Cuando era niño veía a mi papá que se acercaba a la radio y le daba golpes cuando no funcionaba. Lo más gracioso es que a veces le daba resultado, de pronto, la emisora empezaba a escucharse un poco más clara. Lo mismo hacía con el control remoto del televisor, lo golpeaba contra la cama, y el pobre control servía por otro rato más.
Con el tiempo, esa costumbre de mi papá se convirtió en un hábito familiar: si la nevera hacía algún ruido, uno de mis hermanos pasaba y le daba un golpe para que trabajara en silencio, y a veces hoy veo a mis sobrinos sentados frentes al computador que le dan golpes al teclado cuando la internet no les funciona.
Sé que esta situación la viven casi todos en sus casas. Si nos ponemos a pensar, ningún fabricante de aparatos en el mundo ha creado sus máquinas para que funcionen a los golpes, es necesario aprender cómo funcionan, cómo están armadas y cómo repararlas.
Lo que pasa, en realidad, es que nos da rabia que las cosas no funcionen y descargamos esa rabia contra las mismas cosas como si con eso lográramos algún resultado positivo.
Al contrario, lo que conseguimos es que los mecanismos se deterioren poco a poco hasta que dejen de funcionar. Con las personas sucede lo mismo. A veces creemos que los conflictos se solucionan con violencia.
La mejor forma de solucionar los problemas es conocer a las personas y dialogar con ellas. Lo que debemos hacer es entrenarnos cada día para convertirnos en personas de paz, esforcémonos por no actuar de forma agresiva, esforcémonos por hablar en vez de golpear.
TAREA DEL DIA: Acércate a una persona con la que alguna vez hayas peleado e intenta conocerla mejor
Alberto Linero
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