Para su
hijita, que se había quejado en el colegio de que su mamá no la quería, esta
señora decidió multiplicar sus atenciones a la pequeña, pero, al terminar, le
decía: "pero sólo porque no te quiero".
La
intención de la mamá era que la niña cayera en la cuenta de las incontables y
constantes maneras en que le mostraba su amor.
Creo que
esto también puede aplicarse a Dios. Como hijos suyos, necesitamos que nos
confirme su amor. En alguna forma También nosotros olvidamos las muchas maneras
en que Dios nos manifiesta que nos ama.
Pensemos
tan sólo en la lluvia de cada verano, en las caras amigables que vemos, en las
montañas majestuosas, en los corazones compasivos, en que cada latido de
nuestro corazón es un don de nuestro Padre Dios. habría que contar la cantidad
de regalos de Dios a lo largo de un día o de una hora.
¿Cómo
podríamos vivir sin la alegría de los niños, sin la sabiduría de los ancianos,
sin gente que nos amará...?
En cada
cosa buena que no sucede o en cada cosa que nos agrada, visualicemos a nuestro
padre Dios sonriendo y musitando suavemente a darnos cada uno de sus dones: "pero
sólo porque no te quiero".
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