Como codependientes, a menudo perdemos contacto con nuestra parte emocional.
A veces nos aislamos emocionalmente para evitar que nos aplasten.
Ser vulnerable emocionalmente es peligroso.
Se amontona una herida sobre otra, y a nadie parece importarle.
Alejarse se vuelve la opción más segura.
Nos vemos sobrecargados de dolor, de modo que hacemos corto circuito para protegernos.
Podemos retiramos emocionalmente de cierta gente, de quienes pensamos que nos pueden herir.
No confiamos en esas personas y ante ellas ocultamos nuestra parte emocional.
A veces nos sentimos obligados a retirar nuestras emociones.
Los sistemas familiares que sufren los efectos del alcoholismo y de otros trastornos rechazan la honestidad emocional y a veces parecen demandar la deshonestidad.
Consideremos nuestros intentos por explicarle a un borracho cómo nos sentimos cuando él o ella chocaron el coche, arruinando nuestra fiesta de cumpleaños, o vomitando en nuestra cama.
Nuestros sentimientos pueden provocar reacciones incómodas en los otros, tales como la ira.
Expresar nuestros sentimientos puede ser incluso peligroso para nuestro bienestar físico, porque esto bambolea el barco familiar.
Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente