CAPÍTULO 7
Duelo anticipado.
El tema genera cierta controversia.
Se han hecho muchos estudios y se ha
escrito mucho para tratar de acotar su significado. Duelo anticipado se refiere
al proceso que ocurre en anticipación de la pérdida e incluye mucho de los
síntomas de un duelo normal.
Los siguientes aspectos están siempre
presentes:
1. tristeza,
2. preocupación por la persona que va a
morir
3. ensayo del deceso
4. ajuste previo a las consecuencias de
la muerte
5. vivencia efectiva de la despedida, a
veces mutua.
Es un error creer que hay un volumen de
tristeza fijo y que si se experimenta antes disminuye la pena que
"queda" para después de la pérdida. las emociones no funcionan así.
De todas maneras algunos estudios aportan datos que documentan que el duelo
anticipado mejora la capacidad de adaptación de los familiares a recuperarse
del dolor de la pérdida.
Algunos investigadores dicen que la
anticipación casi nunca ocurre. Aceptar la muerte de una persona querida antes
de que muera condena al familiar vulnerable a la culpa de haber abandonado al
paciente antes del final. Y además existe la preocupación de que el paciente
experimente "demasiado dolor" adicional por la situación de muerte
inminente y esperada a su alrededor.
En todo caso, lo que seguramente existe
es la natural anticipación involuntaria de los familiares de los pacientes en
largas agonías.
Integración.
Es necesario integrar el pensamiento con
el sentimiento y con la acción. Aceptar conscientemente un sentimiento no
produce necesariamente la capacidad de expresarlo..Una cosa es ponerse triste,
y otra muy distinta es poder llorar.
Saber que uno está enojado no es lo mismo
que expresar mi enojo.
En el duelo, el cuerpo se acoraza
(endurece), se defiende tratando de amortiguar el impacto que produce el dolor.
Poder expresar los sentimientos que produce una pérdida, ya sea la rabia o el
miedo, nos ayuda a enfrentar el dolor para poder luego cicatrizar la herida del
alma.
Si permanecemos "fuertes",
sólo estamos tapando el dolor, Sea como fuere seguramente pasaremos por la
vivencia de la muerte de alguno de nuestros seres queridos incluyendo también
la de nuestros padres.
El dolor puede y va a enseñarnos
irremediablemente a darle un nuevo sentido a la vida, va a cambiar valores y
prioridades.
Quizás ahora te parezca imposible, pero
con el tiempo vas a ir superando la muerte de la persona amada. Y llegará un
día en que vas a poder decir que la vida continúa y que te sentís feliz por
estar vivo.
Duelo por viudez
Cuando la realidad conocida se rompe, lo
seguro y ordenado se vuelve caótico.
El mundo parece hostil y nada puede
aliviar la incertidumbre y la inseguridad.
Y cuando la responsabilidad de mantener
el provisorio orden ara compartida con otro que ya no está, aparecen la
desesperación y el vacío.
Sólo por la interacción se mantiene el
sentido del individuo en el mundo y su identidad, quizás por eso los que
pierden su pareja dicen haber perdido una parte esencial de ellos mismos y se
sienten extraños y ausentes.
La pérdida del compañero impone
desorden, menoscaba el sentido de la vida y amenaza la identidad.
La consecuencia más extrema e
irreversible es lo que se ha dado en llamar el "síndrome del corazón
roto", donde la muerte del cónyuge precipita la propia.
Hace muchos años, mientras yo era
practicante en la guardia médica del Instituto de Cirugía de Haedo, recibimos
una llamada para atender una emergencia en una casa cercana al hospital.
Dos médicos, una enfermera, el
camillero, el chofer y yo nos subimos con el equipo de resucitación necesario a
la ambulancia y en menos de cinco minutos llegamos a una humilde casa del
barrio.
Entramos al cuarto de la enferma, una
mujer de unos 70 años en paro cardíaco. Lamentablemente no hubo mucho para
hacer y pese a todas las maniobras confirmamos que el hecho era irreversible.
Con dolor le contamos a la hermana de la
paciente, que estaba en el cuarto, que no había nada más que hacer y que íbamos
a llevar el cuerpo al hospital para los certificados y trámites.
La señora salió del cuarto y le dijo a
un señor que según nos enteramos después era el marido de la mujer fallecida:
- María murió
El hombre palideció
Se dejó caer en una silla de mimbre y
dijo
- Me quiero morir...
Esas fueron sus últimas palabras
Nada pudimos hacer los seis
profesionales presentes, ni el equipo que traíamos, ni la posibilidad de
trasladarlo de inmediato.
El hombre dijo "me quiero
morir" y se derrumbó.
Dadas las condiciones de la muerte, se
hizo una autopsia de su cuerpo que arrojó un resultado que todos preveíamos:
Estallido cardíaco!
La muerte de su compañera le había ROTO
EL CORAZÓN...literalmente
En los países sajones la muerte del
cónyuge es la primera de las situaciones listadas por intensidad en una
estadística de "situaciones dolorosas", que ha sido tomada como
referencia desde hace muchísimo tiempo y confirmada año tras año.
Para estas estadísticas (que seguramente
no darían iguales resultados en nuestros países latinos) la desaparición del
marido o de la esposa, sería la máxima causa de dolor entre la población de
entre 25 y 70 años. La estadística es esta:
LISTA DE CAMBIOS DOLOR
Muerte del cónyuge 100
Condena en la cárcel 91
Muerte de un familiar cercano (hijo) 83
Divorcio 80
Despido del trabajo 76
Muerte de familiar (hermano-padres) 65
Enfermedad personal o accidente grave 60
Casamiento 50.
Muerte de un amigo 48
Jubilación 45
Enfermedad o accidente de un familiar 44
Dificultades sexuales 39
Crecimiento de la familia (nacim.adopc.)
39
Gran cambio financiero 38
Muerte de una mascota 37
Cambio de trabajo 36
Discusiones repetidas con la pareja 35
Hipoteca bancaria de más de $ 15.000 31
Gran cambio en el trabajo 29
Hijos que dejan la casa (matrimonio/ejérc.)
29
Problemas legales 29
Esposa que comienza a trabajar 26
Mudanza, remodelación de la casa 25
Problemas graves con el jefe 23
Cambios en la vida social 18
Cuando le pregunté a uno de mi maestros
de los Estados Unidos la razón de esta discordancia, argumentando que, para
nosotros, la lista sería encabezada sin lugar a dudas por la situación de la
muerte de un hijo, me contestó con un argumento que no alcanzó a convencerme,
pero me obligó a pensar en una arista que hasta entonces yo no había tenido en
cuenta: Cuando un hijo se muere y la pareja se mantiene unida, hay dos a los
que le está pasando lo mismo, hay alguien que puede comprender lo que nos pasa.
En cambio cuando la pareja es la que muere, a nadie, repito, a nadie, le está
pasando lo mismo, estamos verdaderamente solos en nuestro dolor.
Dicen los viudos y las viudas. "El
dolor de la pérdida de la pareja desgarra y uno se pregunta cómo seguir
viviendo". "El silencio hiere los oídos, el hogar se convierte sólo
en una casa". "El llanto y la rabia se vuelven tu diaria
compañía". "No podes definir si sentís pena por el que se fue o por
vos mismo". "¿Cómo seguir respirando, caminando, haciendo lo
cotidiano sin ella?". "¿Mi capacidad de amar podría seguir
existiendo?". "Uno se siente como una baraja de naipes arrojada al
aire". No se puede generalizar, pero cuando
muere la pareja, la identidad, que está muchas veces armada en relación al
vínculo, se ve amenazada.
El hombre y la mujer que se quedan solos
en el nido se definen como quebrados (así lo expresan muchas veces) El gran
desafío es rearmarse para hacer frente a este momento tan difícil. Se han
definido diez tipos de soledad que podrían llegar a sentir los viudos en etapa
de duelo.
11. Extrañar a la persona en concreto.
12. Extrañar el hecho de sentirse
queridos.
13. Extrañar la posibilidad de querer a
alguien
14. Extrañar una relación profunda..15.
Extrañar tener a alguien en casa
16. Extrañar compartir las tareas.
17. Extrañar la forma de vida de la
gente casada.
