El temor y la preocupación me tenían derrotado, y aumentaban mi alcoholismo.
Me preocupaba por lo que había hecho durante la borrachera.
Temía las consecuencias que pudieran resultar. Temía enfrentarme a la gente por miedo a que se me descubriera.
El miedo me mantenía asfixiado todo el tiempo.
Era un costal de nervios ocasionados por el temor y la preocupación.
Tenía miedo del fracaso, del futuro, de envejecer, de las enfermedades, de las crudas, del suicidio.
Era yo un manojo de ideas y actitudes equivocadas.
Cuando A.A. me dijo que le entregara estos temores y preocupaciones a un Poder Superior, así lo hice.
Ahora trato de pensar con fe en vez de con miedo.
– “¿He reemplazado el temor por la fe?”
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