jueves, 7 de febrero de 2019

El Pequeño Libro Rojo De AA (Parte 5)

CUARTO PASO

Sin ningún temor, hicimos un inventario moral completo de nosotros mismos El propósito de hacer nuestro inventario es reconocer los rasgos dañinos de nuestra personalidad, para eliminarlos en la nueva personalidad que con la ayuda del Programa de Alcohólicos Anónimos nos proponemos a desarrollar en “Un Nuevo Modo de Vivir”.
El uso que se hace en A.A. del término “personalidad” se refiere al desarrollo de nuevos rasgos de carácter necesario para nuestra recuperación del alcoholismo. No tiene relación con el magnetismo que emana de la salud física, la belleza o con la simpatía personal, que también se considera “personalidad”.
Valoramos la personalidad del miembro de A.A. de acuerdo con la madurez en A.A., la cual se evidencia por cualidades tales como: Fortaleza y comprensión provenientes de un Poder Superior a nosotros mismos, renunciación al egocentrismo prontitud para admitir errores, hacer reparaciones, servir a otro, y el ejemplo de una vida sobria y feliz.
Antes de poder desarrollar las cualidades que formaran personalidades de A.A., tenemos que encontrar las causas de nuestra impotencia contra el alcohol, necesitamos saber porque hemos estado en guerra contra nosotros mismos, descubrir y estudiar las limitaciones que el alcoholismo ha puesto en nuestras vidas.
Esperamos superar nuestra limitaciones de alcoholismo para enmendar nuestras vidas ingobernables, así es que revisamos nuestras personalidades de alcohólicos “para buscar las fallas en otro modo de ser que causaron nuestro fracaso”.
(Véase el Capítulo 5 del Libro Grande)

La verdad de nuestro problema con la bebida es de profundo arraigo; implica hábitos egocéntricos.  Emociones y conceptos erróneos adquiridos durante años, han socavado nuestros poderes mentales  debilitando nuestra resistencia física, y han fomentado una manera de pensar y de actuar irracional. Esto nos ha causado un severo sufrimiento físico y mental a nosotros y ansiedad y pena a otros.
No es posible arrestar nuestro alcoholismo hasta mientras que no conozcamos nuestros defectos. Sin ningún temor, hacemos un inventario moral completo de nosotros mismos; cuando lo hacemos en una forma cabal y práctica; cuando perdonamos razonablemente a nuestro vecino y realmente descubrimos nuestros defectos, tomamos medidas precisas para corregir nuestra incapacidad física, mental y espiritual.
El principiante no puede dejar de sentirse impresionado por el conjunto de defectos que descubrirá y que querrá corregir. La cautela con que se tome este Paso obedece a que Pocos de Nosotros Estamos Listos a Renunciar a Todos Nuestros Defectos; queremos alimentar unos cuantos de ellos y con este procedimiento encontramos futuras dificultades con la forma de una recuperación parcial, lo cual no corresponde al Plan de Recuperación de A.A.

Este Paso requiere un inventario completo; nuestro Programa no está de acuerdo con las medidas y los esfuerzos a medias; nuestro objetivo es una recuperación completa. Las reservas mentales anulan ese propósito. Restan satisfacción a la sobriedad. No puede hacerse rápidamente un inventario d toda una vida de bebedor ni es sencillo hacerlo. Encontramos que hay en esto muchas complejidades que requieren estudio y meditación. Tiene que ser sincero, honrado y cabal. Para que sea efectivo tiene que hacerse por escrito, ya que más tarde lo cotejaremos y frecuentemente nos referiremos a él. La auto-evaluación mental es meramente un suplemento del inventario por escrito.
Es necesaria pero no basta por sí sola. La experiencia nos ha enseñado que debe abordarse este Paso inmediatamente, pero dejando la puerta abierta para futuras referencias, en tal forma que durante el proceso de nuestra ventilación mental y espiritual podamos añadir los nuevos detalles que se nos presentaran.

La breve discusión de unos cuantos defectos que se hacen en este libro es completamente inadecuada en comparación al tiempo y meditación que requerirá el lectora para aplicar este Paso a su problema alcohólico.
Si consultamos el Capítulo 5 del Libro “Alcohólicos Anónimos” encontraremos una discusión detallada del Cuarto Paso. En estas páginas podemos aprender la manera de hacer nuestro inventario tal como abogan nuestros Fundadores de que se haga. Encontrara que diversas manifestaciones de egocentrismo son indudablemente las raíces de nuestra dificultad y que alguna de estas manifestaciones se presenta en forma de Resentimientos, Falta de Honradez, Auto-Conmiseración, Envidia, Censura, Miedo, Cólera.

RESENTIMIENTO:- El resentimiento es común entre todos los alcohólicos. Nunca estamos a salvo de él y tan intangible como puede ser, tiene consecuencias materiales de una fuerza y energía destructivas. El resentimiento es dinamita para el alcohólico.
Al estudiar el Libro “Alcohólicos Anónimos”, se nos recuerda que “El resentimiento es el Ofensor Numero Uno”. Destruye a más alcohólicos que a cualquier otra cosa. De este brotan todas las formas de enfermedad espiritual, porque no solo hemos estado enfermos física y mentalmente, sino que espiritualmente también. El resentimiento es pura borrachera mental. Tenemos que tratarlo
mental y espiritualmente para conservarnos físicamente abstemios.
“Cuando se tratan los resentimientos se ponen por escrito. Hacemos una relación de las personas, instituciones o principios que nos causan grave enojo. Nos preguntamos por qué estamos enojados. En la mayoría de los casos hemos encontrado que nuestro amor propio, nuestro bolsillo, nuestras relaciones (incluyendo las sexuales), nuestras ambiciones han sido lastimadas o amenazadas. Así es que estábamos resentidos: estábamos encolerizados.
Haga una lista de sus “enconos”; fíjese en aquellos y aquellas que estén dentro del círculo de sus odios; determine usted por qué están allí. ¿Ha sido más feliz su vida debido a sus resentimientos? ¿Han sido realmente ofensores esos factores? Los Fundadores de Alcohólicos Anónimos contestan la pregunta con una aseveración definitiva: “Esta claro que una vida en la que hay resentimiento profundos lleva a la sutileza y a la infelicidad. En el grado exacto que los permitimos, dilapidamos las horas que podrían haber valido la pena”.
Ellos explican que el resentimiento impide el desarrollo espiritual y la conservación de este que es la única esperanza del alcohólico, y que sin la luz de esta experiencia, la locura del alcoholismo regresa y volvemos a beber.

FALTA DE HONRADEZ:- “Aquellos que no se recuperan con la ayuda de nuestro Programa, generalmente son hombres y mujeres que no se entregan al Programa y que son por naturaleza incapaces de ser honrados con ellos mismos”.

La falta de honradez requiere un breve comentario más. No tiene lugar en nuestro Programa. Tiene que desaparecer si es que esperamos alcanzar algún buen éxito. La honradez con uno mismo, con Dios y con nuestros semejantes es la llave maestra en el puente de A.A. que va del abismo del alcoholismo a la sobriedad permanente.
Sin honradez, el Programa de A.A. no podrá ser más que una manera de vivir hipócrita e inconsciente. Seria negativa y antagónica a la recuperación. Cualquier forma de falta de honradez habitual derriba la defensa del alcohólico contra esa primera copa que con el tiempo se tomara si no es honrado consigo mismo.

CENSURA:- La censura, forma negativa de juzgar está completamente fuera del cuadro de nuestra agrupación. Es una “oveja negra” en la familia de A.A.; es portadora maligna de rivalidades y rebelión. Nos priva de la tranquilidad y evita que la sobriedad sea satisfactoria.
El consejo bien intencionado cuando es solicitado, puede ser muy útil y de aliento debido a su sinceridad; pero la censura no. Esta se opone viciosamente a la personalidad que estamos tratando de desarrollar. No es un gesto de cooperación que indique un interés amistoso sino que más bien es una fuerza destructiva que fomenta loa auto conmiseración, el celo, el resentimiento y la mala voluntad.
El interés común del Programa de A.A. es la sobriedad. La censura no cabe cuando se trata de ayudar a un individuo o a un grupo a logar sobriedad. La crítica y el chisme destruyen los resultados de muchos esfuerzos constructivos de A.A. No sirven a ningún buen fin por lo que deben controlarse a base de tolerancia y comprensión para poder llegar así a reprimir nuestra tendencia a censurar.
Si tiene usted que censurarse, limítese a hacerlo consigo mismo.

