El Camino De Las Lagrimas (Jorge Bucay)
UN CAMINO NECESARIO
El Dios en quien yo creo no nos manda el
problema, sino la fuerza para sobrellevarlo. Harold S. Kushner. ¿Qué
nos viene a la cabeza cuando vemos la palabra escrita aquí abajo?
PÉRDIDA. No importa desacordar en la
pertinencia de cada término de la lista de asociaciones que sigue, porque
algunas cosas son pertinentes sólo para quien las dice, pero lo cierto es que
cada vez que hago la pregunta las palabras que apareen relacionadas con la
pérdida son casi siempre las mismas:
muerte, desolación, vacío, ausencia,
dolor, bronca, impotencia, angustia, eternidad, soledad, miedo, tristeza,
irreversibilidad, desconcierto, nostalgia, desesperación, autorreproche,
llanto, sufrimiento. Y yo creo que dando nada más que un vistazo podríamos
entender todo lo odioso que resulta cada pérdida a nuestro corazón. Porque
fíjense, aunque sea por un minuto, en este listado de palabras. Todos
quisiéramos erradicar esta lista de nuestro diccionario. Sólo con estas
palabras cada uno puede conectarse internamente con toda la presencia de las
cosas que quisiéramos no encontrar jamás en nuestro camino y hasta (si
pudiéramos elegir) intentaríamos evitar permanentemente del camino de los que
amamos. Y sin embargo lo que yo quiero tratar de demostrar es que estas son las
cosas que han hecho de nosotros esto que somos. Estas emociones, estas
vivencias, estas palabras sentidas y no solamente pronunciadas, son las
responsables de nuestra forma de ser. Porque somos el resultado de nuestro
crecimiento y desarrollo y éstos dependen de nuestros duelos.
Estas
experiencias son necesarias para determinar nuestra manera de ser en el mundo.
Nadie puede evolucionar sin dolor, nadie puede crecer si no ha experimentado
antes en sí mismo gran parte de las emociones y sensaciones que definen las
palabras de la lista. ¿Eso qué quiere decir, que hace falta sufrir para poder
crecer? ¿Estamos diciendo que hace falta conectarse con el vacío interno para
poder sentirse adulto? ¿Tengo que haber pensado en la muerte para seguir mi
camino? Digo yo que sí. Creo sinceramente que hace falta cada una de estas
cosas para llegar a la autorrealización. La lista describe en buena medida
parte del proceso NORMAL de la elaboración del duelo y dado que estas
experiencias son imprescindible los duelos son parte de nuestro crecimiento. De
ninguna de estas palabras yo podría decir "Ésta no debería estar, esto es
anormal, aquello forma parte de lo enfermizo o patológico". Puede ser que
en algún momento alguien tenga un duelo menos denso, no tan complicado, un
proceso que no se desarrolle con tanto sufrimiento ni tanta angustia...puede
ser. Pero también podría suceder que otra persona o esa misma en otro momento,
transite un duelo que incluya todas estas cosas y algunas más. Este libro
quizás dispare algunos recuerdos y desde allí movilice algunas cosas
personales, quizás algunos eventos no del todo resueltos, de hecho lo produce
en mí el mero hecho de escribirlo. Por eso es que, más que otras veces, te pido
que te sientas con derecho a disentir, que te permitas decir "no estoy de
acuerdo" o "yo creo justo lo contrario", que te animes a pensar
que soy un idiota o putearme por sostener esto que digo. No te dejes tentar por
el lugar común de pensar que si lo dice el libro entonces esto es lo que
"se debe" o "no se debe" sentir, porque un duelo siempre es
algo personal y siempre lo va a ser. Tomemos algunos miles de personas y
pintémosle de tinta negra los pulgares. Pidámosle después que dejen su huella
en las paredes. Cada una de esas manchas será diferente, no habrá dos iguales
porque no hay dos personas con huellas dactilares idénticas. Sin embargo... todas tendrán características similares
que nos permitan estudiarlas y saber más de ellas. Cada uno de nuestros duelos
es único y además irrepetible y sin embargo, se parece a todos los otros duelos
propios y ajenos en ciertos puntos que son comunes y nos ayudarán a
entenderlos. Una de estas cosas en común que quiero empezar señalando es que
ayudar en un duelo, cualquiera sea su causa, implica conectar a quien lo padece
con el permiso de expresar sus emociones, cualesquiera que sean. Todos los
terapeutas del mundo (que disentimos en casi todo) estamos de acuerdo en que la
posibilidad de encontrar una forma de expresión de las vivencias internas
ayudará a quienes están transitando por este camino a aliviar su dolor. El
desafío de la pérdida: Para entender la dificultad que significa enfrentarse
con una pérdida nos importa entender qué es una pérdida. Cuando, como siempre,
busqué en el diccionario etimológico el origen de la palabra, me sorprendió
encontrar que pérdida viene de la unión del prefijo per, que quiere decir al
extremo, superlativamente, por completo, y de der, que es un antecesor de
nuestro verbo dar. Y partiendo de esto pensé que la etimología me obligaba a
pensar en la pérdida como la sensación que tiene quien siente que ha dado todo
a alguien o a algo que ya no está. ¿La palabra pérdida tiene que ver con haber
dado lo máximo? Y entonces pensé: "No, no puede ser. ¿Dónde está el error?
Porque cuando uno da, en general, no siente la pérdida, en todo caso lo perdido
es lo que alguien, la vida o las circunstancias te sacan". Y me acordaba
de Nasrudím... Él anda por el pueblo diciendo: - He perdido la mula, he perdido
la mula, estoy desesperado, ya no puedo vivir.
- No puedo vivir si no encuentro mi
mula. - Aquel que encuentre mi mula va a recibir como recompensa mi mula. Y la
gente a su paso le grita: - Estás loco, totalmente loco, ¿perdiste la mula y
ofreces como recompensa la propia mula? Y él contesta: - Sí, porque a mí me
molesta no tenerla, pero mucho más me molesta haberla perdido. Porque el dolor
de la pérdida no tiene tanto que ver con el no tener, como con la situación
concreta del mal manejo de mi impotencia, con lo que el afuera se ha quedado,
con esa carencia de algo que yo, por el momento al menos, no hubiera querido
que se llevara. Quizás, pienso ahora, AHÍ ESTÁ LA BASE ETIMOLÓGICA DE LA
palabra. La pérdida nos habla de conceder mucho más de lo que estoy dispuesto a
dar. Quizás en el fondo yo nunca quiero desprenderme totalmente de nada, y la
vivencia de lo perdido es tema del "ya no más". Un "ya no
más" impuesto, que no depende de mi decisión ni de mi capacidad. Así que
este dolor del duelo es entonces la renuncia forzada a algo que hubiera
preferido seguir teniendo. ¿Pero cómo podría evitarlo? Ya vimos que las
emociones redundan en que yo me prepare para la acción. Y esta acción de alguna
manera me va a conectar con el estímulo.
Aunque conexión también puede querer
decir salir corriendo,.porque conectarse quiere decir ESTAR en sintonía con lo
que está pasando. Dicho de otra manera, hay una relación entre lo que hago, lo
que siento, lo que percibí y el estímulo original.
Esta respuesta (Mi
respuesta) me conecta DURANTE UN TIEMPO con la situación y la modifica (aunque
más no sea, en mi manera de percibir el estímulo). La conexión, en el mejor de
los casos, llegado un momento se agota, se termina, pierde vigencia y entonces
vuelvo a estar en reposo. Este ciclo, que como dijimos se llama ciclo de la
experiencia, se reproduce en cada una de las situaciones, minuto tras minuto,
instante tras instante, día tras día de nuestras vidas. También cuando este
estímulo es la muerte de alguien. Lo que me pasa a mí en este caso recorre
exactamente el mismo circuito: percibo la situación del afuera, me conecto con
una determinada emoción, movilizo una energía, que se va a tener que
transformar en acción para que establezca contacto con esa situación concreta,
hasta que esa situación se agote y vuelva al reposo. De lo que vamos a hablar
es acerca de cómo esta elaboración se da, no sólo frente a la muerte de
alguien, sino en muchas otras pérdidas, de la enfermiza conexión que no se agota,
del apego y del desapego.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario