Una
reflexión especial quisiera reservar para ustedes, mujeres que han recurrido al
aborto.
La iglesia
sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en su determinación, y no
duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso
dramática.
Probablemente
la herida aún no ha cicatrizado dentro de ustedes.
Es verdad
que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto.
Sin
embargo, No se dejen vencer por el desánimo y no abandonen la esperanza...
Si aún no
lo han hecho, ábranse con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de
toda misericordia las espera para ofrecerle su perdón y tu paz en El Sacramento
de la reconciliación.
(Juan Pablo II, Carta encíclica Evangelismo vitae
25 de marzo de 1995, n. 99)
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