baja capacidad de frustración, miedos patológicos, preocupaciones prolongadas, pesimismo, tensión nerviosa, fobia social, tendencia al aislamiento y la soledad, personalidad dependiente, fuerte añoranza del pasado, rigidez de pensamiento y por supuesto duelo patológico.
Los deprimidos tienden a deformar sus experiencias, a malinterpretar acontecimientos tomándolos como fracasos personales. Exageran, generalizan y tienden a hacer predicciones negativas del futuro..Conocer estas causas pueden servirnos como ayuda para salir de una depresión o como prevención si no se está en ella, porque la clave para solucionar el problema se encuentra en el nivel de comprensión y de cambio en la forma de encarar estas vivencias.
Si el individuo deprimido pudiera mejorar lo que opina de sí mismo, del mundo, de sus propios pensamientos; si no olvidara practicar alguna actividad física y centrara la atención en comunicarse con personas más optimistas y escucharlos atentamente; si escuchara Mozart, asistiera a cursos, desarrollara su creatividad e intentara ser más útil a la sociedad a la que pertenece, podríamos decir sin duda que ha mejorado su pronóstico y por ende su futuro.
Un paso más allá de la depresión podríamos hallar aun la melancolía.
Ya en 1917 Freud comparaba el duelo con la melancolía, porque en ambos casos existe:

* un estado de ánimo profundamente doloroso,
* una cesación del interés por el mundo exterior,
* la cancelación de la capacidad de amar,
* la inhibición de todas las funciones psíquicas.

La diferencia entre ambas es que en la melancolía existe además una pérdida del sentimiento de sí.
Dicho de otra forma, en el duelo es el mundo el que se muestra empobrecido mientras que en la melancolía es además el propio yo del sujeto el que está vacío, devaluado, despreciable y aún más, invadido por una visión del futuro llena de expectativas negativas. El melancólico está seguro de que su sufrimiento continuará indefinidamente.
En el duelo ase puede localizar fácilmente qué es lo que se ha perdido, mientras que el melancólico ya no sabe o nunca supo lo que ha perdido, porque lo que ha perdido es su conciencia del propio yo.
"De alguna manera los duelos patológicos nos conectan con lo que ocurre en la melancolía: Ante la pérdida del objeto, el sujeto, en lugar de retirar la energía psíquica (libido) depositada en el objeto desaparecido y dejarla libre para desplazarse a otro objeto, se retrotrae al yo y ahí se queda, identificándose con el objeto perdido"..Freud dice que la angustia es la reacción ante el peligro que supone para la integridad del sujeto la pérdida del objeto, mientras que el dolor y la tristeza son la verdadera reacción ante el examen de realidad que me priva de algo.
Cada tipo de pérdida implica experimentar algún tipo de privación y las reacciones suelen ser en varias áreas:

* psicológicas,
* físicas,
* sociales,
* emocionales,
* espirituales.

Las reacciones psicológicas pueden incluir rabia, culpa, ansiedad o miedo.
Las reacciones físicas incluyen dificultad al dormir, cambio en el apetito, quejas somáticas o enfermedades.
Las reacciones del tipo social incluyen los sentimientos experimentados al tener que cuidar de otros en la familia, el deseo de ver o no a determinados amigos o familiares, o el deseo de regresar al trabajo.
Las reacciones emocionales pueden redundar en extrañar, recordar, llorar o patalear como un niño.
Las reacciones espirituales pueden incluir el cuestionamiento de la fe, la búsqueda de nuevos referentes religiosos, el ingreso a vivencias de búsquedas mágica de contacto con el pasado.
La respuesta cultural en el caso de la muerte de alguien, es diferente en cada tiempo y en cada lugar.
Hay reglas, costumbres y rituales para enfrentar la pérdida de un ser querido, que son determinados por la sociedad y que forman parte integral de la ceremonia del duelo.
Pero, a pesar de las diferencias, en cualquier entorno el proceso de duelo normal induce a liberarse de algunos lazos con la persona fallecida, lo cual es indispensable para reintegrar al que queda al ambiente en donde la persona ya no está y construir nuevas relaciones para conseguir reajustarse a la vida normal.
Esta actividad requiere mucha energía física y emocional, y es común ver a personas que experimentan una fatiga abrumadora. Este agotamiento no debe caratularse de depresión porque muchas veces es una vivencia transitoria en un duelo absolutamente normal..El resultado de afrontar el dolor.
El resultado de afrontar el dolor.
Cuesta trabajo poder soltar aquello que ya no tengo; poder desligarse y empezar a pensar en lo que sigue. De hecho esto es, para mí, el peor de los desafíos que implica ser un adulto sano, saber que puedo afrontar la pérdida de cualquier cosa.
Este es el coraje, esta es la fortaleza de la madurez, saber que puedo afrontar todo lo que me pase, inclusive puedo afrontar la idea de que alguna vez yo mismo no voy a estar.
Quizás pueda, por el camino de entender lo transitorio de todos mis vínculos, aceptar también algunas de las cosas que son las más difíciles de aceptar, que no soy infinito, que hay un tiempo para mi paso por este lugar y por este espacio.

domingo, 16 de septiembre de 2018

FRASES #68

Cuando estas feliz disfrutas la música, cuando estas triste entiendes la letra.

Acepta y celebra que estas a cargo de tu propia felicidad. Eres director de tu destino. Puedes ser feliz o miserable requiere el mismo esfuerzo.

Aprende de quien te quiere, enseña a quien te crítica, libera a quien te odia y cuida a quien te admira.

La calumnia es como el lodo, cuando se seca, se cae.

Son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos.

Que el amor sea siempre mi guía.

Señor, no permitas que me quede donde estoy. Ayúdame a llegar a donde tú esperas que llegue.

La inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón.

Se necesita tristeza para conocer la felicidad. Ruido para apreciar el silencio y ausencia para apreciar la presencia.

No vivas dando explicaciones.... los amigos no las necesitan, los enemigos no las creen y los estúpidos no las entienden.

Yo no sufro la locura, la disfrutó a cada momento.

No tengo miedo a equivocarme, mientras viva tengo derecho a corregirlo.

El mundo está lleno de pequeñas alegrías; el arte consiste en saber distinguirlas.

No esperes el momento perfecto, toma el momento y hazlo perfecto.

A veces quisiera sacarte de mis sueños...........y abrazarte.

Tu deber es descubrir tú mundo y después entrégate con todo tu corazón.

No temas donde vayas, que has de morir donde debes.

Me gusta la gente que sin motivos te busca y sin ataduras se queda.

Las batallas de la vida son continuas, no las gana el más fuerte, sino el que en ningún momento duda que es DIOS quien da la Victoria.

Si das mucho es porque eres mucho. Nadie da lo que no tiene.

Resumen de mi vida: He reído por todo y he llorado por nada.

Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz, después podrás compartir la vida verdadera con los demás.

El enojo es un amortiguador del dolor.

Mereces Todo el amor de la vida, no lo olvides.

Todo está en empatar el alma con el corazón.