Querido hijo:
Naciste
un viernes a medio día, sin publicidad, en forma rápida, sin provocarme
excesivos dolores.
Tenía los
ojos cerrados; tu lengua colgada fuera de la boca.
Al
mirarte pensé: "que feo!" Pero no me atrevía a decirlo. Lo que dije
fue: "que pequeño!"
Transcurría
el tiempo y tú no mejorabas. Todos nuestros vecinos sabían cuál era tu
enfermedad y tu sombrío porvenir. Solamente tu padre y yo lo ignorábamos.
nos
convencieron de que consultar amos a un famoso especialista, que sin duda te
curaría. Al regresar a casa te acomodé en la cunita; me quedé mirándote y le
dije a Dios: -Tu, Señor, nos das y nos quitas, llévatelo por favor, ¿para
qué sirve su vida inútil?
Hijo mío,
perdóname, también entonces te he pedido inmediatamente perdón: Cómo era
posible que una vida humana, tu vida, ¿fuera inútil? tú eres mi hijo al igual
que los demás hijos, tú no tenías culpa; todos tienen problemas, nada más que
los tuyos eran diferentes...
¡Cuando
por primera vez me dijiste “mamá!", Rompí a llorar de felicidad, aunque ya
tenías tres años de edad.
la
primera vez que tambaleando corriste a mí encuentro, aun teniendo 4 años de
edad, te apreté en mis brazos y me hiciste feliz. Me habían enseñado a esperar
con paciencia 4 años aquel momento.
Más
tarde, nadie quiso mirarte en la escuela, nadie te aceptado en la sociedad.
Gracias a ti aprendí a ser humilde y sonriente; yo son rodilla para que te
sonrieron a ti.
Cuando la
gente se percató de tu presencia en este mundo, tú me enseñaste a luchar para
que te acogerán. Y cuando otras madres luchaban para que el mundo aplaudiera su
hijo de tu misma edad, yo me conformaba con tus primeros pasos. tú me enseñaste
a no dar a mis otros hijos dinero y éxitos, sino tan sólo felicidad.
Llegó a
vivir con nosotros tu tía. Llevo desesperada por sus fracasos, con un carácter
insoportable, rechazada por todo el mundo, incapaz ya de vivir sola aguantándose
a sí misma. Tu presencia hijo mío, no fue inútil sino indispensable para tu tía
a lo largo de 22 años. Fuiste a tu su único amigo y confidente; soportas te su
despotismo y prepotencia; endulzaste sus amarguras, la hacía sonreír con tus
disparates. durante 22 años diste un sentido a su amarga vida y endulza hasta
sus últimos días.
Cuando tu
tía murió, volviste a hacer todo nuestro. tu padre y yo comenzamos a quererte
más que nunca. Los tres pasamos juntos nuestras últimas vacaciones.
Sobrevino
la última enfermedad de tu padre y su muerte. Cuando desesperada volví al
cementerio, sólo a ti te encontré en la casa. Tu nada sabías de lo que había
pasado; aún menos entendía su trascendencia. Pero misteriosamente sí "sentías"
que algo terrible había sucedido.
Gracias a
ti logré sobrevivir, mejor dicho, a "vivir" de nuevo. Seguir
trabajando y luchando por ti. Y ahora te has vuelto mi único acompañante. En
este mundo Ya nadie me brinda su compañía, ni su mirada, ni una caricia, ni un
abrazo o un consuelo.
y sin
embargo me siento feliz porque aún puedo hacer feliz a alguien en este mundo
infeliz. Ese "alguien" eres tú, aquí en tan poquito basta para
que sea feliz.
Tu
afectadisima madre.
Una
señora vecina de Dormía, Italia
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