sábado, 8 de septiembre de 2018

Llegamos A Creer (Cap 3)

3 . ORACION
Dentro de A.A. hemos encontrado que los buenos resultados de la oración son incuestionables.
Estos son temas de conocimiento y experiencia. Todos aquellos que han persistido han encontrado una fortaleza que por lo regular no es la propia. Han encontrado sabiduría más allá de su capacidad normal. Y han encontrado cada vez más una tranquilidad espiritual que puede mantenerse firme a pesar de las circunstancias difíciles.
Bill W.

NECESIDAD INFINITA
En la práctica siempre he encontrado bastante difícil el dejar que la voluntad superior e íntegra de Alá prevalezca en mi vida y gobierne mi voluntad. Sin embargo, cuando hago esfuerzos humildes, aceptando serenamente Su voluntad respecto a mí, en todos los momentos de mi vida, me siento totalmente liberado de la carga que llevaba sobre mis hombros. La mente ya no vaga más sin rumbo, y el corazón se encuentra repleto de felicidad siempre que respiro.
La cosa más maravillosa que he descubierto es que la oración trabaja. Estoy empezando a pensar en Alá como el más amante Creador, que está interesado de un modo especial en mí; de otra forma, El no me hubiera guiado hacia A.A. ni me hubiera dado tantas oportunidades de levantarme de las recaídas. El es pacífico y misericordioso.
Aunque tanto un inventario moral como un inventario diario revelan miles de grietas en nuestros caracteres, aún así, nosotros como seres humanos, no podemos desenredar todas las desviaciones de nuestra personalidad. Y así por la noche, cuando le doy gracias a El por el día de sobriedad, añado una oración: Le pido que me perdone mis fallas durante el día, que me ayude a mejorarme, y me conceda la sabiduría para descubrir en mi aquellas faltas que aún no he podido identificar.
¡En resumen, la necesidad de la oración es infinita!
Karachi, Pakistán.

MAS QUE UN SIMBOLO
En los no lejanos días de mi pasado de borrachera, cuando mis movimientos estaban fallando y la conciencia estaba desvaneciéndose, siempre me las arreglaba para poner cuando menos una rodilla en el suelo antes de derrumbarme en la cama. Este gesto era acompañado por un susurro "Dios mío, estoy marcando tarjeta. Estoy borracha". Estoy diciendo esto, no para obtener aplausos por haber conservado un vestigio externo de la fe que conocí cuando niña, sino porque quiero mostrar lo profundo que se atrinchera un símbolo aún después que ha perdido todo su significado.
Cuando mi vida misericordiosamente giró por completo y eché mi suerte con A.A. - porque no podía hacerlo más que en esa forma para sobrevivir, - una nueva oración reemplazó a la antigua. Monótonamente, casi cada momento que estaba a solas, repetía, "Dios mío, por favor devuélveme la cordura".
Y finalmente la respuesta comenzó a llegar. Un yo cuerdo fue una chispeante revelación. Siendo capaz de mirar a la parte de mi vida "que yo era" con una mirada hacia dentro libre de nubes intermedias, me sentí como si fuera una clarividente. Estaba mirando dentro de la vida de alguien que en realidad nunca había conocido, aunque yo sabía todas las cosas que habían sucedido en su vida. Mi comprensión no es tan profunda como para entender el cómo o el por qué, pero ahora puedo al menos ver los lineamientos de esa vida.
Desde que sucedió mi pacífico milagro, cuando felizmente encontré que no necesitaba ni quería un trago, he continuado orando. Ahora digo divertidas, personales oraciones, como una que es parte de una canción pidiendo que haya paz en la tierra, y que empiece conmigo. La mayoría de mis oraciones son breves acciones de gracias por algún favor y por hacerme detener a que piense antes de que actúe o reaccione. Mis relaciones con Dios han madurado, como las de cualquier niña pueden hacerlo normalmente con su padre terrenal; ahora apareció más Su bondad y sabiduría.
Nasbville, Tennessee.

