martes, 13 de febrero de 2018

La Copa Fatal

Yo siembro las penas, las amarguras, el dolor y la desespe-
ración por todas partes, arrastrando los insondables
abismos de la desgracia al hombre, a la familia y a la 
sociedad. El bebedor que me sostiene con su mano
trémula no puede esperar de mí sino un hogar desdichado,
una salud quebrantada y un sepulcro prematuro. Yo 
de grado al hombre, lo privo de su salud, entorpezco sus
facultades, apago en su corazón los más sangrados
afectos hasta convertirlo en bruto. Los jóvenes que me 
deben, pierden su delicadeza y se hacen despreciables a
los ojos de la sociedad. Yo quebranto el corazón de la 
esposa, lo llenó de acíbar vertiendo en él Los sufrimientos 
más horribles y pongo sobre la frente de los inocentes 
hijos, la marca inflamante de la vergüenza, yo me 
encargo de llenar, a más no poder, los sanatorios, 
los asilos, los manicomios, los lazaretos y las 
cárceles. Soy hija legítima del infierno, 
mi amor es el diablo y soy su instrumen-
to vil de muerte y perdición. 
Produzco todas 
las enferme-
dades y 
no curó 
ninguna. 
Soy la peste, 
la desolación
y la muerte eterna. 
Apartaos de mi como os apartaríais de vuestro 
más formidable e implacable enemigo. ¡NO ME BEBÁIS! 

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