sábado, 5 de mayo de 2018

Los Niños Nacen Sin Ego - Osho

Los niños nacen sin ego. El ego lo enseñan la sociedad, la religión, la cultura.

Seguramente habréis observado a los niños pequeños. No dicen: «Tengo hambre». Si el niño se llama Bob, dirá: «Bob tiene hambre. Bob quiere ir al baño». No tiene sentido del «yo». Se refiere a sí mismo en tercera persona. Bob es como la gente lo llama, y él se llama a sí mismo Bob. Pero llegará un día... Cuando empiece a hacerse mayor le enseñaréis que eso no está bien. «Bob es como te llaman los demás; tú no tienes que llamarte Bob a ti mismo. Tienes una personalidad distinta y tienes que aprender a decir "yo".»

El día en que Bob se convierte en «yo» pierde la realidad del ser y cae en el oscuro abismo del delirio. En cuanto empieza a referirse a sí mismo como «yo» se pone en funcionamiento una energía completamente distinta. El «yo» quiere crecer, fortalecerse; quiere esto, lo otro. Quiere elevarse cada vez más en el mundo de las jerarquías, siente el imperativo de conquistar más y más territorios.

Si alguien tiene un «yo» mayor que el tuyo, te crea un complejo de inferioridad.

Haces todos los esfuerzos posibles por demostrar que «yo soy superior a ti», «yo soy más santo que tú», «yo soy más grande que tú». Dedicas tu vida entera a algo absurdo, que ni siquiera existe. Inicias un sendero de sueños, y seguirás avanzando por él, haciendo crecer tu «yo» cada día más, lo que te  creará la mayor parte de tus problemas.

Incluso Alejandro Magno tenía enormes problemas. Su «yo» interno quería ser el conquistador del mundo, y casi llegó a conquistarlo. Digo «casi» por dos razones. En su época, no se conocía la mitad del mundo, por ejemplo América. Y además, entró en la India, pero no la conquistó; tuvo que retirarse.

No era muy mayor, solo tenía treinta y tres años, pero durante aquellos treinta y tres años se había limitado a pelear. Se había puesto enfermo, aburrido de tanta batalla, de tanta muerte, de tanta sangre. Quería volver a su patria para descansar, y ni siquiera logró eso. No llegó a Atenas. Murió en el camino, justo un día antes de llegar allí, veinticuatro horas antes.

Pero ¿y la experiencia de toda su vida? Cada vez más rico, más poderoso, y después su absoluta impotencia, al no ser capaz ni siquiera de retrasar su muerte veinticuatro horas... Había prometido a su madre que una vez que hubiera conquistado el mundo volvería y lo pondría a sus pies como regalo. Nadie había hecho semejante cosa por una madre, de modo que era algo único.

Pero aun rodeado de los mejores médicos se sintió impotente.
Todos dijeron:
—No sobrevivirás. En ese viaje de veinticuatro horas morirás. Será mejor que descanses aquí, y quizá tengas alguna posibilidad. Pero no te muevas. Ni siquiera creemos que el descanso te sirva de mucho... Te estás muriendo. Te acercas cada vez más, no a tu patria, sino a tu muerte, no a tu hogar, sino a tu tumba. »Y no podemos ayudarte. Podemos curar la enfermedad, pero no la muerte. Y esto
no es una enfermedad. Eres casi como un cartucho descargado. En treinta y tres años has gastado tu energía vital en luchar contra esta nación y contra la otra. Has desperdiciado tu vida. No es enfermedad, sino simplemente que has gastado tu energía vital, inútilmente.

Alejandro era un hombre muy inteligente, discípulo del gran filósofo Aristóteles, que fuera su tutor. Murió antes de llegar a la capital. Antes de morir le dijo a su comandante en jefe:
—Este es mi último deseo, que debe cumplirse.
¿Cuál era aquel último deseo? Algo muy extraño. Consistía en lo siguiente:
—Cuando llevéis mi ataúd a la tumba, debéis dejar mis manos fuera.
El comandante en jefe preguntó:
—Pero ¿qué deseo es ese? Las manos siempre van dentro del ataúd. A nadie se le ocurre llevar un ataúd con las manos del cadáver fuera.
Alejandro replicó:
—No tengo muchas fuerzas para explicártelo, pero para abreviar, lo que quiero es mostrar al mundo que me voy con las manos vacías. Pensaba que era cada día más grande, más rico, pero en realidad era cada día más pobre. Al nacer llegué al mundo con los puños apretados, como si sujetara algo en mis manos. Ahora, en el momento de la muerte, no puedo irme con los puños apretados.

Para mantener los puños apretados se necesita vida, energía. Un muerto no puede mantener los puños cerrados. ¿Quién va a cerrarlos? Un muerto deja de existir, se le ha escapado toda la energía, y las manos se abren por sí solas. 
—Que todo el mundo sepa que Alejandro Magno va a morir con las manos vacías, como un mendigo.
Pero me da la impresión de que nadie ha aprendido nada de esas manos vacías, porque en las épocas posteriores a Alejandro la gente ha seguido haciendo lo mismo, si bien de distintas maneras.

El EGO ES EL ORIGEN DE TODOS LOS PROBLEMAS DE LA PERSONA, de todos los conflictos, las guerras, los celos, el miedo, la depresión. Sentirse fracasado, compararse continuamente con los demás hiere a todos, y hiere terriblemente, porque no se puede tener todo.

Si hay alguien más guapo que tú, te hiere; si alguien tiene más dinero que tú, te hiere; si alguien es más culto que tú, te hiere. Existen millones de cosas que pueden herirte, pero no lo sabes, esas cosas no son las que te hieren, a mí no me hieren. Te hieren a ti por tu ego.

El ego no para de temblar de puro miedo, porque sabe muy bien que es un recurso artificial creado por la sociedad para que sigas corriendo en pos de unas sombras. Este juego del ego es la política de subir cada vez más alto.

El ego y todos sus juegos... El matrimonio es uno de sus juegos, el dinero es otro de sus juegos, y también el poder. Todos son juegos del ego. Hasta ahora la sociedad no ha parado con sus juegos; es como si existieran unos Juegos Olímpicos incesantes, por todo el mundo. Todos intentan subir y todos les tiran de las piernas, porque en la cima del Everest no hay sitio para tantos.

Es una lucha a muerte, y llega a ser tan importante que acabas olvidando que ese ego te fue implantado por la sociedad, por tus profesores. ¿Qué hacen desde la guardería hasta la universidad? Fortalecer tu ego. Cuantos más títulos añaden a tu nombre, más importante te sientes.

El ego es la mayor de las mentiras, que tú has aceptado como una verdad; pero los intereses creados lo favorecen, porque si todos aceptaran la ausencia del ego, la competición olímpica que se desarrolla en el mundo entero sencillamente se paralizaría.

Nadie querría subir al Everest, sino que disfrutaría del sitio donde está y se alegraría de ello.

El ego te mantiene a la espera: mañana, cuando triunfes, te alegrarás.

Naturalmente, hoy tienes que sufrir, tienes que sacrificarte. Si quieres triunfar mañana, tienes que sacrificarte hoy. Has de merecerte el triunfo, y para eso haces toda clase de ejercicios. Solo es cuestión de sufrir durante algún tiempo y después te alegrarás. Pero ese mañana nunca llega. Nunca ha llegado.

Mañana simplemente significa lo que nunca llega. Supone retrasar la vida, una estrategia estupenda para seguir sufriendo.

El ego no puede sentir alegría en el presente, no puede existir en el presente; solo existe en el futuro, en el pasado, es decir, en lo que no es. El pasado ya no existe, el futuro aún no existe; ambos carecen de existencia. El ego solo puede existir con lo no existente, porque en sí mismo no existe.

En el momento puramente presente no hallarás ningún ego en tu interior, sino una alegría silenciosa, una nada silenciosa y pura

viernes, 4 de mayo de 2018

Los Juicios

No entiendo por qué algunos son especialistas en decirles a los otros qué tienen que hacer, pero son muy malos para tomar decisiones y hacer las acciones correctas en su propia vida. 
Algunos tienen el síndrome de los consejeros. Siempre saben qué tiene que hacer el otro, pero pocas veces saben qué les toca hacer a ellos mismos.

Me preocupa que algunos estén más pendientes de la vida de los demás que de la propia. 
No tenemos por qué hacerlo. Tenemos que aprender a respetar su libertad y dejar que sean responsables de lo que ellos deciden y hacen.

