Con mucha frecuencia, una madre acaba haciendo las tareas domesticas que otros miembros de la familia deberían estar haciendo.
Delegar esos trabajos domésticos no sólo facilitaría la vida de ella, sino que haría que sus hijos se sintieran valorados.
Aún los más pequeños pueden empatar calcetines o poner su ropa donde deben ponerla y no dejarla tirada debajo de la cama, o en un rincón del closet.
Por supuesto que es mucho más sencillo hacer uno misma todas esas tareas, que andar correteando a los niños para que las hagan.
Solo tome en cuenta que con estas acciones usted forjara a sus hijos para que sean independientes y aprendan que no siempre habrá alguien que les ayude toda la vida a recoger sus cosas.
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