Invita a Dios a ser el centro de tu familia y repite junto con San Francisco: "dónde está Dios, no falta nada". Recuerda que la familia es la iglesia doméstica por excelencia.
Agradece a Dios por el don de la familia. No compares la tuya con otras familias. No existe la familia perfecta (con excepción de la sagrada familia). Lucha por mejorar lo que tienes.
trata de hacer que todas las personas que lleguen a tu casa se sientan a gusto.la hospitalidad es un valor que hace crecer a todos: A quién llega Y a quién recibe.
Dedica un tiempo para escuchar a tu esposo, hijos, hijas, papas... Y agradece por su presencia. Disfruta cada miembro de tu familia y trata de descubrir la presencia de Cristo en cada uno de ellos.
Sabías que muchos jóvenes no quieren llegar a su casa,pues se sienten acosados por sus padres con reproches y preguntas porque se sienten solos y poco escuchados? Nuevamente el don del hospitalidad. Practícalo con tus hijos, que cuando lleguen se sientan recibidos con los brazos abiertos, con palabras de amor y no de reproche.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario