Aunque no convivamos con un problema serio o con una persona seriamente enferma, todavía está bien sentir ira cuando ocurra. La ira es uno de los muchos efectos profundos que la vida tiene sobre nosotros. Es una de nuestras emociones. Y la vamos a sentir cuando nos llegue, o si no, la vamos a reprimir. “No confío en la gente que nunca se enoja. O la gente se enoja, o se enoja”, dice mi amiga Sharon George, quien es profesionista dentro del campo de la salud mental.
Tenemos todo el derecho a enojarnos. Tenemos todo el derecho a sentirnos tan enojados como nos sentimos. Lo mismo as otras personas. Pero también tenemos una responsabilidad —primordialmente para con nosotros mismos— que es manejar nuestra ira de manera adecuada.
Volvemos a nuestro consejo inicial: maneja tus sentimientos. ¿Cómo manejamos una emoción tan potente como es la ira? ¿Cómo dejar de sentirnos tan enojados? ¿Cuándo sucede esto? ¿A dónde se va? ¿Con quién podemos hablar? ¿Quién querrá oír todo eso? Probablemente ni siquiera nosotros queremos oírlo. Después de todo, la persona con la que estamos enojados está enferma. De modo que, ¿no deberíamos estar sintiendo compasión y todas esas cosas buenas? ¿Es verdaderamente correcto estar tan enojados con una persona enferma?
Sí, tenemos derecho a estar furiosos con una persona enferma. Nosotros no ocasionamos el problema. Aunque el sentimiento ideal es de compasión, probablemente no lo sentiremos hasta que hayamos manejado nuestra ira. Lo que va entre sentir un furor homicida y mordernos la lengua porque nos sentimos apenados por esa persona enferma, es la manera de ir más allá de nuestros sentimientos de enojo, los viejos y los nuevos. Pero yo no creo que manejar las emociones reprimidas suceda de un día para otro.
Puede no suceder en un mes o aun en un año. ¿Cuánto tardamos en enojarnos a este grado? Manejar una cantidad significativa de ira reprimida puede llevarse tiempo y esfuerzo. Manejar la ira nueva requiere de práctica.
Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente