miércoles, 21 de agosto de 2019

Amigos, Pareja, Amantes, Novios... ¿O qué? (Parte 2)

Amor = Felicidad
Sucede que todos anhelamos ser felices y cuando nos enamoramos, convertimos a la persona amada en el valor supremo, en lo que da sentido a nuestra vida; no se concibe la vida sin esa persona, es una necesidad imperiosa. Y si ese amor es correspondido de la misma manera, el enamorado se convierte también en un "valor supremo" para la otra persona, se deifican mutuamente llegando a decirse "te adoro con toda el alma". Por supuesto ello produce felicidad y el deseo de que ese amor dure para siempre. Por eso se casan los enamorados, para darle a ese estado de felicidad una estructura estable en la que el amor pueda expresarse en su totalidad perpetuamente.

Y entonces debemos preguntarnos el porqué de tantos fracasos matrimoniales. ¿Qué paso con aquel amor maravilloso? ¿Dónde quedaron aquellas promesas de amor eterno? ¿Por qué se extinguieron aquellas ansias de estar siempre juntos, muy juntos? ¿Qué fue de aquellos besos, abrazos y caricias ardientes? Sabemos que por desgracia el número de separaciones, divorcios o de simple convivencia soportada heroicamente, van en aumento alarmante, con todo lo que daña ello a la sociedad entera.

Noviazgos equivocados
Volvamos a los tiempos juveniles. Aquel primer flechazo, aquel primer enamoramiento, aquel primer suspiro, ¿de dónde vinieron? ¿qué los provoco?

Cuando las hormonas empiezan a funcionar en el cuerpo humano, surge lo que los norteamericanos llaman el "sex appeal", o sea la atracción física por el sexo opuesto, el instinto sexual. Los jóvenes pueden confundir esa atracción con el amor. Creen que se aman y lo que pasa es que se están deseando. Todo se confunde. No es que en el amor no deba existir el deseo sexual, pero no solamente lo es todo, si no que puede llegar a ser todo lo contrario al amor verdadero.

Si el amor verdadero busca complacer en todo a la persona amada, en hacerla feliz, aún a costa de grandes sacrificios, en protegerla y cuidarla, lo que se llama "amor de benevolencia", (del latín bene volere = desear el bien), puede suceder que el deseo, por ser tan apasionado, opaca y olvida todo lo demás llegando en realidad como sucede en tantos casos, a arruinar la vida de aquella persona a la cual se creía amar.

El que sólo desea, no piensa que sólo desea, cree estar amando con mucha intensidad. Se mide el amor por la intensidad del deseo. Es un frenesí hormonal demasiado corporal, en donde los otros aspectos, los más importantes de la persona amada, quedan opacados y olvidados, en donde la belleza corporal, hace desaparecer la belleza espiritual y los valores superiores.

El deseo entra avasalladoramente por los sentidos, sobre todo el tacto y materialmente embriaga, hace perder la cordura y tiende fuertemente a la unión sexual a como dé lugar. Es el instinto, aquella fuerza primitiva que lleva a la conservación de la especie. Nace del cuerpo y lleva al cuerpo.

El amor verdadero, por el contrario, se funda más en la belleza del alma y por eso es menos violento, pero más auténtico, más profundo, más satisfactorio. Está lleno de respeto, ternura, admiración, confianza. Por eso no existe eso que llaman "amor a primera vista", porque la que surgió fue el "deseo a primera vista", ya que es la interioridad, los valores de la otra persona, no son visibles a primera vista y hay que descubrirlos poco a poco con el trato respetuoso. el camino al amor tiene que ser al principio una amistad sincera en la que se descubren los ideales, intereses, valores, proyectos y entonces las almas, más que los cuerpos, van sintonizando.

Con el tiempo, ya en la vida matrimonial, en la convivencia cotidiana, la emoción del deseo va disminuyendo como es natural. No experimentamos cotidianamente cuando estrenamos lo que sea: Al poco tiempo ya esa sensación desaparece en la rutina y puede llegar el hastío. Si la atracción por la otra persona se basaba tan sólo en la belleza física, está pronto se desvanece porque el calendario es implacable y buscaremos otras bellezas, otros "estrenos".

el amor verdadero y estable tiene que estar cimentado en algo más durable que la tersura de la piel. El amor mantendrá vivo el deseo, porque se ama al otro por lo que es y no tan sólo por su apariencia. Pero también ojo, por amor hay que procurar no descuidar la apariencia, porque de otra manera se ponen retos al deseo. Sin hacer un ídolo del cuerpo de su arreglo, siempre será más agradable estar con una persona limpia, bien vestida y bella según su edad.

Si, por ejemplo, el marido siempre encuentra a su esposa despeinada, en bata, sandalias y además con cara de pocos amigos, pero en la oficina lo espera la secretaria muy bien maquillada, limpia, amable y sonriente... y qué sucedió con aquel muchacho atlético, atento, “chico de almanaque”, que ahora ha engordado, ¿olvidado las atenciones, que llega a casa siempre de mal humor, etcétera?

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