Señor mío y Dios mío, nada mejor que abrir los ojos y saberme amado por Ti.
Sí, hoy quiero comenzar este nuevo día sabiendo que me amas y que estás aquí manifestándolo con toda tu ternura y tu amabilidad.
Gracias por cuidarme, por mostrarte bueno conmigo, por hacerme experimentar tantas situaciones agradables y por sostenerme en los momentos de dificultad y de problemas.
Me emociona más saber que nada me puede separar de tu amor, que es un amor irrompible, que no es el amor de algunos humanos que está sometido a ciertas condiciones; el tuyo es incondicional y libre.
Gracias por amarme así y por hacerme sentir que soy importante para Ti y que puedo lograr los objetivos que tengo.
Eso me impulsa al iniciar este nuevo día y espero que sea una actitud constante en mí toda la jornada, para que al regresar a casa luego del trabajo, pueda contarte todo lo bueno que me ha pasado y cómo lo he vivido.
En tu nombre salgo a triunfar.
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