"¿ COMO REZA USTED ?"
Muchas veces, mientras estaba bebiendo, pedía a Dios que me ayudara . . . y terminé blasfemando con todas las palabras en las que pude pensar y decir. "Si Tú eres tan todopoderoso, ¿por qué permitiste que volviera a emborracharme y meterme otra vez en todos estos problemas?".
Un día estaba sentado en mi cama. Sintiéndome completamente solo, con una escopeta en la mano, estaba dispuesto a dispararla. "Si existe un Dios", grité, "que me de ele valor para apretar el gatillo".
Una voz, suave y muy clara, dijo: "Eche a un lado esa escopeta". Tiré la escopeta por la puerta.
En un momento de calme, caí de rodillas y la voz volvió a hablar "Llame a Alcohólicos Anónimos".
Esto me sobresaltó. Miré alrededor, preguntándome de dónde vendría la voz, y dije en voz alta, "¡Dios mío!" Di un salto y corría al teléfono. Al intentar agarrarlo apresuradamente, lo tiré al suelo. Me senté a su lado y, con temblorosa mano, marqué la Central y le grité a la señorita que llamara a A.A.
"Le comunicaré con información", dijo.
"Estoy temblando a un grado tal, que maldita sea si puedo marcar un número. ¡Váyase al infierno!".
No puedo explicar por qué no colgué. Simplemente permanecí sentado en el suelo, con el auricular en mi oreja. Lo que a continuación oí, fue "Buenas tardes. Alcohólicos Anónimos. ¿Podemos servirle?"
Después de haber estado sobrio dentro de A.A. durante cuatro meses, mi esposa y yo volvimos a juntarnos. Yo siempre había dicho que por su culpa yo bebía tanto: sus quejas, aquellos niños llorones, harían que bebiera cualquiera. Pero después de volver a juntarnos durante tres meses, me di cuenta de la maravilla de esposa y madre que ella era. Por vez primera supe lo que verdaderamente era el amor, en lugar del simple uso de su condición de mujer.
Entonces sucedió. Siempre había tenido miedo de amar. Para mí, amar significaba perder. Yo creía que era la forma en que Dios me castigaba por todos los pecados que había cometido. Mi esposa se puso muy grave y fue internada de emergencia en el hospital. Tenía cáncer. Me lo dijo finalmente el médico. Ella no podría soportar la operación - me dijo - y si no moría en el curso de ésta, sería sólo cuestión de unas horas más.
Me volví y corrí hasta el vestíbulo de abajo. En todo lo que podía pensar era en conseguir una botella. Sabía que si cruzaba la puerta de salida, eso sería exactamente lo que haría. Pero un poder mayor que yo mismo me hizo detenerme y gritas, "Dios mío, enfermera. ¡Llame a Alcohólicos Anónimos!".
Corrí hacia el sanitario de hombres y permanecí ahí gritando, pidiéndole a Dios a gritos que me muriera yo en lugar de ella. Otra vez el miedo hizo presa de mí, y con auto-lástima dije, "¿Es esto lo que obtengo por trabajar esos malditos Pasos?".
Miré a mi alrededor, y el cuarto estaba lleno de hombres parados ahí mirándome. Me pareció como si todos me dieran un apretón de manos y me dijeran sus nombres al mismo tiempo. "Somos de A.A.".
"Grítalo todo", me dijo uno de ellos. "Te hará sentirte mejor. Y nosotros te comprendemos".
Les pregunté, "Por qué Dios me está haciendo esto? He tratado tan arduamente, y esa pobre mujer..."
Uno de los hombres me interrumpió y dijo "¿Cómo reza usted?". Dije que yo pedía a Dios que no se la llevara, que en su lugar me llevara a mí. Y entonces me dijo, "¿Por qué no le pides a Dios que te de la fortaleza y el valor para aceptar Su voluntad? ¡Diga hágase tu voluntad, no la mía!".
Sí, esa fue la primera vez en mi vida que recé para que se hiciera Su voluntad. Cuando miro a mi pasado, veo que yo siempre le pedí que hiciera las cosas a mi manera.
Estaba sentado en el vestíbulo con los hombres de A.A., cuando dos cirujanos entraron y se dirigieron hacia mí. Uno de ellos me preguntó, "¿Podemos hablarle en privado?".
Me oí contestar, "Cualquier cosa que usted tenga que decirme, puede hacerlo entre ellos. Ellos son mi familia".
El primer doctor habló entonces. "Hemos hecho por ella todo lo que podíamos hacer. Aún está viva, y eso es todo lo que podemos decir".
Uno de los A.A. puso su brazo sobre mis hombros y me dijo: "¿Por qué no la cambias ahora al cuidado del más grande Cirujano de todos? Pídele
que le dé el valor para aceptar". Todos nos tomamos de las manos y juntos rezamos la Oración de la Serenidad.
Cuánto tiempo pasó, no lo recuerdo. La siguiente cosa que oí fue mi nombre dicho por una enfermera. Esta me dijo suavemente, "Puede ver a su esposa ahora, pero sólo por un par de minutos".
Mientras subía corriendo al cuarto, agradecí a Dios por darme esta oportunidad de hacer saber a mi esposa que la amaba y que me apenaba mi pasado. Esperaba ver a una mujer moribunda. Para mi sorpresa, mi esposa tenía una sonrisa en su cara y lágrimas de alegría en sus ojos. Trataba de extender hacia mí los brazos; y con voz débil dijo. "No me dejaste sola, no te fuiste a beber".
Esto sucedió hace tras años y cuatro meses. Hoy, estamos juntos aún. Ella trabaja su programa, Al-Anón, y yo trabajo el mí, ambos viviendo hoy, un día a la vez.
Dios respondió a mis oraciones, por medio de la gente de A.A.
Huntington Beach, California.

