martes, 2 de octubre de 2018

Llegamos A Creer (Cap. 6 - Parte 1)

6 . LA BUSQUEDA
Usted se pregunta a si mismo.
"¿Quién soy?" . . . "¿Dónde estoy? . . . ¿Para dónde voy?. El proceso de iluminación es generalmente lento. Pero al final, nuestra búsqueda siempre trae un hallazgo. Estos grandes misterios están, después de todo, encerrados en una completa sencillez.
Bill W.
Carta, 1955.

PENETRAR
Para mí, la estrecha senda espiritual ha sido una de las muchas y aparentemente interminables frustraciones: tres pasos adelante, dos hacia atrás y, a veces, cuatro hacia atrás. Al principio, las palabras del Libro Grande, de "Alcohólicos Anónimos Llega a la Mayoría de Edad" y de otra literatura de A.A., me atormentaban constantemente. Por último el folleto "Alcoholismo, la Enfermedad" me obligó a leer "Las Variedades de Experiencias Religiosas" de William James. Bill W. habló de la gran importancia que este libro tuvo para él. ¿Quién era yo para no echarle cuando menos un vistazo? "Hazlo aunque sea para juzgarlo", me sugirió un amigo de A.A.

Mientras leía el libro (pasando pro alto todo lo que no comprendía, que constituyó una gran parte de mi primera lectura), me pareció que estaba empezando a percibir mi propia comprensión de mi propio Dios personal. Ahora veo al fin la posibilidad verdadera de llegar a distinguir la diferencia entre la vida espiritual y la vida religiosa. Esto fue, con seguridad, el punto de apertura que me animó a seguir las creencias espirituales de A.A.

Comencé a platicar con gentes que estando dentro del programa decían que eran agnósticos. Para mí, fue interesante y de lo más útil el darme cuenta de su manera de pensar a través de conversaciones privadas (Aparentemente, los agnósticos dentro de A.A. en cualquier grado, - según aquellos con los que hablé - sienten que cuando ellos hablan siempre en reuniones cerradas sus verdaderas ideas y honradez son a menudo mal interpretadas). Mi asistencia a retiros espirituales llevados a cabo para alcohólicos únicamente, también me han sido de inmenso valor.

Extrañamente, cuando en un principio me inicié en esta trayectoria de pensamiento, me parecía inconcebible que hubiera o pudiera haber un Dios personal para mí. Ahora, cinco años y medio después, creo que este Dios o Poder Superior, en realidad y en forma muy definida, me ama. Para El, soy un mundo total y completo; El me ama como si yo fuera la única persona sobre la tierra o en cualquier otro sitio.

Ya no es importante para mi soberbia aparecer como un gran personaje al ir por ahí diciendo: "Amo a Dios" porque ahora me conozco lo suficiente como para darme cuenta de que he cambiado: no soy constante. Lo importante para mí, es únicamente tener fe en que Dios me ama.
Teaneck, New Jersery.

" ¡LO CONSEGUI! "
Durante cerca de tres años dentro de A.A., estuve seca y eso fue foto. Algo faltaba, y sabía que era el aspecto espiritual del programa. Había tratado de encontrarlo en los Pasos y no había podido, quizás a causa de mi incapacidad para usarlos como tenía que hacerlo. Así, iba a la deriva sin objetivo dentro de A.A., seca, pero resentida, negativa e infeliz.

Después de una caída en planeador (yo era pilote de planeadores), que me lesionó la espalda, padecí de mala salud, y mi esposo decidió llevarme de vacaciones. Cuando llegamos aun pequeño pueblo en la costa oriental de Sudáfrica, yo estaba en muy mal estado de ánimo.
Caminé a lo largo de la playa y de un arrecife de corales. Encontré un gran agujero donde el agua era absorbida y luego arrojada, y se me vino al pensamiento que sería una buena idea arrojarme al agujero y terminar así con la vida que estaba llevando. Yo no estaba permaneciendo sobria por nadie más; estaba permaneciendo sobria por mí misma. Esto lo sabía, y por mí misma yo no veía ninguna razón para seguir viviendo y permanecer sobria únicamente para alcanzar el estado mental en que me encontraba.