Estamos llamados a ser solidarios, a ser amigos, a estar cerca, a dar nuestra opinión, pero no pretendamos decirles a los demás qué tienen que hacer.
Tenemos que ser cuidadosos al hablar; darles órdenes a los demás sobre lo que deben hacer en su existencia no sólo es un error, sino una falta de respeto. 

Sé que a muchos les encanta que otros decidan por ellos para luego poder culparlos y así sentirse libres de toda responsabilidad. Pero eso no es lo que quiere Dios. Dios nos quiere dueños de nuestra propia existencia, sabemos qué hacemos y por qué lo hacemos. 
La vida se vive sin egoísmos pero también sin extra limitaciones en nuestras opiniones y manifestaciones frente a la vida de los demás. 

Lo más doloroso es que normalmente estas intromisiones terminan en juicios destructivos que hieren y ofenden al otro. 
No olvides que es muy fácil hablar de los demás sin saber lo que ellos están viviendo. Sólo el que vive bajo la gotera sabe cuánto moja la lluvia. 

TAREA​ DEL DÍA: Evita hacer juicios sobre la vida de los demás. Sé respetuoso de su individualidad. 

P. Alberto Linero

jueves, 3 de mayo de 2018

El Ego - Osho

El ego es un iceberg. Fúndelo. Fúndelo en las profundidades del amor para que desaparezca y tú pases a formar parte del océano.


¿QUÉ ES EL EGO?

El ego es justo lo contrario de tu verdadero ser. El ego no eres tú, sino el engaño creado por la sociedad para que te entretengas con esa baratija y no te plantees preguntas sobre lo verdadero. Por eso insisto tanto en que, a menos que te liberes del ego, jamás llegarás a conocerte.

Naciste con tu auténtico ser. Después empezaron a crearte un falso ser: eres cristiano, eres católico, blanco, alemán, perteneces a la raza elegida por Dios, estás destinado a dominar el mundo, etcétera. Crean una falsa idea de quién eres. Te ponen nombre y en torno a ese nombre crean ambiciones, condicionamientos.

Y poco a poco —porque lleva casi una tercera parte de la vida— actúan sobre el ego en el colegio, en la iglesia, en el instituto, en la universidad... Cuando acabas la universidad has olvidado por completo tu ser inocente. Eres un gran ego que ha superado la universidad con matrícula de honor y está preparado para salir al mundo.

Ese ego tiene toda clase de deseos y ambiciones, y quiere estar siempre por encima de todo. Ese ego se aprovecha de ti y no permite ni que vislumbres tu auténtico ser, cuando tu vida está precisamente ahí, en la autenticidad. De ahí que el ego solo produzca tristeza, sufrimiento, lucha, frustración, locura, suicidios, asesinatos... toda clase de crímenes.

Quien va en pos de la verdad tiene que empezar por este punto: descartar cuanto la sociedad le ha dicho que es. Tú no eres eso, porque nadie sino tú puede saber quién eres; ni tus padres, ni tus profesores, ni los sacerdotes. Salvo tú mismo, nadie puede penetrar en la intimidad de tu ser, nadie sabe nada de ti, y todo lo que han dicho sobre ti es falso.

Déjalo a un lado. Desmantela todo ese ego. Al destruir el ego, descubrirás tu ser, y ese descubrimiento es el mayor que se puede dar, porque supone el inicio de una nueva peregrinación hacia la felicidad absoluta, hacia la vida eterna.

Se puede elegir, entre la frustración, el sufrimiento, la tristeza, seguir aferrándose al ego y alimentándolo, o la paz, el silencio y la felicidad; pero para eso hay que recobrar la inocencia

miércoles, 2 de mayo de 2018

¿Qué Estoy Haciendo Para Realizar Mis Sueños?

Yo estoy convencido de que soy un profesional en soñar. 

Me gusta soñar en grande, me gusta plantear proyectos, me gusta pensar que todo puede ser mejor, en fin, soy amante de los sueños. Sin embargo, creo que muchas veces puedo correr el riesgo de soñar con los pies fuera de la tierra, y es ahí donde creo que los soñadores corremos riesgos. 

Por supuesto que es bueno soñar, pero también es bueno  ser capaces de vivir fuera del sueño, con los pies en la tierra. 