DIOS ME ENCONTRO
Creo que Dios me encontró, más bien que yo lo haya encontrado. Fue algo similar a observar a un niño caminando; se cae una y otra vez, pero es mejor no intentar ayudarlo hasta que llegue a darse cuenta de que no lo puede hacer solo - y extienda la mano. Yo estaba en una situación en la que no tenía a dónde dirigirme: era un punto de casi total desesperación. Entonces, y sólo entonces, actué honestamente, y con sencillez pedí a Dios que me ayudara. Vino a mí al instante, y pude sentir Su presencia, tal como lo hago en ese momento.
Nashville, Tennessee.

UNA PEQUEÑA TARJETA BLANCA
Cuando llegué a Alcohólicos Anónimos era atea por autonombramiento, agnóstica de tiempo parcial y antagonista de tiempo completo; antagonista contra todos y todas las cosas en general, y contra Dios en particular. (Esto se debía en parte, supongo, a mis intentos de aferrarme al concepto de Dios de mi niñez). Nunca hubo una mujer más descarriada, confusa e impotente como lo era yo. Parecía que había perdido la fe, primero en mí misma, luego en la demás gente, y finalmente en Dios. Sólo había una cosa buena en mi rechazo a creer que yo tenía un Creador: liberaba a Dios ciertamente de una responsabilidad embarazosa.
Aunque ya había tenido una experiencia espiritual la noche que llamé a Alcohólicos Anónimos, sin embargo no me di cuenta hasta después. Vinieron los ángeles trayendo un mensaje verdadero de esperanza, y me hablaron acerca de A.A. Mi padrino se rió cuando negué que había rezado pidiendo ayuda. Le dije que la única vez que había mencionado a Dios fue cuando, en m desesperación al ser incapaz de emborracharme o parar de beber, había gritado: ¡Dios! ¿Qué voy a hacer ?".
El me replicó, "Creo que esa oración fue muy buena como primera vez para una atea. Además tuvo una respuesta". Y así fue.
En un estado más de "rigor mortis" que de severo guayabo fui llevada a mi primera reunión de A.A., a algo más de cien kilómetros de mi pueblo. En el camino visitamos la casa de un A.A., y mira por primera vez la Oración de la Serenidad, en un cuadro colgado en la pared. ¡Fue impactante! Pensé: "Nuevamente estoy metida en otro enredo a causa de mi bebida, como de costumbre. ¡Por amor al cielo! espero que esta oración no tenga que ver nada con A.A." y premeditadamente, evité mirar en esa dirección el resto de la tarde.
Poco podía suponer que, empezando veinticuatro horas después, la Oración de la Serenidad sería mi compañía, esperanza y salvación durante cinco horripilantes días y noches.
Por la noche, después de que llegamos a la reunión cerrada de A.A., toda mi actitud empezó a cambiar, a pesar de mí misma. Estas gentes tenían algo de lo que yo carencia. ¡Y yo lo quería! (Después aprendí que lo que ellos tenían era un Poder que los impulsaba (Power drive) y un Poder que los guiaba (Power steering) y que la fuente de Poder era un Dios amante tal como ellos lo comprendían a El). Ellos actuaban tal como si yo fuera una respuesta a una oración y como si verdaderamente me quisieran ahí. (Maravillosamente, el que estos A.A. creyeran en mi misma, y finalmente en Dios).
Una de las mujeres me entregó una pequeña tarjeta blanca que tenía impresa la Oración de la Serenidad. "¿Qué tal si yo no creo en Dios?", le pregunté.
