DÉCIMO PRIMER PASO
Procuramos, a través de la oración y la meditación, mejorar nuestro contacto consciente con Dios, tal como lo concebimos, pidiéndole que nos iluminase a fin de poder cumplir con su Voluntad
Este paso puede dividirse en tres partes. Consideremos primero la parte que indica la necesidad de la oración y de la meditación para mejorar nuestra comprensión de Dios; nuestro contacto con El. ¿Una oración para el mejoramiento? El contacto con Dios y por el conocimiento de Su Voluntad así como por la energía física, mental y espiritual para cumplirla. Todo requiere el esfuerzo coordinado de nuestras facultades.
El conocimiento de la necesidad de este Paso basado en la experiencia de miembros de A.A., algunos de los cuales han demostrado que es posible olvidar que no se ha curado uno del alcoholismo. Han confundido recuperación con curación y por lo tanto, después de unos cuantos meses de sobriedad han considerado innecesaria la práctica de la Filosofía de A.A. Han pasado por alto el hecho de que la mente humana no está constituida para recordar la pena y el dolor sufrido a consecuencia de nuestra enfermedad. Van demasiado lejos al aceptar como un hecho su cambio de personalidad, cuando presuponen que una vez efectuando este, permanecerá así. En un momento de tremenda necesidad fue necesaria la ayuda de Dios, pero eso es un tiempo pasado para ellos. Hoy dicen; “Nunca volveremos a beber” o “Ni siquiera pensamos en ello”. Quedan descubiertos y disminuyen sus contactos espirituales y su servicio.
Es loable una actitud categórica respecto a la permanencia de la sobriedad pero solo se recomienda cuando se aplica a cada periodo de veinticuatro horas. El hecho de no tener ningún deseo ni intención de volver a beber jamás es un estado de ánimo recomendable para el nuevo miembro. Es nuestra ambición, es un estado de ánimo del cual debemos estar agradecidos, pero es uno que con demasiada frecuencia fomenta una complacencia que puede acarrearnos dificultades, a menos de que se le a Dios el debido crédito por la sobriedad que disfrutamos.
Cuando se revela la complacencia, somos propensos a olvidar la parte que Dios ha tenido en la realización de nuestra recuperación. Pasamos por alto el hecho de que nuestro sistema nervioso
sigue siendo de alcohólicos. Parece que olvidamos que, como alcohólicos, somos susceptibles a estados de ánimo y emociones que anteriormente aplacamos con alcohol. La complacencia confunde el conocimiento de que nuestra recuperación del alcoholismo nos fue otorgada por Un Poder Superior y que sin un contacto con Dios, es probable una vuelta a nuestros antiguos y bajos niveles físicos y espirituales. La cooperación con Un Poder Superior nos ha sacado del surco alcohólico. El Paso Décimo-Primero es un Paso para la conservación, ideado para mantenernos fuera de ese surco y para que nos mantengamos tranquilos.
Nos mantiene activos espiritualmente y en una relación armónica con Dios. Nos asegura contra el embotamiento de la inspiración que aparece a medida que disminuyen nuestros problemas alcohólicos.
La comprensión de esta situación y el conocimiento de que los miembros a veces se desvían del camino bueno en lo espiritual, es nuestra primera línea de defensa. Fortalecemos esta defensa teniendo siempre en la mente en primer lugar que, en realidad solamente estamos disfrutando de la diaria suspensión de una sentencia a que estamos condenados; que la posibilidad de esas suspensiones está sujeta a nuestras condiciones espirituales.
(Véase el Capítulo 6 del Libro “Alcohólicos Anónimos”)
Las amargas experiencias de los miembros que insisten en aprender el modo más fácil, los reincidentes que volvieron a beber atestiguan la verdad de esta afirmación.
Sus dificultades empiezan invariablemente con olvidar la práctica de la oración. Crecen muy lentamente a medida que abandonan su contacto consciente con Dios y dejan de servir a otros.