Mientras permanecía de pie ahí considerando la idea del suicidio, miré hacia el mar y vi una nube. Esto no me impresionó mucho, porque yo sabía de lo que está hecha una nube. Al mismo tiempo vi la luna - una luna diurna, allá lejos en el mar - y tampoco me impresionó esto gran cosa. Pero entonces se me vino a la mente que allá lejos, en algún lugar, había estrellas. Yo no podía verlas, y sin embargo sabía que estaban ahí. Esto me comenzó a producir un profundo efecto, en mí y en mi línea de pensamientos.

Miré las olas. Las vi viniendo, yéndose y volviendo a venir. Pensé: ¡Qué inutilidad qué insensatez! Hacia acá y hacia allá por millones y millones de años, y todo lo que lograban, según me parecía, era deshacer las rocas en diminutos pedazos y convertirlo así en granos de arena. Y entonces pensé en un grano de arena. Ese grano de arena estaba formado por átomos; si se separaba a los átomos ya no habría grano de arena. Si se apartaban los átomos del peñasco en que estaba parada, ya no habría más peñasco, y yo, también estaba hecha de átomos; si los apartaban, yo ya no existiría más. Si se apartaban los átomos del mundo, ya no habría mundo. ¿Qué mantenía juntos a todos los átomos? ¿Qué sostenía a cada átomo como una unidad?
Comprendí que la Fuerza que mantenía todas las cosas juntas, era mi Poder Superior. Esa Fuerza me había creado, y yo había tenido la osadía de pensar que podría disponer de aquello que no era mío, para destruirlo.

Desde ese momento, cambié por completo. El pensamiento penetró en mi mente: "ya no eres más negativa; ahora eres positiva". Me llegó un gran sentimiento de elevación. Con la nueva alegría que llenó mi corazón, corrí por la playa hacia mi esposo, con las lágrimas escurriendo por mis mejillas, gritando "¡Lo tengo! ¡Lo tengo!".
El dijo, "Dios mí, ¡estás borracha otra vez!".
"¡No!" le dije, "mi viejo ser acaba de morir; nunca lo verás otra vez".
Y la nueva yo había nacido verdaderamente. Hasta hoy, él no ha vuelto a ver ese viejo ser, ni yo tampoco. El murió ahí y entonces, sobre esos peñascos. Desde ese momento, comencé a ir a una religión a otra, buscando, buscando. Un día alguien me dijo, "deja de buscar. Dios no se ha ido. El ha estado aquí por todo el tiempo".

Estuve allá, en aquella playa rocosa, y luego supe que todo el tiempo El había estado dentro de mí.
Port Elizaberh, South Africa.

UN GLACIAR SE DERRITE
Había estado sobria por año y medio y me sentía física y mentalmente mejor de lo que había estado durante años. Estaba muy metida en las actividades de A.A., pero permanecía agnóstica respecto a "ese asuntito del Poder Superior". Pensaba que había llegado a A.A. para parar de beber, ahora tenía sobriedad, y A.A. era todo lo que yo necesitaba para mantenerme sobria. Ocasionalmente, deseaba poder decir, como la mayoría de los miembros de A.A. lo hacían, que mi Poder superior era Dios, pero la necesidad de ser honrada conmigo misma me había causado una gran impresión, y sabía que no podría ser capaz de admitir un Poder Superior a Alcohólicos Anónimos, hasta que estuviera firmemente convencida.

Un fin de semana, hice planes específicos, personales (montando el escenario), y el hombre incluido en esos planes me defraudó (el actor no llegó a escena conforme estaba programado). Sin previo aviso, y aparentemente sin ninguna causa suficiente, me hundí dentro de un ataque de llanto histérico y proseguí debilitándome emocionalmente cada vez más. Había estado hospitalizada seis años antes como una psicópata, y ahora estaba experimentando la misma sensación de resbalarme dentro de un pozo de tortura infernal. Me sentía tan desesperada como la había estado año y medio antes, cuando llamé a A.A. en busca de ayuda. Pero esta vez yo estaba seca.

Mi hija, de quince años, se transformó más de lo que yo la había visto en mis años de borrachera. También comenzó a llorar asustada, y sugirió que llamara a un doctor o alguno de mis amigos de A.A. Le dije, "Linda, ninguna persona puede ayudarme. Necesito la ayuda de Dios". Esta palabra, "Dios", me salió automáticamente. Nunca antes había sido capaz de decirla en voz alta.
En medio de las lágrimas, mi hija dijo, "madre, creo que Dios nos ha olvidado". Esta respuesta hizo que yo llorara aún más violentamente, y me sumí dentro de una depresión sin esperanza.