Hay muchas personas que sueñan tan alejadas de la realidad, que nunca han podido hacer nada en ella. 

Sueñan con tener el carro más lujoso o una casa grande, y nunca han trabajado para pagar la primera cuota. 
No soy partícipe de soñar así, creo que hay que saber que la gracia es poder cumplir los sueños y eso se hace, por supuesto, con trabajo. 

No creo en la gente que dice ser soñadora y no se esfuerza por salir adelante, ni lucha todos los días por alcanzar sus sueños. 

Creo que la ecuación perfecta aquí es “sueño-trabajo”, las dos deben estar agarradas de la mano, de lo contrario, terminaremos frustrados por no poder alcanzar nada en la vida. 

En parte, las peores frustraciones vienen, precisamente, porque nos proponemos algo y nunca lo podemos hacer, porque no hay medios o porque nunca nos esforzamos. 

Te invito hoy a mirar cómo están tus sueños, qué es lo que has soñado, sobre todo, a ser capaz de trabajar para alcanzar lo que te propones. 


PADRE ALBERTO LINERO


TAREA DEL DÍA:
Revisa qué cosas estás haciendo para hacer realidad algún sueño

martes, 1 de mayo de 2018

4 Mitos Sobre El Envejecimiento

1. Ser más joven es mejor. 
Nos preocupa lo que vemos en el espejo. Pero él solo refleja nuestro rostro en reposo, no la forma en que miramos a los que amamos.

2. No volveré a sentir que me necesitan. 
Usted puede ser necesaria. Las amigos de Martha, aunque ella esta en una silla de ruedas, la llaman "Voluntaria del Año". Les lee a los niños de su vecindario, los ayuda en sus tareas escolares, escribe y envía carta para recabar fondos para buenas causas.

3. Nuestra vida se estrecha conforme envejecemos.
Si hacemos un esfuerzo se puede volver más plena. Cuando éramos jóvenes, nuestro trabajo y familia nos ocupaban día y noche. Cuando ya somos más grandes, tenemos el don del tiempo para realizar actividades recreativas.

4. Voy a ser una carga.
Puede ser que otros no lo vean así. Una mujer le dijo a su padre moribundo: ¿una carga? Olvídalo, todo eso esta pagado con anterioridad.

lunes, 30 de abril de 2018

Los Ideales (Parte III) - Osho

UN PERIODISTA INTENTABA SACARLE UNA HISTORIA DE INTERÉS HUMANO A UN
HOMBRE VIEJÍSIMO DE UN ASILO DE ANCIANOS FINANCIADO POR EL ESTADO.

—A ver, abuelo —dijo el periodista jovialmente—. ¿Qué pensaría si de repente le llegara una carta diciendo que un familiar lejano le ha dejado en herencia cinco millones de dólares?
—Mira, hijo —respondió lentamente el anciano—. Seguiría teniendo noventa y cuatro años.

¿LO ENTIENDES? LO QUE DICE EL ANCIANO ES: «Tengo noventa y cuatro años. Si me veo con cinco millones de dólares, ¿qué voy a hacer con ellos? Seguiría teniendo noventa y cuatro años».
Lo que dice Buda, lo que dice Mahavira, lo que dice Jesucristo no sirve de nada.
Estás muerto de frío, o tienes noventa y cuatro años. Incluso si te meten en la cabeza todos los conocimientos del mundo, no te servirá de nada; seguirás muerto de frío o tendrás noventa y cuatro años. A menos que surja cierta experiencia en tu interior, una experiencia vital que transforme tu ser y vuelva a hacerte joven, vivo, nada tendrá ningún valor.
De modo que no preguntes a los demás. Esa es la primera lección que hay que aprender, que hay que preguntarse a uno mismo. Y también hay que recordar otra cosa:
evitar esas respuestas, porque las respuestas ya están dadas, ya las han dado otras personas. Eres tú quien plantea la pregunta, de modo que ninguna respuesta que te dé otra persona te servirá de ayuda.
Tú planteas la pregunta, y la respuesta también tiene que venir de ti.
Digamos que Buda ha bebido y está contento, que Jesucristo ha bebido y está como en éxtasis. Yo también he bebido, pero ¿cómo puedo contribuir a saciar tu sed? Tú, tú mismo tendrás que beber.

