Para las próximas veinticuatro horas....
En la recuperación vivimos sólo por el día de hoy, lo cual es una idea que requiere de una enorme cantidad de fe. Nos rehusamos a mirar atrás a menos que curarnos del pasado sea parte de la labor de hoy. Vemos hacia delante sólo para hacer planes. Nos concentramos en la actividad de este día viviendo al máximo de nuestra capacidad. Si hacemos esto durante un tiempo razonable, tendremos suficientes días al hilo de haber vivido sanamente para haber hecho algo valioso de nuestras vidas.
Nos sometemos a la voluntad de Dios. Dejamos de tratar de controlar y nos conformamos con una vida gobernable.
Confiamos en la voluntad de nuestro Poder Superior para nosotros, en que está es buena, generosa y con una dirección.
Estamos aprendiendo, por medio del ensayo y error, a separar nuestra voluntad de la voluntad de Dios. Estamos aprendiendo que su voluntad no es perjudicial. Hemos aprendido que a veces hay una diferencia entre lo que otros quieren que hagamos y la voluntad de Dios.
También estamos aprendiendo que Dios no ha tenido la intención de que fuéramos codependientes, de que fuéramos mártires, de que controláramos o de que cuidáramos excesivamente a los demás.
Estamos aprendiendo a confiar en nosotros mismos. ......y la fuerza para cumplirla.
Parte de la recuperación es aceptar la impotencia. Una parte importante de la recuperación es reclamar la fuerza para poder cuidar de nosotros mismos.
A veces necesitamos hacer cosas que nos dan miedo o son dolorosas. A veces necesitamos salirnos, retractarnos o dar un paso adelante.
Necesitamos pedir la ayuda de un Poder Superior a nosotros mismos para hacerlo.
Nunca se nos pedirá que hagamos algo para lo que no se nos dé la fuerza para hacerlo.
Hoy pido a una fuente de Poder energizante que me ayude. Ese Poder es Dios. Le pediré lo que necesito.
El lenguaje del adiós de Melody Beattie