Me llamo Eduardo y soy alcohólico (ateo)
Me dirijo a los alcohólicos que han tenido dificultades en adaptarse a las referencias religiosas dentro del programa de A.A. A aquéllos que no pueden aceptar la idea de un ser sobrenatural, permítanme decirles que siempre han sido los seres humanos quienes me han fortalecido cuando necesitaba ayuda.
Reconozco que necesito más fuerza de la que yo personalmente tengo para vencer la compulsión de beber. Recibo esta fuerza adicional del poder para crear el bien que en A.A. se genera. He interpretado la frecuente referencia a Dios en los Doce Pasos y en otros lugares, como el poder que viene de otras personas.
Después de un año y medio de verdadera sobriedad (anteriormente pasé tres años tratando de captar el programa de A.A.), sufrí una catástrofe personal. No considero esta situación como un castigo por los “pecados” del pasado; ni tampoco soy tan vanidoso como para creer que una deidad me eligió como mártir. Es ciertamente irónico verme paralítico después de un período de verdadera sobriedad, y no como resultado de una borrachera. Pero no es más que eso — irónico.
Tengo una firme creencia en la moral humana. Creo que los malos impulsos pueden ser superados por las acciones honestas. A.A. pone de manifiesto los impulsos para crear el bien, y esto tiene una fuerza tremenda. A mi parecer, el total de las buenas acciones constituye el “poder superior”.
Estas son las palabras de un ministro Unitario: “En un mundo que ha perdido, o que va perdiendo rápidamente, toda idea convincente de la providencia divina en acción, de un Dios que dispone de los asuntos de la humanidad, no es necesario suponer que la única alternativa a un universo amante del ser humano es un universo enemigo y satánico. Existe la alternativa más probable de un universo neutral, en donde viven los seres humanos forjando su salvación, sin esperanza del cielo ni temor del infierno. Se puede encontrar que la vida tiene un valor no porque un padre divino así lo dispone, sino porque los logros de buenos hombres y mujeres trabajando juntos con amor y respeto mutuos, son en y por sí mismos valiosos y gratificadores.”
Durante más de dos años, fui casi un Solitario, pudiendo asistir solamente a unas pocas reuniones cada año. Afortunadamente, mi esposa comprende bien lo que es el alcoholismo (debido a su asociación en el pasado con un grupo familiar), y tuve la oportunidad casi diaria de tener conversaciones con ella. Ahora, hemos formado un grupo de A.A. en esta área que se reúne cada semana en mi casa.
No fui capaz de aceptar a A.A. ni la ayuda verdadera que prestaba, hasta que hice una interpretación racional del programa. Sigo siendo ateo, pero soy un ateo agradecido.
No quiero cambiar a A.A. Funciona para mí. Sólo quiero que A.A. logre atraer a los racionalistas. Como miembros de A.A., ellos pueden aportar mucho a la Comunidad.
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