La
autoimagen puede provenir de nuestro temperamento. Claro está que nuestra
autoimagen dependerá en mucho de nuestro temperamento. Si tenemos un
temperamento inclinado la tristeza y a la depresión, tendremos también mucho
mayor peligro de formarnos una autoimagen depresiva y desanimadora, que sí
Nacimos en cambio con un temperamento despreocupado y con gran confianza en sí
mismo.
Ojalá leyéramos
el formidable librito titulado: "como conocer y sacar provecho del
propio temperamento" por Sheldon y Salesianos. Es un folleto que
produce verdadera influencia positiva y animadora en quién lo lee. Podemos
preguntarnos donde conseguimos este libro que estamos leyendo.
Pero la
influencia de temperamento en la autoimagen y en la depresión la vamos a
estudiar en el próximo capítulo. Ahora veremos otros elementos muy influyentes
también.
La
autoimagen depende mucho de la educación recibida.
Sí
tuvimos la desdicha de ser educado por personas que nos Vivian engañando a toda
hora. Gente demasiado críticas que encontraron más gozó en censurar que un
felicitar y que me llame nosotros más capacidades para fracasar que para
triunfar, esa influencia perniciosa puede haber hecho que nos hayamos formada
una imagen de artista y que hayamos adquirido una inclinación enfermiza a
imaginarme que para nosotros se hicieron en mayor proporción los fracasos que
los triunfos, lo cual es una equivocación Y una mentira tan garrafal No puede
haber sido inventada sino en el infierno, y con el diablo que según la Biblia
es el padre de todas las mentiras. Esta horrible mentira año la última gesta de
los más optimistas. En cambio Si tuvimos la dicha de ser educados por gente
comprensiva y animadora que sabían que en la educación lo que más se necesita
es el estímulo, y que un "tú puedes más" es muchísimo más
constructivo que un "no sirves para nada", y si nos educaron personas
que estaban convencidos de que la educación se forma de sus partes: 50%
corrección y el otro 50% de animación y de felicitación estímulos, Y si fuimos
aceptados por gente que no fueron tacaños en animales y elogiarlos, Entonces
sí, Aunque nuestro temperamento sea más bien enchilada el pesimismo y a la
tristeza, la buena educación recibida nos puede llegar a conseguir una
autoimagen placentera y animadora que nos empuja hacia el éxito y hacia la
constante alegría.
Afortunadamente,
la autoimagen puede ir corrigiendo y perfeccionando. Y eso es lo que
pretendemos con este capítulo, que cada uno al convencerse de que su autoimagen
gobierna su vida y de que "somos lo que creemos ser", se esmera por
formarse una autoimagen positiva y alegre y no una mascarada horrenda que
asuste y deprima.
Recordemos:
si creemos que somos horribles e incapaces, eso es justamente lo que somos. No
importa lo que los demás estén pensando, Pues en nuestro modo de gobernarnos,
dirigirnos y comportarnos, lo que influye es lo que vivimos pensando de
nosotros mismos. Y eso es lo que afecta nuestra productividad y hace que la vida
se nos haga alegre o triste, animadora o deprimida.
Un hombre
mediocre con una autoimagen excelente. ¿Y otro? ....
Desde
hace 30 años coso de la santa amistad de un amigo que no recibió de la
naturaleza ninguna cualidad que lo lleve a ser demasiado brillante. Casi
tartamudea al hablar, y su presencia no es un modelo de elegancia. De familia
Pobre, no hizo estudios especiales ni ha ocupado ningún puesto de renombre y
relumbrón. Pero este hombre ha llegado a los 77 años con una garbosidad en su
porte y un modo de ser tan alegre y optimista que a ratos le siento una Santa
envidia. ¿Y cuál es el secreto de este hombre de 77 años? Qué ha formado una
auto imagen de hombre alegre, simpático, triunfador y realizador. Y tal como
eso de imagen, Así es su vida y su realidad. Y yo me pongo a compararlo con
otro amigo que conozco, el cual apenas tiene 45 años y ya parece un viejo de
80. Agachado más de lo debido a su edad. Lleno de más ganas de las que se ven
ordinariamente en un hombre de 50 años. Cara envejecida. Ojos apagados. ¿Y cuál
podrá ser la causa de una vejez tan prematura? También su autoimagen. Se ha
formado una imagen de sí mismo como de un hombre al cual nadie lo quiere y
todos desprecian. Se imagina que sus cualidades no son las suficientes, y que
no nació para nada importante, es tal cual es su autoimagen, Así es su propia
vida: achiquitada, triste e infeliz.