La comprensión, a que anteriormente llegamos, de la ayuda de Dios nos señala el hecho de que esa ayuda puede servirnos en el futuro para fines todavía mejores: Una manera consciente segura de incrementarla y de mejorar nuestro contacto con Dios es posible mediante oraciones encillas de sincera gratitud. Medite usted sobre la ayuda dada por EL, reconozca su origen y sea sincero al agradecer la comprensión que El ha tenido del problema alcohólico suyo y la fortaleza que les ha dado para sobreponerse a ese problema. El ha puesto de manifiesto un milagro en nuestras vidas. Hemos sido liberados del alcohol y de la compulsión de beber. Hemos adquirido sobriedad y estamos gozando de sus beneficios. Por ese milagro hemos recobrado nuestra salud física y recobrada normalidad mental, logrando estimación propia, en nuestros hogares y entre nuestros amigos.
Es prerrogativa nuestra y nuestra obligación, salvaguardar y proteger este milagro. Se llevo a cabo a través de humildad, fe y oración mientras tratábamos diligentemente de comprender y de cumplir con Su Voluntad.
Las oraciones de agradecimiento son especialmente buenas para los alcohólicos. Destruyen el egoísmo y nos despiertan a los valores reales de la vida. Trate comunicarse con Dios a través del agradecimiento. El renueva nuestra fe al responder a esa clase de oración.
Necesitamos una experiencia continua en la práctica de la oración desinteresada para compensar el adeudo espiritual que el alcoholismo ha cargado a nuestra cuenta. Naturalmente, cada miembro tendrá su propia manera de mejorar el contacto consciente con Dios, pero si en realidad no hay en ella oraciones de gratitud, deberá aplicarse esta manera incluyendo estas oraciones. Es más sensato pedir algo que se necesita, después de haber reconocido y agradecido lo recibido anteriormente.
La oración y la meditación para mejorar nuestro contacto consciente con Dios parecen más fáciles cuando estamos tranquilos, serenos (cuando hacemos a un lado la porfía, el miedo y el resentimiento) y en armonía con los que nos rodean. Es aconsejable por consiguiente, considerar la importancia del sosiego y de la tranquilidad física y mental en lo concerniente a la oración y comentarlas más ampliamente como estabilizadores de la inquieta naturaleza del alcohólico.
Hay que tener presente que los Doce Pasos pueden llevarnos a muchos de nosotros al reconocimiento de nuestra necesidad de ayuda espiritual, pero no nos llaman la atención al hecho de que podamos estar abusando de nuestra energía física y mental.
La tranquilidad del cuerpo y de la mente y la entrega a Dios de nuestra voluntad, son indudablemente necesarios antes de poder entregarse satisfactoriamente a la meditación y la oración.
Le debemos humildad y respeto a Dios, lo demostramos librándonos, por el momento de las consideraciones de orden material, de la auto-conmiseración, del miedo o la ansiedad y prestándole toda la atención a EL.
Resulta provechoso para nosotros comprender lo que vale mantener saludables nuestros organismos y guardar el equilibrio y la compostura.
El alcohólico es propenso a tener una disposición inquieta que atiende a la sobre actividad; no solo ha demostrado esto con su manera de beber sin freno sino que, además ha dado pruebas de su intemperancia en muchas otras formas. Por consiguiente recomendamos como algo que ayuda a meditar y rezar, el estar calmados y sugerimos que un rato de sosiego resulta beneficioso para todo alcohólico.
(Véase el Capítulo 6 del Libro Grande)
La costumbre de permanecer tranquilos durante los ratos de calma en cada día es exactamente lo que necesitamos. Prominentes autoridades médicas están de acuerdo con esto.
Los intervalos de calma serán determinados por nuestros estados de ánimo y nuestras actividades mentales y por nuestras reacciones al miedo, la ira, la fatiga, la tensión emocional y a la opresión que sentimos a causa de una tensión nerviosa aguda.
Los malos afectos de estas cosas en la condición mental del alcohólico son reguladores decisivos de la conducta. Constituyen un riesgo que obstaculiza sus probabilidades de recuperación. Estas son las cosas que antes remediábamos bebiendo. No podemos ignorarlas ahora y a la vez esperar funcionar normalmente o adquirir ese agrado de eficiencia mental y espiritual que nos traería la serenidad.
TRATAMIENTO:- Procuramos suspender momentáneamente toda actividad física o mental, tratamos de aflojar todos los músculos de nuestro cuerpo; entonces cerramos nuestras mentes a las preocupaciones y ansiedades que nos rodean. ¿En que pensamos? Solo en la tranquilidad. Entonces, nos desentenderemos de nuestros cuidados y nos dirigimos a Dios con esta sencilla oración: Hágase Tu Voluntad.
Durante ¿Cuánto tiempo hacemos esto? Juzgue usted mismo. Si fuese necesario, puede ser cuestión de minutos. Sin embargo sabemos por experiencia que hasta treinta segundos de completa tranquilidad física y mental pueden servir, para el fin deseado. Es sencillo. Haga la prueba. Nos lo debemos a nosotros mismos y se lo debemos a los que nos rodean. Difícilmente puede ser completo nuestro contacto con Dios sin eso. En la segunda parte de este Paso le pedimos a Dios, a través de la oración, que nos ilumine para saber cuál es Su Voluntad. Este conocimiento nos permitirá el uso adecuado de nuestra voluntad, lo cual parece estar ligado a la abnegación y la buena voluntad de servir a los demás.
Los miembros de A.A. repentinamente se preguntan: ¿Cuál es la voluntad de Dios y cómo voy a conocerla por mi propia voluntad? En A.A. la voluntad de Dios para alcohólico es que tenga sobriedad. Otros de sus aspectos abarcan un contacto consciente con El, Fe, Oración, Honradez y Humildad. Pero, día por día, la sobriedad es lo primero entre lo esencia de Su Voluntad para con nosotros. Los miembros deben darse cuenta rápidamente de que la Filosofía de A.A. no es una religión A.A. tiene una terapia practica para frenar el alcoholismo. La práctica de los Doce Pasos no está de ninguna manera en conflicto con religión alguna. No pide que se comparta con ella una fidelidad, como tampoco sucede con la terapia médica en el tratamiento de una enfermedad.
La voluntad de Dios seria comprendida con mayor facilidad si no hubiera en el mundo a
nadie más que considerar que a nosotros mismos.
No nos mentiríamos a nosotros mismos como lo hacemos en las presentes circunstancias; el engaño no solamente seria innecesario sino que imposible. No podríamos cometer adulterio y no habría pretexto ni ocasión de llevar una vida doble.
En esas circunstancias, la borrachera no dañaría a nadie más que a nosotros mismos. Los valores morales serian totalmente cambiados, haciendo imposible el pecado a menos que negáramos completamente a Dios. La naturaleza de nuestras oraciones se parecerían muy poco a la de las que hoy ofrecemos. La principal necesidad que de Dios tendríamos entonces sería la de un contacto personal con EL para compensar la soledad, para conjurar el peligro, para curar la enfermedad y para establecer seguridad en el mundo del más allá.
Una manera de vivir de tal concentración en si mismo seria increíblemente aburrida. Anhelaríamos la compañía de otros seres humanos; tener a alguien con quien compartir nuestras vidas, a quien comunicar nuestras penas y a quien auxiliar. Nuestros éxitos y reveses poco significarían si no tuviéramos con quien compartirlos. La felicidad del hombre emana de la fe en Dios, de la compañía humanan de un deseo de vivir y dejar vivir. Dios lo hizo así y no podrá cumplir con su designio de otra manera. Afortunadamente, no estamos solos en este mundo sino que somos uno entre millones, que dependen totalmente el uno del otro para las necesidades de la vida y para la tranquilidad mental que hace que valga la pena vivir.
Por consiguiente, deducimos que nuestra comprensión de la voluntad de Dios comienza con la entrega de nuestra voluntad a EL, y con actos de caridad, de amor y de servicio par con los demás. Nuestro despertar espiritual depende de nuestro cambio de personalidad. Es resultado de renunciar a la obstinación; de admitir nuestros errores; de actos caritativos que beneficien a otros a costa de nuestro tiempo y dinero; de hacer restituciones. Solamente ha sido cuando hemos estado dedicados con el pensamiento y en actividades de esta naturaleza, cuando hemos sentido profundamente la presencia de Dios, o nos hemos aproximado al conocimiento de su Voluntad. La respuesta a nuestra oración la obtenemos con un mínimo esfuerzo cuando estamos ocupados en misiones espirituales de ayuda y de servicio. Cuando nos guía nuestra conciencia. Cuando perdonamos y somos comprensivos. Nuestros esfuerzos en este sentido, ayudados por la fe y la oración para guiarnos nos acercaran a Dios.
La práctica diaria del Programa de Alcohólicos Anónimos nos mantiene cerca de las necesidades materiales y espirituales de la humanidad. Hay mucho que puede hacerse en este sentido y a medida que nos interesamos en trabajar para ello, y lo hacemos. Estamos adquiriendo lo mejor que se puede, un conocimiento de la voluntad de Dios, mediante la practica e la fe, la honradez y el servicio desinteresado.
El A.A. que está tratando de cumplir con la voluntad de Dios en su vida diaria no debe desanimarse nunca cuando lo critican en su casa o lo critican otros compañeros, siempre que sus motivos sean sinceros y constructivos. Si está equivocado, lo admite y trata de tener una mayor comprensión de la voluntad de Dios. Persevera. Tiene que mantener su fe en lo que está haciendo y en la oración.
La apreciación de lo anterior es necesaria para todos los miembros. Ninguno de nosotros debe objetar a la labor del otro a menos de que sepamos el motivo es ajeno a la voluntad de Dios.
La crítica aun cuando no sea indicada, debe ser de índole constructiva. Cuando se ofrece, debe ser con intención de cooperar y no un resultado de resentimiento o de envidia.
Los miembros más antiguos dan pasos y apoyan sistemas que generalmente son sólidos y atinados, ya que se basan en la comprensión de pasadas experiencias. Es posible que el miembro nuevo ponga en tela de juicio esas medidas y esos métodos debido a que no los comprenda y esto lo conduzca a sumir una actitud permanente en contra de lo que sugiere adoptar.
Por consiguiente, se nos previene contra el objetar a los actos de cualquier miembro hasta que no conozcamos el motivo que lo impulso, hasta que no sepamos que está equivocado. Si tiene razón, fácilmente podríamos estar objetando a la voluntad de Dios. Nuestros propósitos son conformarnos a ella. Nunca oponernos a ella. La tercera parte de este Paso se relaciona a la oración para tener el poder de Cumplir la Voluntad d Dios. Esta es una oración para la Eficiencia Mental, para la Fortaleza Espiritual y para la Resistencia Física.
Tenemos que merecer el poder que buscamos mejorando primero nuestra eficiencia. La energía mental, la fortaleza espiritual y la resistencia física no son concedidas hasta mientras que no tengamos la capacidad para tenerlas. Podemos rezar por ellas y debemos hacerlo, pero no es posible tenerlas con solo pedirlas. Hay que ganarlas mediante un esfuerzo honrado.
El poder se desarrolla a medida que renunciamos al egocentrismo y por medio de la oración, la meditación: “Mejoramos Nuestro Contacto Consciente con Dios” cuando perdonamos y ayudamos a otros.
No podemos vivir sus vidas pero podemos ayudarlos a que se ayuden ellos mismos. Nuestro interés los apremiara a renovar su esfuerzo. Mientras ayudamos a su progreso enriquecemos nuestra capacidad de recursos. Mientras los ayudamos a desarrollar su fortaleza inconscientemente estaremos ideando maneras y medios para adquirir nuevo poder y comprensión de nosotros mismos.
No es sensato orar egoístamente por poder, o con resentimiento, envidia o auto conmiseración
en nuestro corazón. Dios otorga ayuda liberalmente a los alcohólicos honrado que trata de vivir de acuerdo con el Programa de A.A. Solamente limitan esa ayuda las reservas y la indiferencia en la aplicación del programa. Los miembros que siguen fielmente los Doce Pasos, lo mejor que pueden, deben rezar frecuentemente. Dios responderá a sus desinteresadas oraciones.
A veces, nuestra manera de pensar se vuelve egocéntrica. Tratamos de forzar los acontecimientos. Confundimos nuestra voluntad con la voluntad de Dios y a base de pura fuerza voluntad logramos ciertos objetivos. Pronto resulta evidente cual es el verdadero origen de ese poder. Nos encontramos en desacuerdo con otro miembro. Perdemos esa sensación que resulta del logro. Nos falta la adecuada inspiración. No se nos aprecia ni se nos comprende. Hacemos cosas que no nos proporcionan ninguna satisfacción y que no son de ninguna utilidad especial para otros. Cuando ocurre esto podemos estar seguros que el poder que estamos produciendo no tiene ninguna relación con el Poder Superior a nosotros mismos.
