Gran parte de nuestra comunicación puede reflejar nuestra necesidad de controlar. Decimos lo que pensamos que los demás quieren oír.
Tratamos de evitar que los demás se enojen, sientan miedo, se alejen o les caigamos mal. Pero nuestra necesidad de control nos atrapa haciéndonos sentir víctimas y mártires.
La libertad está apenas a unas cuantas palabras.Esas palabras son nuestras verdades. Podemos decir lo que necesitamos decir. Podemos hablar claramente en forma suave, pero asertiva.
Deja ir tu necesidad de controlar. No necesitamos juzgar, tener poco tacto, culpar ni ser crueles al decir nuestras verdades. Tampoco necesitamos ocultar nuestra luz. Deja ir tu necesidad de controlar y sé como eres libremente.
“Hoy seré honesto conmigo mismo y con los demás, sabiendo que si no lo soy, mi verdad aflorará de alguna otra manera”.