“Felices los que buscan protección en Dios!” (Salmo 2). Los seres humanos experimentamos inseguridad frente a muchas situaciones.
El futuro se nos presenta incierto.
La salud siempre nos causa incertidumbre.
Las relaciones interpersonales no dependen únicamente de nosotros mismos, sino de las decisiones de los otros, y eso nos hace comprender nuestra finitud.
No podemos tenerle miedo a estas realidades, ni vivir sufriendo por no tener el control de todo.
Necesitamos confiar en nuestras capacidades, hacer bien lo que nos toca hacer, vivir siendo fieles a nuestros principios y valores, confiando en las personas que nos rodean y luchando con todas las fuerzas de nuestro corazón para lograr los objetivos que tenemos.
Al lado de eso debemos entender que nuestra vida está, también, en las manos de Dios y que es Él quien tiene siempre la última palabra, por lo cual lo buscamos a diario y lo adoramos con todas las fuerzas de nuestro ser.
Quien confía en Dios no se siente inseguro, sino que pone todo en las manos de Dios.
Es decir, hace lo que tiene que hacer y deja el resto al poder de Dios.
Quien tiene puesta su confianza en Dios vive con serenidad porque sabe que Dios no defrauda y que siempre saldrá vencedor de las dificultades (Romanos 8,28).
No hay que salir a buscar la seguridad en ningún ídolo ni en ninguna práctica mágica, sino en el trabajo, en el esfuerzo diario y en el poder infinito de Dios.
Tu felicidad está en saber juntar tu esfuerzo con la confianza en Dios.
Busca en Él lo que necesitas, Él sabe actuar en tu vida.
TAREA DEL DÍA:
Revisa cuáles son tus inseguridades y sus causas; encuentra en Dios la fuerza para superarlas
POR PADRE ALBERTO LINERO
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