AUTO-CONMISERACION:- La auto-conmiseración no es generalmente reconocida por los alcohólicos como una emoción especialmente dañina. Todos hemos dado rienda suelta a esta en varias forma, siendo la más común la del tipo de cuando sufrimos la tortura de una cruda. Hay otras formas de auto-conmiseración que implican resentimiento y odio, producidas por agravios  imaginarios o reales, por mala suerte, por enfermedad o por suponer que Dios es injusto con nosotros.
La auto-conmiseración frecuentemente es franca rebelión contra circunstancias creadas por nosotros mismos en las que nos compadecemos y asumimos una actitud negativa hacia la vida.
Nos liberamos de ella cuando en esta emoción vemos pruebas de resentimiento y nos damos cuenta de que nos hace tener una actitud equivocada hacia la vida y con las personas que tratamos.
El alcohólico tiene que liberarse de todas formas de resentimiento; su felicidad en la vida depende de su actitud y de que sea útil; a otros. No puede permitirse estar sujeto a la auto-conmiseración debido a que esta se relaciona con el resentimiento y con la inferioridad. Además, retarda su recuperación del alcoholismo cerrando su mente a las saludables oportunidades a su alcance; fomenta una manera de pensar que es egocéntrica en vez de estar dirigida hacia Dios y a establecer una relación intima con EL.
La madurez emocional y el desarrollo en A.A. son reprimidos por la auto-conmiseración. Esta forma exagerada de egocentrismo es falta de FE y por consiguiente, opuesta al desarrollo espiritual.
Buscamos a Dios para tratar este sumamente grave defecto de carácter.

TRATAMIENTO:- Reconocer la auto-conmiseración. Rezar para librarnos de este defecto. Cultivar la estimación a la sobriedad. Darle gracias a Dios. Ayudar a otro alcohólico. Así, desarrollaremos una nueva fuerza espiritual que suplente al miedo y a la auto-conmiseración y así la eliminamos.

CELOS (ENVIDIA):- Pocos si es que hay algunos, son los hombres y mujeres que escapan de esta monstruosidad emocional. Las proporciones que alcanza pueden medirse en términos de miedo y auto-conmiseración, cólera, resentimiento y frustración. Estar celoso (o envidioso) por la buena posición de un individuo, su personalidad, su talento o sus bienes personales, puede agobiar la mente humana hasta que, como un cáncer maligno la daña y la destruye.
El principiante que dedique tiempo a analizar los celos (o la envidia), encontrara en estos una combinación de todos sus defectos. Se aconseja al lector hacer este análisis para que se familiarice con esta forma dañina de borrachera mental. Busque en ellos los puntos confusos que hacen que el alcohólico vuelva a beber compulsivamente. Un examen cuidadoso nos revelara un sorprendente conjunto de defectos morales. Pueden  estos presentarse en forma moderada o pasiva, pero a pesar de ello así están todo: auto conmiseración, Resentimiento, Intolerancia, Falta de Honradez, Censura, Malicia, Ira. Este resumen nos enseñara que el miedo y la frustración ligan a todos estos defectos.
Es bueno evitar ser víctima de esta emoción que tan fácilmente puede comprometer la salud mental de un miembro y conducirlo al resentimiento, al odio enconado y a la borrachera.

INTOLERANCIA:- La falta de tolerancia tienen mucho que ver con esa primera copa que, en ciertas circunstancias, es incapaz de resistir el alcohólico. Esta condición existía cuando había malestar físico, cuando las realidades de la vida se volvían demasiado exigentes de nuestro tiempo y de nuestras energías cuando la tensión mental era grande, cuando los resentimiento en la casa o en el negocio se hacían insoportables, cuando los negocios andaban mal, cuando nos fatigábamos, a consecuencia de un exceso de actividad o cuando nos enfrentábamos a circunstancias perturbadoras. Pensábamos que las cosas habían llegado a un punto de ruptura, no las tolerábamos, así es que nos emborrachamos.
No debemos olvidar nunca las crudas intolerables y la desesperación de beber compulsivamente y tampoco, la ayuda de Dios para líbranos de ella. Necesitamos más ayuda en nuevos problemas. No espere usted que Dios va a librarlos de ellos de la noche a la mañana. La práctica de la tolerancia es parte de la recuperación. Ayuda al progreso espiritual y nos ayuda a controla nuestras emociones y a fomentar la sobriedad.
La evidencia de intolerancia en un miembro no es buena señal. Demuestra falta de equilibrio e indica síntomas de una posición relativa mental y espiritual que es inestable. Nuestra actitud de tolerancia, donde razonablemente es de esperarse, refleja nuestra comprensión y practica de la Filosofía de A.A. como un “Nuevo Modo de Vivir”.

El alcohólico ha transgredido persistentemente la tolerancia de la humanidad. Tiene mucho que reparar en este respecto y debe invertir su papel enseguida, mostrando consideración cuando es oportuno hacerlo.
No creemos que la tolerancia de situaciones incorrectas sea sensata. Dios nos dio la inteligencia para determinar entre lo bueno y lo malo; por consiguiente encontramos que hay tanto daño en ser tolerante con una manera de actuar o de pensar indebida como la intolerancia con las cosas debidas.
Es necesaria la prudencia en el uso de la tolerancia y si estamos practicando el programa de A.A. como “Modo de Vivir” estaremos dispuestos a hacer cuanto se nos sugiere en los casos de las muchas personas con quienes hemos sido intolerantes. La tolerancia, tanto con los nuevos como con los antiguos miembros que están tratando sinceramente de vivir de acuerdo con este Programas, es esencial para nuestra recuperación del alcoholismo. Si están tratando honradamente de que su “Modo de Vivir” se norme de acuerdo con A.A., le debemos nuestra ayuda.

No es juicios volvernos intolerante con las “cosas que no podemos cambiar”; el Programa de A.A. aconseja logar una comprensión de la voluntad de Dios. La condición que no puede ser cambiada, debe ser así porque no es la voluntad de Dios que cambie.
No debemos ser intolerantes en ese caso, sino que más bien encauzar nuestro tiempo y nuestras energías en una actitud constructiva y útil que pueda dar resultados satisfactorios.
“Dios nos Conceda Serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, Valor para cambiar las que podamos y Sabiduría para discernir la diferencia”.
MIEDO:- La tendencia de los alcohólicos a desestimar el miedo como un elemento que contribuye al alcoholismo, frecuentemente motiva que los recién llegados menosprecien su importancia para sus inventarios. Erróneamente asocian el miedo con la cobardía y no quieren tener nada que ver con ello. Sin embargo, el miedo tuvo mucho que ver con su manera de beber y un conocimiento completo de eso es esencial para su recuperación.
El miedo es una emoción que tiene un lugar definido en las vidas de todos los seres humanos. El hombre primitivo no habría podido sobrevivir sin el miedo. La experiencia lo hizo sentir miedo de las cosas peligros, o destructivas contra las que era impotente, y el miedo le proporciono la energía suplementaria para evadirlos o escapar de ellos. Cuando se usa para fines reales de la propia conservación, el miedo, no da la cautela y la discreción necesaria para los requisitos de cada día de vida. El miedo nos induce a usar procedimientos seguros y a proteger a nuestras familias contra la pobreza y la enfermedad. Bajo su impulso, adquirimos energía para edificar hogares, para trabajar, para afrontar la realidad y para asumir la responsabilidad.
Como alcohólicos, hemos usado unas cuantas de las cualidades positivas de miedo, pero hemos usado mayormente las negativas, especialmente en grado sumo la ansiedad, el pavor, la preocupación, la incertidumbre y la aprehensión del daño o el mal que siempre parecían estar a la vuelta de la esquina.
Acosados por el miedo a las crudas y los insomnios alcohólicos, escondíamos alcohol por cualquier lugar de nuestras casas. El miedo y la veda nos llenaban de pánico e incertidumbre. La ansiedad obstruía constantemente nuestro esfuerzo para disimular nuestra adicción, para sostener nuestras mentiras, para escabullirnos de nuestros acreedores.
Miedo a la autoridad, o a la opinión pública y a la perdida de hogar y negocios no nos
permitían tener tranquilidad mental. Los elementos negativos del miedo pertenecen a nuestros inventarios. Si nos referimos al Capítulo 5 del Libro A.A. encontraremos ejemplos de miedo en nuestras vidas y un plan general de un sistema de miedo en nuestras vidas y un plan general de un sistema de clasificación. Parte de nuestro cambio de personalidad gira en torno de nuestra comprensión y tratamiento de esta emoción.