VEAMOS. Un emperador le pidió a un místico sufí que fuera a su corte a orar por ellos. El místico acudió a la cita, pero se negó a orar. Dijo:
—No puedo hacerlo. ¿Cómo podría rezar por vosotros? —E insistió—: Hay unas cuantas cosas que hemos de hacer nosotros mismos. Por ejemplo, si quieres hacer el amor con una mujer, tienes que hacerlo tú, tú mismo. Yo no puedo hacerlo por ti ni en tu nombre. Si tienes que sonarte la nariz, tienes que hacerlo tú, porque yo no puedo sonarme la nariz por ti; no serviría de nada. Y es lo mismo con la oración. ¿Cómo puedo yo orar por nadie? Ora por ti mismo, porque yo también puedo orar por mí mismo.
Cerró los ojos y se sumergió en la oración.

ESO ES LO QUE YO PUEDO HACER. El problema ha desaparecido para mí, pero no ha desaparecido gracias a la respuesta que me haya dado nadie. Yo no le he preguntado nada a nadie. Aún más; todo mi esfuerzo ha consistido en no hacer caso a las respuestas que me han dado los demás con tanta generosidad.
La gente no para de darte consejos. Con los consejos son muy generosos. A lo mejor no lo son con otras cosas, pero con los consejos son estupendos. Tanto si los pides como si no, te los dan.
El consejo es lo único que se da en gran cantidad y lo único que no se acepta. Nadie lo acepta.
Me han contado que un día estaban dos vagabundos sentados bajo un árbol y uno le dijo al otro:
—Yo he acabado en este estado por no hacer caso a los consejos de nadie.
Y el otro replicó:
—Amigo, yo he acabado así por haber seguido los consejos de todo el mundo.

TIENES QUE HACER TU PROPIO VIAJE. Estás helado; lo sé. Eres desgraciado; lo sé.
La vida es dura; también lo sé. Y no tengo ningún consuelo para ti, ni creo que yo pueda consolarte, porque todo consuelo se convierte en un aplazamiento. La osa le dice al osezno: «Sí, tu padre era un oso polar», y durante un rato el osezno intenta no morirse de frío porque supuestamente los osos polares no pasan frío, pero no le sirve de nada.
Vuelve a preguntar: «Mamá, ¿mi abuelo también era un oso polar?». Intenta saber lo siguiente: «¿Hay algo en mi herencia que va mal y por eso tengo tanto frío?». Y la madre contesta: «Sí, tu abuelo también era un oso polar». Vuelve a intentar aplazar el frío, pero no se puede. Se puede retrasar un poco, pero vuelve.
No se puede rehuir la realidad.

