Es cierto. A veces sentimos golpes en el corazón. Uno tras otro. Y parecen no cesar.
¿Sabías que el sufrimiento tiene un propósito?
¿Sabías que venimos al mundo como bloques de mármol sin trabajar?
Todos venimos a cumplir una misión, un propósito especial. El problema es que estamos muy llenos de pedazos que nos sobran, que no nos ayudan a ver nuestra verdadera forma, nuestra verdadera identidad. Mucho ego, mucha envidia, mucho orgullo, mucho egoísmo....
Tenemos la posibilidad de ser quienes debemos ser. Pero, cuando no podemos, entonces, la vida nos da un golpe de cincel… Es que el sufrimiento nos forma, nos cambia, nos ayuda a ver quiénes somos verdaderamente. A ver nuestro potencial, a volvernos mejores personas...
Sólo sacando aquello que nos envuelve, pero no nos aporta, podemos revelar lo que siempre estuvo allí y no podía ser visto. Ese potencial que hace única y especial a cada persona.
Tomar un cincel y comenzar a trabajar quitando aquello que tapa nuestra esencia es un proceso difícil y doloroso. Pero, también es un proceso mágico. Muy en el fondo, aunque corramos tras vanidades y creamos tener todo, una parte nuestra siente que no somos felices, que algo nos falta, que la vida debe tratarse de otra cosa… Muy en el fondo, siempre sentimos que no tiene sentido venir a este mundo solo para algunos pequeños placeres que se dan esporádicamente. Tomar el cincel no es sencillo.
Cada vez que nos martillamos, cada vez que algo nos golpea, cada vez que logramos entrar un poco más profundo, una parte del mármol sobrante se desprende. Duele. Asusta. Pero, es la única forma de hacerlo…
Es la única forma de convertirnos en quienes debemos ser”
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Lic. Daiana Odaia Slipak.