EL IDEAL:
UN ALMA SANA EN UN CUERPO SANO
Los
sufrimientos no son exagerados de abrumadores. Si consideramos que las penas
que tenemos que sufrir son exageradas, lo recibiremos con Irá y amargura, esto
nos puede llevar a la depresión. Nos puede llevar a la depresión. Pero si
recordamos la frase de San Pablo pero si recordamos la frase de San Pablo:
"fiel es Dios que no permitirá que os lleguen pruebas que superen vuestras
fuerzas", ya no nos podremos a pensar que lo que sufrimos es mayor que lo
que somos capaces aguantar. Y Esto nos puede animar.
El
apóstol Santiago nos da una noticia reconfortante: el sufrimiento tiene la
ventaja de quitarse crecer en el alma la virtud de La paciencia. Por eso se
dice: "alégrense cuando tengan que pasar por diversas pruebas y
sufrimientos, pues las penas pueden producir paciencia. He aquí el consejo de
este gran amigo del señor: que cuando nos lleguen sufrimientos no nos
dediquemos a desanimarnos creyéndonos abandonados injustamente, sino que más
bien nos llenamos de alegría sabiendo que con estas contrariedades estamos
consiguiendo una gran cualidad: la paciencia.
Remedio
para adquirir fortaleza: fuego y golpes violentos.
Los que
saben de metalurgia qué es el acero dar por el fuego y no lo golpean
fuertemente, se queda flojo y de poca resistencia. Por eso para que se vuelva
fuerte y muy resistente no martirizan poniéndolo a altísimas temperaturas y
dándole golpes muy fuertes. Por eso para que se vuelva fuerte y muy resistente
lo "martirizan" poniéndolo a altísimas temperaturas y dándole golpes
muy fuertes. Algo parecido pasa con nuestra alma: si no nos dejan sufrimientos
nos podemos quedar enclenques de voluntad y con muy poca fuerza de carácter,
pero si no sobrevienen penas y contrariedades podemos lograr adquirir una gran
personalidad. Lo cual es una ganancia muy notable. El pensar en todo esto puede
ayudar mucho a alejar la depresión.
Quien más
sufre, más Gracias puede recibir
Vino una
mujer a quejarse de que su esposo era demasiado áspero y duro en su trato,
exclamaba suspirando que en cambio su vecina tenía un esposo todo amable y
bondadoso. Le dimos esta respuesta le dimos esta respuesta: "recuerde que
la persona que ofrece a Dios más sufrimientos, recibirá de El señor mayores
Gracias divinas. Si la otra tiene menos sufrimientos que ofrecer al buen Dios,
probablemente tendrá también menos Gracias divinas y menos ayudas que le
lleguen del cielo". A la mujer le brillan los ojos de emoción y preguntó:
-entonces yo voy a ser más rica para el cielo que la esposa del vecino? -Claro
que sí, con tal que le ofrezca sus sufrimientos adiós con la mayor paciencia
que le sea posible. Sonrío con la alegría de quien recibe una agradable noticia
y al despedirse dijo satisfecha: "me voy entonces a ganarme un gran premio
para el cielo aguantándome a este marido tan fiero en la tierra".
Probablemente
muchos de nosotros podemos repetir un día aquellas palabras que San Pedro de
Alcántara le dijo a Santa Teresa al aparecer salen sueños después de muerto:
"dichosos sufrimientos de la Tierra, que me han conseguido tan grandes
premios para el cielo". Nada perdemos cuando sufrimos, si sabemos ofrecer
todo a Dios. Pero en cambio Si sufrimos renegando nos ganamos 1 antipática
depresión y nada vamos a conseguir, para la eternidad. ¡Doble perdida! Señor:
señor danos un poquito más de paciencia, para aceptar sin renegar ni
deprimirnos, las penas diarias que tú permitas que no sucedan. Y que un día
podamos repetir con San Pablo: "no hay comparación entre lo poco que
tuvimos que sufrir en la tierra, Con lo mucho que nos gozaremos en el
cielo". Por un sufrimiento liviano en esta vida nos aguarda Un peso
inmenso de Gloria en la eternidad.
Dimas y
Gestas: los dos crucificados
El
viernes Santo en el Monte Calvario murieron dos famosos bandidos al lado y lado
de Jesucristo. Parece que la conducta de los dos había sido bastante deplorada
según se deduce de las palabras de uno de ellos que dijo: "lo que estamos
sufriendo nosotros los dos lo tenemos bien merecido Para nuestras malas
acciones". El de la izquierda llamado gestos renegó hasta sus últimos
momentos y en vez de orar se dedicó a burlarse de Cristo. Pero el de la
derecha, llamado Dimas, dispuso aprovechar aquella ocasión maravillosa que se
le ofrecía puede borrar sus muchos golpes y conseguirse un puesto en el cielo,
ofreciendo al señor sus sufrimientos, Y en vez de maldecir su mala suerte se
puso a dialogar con El Redentor crucificado y a proclamar su admiración por él,
y hoyo de labios del mismo Jesús estas palabras inmensamente consoladoras:
"hoy mismo estarás conmigo en el paraíso".
Analicemos
este caso tan curioso: los dos sufren los mismos tormentos y las mismas
humillaciones. Uno maldice y reniega y pierde así todos sus sufrimientos. El
otro acepta con paciencia sus penas y dolores como pago por sus pecados y los
ofrece al hijo de Dios y consigue "robarse" el cielo, Pues esa misma
tarde pasa el tormento horroroso de la cruz al gozo eterno del paraíso. ¡Qué
negocio tan redondo! Y pensar que ese mismo negocio lo podemos hacer todos y
cada uno de nosotros, cada día de nuestra vida: aprovechar las contrariedades y
penas que nos vienen y pagar con ellas las deudas que le tenemos a Dios por
nuestros pecados y ganarnos con nuestros sufrimientos un puestazo en el paraíso
eterno, con tal de que le ofrezcamos a Dios con paciencia lo que él permite que
suframos. ¿Lo haremos así?