lunes, 25 de septiembre de 2017

Como Alejar la Depresión: Cap. X - Lo Que Puede Hacer La Mente Para Detener La Depresión (Parte 5)

EL PODER DE LA SUGESTIÓN

Sugestionar es inspirar a la persona palabras o actos involuntarios.

La tristeza, el pesimismo, la autocompasión, inspiran en nuestra actuación muchos comportamientos verdaderamente indebidos. El andar pensando: "yo no soy capaz, yo no puedo, Yo no poseo simpatía, a mí nadie me quiere", etc., Es una sugestión que nos lleva a actuar de manera muy desagradable y derrotista.

Pero no es suficiente crear una imagen alegre de autoestima de uno. Esto vale mucho y ayuda a echar para adelante con más vigor. Pero hace falta también "sugestionarse" de que con el poder de Dios y con nuestro propio esfuerzo somos capaces de conseguir verdaderos éxitos para el futuro. Así como todo pensamiento negativo lleva a hablar o actuar de manera indebida y dañosa, así también el sugestionarse sanamente de que "sí podemos", lleva a la persona a tener palabras y actuaciones sumamente exitosas, y Obra un verdadero cambio en la propia vida. La mayoría de la gente piensa "en pequeño". En cambio la gente de fe, qué sabe confiar en Dios y en sus propias capacidades, piensa "en grande" y, sabiendo que somos hijos de Dios y que, por tanto, tenemos sus enormes poderes a nuestra disposición para hacer el bien, repite con San Pablo: "Dios suplirá lo que nos falta a nosotros".

Un serio peligro: actuar sin motivaciones. Los sociólogos han estudiado las causas de que porque la gente joven de este tiempo tiene tanta inclinación a deprimirse y a dedicarse a las drogas y al alcohol o demás vicios para distraer su ánimo deprimido, y han encontrado una causa muy influyente en la depresión: el actuar sin motivaciones, él no ponerse metas esperanzadoras para alcanzar, él no ponerse metas esperanzadoras para alcanzar y en cambio proyectar metas derrotistas, negativas y pesimistas que llevan a sentirse deprimido, y sin razones suficientes para llevar una vida entusiasta.

El corazón de Jesús le decía a Sor Consolata Bertone, mujer que sufría mucho: "acostúmbrate a vivir con un semblante como el del que está dispuesto a sonreír", y cuando ella se convenció que con sus penas y enfermedades estaba ayudando al Redentor a salvar almas, ya no tuvieron que aconsejarle que tuviera siempre una sonrisa de satisfacción en sus labios. Siempre sonreía de alegría, porque ahora Tenía una fuertísima motivación para estar contenta aún en medio de sus Dolores: estaba ayudando a salvar al mundo y a volverlo mejor.

San Ignacio enseñaba: "es propio de Dios y de sus ángeles llenarnos de pensamientos de alegría al hacernos ver que nuestra vida y nuestros sufrimientos no son inútiles, pero es propio también del diablo y de sus secuaces traernos pensamientos de tristeza y de turbación y de desánimo al querer que nos rebelamos contra lo doloroso y lo desagradable que no sucede".

De San Romualdo, gran penitente del año 1000, dicen sus biógrafos que tenía siempre un rostro tan alegre que llenaba de alegría A cuántos trataban con él. Y cuando alguien le preguntó Cuál era la causa de su continúa alegría respondió: "Es que yo soy un negociante que vivo consiguiendo enormes ganancias cada día. Todo sufrimiento y trabajo y contrariedad y oración que ofrezco a Dios se me convierte en un tesoro admirable que me pertenecerá para siempre en el cielo". Y aunque era un hombre que casi no comía ni bebía y que dormía sobre el puro suelo con una piedra por almohada y que no tenía ni un solo centavo y que sufría de dolorosas enfermedades y se desgastaba y fatigaba trabajando mucho, vivía totalmente alegre porque actuaba con motivaciones entusiasmantes. Y las motivaciones elevadas llenan el alma de elevadísimos consuelos.

San Francisco se encontró con un pescador entristecido y le dijo: "¿usted para que trabaja y pesca?" "Para vivir", respondió el otro. "¿Y para que vive?" Le volvió a preguntar el santo. Vivo para poder trabajar y pescar. Y San Francisco suspirando exclamó: Qué poquito es vivir solo para trabajar, y trabajar sólo para vivir". Con razón que tanta gente viva tan triste. Es que no tienen motivaciones elevadas que inviten a tener más entusiasmo.


¿Cuánto gana usted? Un médico famoso le preguntó a un sencillo campesino: "¿Cuánto gana usted?" Y el labriego le respondió: "doctor, yo gano lo mismo que usted". Imposible -dijo el médico-yo gano un sueldo que es 20 veces mayor que el salario mínimo. Pues mire doctor -siguió diciendo el campesino: -"los dos ganamos lo mismo: si hacemos cada día bien hecho todo lo que tenemos que hacer y Por amor a Dios y del prójimo, y soportamos con paciencia Los sufrimientos que Dios permite que nos lleguen, los dos ganamos el cielo para siempre. Pero si no hacemos lo que tenemos que hacer y vivimos renegando por nuestras penas, los dos nos ganamos el infierno para Toda la eternidad". El famoso médico Suspiro y emocionado se alejó pensando: "una frase de estas vale más que un sermón". Aquel campesino si vivía motivado, Y seguramente que vivía alegre y lleno de entusiasmo porque la zona motivación produce mucha animación.