Había asistido a muchas, muchísimas reuniones de A.A., y he oído el "A, B,C" en el capítulo cinco de "Alcohólicos Anónimos" tan a menudo que la respuesta a mi problema estaba esperándome en este momento de necesidad. Estaba convencida de que Dios podría de debía de ayudarme si yo lo buscaba. Durante las seis semanas siguientes, cuando algunas veces podía estar a solas, hacía un esfuerzo concentrándome para determinar qué o cuál Dios era, y cuáles eran mis relaciones con El.

Comenzaron a suceder cosas extrañas. Creía que había sido feliz en mis primeros diez y ocho meses de sobriedad, pero ahora todo empezaba a parecerme más brillante; la gente me parecía más agradable; y tenía momentos de una formidable visión interior. Parecía como si palabras y frases que había oído toda mi vida tuvieran un significado más profundo, y llegaran a mis sentimientos en lugar de mi inteligencia. Era como si mi cabeza y mi corazón se hubieran unido finalmente uno al otro. Ya no parecía más como si yo fuera dos personas en una, empeñadas en una lucha a muerte por la supremacía. Experimenté dentro de este período de seis semanas un sentimiento de estar totalmente perdonada, y desde entonces nunca he sentido la autolástima que tuve a lo largo de toda mi vida, antes de ese tiempo. Más de una vez tuve una sensación de Su Presencia que sólo puedo describir como maravillosamente cálida, edificante y confortadora.

Aunque ya no volví a llorar despierta durante este período, me despertaba muchas veces durante la noche a causa de que mi almohada estaba mojada y fría. Era como si todo este llanto estuviera derritiendo un glaciar cuyo hielo rodeaba mi corazón, u glaciar que me había aislado, no sólo del mundo de la gente, sino de mi verdadero yo. Después, cuando hice confidentes a otros dentro de A.A., sobre lo extraño de esta temporada, me dijeron que había tenido "el grito de A.A.".

Fue un tiempo de confusión, pero me ayudó específicamente ver la referencia que aparece en al apéndice de la primera edición de "Alcohólicos Anónimos", relacionándome con el Libro "Las Variedades de Experiencia Religiosa", de William James, cuya psicología-filosófica constituye una gran parte del método práctico de A.A. de alcanzar la sobriedad y tener un despertar espiritual deseado por mí. Como un ejemplo, James establece (resumiendo los puntos de vista del Dr. E.D. Starbuck). "Para la mayoría de nosotros, el sentido de nuestra actual maldad es como mucho una pieza mucho más importante de nuestra conciencia que la imaginación de cualquier ideal positivo al que podremos aspirar. En la mayoría de los casos, verdaderamente, el "pecado" absorbe casi exclusivamente la atención, de manera que la conversación es "un proceso de lucha para alejarse del pecado, más que un esfuerzo hacia la rectitud". Tal como James lo describe, ya no me siento más como una persona dividida. Después de este período de seis semanas, fui unificada. Se fue de mi plexo solar, la "bomba de tiempo" que siempre estuvo ahí, esperando explotar.

Cree que he sufrido, no únicamente de alcoholismo, sino también de "graves desórdenes emocionales y mentales". Por lo tanto, me fue necesario rendirme, no sólo ante el alcohol, sino ante algo más. Nadie lo ha dicho mejor que el doctor Harry M. Tiebout, en su folleto "El acto de la Rendición en el Proceso Terapéutico": "Para unos pocos, parece que ocurre un fenómeno que podría llamarse 'rendición escogida'. Después que los efectos de la experiencia de rendición inicial se han desvanecido, el individuo regresa a ser aproximadamente la misma persona que antes había sido, exceptuando el hecho de que no bebe y no batalla en este aspecto. Su rendición no es ante la vida como una persona, sino ante el alcohol como un alcohólico".

A.A. me suministró los medios por los cuales yo podía superar la obsesión por bebe y, más importante aún, un medio por el cual yo podría lograr un cambio de personalidad o despertar espiritualmente una rendición hacia la vida. Aunque he tenido problemas y profundas dificultades desde ese verano hace diez años, mi fe no ha sido sacudida. No puedo decir que he encontrado a Dios tal como lo comprendo, sino más bien que tengo fe en algo que permanece siendo un misterio para mí, a lo cual continúo buscando.
Fresno, California.


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