Se sonrió maliciosamente y dijo, "Bueno, yo creo que El sí cree en usted. ¿No dice usted que esta lista de hacer cualquier cosa para dejar de beber?" y añadió: "¡Simplemente aférrese a esta tarjeta mientras esté viva! Si se siente tentada a tomar ese primer trago, léela. O léela también si se enfrenta con cualquier otro problema demasiado grande, para que pueda manejarlo usted sola".
En la casa, exactamente veinticuatro horas después, comencé a aferrarme a esa pequeña tarjeta "mientras estaba viva". Mi esposo, de veinticinco años, entró en delírium tremens. en su locura, me prohibió telefonear o ir a pedir ayuda. Durante cinco días y sus noches, no dormimos en lo absoluto ninguno de los dos, y hubo ratos en que me convertía en parte de sus pesadillas y mi vida se encontraba amenazada.
Durante todo ese tiempo, nunca permití que la rajeta me dejara. Leí y releí la Oración de la Serenidad. Aunque la casa se encontraba tan bien equipada de licor como un pequeño bar, el milagro de todo esto fue que no tomé un trago ¡Yo! que había resuelto siempre todos mis problemas con tragos fuertes. En su lugar, empuñé esa pequeña tarjeta y murmuré las palabras una y otra vez durante cinco días y noches. No recuerdo haber tomado ninguna decisión de creer. Sólo sentí que el Dios de esa gente de A.A. podía tener compasión de mí y ayudarme. Pero con certeza llegué al convencimiento que Yo era impotente. Como establece nuestro Texto Básico. "Algunas veces el alcohólico no tiene una defensa mental eficaz contra el primer trago. Excepto en muy raros casos, ni él ni ningún otro ser humano pueden proveer dicha defensa. Su defensa debe llegar a un Poder Superior".
Todo esto, ¡tan pronto después de mi primera reunión! La experiencia total causó en mí el que escuchara atentamente a los historiadores de cómo ellos llegaron al convencimiento también me llevó a leer y releer el capítulo "Nosotros los agnósticos" en el Texto Básico, y lo escrito sobre el mismo asunto en el libro "Los Doce Pasos y Las Doce Tradiciones". Por fin, llegué a la conclusión que había "un camino más fácil y placentero", más fácil que cualquier cosa de las que había intentado por mí misma, antes de A.A. Yo llegué a creer.
Para que no se me olvide . . . aún conservo la pequeña, maltratada, borrosa tarjeta con la Oración de la Serenidad, la cual salvó mi cordura y mi sobriedad y devolvió la fe en el Dios de mi comprensión.
Brighton, Colorado.

ESCUCHANDO EN LAS REUNIONES
"Mucha gente ora como si tratara de conquistar la voluntad de un Dios reacio, en lugar de asirse a la voluntad de un Dios amoroso".
"Es sabio orar por el futuro, pero no lo es preocuparse por él, ya que no podemos vivirlo hasta que llegue a ser el presente. La profundidad de nuestra ansiedad mide la distancia a la que estamos de Dios".
"Si tenemos la oportunidad de ayudar de alguna manera práctica cuando nuestros seres queridos u otras gentes que nos interesen estén por ellos y crean que, al hacerlo así, estamos ayudando a poner en contacto sus mentes con la influencia de Dios. Pero no esperemos servicio en el mismo día. Lo importante es no cancelar nuestras oraciones por preocupaciones posteriores. (Hay una gran diferencia entre estar interesado y estar preocupado). La fe de larga distancia, incondicional, es la mejor".
Sidney, Australia.

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