Durante
ciertas épocas de la vida la gente es más susceptible a la depresión que en
otras épocas (depresión: estado de decaimiento, acompañado de tristeza,
irritabilidad o ansiedad). Unas personas pasan por alto muchos periodos casi
sin sentirlos, pero otras quedan ahí ahogadas en su decaimiento cada vez. Vamos
a ver los periodos más sensibles.
Los
primeros años del niño es muy sensible: los médicos están acordes en afirmar que,
si el niño de sus primeros años es tratado por sus padres con cariño,
responsabilidad y buenos ejemplos, es verdaderamente rico en buen ánimo para
toda su vida. Pero si en sus primeros años tiene soledad, abandono, continuas
riñas y malos ejemplos, queda tarado de depresión para siempre. En Inglaterra
tienen en un hospital psiquiátrico a un hombre que persigue a su padre para
matarlo. Y averiguando profundamente han descubierto que cuando el tenía menos
de 5 años veía llegar a su padre borracho, con un cuchillo, amenazando al ser
que el niño más quería: la madre. Aunque jamás el papá trato mal a este hijo,
sin embargo, los recuerdos de los primeros años le causaron un trauma que ya
nadie logrará borrar. Todo lo que los asusta en esta edad les deja ansiedad
para edades futuras. En África se ha estudiado porque ciertos muchachos crecen
con una seguridad tan grande y una casi carencia de miedos. Y es porque en sus
primeros tres años la mama los lleva siempre consigo, en su mochila a espaldas.
El muchachito ha pasado sus primeros años con la más absoluta seguridad, sin
temer nada, y esto le repercute en su buen ánimo para toda su existencia. No es
super protegerlo ni evitarle todo lo que le haga sufrir, no, porque eso sería
formar merengues, pero si hay que procurar evitar lo que les pueda causar animo
deprimido o asustable.
La segunda década
De
los 10 a los 12 años por lo general, la vida del jovencito es muy placentera. Pero
llega luego la adolescencia. No es ni niño ni adulto. A cada rato pierde el
control. Se siente desconcertado y se rechaza a ratos a sí mismo y tiende a
separarse de los demás (excepto de la pandilla). Son verdaderos neuróticos, y
esto hay que recordarlo para saber comprenderles sus rarezas, que no las tienen
por malos, si no por falta de equilibrio en su sistema nervioso. Un
especialista dice: “Llega un momento en el que se comportan de tal manera mal
que solo la madre y el padre pueden amarlos, y a veces el padre se pregunta cómo
la madre lo puede aguantar”. Su comportamiento
en inmoderado, variabilísimo. Unos ratos abrazan a la mamá, al poco tiempo están
dándole puntapiés al mobiliario de la casa. Se van al colegio resueltos a ser
joviales y tratables y al cuarto de hora están con un genio de todos los
diablos.
Es
discutidor, su actitud es rebelde. Vive solitario y su comportamiento detestable
lo hace menos agradable aun, y aumenta el rechazo de los otros, lo cual produce
en él un comportamiento más hostil aun y así vive su primera experiencia seria
de depresión.
Además, en la
adolescencia hay un despertar sexual muy fuerte. Su conciencia le dice que debe
refrenar esos instintos, pero la voluntad no le alcanza muchas veces y empieza
un nuevo tormento: el complejo de culpa que lo lleva a la depresión. Este sentimiento
de culpabilidad le viene porque pierde el control de sus instintos sexuales, y
da rienda suelta a la imaginación sexual que lo lleva a la masturbación. La masturbación
produce siempre depresión. Los médicos sabemos
que son tremendamente pocos los casos de personas que se masturban y que no
sienten depresión. Este vicio produce una sensación de derrota y de vergüenza. Si
el joven tiene quien lo oriente y le diga que este es un insulto insuperable;
que si se dedica al deporte o a otros ejercicios físicos, las hormonas se le
riegan por todo el cuerpo y así no quedan concentradas en los órganos sexuales,
y por tanto, sentirá menos impulsos a la masturbación; si alguien en buena hora
le recuerda que los pensamientos buenos echan fuera los pensamientos malos
porque en la mente no pueden existir dos pensamientos al tiempo, y que si uno
se dedica a lecturas interesantes y formativas (por ejemplo: biografías de
grandes personajes que tanto atraen a los adolescentes o revistas deportivas,
etc). Los buenos pensamientos en esas lecturas neutralizan los pensamientos
sexuales. Y si tiene la suerte de encontrarse con una persona responsable que
le advierta acerca de lo grave que es adquirir el hábito de la masturbación (porque
hay viejos que exclaman: "me masturbo 5 veces al día desde hace 30 años
y ya no soy capaz de no hacerlo... Ah, si alguien me hubiera advertido cuando
era joven y cuando todavía era capaz de dejar este vicio, que llegaría un día
en el que ya no sería capaz de dominar tan mala costumbre... Pero nadie me
advirtió"), y le presentan lo que puede obtener en superación quién se
propone no hacer lo que no es debido, y el gran poder que tiene en esto la
oración pues coloca junto a nuestra débil voluntad la omnipotente voluntad de
Dios, Entonces ese joven se verá libre de una de las más terroríficas fuentes
de depresión, Cómo es la sexualidad desenfrenada, porque en este caso si se
cumple lo que dijo Cristo: "todo el que comete pecado se vuelve esclavo
del pecado"
Pocas
esclavitudes son tan depresivas como la del que se dedica a los desórdenes
sexuales. Millones lo han experimentado y dirán quién sabe cuánto por no haber
tenido tan dolorosas y apabullantes experiencias.
Hay un
pequeño periodo de depresión también en esta edad y hacen la época siguiente a
su grado de bachillerato. Esa depresión depende de la desaparición de una meta,
en este caso el grado del último año de bachillerato. La noche de la graduación
se los ve en Un éxtasis de Euforia y de dicha, reacción que a veces llega al
linde de la histeria al despedirse de sus profesores y amigos. Con harta
frecuencia tal experiencia es seguida de un estado depresivo que dura de 1 a 10
días. Al menos que el joven tenga otras metas ya bien señaladas, este periodo
se le puede transformar en apatía (pereza, indiferencia, desgano para todo).
Por eso conviene tener un buen plan para el futuro y ojalá un trabajo que le
guste, desde el día siguiente de su grado, o de su vuelta de vacaciones.