Cuando atravesamos una crisis, con la pareja, el ego siempre habla primero.
Con voz más fuerte y con muchas palabras, recordándonos todo lo malo de la otra persona.
Justificando el daño a nuestro favor, diciéndonos la mala suerte que hemos tenido, lo víctimas que hemos sido, lo mucho que hemos dado y lo poco que hemos recibido, y mostrándonos con detalles «abundantes» los defectos del otro.
De esta manera nos convenceremos de la culpabilidad del otro. Y lo que es más patético justificamos el daño diciéndonos «que tenemos derecho a ser felices» no importa que sea a costa de la destrucción del otro, incluso podemos utilizar a otra persona para convencernos de que es por una nueva vida que destruimos la confianza que esa persona depositó en nosotros.
Los mensajes del ego generan ansiedad, miedo y culpa
Mientras que el ego genera toda clase de pensamientos atormentadores, el espíritu nos recuerda que todo lo sucedido era necesario para tu evolución, que no hay culpables, que todo forma parte de un proceso de aprendizaje.
Los mensajes del espíritu son consoladores y muy reveladores porque, gracias a ellos, entendemos la razón por la cual nos sucede aquello que nos sucede.
Cuando una relación se basa en los dictados del ego, se crea una dependencia de uno con el otro pero para destruirlo; y el más fuerte destruye al que por desgracia entró sin reservas ni secretos.
Si la relación se basa en los dictados del espíritu se crea una relación de compañerismo y ayuda mutua.
Hay que aprender a discernir a quién estamos escuchando.