El Programa de A.A. no se basa en el miedo. Es un Modo de Vivir basado en otro Poder Superior al nuestro: en Fe en un Poder Mayor a Nosotros Mismos para superar el temor y otros defectos de nuestra personalidad de alcohólicos. Hemos visto a miembros tratar de encontrar su sobriedad basando su tentativa con una educación motivada por el miedo al alcohol. No permanecen sobrios mucho tiempo. Hemos conocido a quienes para tratar de protegerse de la bebida, se abstienen totalmente de ir a las cantinas y centros nocturnos asumiendo que se verían tentados en grado sumo. A juzgar por su experiencia, creemos que esa anormal preocupación indica un esfuerzo indiferente para con el Programa y un deseo no declarado de volver a beber.
Nuestro Libro “Alcohólicos Anónimos”, manifiesta: “En nuestra opinión, cualquier plan para combatir el alcoholismo que está basado en escudar al enfermo contra la tentación, está condenado a fracasar. Si el alcohólico trata de escudarse, puede tener éxito por algún tiempo, pero generalmente acaba explotando más que nunca. Hemos probado estos métodos. Estos intentos de hacer lo imposible siempre nos han fallado. Por lo tanto, nuestra norma es no evitar estar en un lugar donde se bebe, si tenemos una razón legítima para estar allí. Vaya a ellos o aléjese de ellos, de acuerdo con lo que le parezca que es mejor hacer. Pero este seguro de estar pisando un terreno espiritual firme antes de ir para allí y de que su motivo para ir sea enteramente bueno”.
Lo importante es estar en el terreno espiritual, pero no debemos pasar por alto el hecho de que tenemos un papel determinado que desempeñar. Dios solo nos puede ayudar si estamos dispuestos a recuperarnos y estamos tratando de hacerlo. Darnos cuenta de que la tentación siempre estará presente y de que nunca antes habíamos tenido buen éxito en eludirla, debe acercarnos a Dios en busca de ayuda. No tenemos conocimiento de cómo o cuando nos va a venir el impulso de beber. Sin embargo sabemos que se presentara y que no podemos esperar hasta que lo tengamos encima. Tenemos que prepararnos con Fe orando para nuestra hora de necesidad.

Los Pasos Uno y Dos nos indican la conveniencia de llegar a comprender todos nuestros
problemas alcohólicos. No debemos olvidar nunca nuestra impotencia contra el alcohol y la conducta insana y vida ingobernable que nos acarrea. La naturaleza respalda esta teoría con sueños en que nos emborrachamos. Sueños que son tan realistas que nos llenan de genuino remordimientos y refuerzan nuestra determinación de lograr una sobriedad feliz.
Tenemos que admitir que somos alcohólicos; es bueno hacerlo. Todos los miembros deben esforzarse por cultivar el avaluó de lo que el alcohol les causa a ellos, como parte de un seguro contra cualquier regreso a la bebida. Esto no implica valerse del miedo sino que más bien de la inteligencia para evitar caer nuevamente en la adicción al alcohol. No le tenemos miedo al alcohol. Puede haber alcohol a todo nuestro alrededor sin ningún efecto dañino si nuestro “terreno espiritual” está bien y estamos en el plan de practicar nuestra filosofía de 24 horas a la vez. Debemos, sin embargo tener miedo de beberlo, tanto miedo como de cualquier otro veneno.
En esta forma, fortalecemos nuestras mentes con la oración y con los recursos mentales que Dios nos ha dado. El uso inteligente de retratos mentales, basados en el conocimiento de nuestra condición de alcohólicos, son invaluables para nuestra recuperación del alcoholismo. No nos rebelamos contra el hecho de que no podemos beber o hacer uso de venenos en general. La sobriedad vendrá más fácilmente cuando aprendamos a suprimir el alcohol de la clasificación de las bebidas y ponerlo entre la de los venenos, que para nosotros, es justamente donde debe estar.

Los miembros que no pueden superar su miedo con la práctica del Programa de A.A. deben consultar su médico o su psiquiatra quienes probablemente podrán ayudarlo. Esta clase de ayuda, mas la de nuestro programa, generalmente los encamina hacia la posibilidad de una sobriedad feliz.
El miedo que no constituye una obsesión puede corregirse con la Filosofía que proporciona el Programa de A.A. El miedo no es nada más que una fe más o menos deformada en las cosas de la vida y los males que podrían acosarnos.
A la filosofía de A.A. no le atañen la ansiedad ni el miedo. Como alcohólicos hemos sido inestables debido a problemas y ansiedades que parecían imposibles de remediar.
Los conceptos espirituales de este Programa los han removido y reemplazado con tranquilidad mental. Ya no nos preocupamos; hemos sido liberados temporalmente de un peligro.
Esta liberación la extiende Dios día a día como recompensa de nuestro agradecimiento a su ayuda y al servicio desinteresado que prestamos a otros.
Nuestro antídoto para el miedo es la FE, no la fe deformada en el miedo, sino la fe en Dios, tal como lo concebimos. Hemos encontrado que esta es una medida efectiva para sobreponerse a todo el miedo a que está sujeto el alcohólico.

IRA:- No hay ni un solo caso entre los que se tocan en los Doce Pasos, en el que la ira de algún beneficio. Sin embargo se nos lleva a la conclusión que es una especie de veneno mental que tiene el poder de inducir una manera de pensar confusa y que influidos por esta, estamos más que propensos a llegar en volver a hacer uso del alcohol.
La ira es opuesta a nuestra filosofía. Anula la razón. La recuperación de un alcohólico se estanca y el progreso se detiene mientras domina la ira. Los distintos grados de ira, que fluctúan desde la indignación hasta la cólera, indican diversos peligros para el miembro que supedita sus pensamientos y sus actos a esta fuerte emoción.
La siguiente cita de nuestro Libro de A.A. predice claramente el peligro inminente para
aquellos de nosotros que dejemos que se nos provoque: “si íbamos a vivir, teníamos que estar libres de la ira. El malhumor y los accesos violentos temporales de locura no eran para nosotros. Pueden ser dudosos lujos de individuos normales, pero para los alcohólicos son veneno.
Un sencillo análisis de esta emoción debe refrenar futuros excesos de nuestra parte. En ella siempre estará presente el impulso de dañar ya sea al amigo o al enemigo. Cuando se despierta en toda su intensidad, la finalidad de su aplicación es matar. El alcohólico no es más que humano. Estará expuesto a todos los impulsos humanos y frecuentemente enfrentando a condiciones que lo alborotan, pero tiene por qué desconocer la naturaleza traicionera de la ira ni de las estructivas acciones que sus impulsos puedan hacer en su recuperación.
Cuando recopilemos nuestro inventario tengamos presente el hecho de que somos alcohólicos, que estamos enfermos física, mental y espiritualmente; que no hemos podido recuperarnos de nuestra enfermedad por medio de nuestros propios esfuerzos, pero que antes de que nosotros miles de alcohólicos se han recuperado cambiando su personalidad de alcohólicos por la sobria y feliz que resulta de la manera de vivir de A.A. Teniendo esto presente, acudimos a un Poder Superior para que nos guie en la práctica de un inventario moral completo de nosotros mismos como uno de los Pasos para recuperarnos de nuestra enfermedad.

PUNTOS CONFUSOS:- Al llegar aquí es aconsejable enfrentarse al hecho de que, no obstante nuestro sincero esfuerzo para inventariar “Los defectos de nuestro carácter que nos hicieron fracasar”, no apuntaremos algunos. ¿Por qué? Sencillamente porque fallamos en verlos. Nuestra visión mental y moral ha estada cegada demasiado tiempo por las reservas y racionalizaciones del alcoholismo.
Es necesario reservar un espacio en blanco en nuestro inventario para los puntos confusos que más tarde aclararemos. No debemos preocuparnos por estos errores que no se han declarado. Sin embargo es conveniente ser razonable acerca de su existencia y dejar que A.A. como “Modo de Vivir” nos lo revele. Entonces, los apuntaremos para corregirlos.

RESUMEN:- Habiendo decidido dejar que Dios dirigiese nuestras voluntades y nuestras ingobernables vidas, nos quitamos del “asiento del conductor” para examinar nuestras personalidades de alcohólicos, sin ningún temor, un inventario moral completo de nosotros mismos no como psiquiatra sino como inexpertos que necesitamos tener un conocimiento sencillo de nuestros males y defectos, cosas que Dios sublimara o nos ayudara a superar. Los cambios de personalidad del miembro de A.A. comienzan con una valoración honrada como esa. En el Capítulo 5 del Libro Grande se señalan innumerables defectos de carácter comunes a los alcohólicos que deben anotarse en un inventario por escrito. De nuestro inventario aprendemos lo que es la enfermedad espiritual del resentimiento y de la falta de honradez; la frustración, la envidia, la malicia, la auto-conmiseración, el miedo, la ira y el falso orgullo; la naturaleza dañina de la censura, la intolerancia y el carácter vengativo.
Reanimamos nuestra apagada conciencia a mediad que catalogamos nuestros devastadores hábitos egocéntricos. Desarrollamos el discernimiento entre el bien y el mal a medida que hacemos  honradamente y por escrito nuestro inventario. Este inventario por escrito puede significar la diferencia entre sobriedad y otra borrachera.

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