Puede usarse como patrón, sin peligro, esta comparación para deliberar el origen y la calidad de nuestro poder.
Cuando nuestros esfuerzos no nos proporcionan ninguna inspiración ni felicidad es seguro que no estamos de acuerdo con Dios o con los que nos rodean. Debemos aplicar inmediatamente el Decimo Paso. Nos será de mucha ayuda admitir nuestros errores y reza por ayuda espiritual. Esto debe ir seguido por un servicio que se haga directamente a alguien. Dios concede poder a aquellos cuyas vidas son conducto de Su Voluntad.
Esto nos baja del asiento del conductor y nos lleva de vuelta al Programa de A.A. Todos padecemos de apatía espiritual y de usar indebidamente nuestra energía emocional. Tal vez debemos restaurar el equilibrio espiritual volviendo a practicar el Quinto Paso.
Paradójicamente, las emociones del alcohólico lo forman o lo destruyen. Parece ser necesario que conozcamos su uso constructivo.
Hay una solución práctica a nuestros problemas emocionales un procedimiento que corresponde a la aplicación inteligente de hechos que ha proporcionado la ciencia. La experiencia nos enseña cual es el papel que nuestra conducta emocional ha desempeñado en adquirir y de mantener nuestra condición alcohólica. Generalmente se está de acuerdo en que los sentimiento de odio, censura, resentimiento, auto conmiseración, celos e intolerancia, y otras manifestaciones semejantes de emociones o sentimiento prolongaban y agravaban seriamente la conducta insana de nuestra manera
compulsiva de beber.
La Psicología nos enseña que las emociones y los sentimientos son fuentes de energía. Los ejemplos de esta energía se encentra en las emociones del sexo, el miedo, la ira y el amor. Nos enseña además que el hombre tiene que tener esta energía para funcionar física y mentalmente. Sin ella seria anormal.
También nos informa que sin el impulso de la energía emocional el hombre seria una criatura impotente y desvalida. Le faltaría la capacidad necesaria para acometer la diaria rutina de la vida. No pensaría no daría un paso. Seria practicante inmóvil. Nada más que su acción reflejada quedaría en el.
Las sencillas deducciones que pueden hacerse de estos hechos son que el alcohólico ha pasado por alto el valor de controlar la energía emocional conveniente. Ha usado la energía del poder negativo destructor a costa de poder positivo creador.
Obviamente, el impulso derivado del sexo, el miedo y la ira ha sido empleado instintivamente. Irónicamente hemos subyugado a ellos nuestra voluntad en prejuicio de nuestro bienestar espiritual. No hemos dedicado tiempo a formarnos una idea mental de nuestra incapacidad para soportar las exigencias de semejante energía devastadora. Hemos pasado por alto una fuente más grande de energía que somos capaces de producir: El Amor.
La energía humana alcanza su grado más elevado y esta su forma más constructiva cuando la mente y el cuerpo son activados por esta meritoria emoción.
Es razonable creer, por consiguiente, que el poder de cumplir la voluntad de Dios tiene que venir de la inspiración y la energía que se encuentra en la emoción del amor. Amor que abarca a Dios a nuestros semejantes. Servirlos y apreciarlos.
RESUMEN.- Expusimos una disciplina definida de 24 horas para nuestra conducta emocional. Empezamos cada día con un momento de tranquilidad, rezando por nuestra liberación del egocentrismo, el miedo y la falta de honradez. Planeamos nuestro día, pedimos saber cuál es la voluntad de Dios; pedimos dirección Divina para que podamos tomar las debidas decisiones. Nuestras oraciones deben ser desinteresadas y para el bien de otros.
Cada noche inventariamos nuestras actividades de ese día. Admitimos el daño que hemos ocasionado. Le pedimos perdón a Dios y le consultamos acerca de las reparaciones que deban hacerse,
cerrando el día con una oración de gratitud por su Ayuda a nuestra sobriedad. (Este resumen esta hecho de la discusión del 11avo paso en el Capítulo 6 del Libro “Alcohólicos Anónimos”).
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