Hay que aprender a soltar las cosas que nos hacen daño.
Los seres humanos somos expertos en amarrarnos a situaciones y a personas, nos acostumbramos a hacerlos indispensables para nosotros, quizá con poca conciencia, pero lo hacemos, y se nos olvida que las personas y las situaciones son circunstanciales, es decir, pasajeras.
No hay ninguna situación de la vida que dure para siempre; tampoco hay personas que no tengan que irse alguna vez.
Debido a esta realidad, quiero reflexionar en torno a la necesidad de no amarrar, es decir, de no hacer depender nuestra vida de otra cosa que no sea de uno mismo.
No estoy diciendo con esto que no podamos amar incondicionalmente a alguien; se trata de entender que nada dura para siempre, que todo pasa y que debemos estar preparados siempre para superar la pérdida de alguien o algo.
Uno de los valores que siempre defiendo es la libertad que deberíamos tener todos para vivir, no podemos dejar que nada ni nadie determinen nuestra vida, porque así estaremos condenándonos nosotros mismos al dolor.
Vive, ama, disfruta a los tuyos y deja que ellos disfruten de ti, pero en libertad, sin amarres innecesarios, con la plena certeza de que todo es pasajero y que la vida va dando muchas vueltas.
Habrá personas con las que compartiremos, tal vez, toda la vida, pero sólo si hay decisiones diarias para sostener libremente ese compartir. Nada más.
Te invito, finalmente, a que seas capaz de dar un paso hacia tu libertad y dejes a un lado aquello que te amarra.
TAREA DEL DÍA:
Mira qué cosas de tu vida te mantienen amarrado.
P. ALBERTO LINERO
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