3°. COMPARACIONES INJUSTAS
Cada vez
que nos comparamos con alguien que nos aventaja, invitamos a la depresión. El
descontento con lo que somos y con lo que hacemos y tenemos, hace que nuestros
pensamientos se vuelvan tristes y pesimistas y esto produce depresión. Lo que
ocurre Es que la mayor parte de las veces somos injustos al hacer la
comparación, pues comparamos un área débil de nuestra personalidad con el área
fuerte del otro. Don Quijote decía: "las comparaciones siempre son
odiosas", y esto de andar comprando unos con otros es una costumbre muy
dañosa que debemos ir abandonando, puesto que no conocemos las debilidades de
los demás y en cambio las nuestras hasta las exageramos. Ellos son fuertes en
muchos aspectos, -y Bendito sea el señor por haberles dado tantas cualidades-
pero nosotros también tenemos muchísimo de que estar contentos y de que
agradecer al creador. O es que vamos a desear lo que dicen que pide en su
oración el indio boyacense: "Señor: que al vecino jamás le vaya también
como a mí, y siempre le sucede el doble de lo malo que a mí me sucede".
San Pablo dice: "alegraos con los que se alegran". Esto es todo lo
contrario a este terrible defecto de "entristecerse porque a otros les va
bien".
4°. AMBIVALENCIA: O FATALISMO U OBLIGACIÓN INJUSTA
Es una
causa muy común de la depresión. Consiste en la sensación de estar totalmente
obligado a hacer sufrir algo, sin encontrar remedio para salir de esa
intolerable situación. Ante la inutilidad de los esfuerzos mentales hechos para
superar esta situación amarga, se cae en La indiferencia (falta de interés; no
le importa esforzarse por obtener buenos resultados pues está convencido de que
de todos modos los resultados serán malos). En el "fatalismo" caen
muchos drogadictos y los alcohólicos.
Este
sentir que ya no hay solución para el problema es la causa más determinante
para los divorcios.
Una
pareja es obligada a casarse porque ella está esperando un hijo. El sentirse
"obligados fatalmente" a vivir juntos, sin tenerse el amor necesario,
les va causando una depresión, y poco a poco se les va formando una creciente
animosidad y antipatía hacia la causa que urdió esta trampa, la cual en este
caso es el cónyuge.
Para el
adolescente la causa de su depresión en este aspecto es la
"obligación" de obedecer a las órdenes de sus padres o a los
reglamentos del colegio, etc., Que, según él, lo mantienen "atrapado"
unas exigencias que no le gustan nada.
La mujer
casada se siente "atrapada" en los deberes del hogar. "Ah, no
soy más que una simple ama de casa", exclaman. ¿Pero qué mejor profesión
en el mundo que ser una "buena madre y una buena ama de casa"?
Es el
"terrible cotidiano", según decía Pío XI. El tener que hacer todos
los días, a las mismas horas, los mismos oficios cansones y monótonos. Es Quizá
lo que Jesús llamaba: "La cruz de cada día". Puede ser que al
recordar él, no pesados que son estos deberes que no podemos eludir, le pareció
bien que la primera condición para ser amigo suyo debía ser: "Aceptar cada
día su propia Cruz cotidiana".
Pensamos
en lo que debe de sentir el chofer de bus Atrapado necesariamente en su
obligación de manejar 8 o más horas diarias por entre calles endiabladas, el
minero Atrapado en su mina o socavón, en tinieblas durante todas las horas de
la luz del día; o el paralítico Atrapado por su enfermedad en su cama, sin
poderse mover, o el militar haciendo guardia por horas y horas A cuál más de monótonas
y cansonas, sabremos si será o no causa grande para la depresión esta
situación. Sólo quien hace para llevar como una cruz por amor de Dios, será
capaz de permanecer alegre y de buen humor, a pesar de su dura condición y no
lo tomará como una obligación injusta, sino como una escalera para subirse bien
alto al cielo.
Para
ciertos individuos muy sentimentales su totalidad puede ser él no sentirse
capaces de vencer sus terribles tentaciones e inclinaciones sexuales que les
hacen caer continuamente en pecados carnales. Esto deprime horriblemente.