La dependencia emocional y el sentirse atrapados también pueden provocar problemas en relaciones que podrían salvarse.
Si estamos en una relación todavía buena, podemos ser demasiado inseguros para desapegamos y empezar a cuidar de nosotros mismos. Podemos extinguirnos y asfixiar o alejar a la otra persona. Esa necesidad extrema se vuelve obvia para los demás. Se puede sentir, percibir.
En última instancia, la dependencia excesiva de otra persona puede matar el amor.
Las relaciones que se basan en inseguridad emocional y en una necesidad, en vez de sustentarse en el amor, pueden volverse autodestructivas. No funcionan.
Una necesidad demasiado grande aleja a la gente y extingue el amor. Asusta a la gente y hace que se vaya. Atrae a la gente equivocada. Y no satisface nuestras verdaderas necesidades.
Nuestras necesidades reales se hacen cada vez mayores, al igual que nuestra desesperación.
Fijamos nuestra vida en torno a esta persona, tratando de proteger así nuestra fuente de seguridad y de felicidad.
Abdicamos a vivir nuestra propia vida al hacer esto.
Y sentimos ira contra esa persona.
Somos controlados por ella.
Dependemos de esa persona.
Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós