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CONFIAR EN EL ESPÍRITU SANTO
Hay un
libro verdaderamente precioso, que si lo leemos nos va a llenar el cerebro de
buenísimas ideas, y el corazón de las más Santas alegrías. Su título es "maravillas
del Espíritu Santo". Ojalá lo lograremos conseguir y leer. Su
lectura ocupa muy poco tiempo, pero el efecto saludable en nuestro espíritu
perdurara por larga temporada.
San Pablo
dijo que en uno de los principales efectos o frutos que el divino espíritu trae
a el alma de quien lo recibe es una gran alegría y mucha paz. Y esto lo
comprueban los que lo invocan y tratan de no entristecerlo cuando mora en su
alma. El espíritu santo llena el alma de un santo gozo, y una sana alegría, no
un gozo egoísta y orgulloso por haber obtenido triunfos humanos y
materialistas, sino una íntima alegría por sentirnos amados y protegidos por
Dios, destinados por el a los más atrayentes y Gloriosos destinos eternos. Y
una admirable Paz. Pero la paz No significa ausencia de dificultades sino una
tranquila serenidad del corazón, proveniente de una gran confianza en Dios aquí
en el Espíritu Santo nos hace considerar como nuestro padre y como nuestro más
cariñoso amigo y defensor.
Y hay otra
cualidad que, según San Pablo, el espíritu santo regala a los que los reciben:
"la paciencia". Esa es una virtud que no permite que nos dejemos
dominar por la tristeza a causa de lo desagradable que nos sucede. Es un No
dejarse llevar por la ira, un saber soportar los defectos de los demás y las
incomodidades de la vida diaria, y un sabroso portarse también así mismo con
todas las limitaciones y fallas involuntarias.
Es un
aceptarlo desagradable que Dios permite que no suceda cada día. Es un saber
aguardar a que las cosas se solucionen, pero poco a poco y no con la velocidad
que pide nuestra impaciencia. La virtud de la paciencia es
irreconciliable con la depresión, y cuando la una llega, la otra se va. Así
que, si el espíritu santo nos regala una gran paciencia, automáticamente
nuestra depresión tendrá que poner pies en polvorosa e irse a buscar
alojamiento en alguien que no posea el divino espíritu.
Tenemos
que estar siempre muy agradecidos con el espíritu santo a causa de los enormes
regalos que nos vive obsequiando, y sobre todo porque está siempre dispuesto a
llenarnos de alegría, de paz y de paciencia. Esto lo afirma la sagrada Biblia, y,
por tanto, no puede jamás dejar de cumplirse. Ahora Lo importante es que nos
esforcemos por no entristecer al Espíritu Divino con nuestros pecados, porque
dice el libro sagrado que lo podemos entristecer.
¿Pido al
espíritu santo con cierta frecuencia que me conceda la virtud de la paciencia y
una gran alegría? ¿De veras pido alegría? ¿Cuántas veces? ¿Cada cuánto? ¿En
esta semana Cuántas veces he pedido a Dios que me conceda paciencia y buen
genio?
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