Para empezar, no podemos negarlos, porque eso hace que crezcan y nos hagan más daño. No se pueden resolver de manera equivocada, porque eso ocasiona problemas mayores. No se pueden adorar porque nos hacemos las víctimas, ello nos paraliza.
Es necesario resolverlos de manera adecuada. Siempre he considerado que para resolver los problemas necesitamos, por los menos, cuatro actitudes bien concretas:
1. Entender muy bien el conflicto, tener claras las causas, los atenuantes, las consecuencias; todo lo que lo ha ocasionado. Visiones parciales de los problemas nos llevan a soluciones equivocadas.
2. Encontrar el camino de resolución e, inteligentemente, tratar de realizarlo. Todo tiene solución, hay que encontrarla. A veces no la encontramos porque usamos paradigmas muy simplistas para situaciones bien complejas. Se necesita inteligencia para encontrar la solución, pero fuerza interior para realizarla.
3. Recibir asesoría de personas idóneas al respecto, ellas nos pueden dar visiones que nosotros no hemos tenido, así nos ayudan a resolver la cuestión. Hay que saber a quién le preguntamos y qué le preguntamos. No podemos escuchar a todo el mundo y hacer lo que todo el mundo nos manda a hacer.
4. Creo en el poder de Dios. Él no va a bajar a resolver el problema, pero sí nos inspira, nos impulsa, nos muestra el camino o se vale de las estructuras históricas para realizar lo que requerimos. Orar nos ayuda mucho, nos da paz en el corazón, fuerza en el alma y seguridad en las manos para actuar, lo otro nos toca hacerlo a nosotros mismos.
Tarea del día: No te desesperes ante los problemas, siempre hay una solución; para encontrarla, ora un momento y pide a Dios que te ilumine.
Alberto Linero
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