18. Extrañar la satisfacción de ir
acompañados
19. Extrañar la vida sexual
20. Extrañar las amistades en común.
Dado que la expectativa de vida de las
mujeres en Argentina es de 75 años mientras que la de los hombres es de 71
(según la Dirección de Estadísticas de las Naciones Unidas), la viudez es un
fenómeno que tiene mayor incidencia entre las mujeres.
Muchas mujeres fueron educadas para
idealizar el amor, y siempre dependieron del hombre para subsistir social,
económica y por consiguiente psíquicamente. Si bien la dependencia económica
está disminuyendo, la psíquica continúa, por lo que no pueden evitarse sentirse
desamparadas cuando pierden al compañero. Un hombre que pierde a su mujer puede
sentirse desconsolado, pero difícilmente desamparado porque las mujeres estructuran
su subjetividad en torno a los vínculos, mientras que los hombres la construyen
en torno de su trabajo. Si hombres y mujeres hicieran suya la frase de Ortega y
Gasset: "Yo soy yo y mi circunstancia". Ellos dirían de sí mismos:
"Yo soy yo y todo lo que sé hacer". Las mujeres dirían en cambio:
"Yo soy yo y todos aquellos a quienes amo". La persona que murió no
se pierde, porque es interiorizada emocionalmente. Lo que queda vacante es el
lugar de los roles que ocupaba. Una de las cosas que suelen sorprender a los
viudos recuperados es que pueden volver a amar, a pesar del dolor, ya que el
dolor y el amor pueden coexistir. "Cuando murió mi esposa viví su
muerte como un terremoto. Fui perdiendo de a poco a todos mis amigos. No sabía
cómo se pagaba la luz, dónde se compraba la fruta ni cómo se conseguía la
leche. Mis hijos me trataban como si fuera un inútil.
Un día los junté a todos y les dije:
"Un momento, me quedé viudo, no descerebrado". Ese día todo empezó a
retomar su rumbo. Eso de "yo no podía soportar que
vos te fueras" es la misma historia de "yo nunca voy a poder dejar de
fumar" y "nunca voy a poder hacer una dieta para adelgazar".
Mientras yo me crea que nunca podría, seguro que no voy a poder. Si yo me creo
que no voy a poder soportar tu ausencia, si me creo que no puedo seguir sin
vos, si me convenzo de que mi vida ha terminado, es posible que todo esto
suceda. Hay una tribu, y esto es real, en el norte de África. Es costumbre
que cuando alguien comete un hecho muy grave, por ejemplo matar a otro miembro
de la tribu, se hace una junta, una reunión de todos los jefes de la tribu. Si
lo encuentran culpable lo condenan a muerte. Lo maravilloso es que la condena
significa hacerle una marca con tinta en el hombro. Es una marca rara, que en
la tribu es el símbolo de la muerte. A partir de ese día el condenado es
alojado en una carpa a unos diez metros de los otros, nada más. Nadie lo toca,
nadie le hace nada, si quiere comer, come, si quiere beber, bebe, nadie le
dirige la palabra, nadie habla con él, está muerto. Dos meses después de la
condena, el reo muere, muere sin que nadie le haya tocado un pelo. Y no muere
porque le pase algo especial, ni porque la marca sea venenosa, muere sólo
porque cree que se tiene que morir. En esa cultura el condenado está convencido
que se va a morir, y por supuesto se muere, literalmente, se muere. Según
los especialistas, un duelo termina cuando uno puede volver a insertarse en la
vida con nuevos proyectos, cuando decide que ya no está "muerto", y
del dolor intenso puede pasar a uno menos intenso y de allí al amor por otros
(la familia, una nueva pareja, los amigos). Cuando la pareja muere, todos sus
roles quedan vacantes y hay que aprender a reacomodarse. NO es sólo haber
perdido un contador, un jardinero, un compañero sexual, un padre, etc. No es
sólo haberse quedado sin cocinera, ama de llaves, planchadora, consejera,
partenaire sexual y enfermera...aunque también es eso. Después de la muerte de
tu pareja es muy difícil permitirse una nueva relación. No es indispensable
hacerlo pero es importante saber que es posible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario