Es posible que en los momentos de dificultades sintamos que nos hemos quedado solos, que no nos acompaña nadie, que todos se van y que luchar así es mucho más difícil.
Sin embargo, basta hacer una pausa, mirar a nuestro alrededor y observar que no estamos solos, que el Dios de la vida está con nosotros.
Basta echar una mirada al pasado para darnos cuenta de que Él ya ha actuado en nuestro favor en situaciones similares.
No podemos seguir desconfiando de su compañía si ya hemos experimentado su fuerza en situaciones difíciles. Sí, a veces es normal que las demás personas se marchen y, obviamente, eso nos duele.
Cuando las personas a las que amamos nos dejan solos en momentos difíciles, tendemos a sentirnos tristes, con toda razón, ya que no esperamos nunca que alguien de quien esperábamos mucho, se marche en el momento menos indicado.
Seguramente, eso nos puede hacer creer que Dios actúa de la misma manera.
Por eso quiero invitarte hoy de manera especial a revisar cómo está tu confianza en Dios.
No puedes permitir que el miedo te gane y te haga creer que estás solo, cuando en realidad estás plenamente acompañado por el Dios fiel.
Te invito a confiar plenamente, a entender que aunque las personas se marchen, Dios no se marcha, Él permanece fiel a su promesa de acompañarte día tras día.
Que en todo momento te llenes de esperanza, que tu propósito sea recordar que Dios siempre está contigo.
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