Teorizar tampoco sirve de ayuda. Olvídate de las teorías y presta atención a los hechos. ¿Te sientes deprimido? Tienes que indagar en la depresión. ¿Estás enfadado?
Tienes que indagar en ese enfado. ¿Sientes deseos sexuales? Pues olvídate de lo que digan los demás; indaga en tu interior. Es tu vida y tú tienes que vivirla. No pidas nada prestado, no aceptes nada de segunda mano. Dios ama a las personas de primera mano. No parece que le gusten las copias. Sé una persona original, individual, sé tú mismo e indaga en tus problemas.
Y solo puede decirte una cosa: que en tu problema está oculta la solución. El problema es simplemente una semilla. Si profundizas en él, brotará la solución. Tu ignorancia es la semilla. Si profundizas en ella, florecerá el conocimiento. El problema consiste en el frío que sientes, en los escalofríos. Adéntrate en ellos, y surgirá el calor.
En realidad te lo dan todo: la pregunta y la respuesta, el problema y la solución, la ignorancia y el conocimiento. Solo tienes que mirar en tu interior.
Me da la impresión de que los seres humanos piensan que no basta con ser ellos mismos. ¿Por qué sienten tal compulsión la mayoría de las personas por alcanzar poder, prestigio y todo lo demás en lugar de limitarse a ser simplemente seres humanos?
Es una pregunta muy complicada. Tiene dos facetas, y hay que comprender ambas.
En primer lugar: nunca has sido aceptado como eres por tus padres, tus profesores, tus vecinos, la sociedad. Todo el mundo intentaba destacar los fallos, los errores, las faltas, las debilidades, las fragilidades a las que tienen tendencia todos los seres humanos, pero nadie destacaba tu belleza, tu inteligencia, tu grandeza.
El simple hecho de estar vivo es un regalo maravilloso, pero nadie te ha dicho que te sientas agradecido a la existencia. Por el contrario, todo el mundo te decía que te quejaras, que rezongaras. Naturalmente, si todo lo que te rodea en la vida desde el principio destaca lo que no eres y deberías ser, te va ofreciendo grandes ideales que deberías alcanzar, nunca se elogiará lo que eres. Lo que se elogia es tu futuro, si puedes llegar a ser alguien respetable, poderoso, rico, intelectual, famoso de una u otra forma, no un don nadie.
Ese constante condicionamiento ha creado en ti la siguiente idea: «No soy lo suficiente tal y como soy, me falta algo. Y tengo que estar en otra parte, no aquí. No debería estar aquí, sino en un lugar más elevado, con más poder, más dominio, más respetado, más conocido».
Eso es solo la mitad de la historia, algo feo, que no debería ser así. Desaparecería si las personas aprendieran con un poco más de inteligencia a ser madres, padres, profesores.
No se debe mimar al niño, sino contribuir a que se acepte a sí mismo, a que crezca su autoestima. Por el contrario, a lo que contribuyes es a crear obstáculos para su crecimiento. Esa es la parte más fea, pero también la más sencilla. Puede eliminarse, porque resulta muy sencillo y lógico comprender que no eres responsable de lo que eres, sino que la naturaleza te ha hecho así. De nada sirve ahora llorar y lamentarse en la leche derramada.
Pero la segunda parte tiene una enorme importancia. Incluso si se eliminan todos estos condicionamientos, es decir, que te desprogramen, que te quiten todas esas ideas de la cabeza, seguirás pensando que no vales lo suficiente, pero de todos modos será una experiencia completamente distinta. Las palabras serán las mismas, pero la experiencia diferente.
No vales lo suficiente porque puedes llegar a más. Ya no se trata de hacerse famoso, respetable, poderoso, rico. Dejarás de preocuparte por esas cosas. Empezarás a preocuparte porque tu ser es solo una semilla. Cuando llegas al mundo no naces como un árbol, sino  como una simple semilla, y tienes que crecer hasta el punto de la madurez, de la floración, y esa floración te llenará de alegría, de satisfacción. Este florecimiento no tiene nada que ver con el poder, ni con el dinero, ni con la política. Solo tiene que ver contigo mismo, como progreso individual. Y para eso, el otro condicionamiento supone un obstáculo, una distracción, significa encaminar mal el deseo natural de crecimiento.

Todo niño nace para crecer y convertirse en un ser humano hecho y derecho, con amor, con compasión, con silencio. Tiene que convertirse en una auténtica fiesta por sí mismo. No se trata de competir, ni siquiera de comparar.
Pero el primer condicionamiento, tan feo, te distrae porque la sociedad, los intereses creados, se aprovechan de la necesidad de crecer, la necesidad de convertirte en algo más, de desarrollarte. Desvían esa necesidad, te llenan la mente de modo que piensas que esa necesidad significa tener más dinero, que esa necesidad significa ocupar el primer lugar en todos los terrenos, en la educación, en la política, en todo. Estés donde estés, has de ocupar el primer lugar; si no llegas, pensarás que no has actuado bien, sentirás un grave complejo de inferioridad.

Este condicionamiento produce complejo de inferioridad porque su objetivo consiste en que seas superior, superior a los demás. Te enseña a competir, a compararte con los demás. Te enseña la violencia, la lucha. Te enseña que no importan los medios, que lo que importa es el fin, que el éxito es el objetivo.

Y eso se consigue fácilmente porque nacemos con el impulso de crecer, con el impulso de estar en otro sitio. Una semilla tiene que viajar hasta muy lejos para transformarse en unas flores. Es una peregrinación. Es un impulso maravilloso, que
concede la naturaleza misma, pero hasta ahora la sociedad se ha servido de múltiples astucias para desviar y cambiar tus instintos naturales y transformarlos en utilidad social.Estos son los dos aspectos que te hacen sentir que estés donde estés te falta algo, que tienes que acceder a algo, conseguir algo, triunfar, trepar.

Tienes que emplear a fondo tu inteligencia para distinguir entre tu impulso natural y los condicionamientos sociales. Olvídate de los condicionamientos sociales —son una estupidez—, para que tu naturaleza siga siendo pura, impoluta. Y la naturaleza siempre es individualista.
Crecerás y florecerás, y a lo mejor te salen rosas, mientras que a otra persona quizá le salgan caléndulas. Tú no serás superior al otro por las rosas, ni el otro será inferior a ti por las caléndulas. Lo importante es que los dos habéis florecido, y ese florecimiento, ese desarrollo, produce una profunda satisfacción. Desaparece la frustración, la tensión, y te invade una gran sensación de paz, esa paz que te inunda, que sobrepasa la comprensión, pero en primer lugar tienes que cortar con todas las estupideces de la sociedad, porque si no seguirán desviándote, distrayéndote.

Tienes que ser rico, pero no por el dinero. La riqueza es otra cosa. Un mendigo puede ser rico y un emperador pobre. La riqueza es una cualidad del ser.

domingo, 29 de abril de 2018

Reflexión De Mi Padre

Mi papá tenía muchos problemas. No dormía y se sentía agotado. Era irritable, gruñon y amargado. Siempre estaba enfermo, hasta que un día, de pronto, él cambió.

La situación estaba igual, pero él era distinto.

Cierto día, mi mamá le dijo:
- Amor, llevo tres meses buscando empleo y no he encontrado nada, voy a tomarme un té con mis amigas.

Mi papá le contestó:
- Está bien.

Mi hermano le dijo:
- Papá, voy mal en todas las materias de la Universidad...

Mi papá le contestó:
- Está bien, ya te recuperarás, y si no lo haces, pues repites el semestre, pero tú pagas la matrícula.

Mi hermana le dijo:
- Papá, choqué el carro.

Mi papá le contestó:
- Está bien hija, llévalo al taller, busca cómo pagar y mientras lo arreglan, movilízate en autobús o en el metro.

Su nuera le dijo:
- Suegro, vengo a pasar unos meses con ustedes.

Mi papá le contestó:
- Está bien, acomódate en el sillón de la sala y busca unas cobijas en el clóset.

Todos en casa de mi papá nos reunimos preocupados al ver estas reacciones.
Sospechábamos que hubiese ido al médico y que le recetara unas pastillas de "me importa un carajo de 1000 mg"
Seguramente también estaría ingiriendo una sobredosis.
Propusimos entonces hacerle una "intervención" a mi papá para alejarlo de cualquier posible adicción que tuviera hacia algún medicamento anti-berrinches

Pero cuál no fue la sorpresa, cuando todos nos reunimos en torno a él y mi papá nos explicó:

"Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que cada quien es responsable de su vida, me tomó años descubrir que mi angustia, mi mortificación, mi depresión, mi coraje, mi insomnio y mi estrés, no resolvían sus problemas sino que agravaban los míos.

Yo, no soy responsable de las acciones de los demás, pero sí soy responsable de las reacciones que yo exprese ante eso.

Por lo tanto, llegué a la conclusión de que mi deber para conmigo mismo, es mantener la calma y dejar que cada quien resuelva lo que le corresponde.

He tomado cursos de yoga, de meditación, de milagros, de desarrollo humano, de higiene mental, de vibración y de programación neurolingüística, y en todos ellos, encontré un común denominador: finalmente todos conducen al mismo punto.

Y, es que yo sólo puedo tener injerencia sobre mí mismo, ustedes tienen todos los recursos necesarios para resolver sus propias vidas.
Yo sólo podré darles mi consejo si acaso me lo piden y, de ustedes depende seguirlo o no.

Así que, de hoy en adelante, yo dejo de ser: el receptáculo de sus responsabilidades, el costal de sus culpas, el lavandero de sus remordimientos, el abogado de sus faltas, el muro de sus lamentos, el depositario de sus deberes, quien resuelve sus problemas ó su llanta de repuesto para cumplir sus responsabilidades.
A partir de ahora, los declaro a todos adultos independientes y autosuficientes.

Todos en casa de mi papá se quedaron mudos.
Desde ese día la familia comenzó a funcionar mejor, porque todos en la casa saben exactamente lo que les corresponde hacer.

Autor:
¡¡¡UN HOMBRE FELIZ!!!