jueves, 11 de octubre de 2018

Llegamos A Creer (Cap. 7 - Parte 1)

7. ¿COINCIDENCIA?

La fe en un Poder Superior y las demostraciones milagrosas de ese Poder en las vidas de seres humanos es tan antigua como el mismo hombre
Bill W.
"Alcohólicos Anónimos", pág. 61

¿POR QUE? NO LO SE

Cuando llegué a Alcohólicos Anónimos, ya no creía en el Dios de mi juventud, un Dios personal que me ayudaría como a un individuo. Después de estar dentro de A.A. bastante tiempo, traté de practicar los Doce Pasos con mi mejor capacidad, en el orden en que fueron escritos. Fue una senda lenta y dolorosa, pero no me desanime; continué intentando.

El Paso Tres, ahora si lo creo, fue la llave que abrió alguna puerta dentro de mi ser y permitió penetrar a la espiritualidad, no como un torrente repentino, sino como un chorrito y, en ocasiones como una gota tras otra. A medida que progresaba por medio de los Pasos, comencé a percibir cierto cambio en mi manera de pensar y en mis actividades hacia la gente. Al completar el Paso Nueve, ahora lo creo así, tuve un despertar espiritual. Llegué al punto en que, no sólo podía dar amor y compasión a mis hermanos, sino que, aún más importante, podría recibir amor y compasión. Las experiencias espirituales, tal como las comprendo ahora, empezaron a sucederme.

En una reciente convención estatal de A.A., Guillermo se me acercó, se me presentó el mismo, y me dijo que me había oído hablar en una reunión de área en un pequeño pueblo de Tennesse, hacía más de tres años. Esa fue la primera reunión de A.A., para Guillermo. Después de oír mi historial, se decidió a hacer algo acerca de su problema con la bebida y se convirtió en miembro de A.A. Guillermo no se ha tomado un trago desde aquel domingo de verano en la tarde, cuando asistió a su primera reunión. ¿Qué dije? No lo recuerdo. ¿Por qué fue necesario que yo estuviera a 480 kilómetros de mi cada en la tarde de un domingo de verano, para que Guillermo recibiera el mensaje de A.A.? No lo sé . . .

Un sábado por la mañana decidí ir a ver a Fernando. Lo había conocido superficialmente durante veinticinco años, y sabía que tenía un serio problema con la bebida; pero no lo había visto, ni hablado con él durante un buen número de años. Toqué a la puerta de su casa y le pregunté si me recordaba. Me dijo que si y me invitó a entrar. Le pregunté cómo le iba, y me dijo, "perfectamente". Le pregunté cómo se encontraba respecto a su problema con la bebida, y me dijo, "bien, no me causa muchos problemas".

Le conté parte de mi historia. Cuando me levanté para irme, le dijo, "¿Qué tal si vas esta noche a una reunión conmigo?" Dijo que lo haría, y quedé en pasar por él. Pero cuando regresé esa noche, Fernando había decidido no ir. Le dije, "muy bien. Vendré por ti el lunes por la noche a la misma hora". El lunes por la noche estaba durmiendo, y su hijo me dijo que no quería ir a la reunión. El martes, al salir de trabajo, llamé a Fernando y le dije que pasaría por ahí y lo llevaría a una reunión. Cuando llegué a su casa estaba sentado en el portal esperándome. Cuando estábamos a punto de entrar al local del Grupo, Fernando vio a través de la puerta abierta, a un hombre que había bebido con él durante un buen número de años. Este hombre estaba sobrio desde hacía año y medio. Fernando va ahora a tres o cuatro reuniones a la semana, no ha tomado un trago desde su primera reunión a la semana, no ha tomado un trago desde su primera reunión de A.A., y dentro de poco llegará a su primer aniversario.

¿Por qué decidí aquella mañana de un sábado, ir a ver a Fernando, quien nunca había recurrido a A.A.? No lo sé. ¿Por qué Fernando rehusó ir a las dos primeras reuniones y después estuvo de acuerdo en ir a la tercer, en la que se encontró a un viejo amigo, estableciendo así una relación inmediata con un alcohólico recuperado? No lo sé . . .

No intento explicarme con la razón y la lógica por qué suceden estas cosas. Cuando suceden sencillamente las acepto. Quizás siento que Dios, tal como yo lo comprendo a El, se encontró necesario para que yo sufriera el dolor y la angustia de una adición alcohólica para que pudiera caminar a lo largo del lento, y para mí, difícil programa de recuperación dentro de A.A. para así estar preparado y listo a hacer su voluntad. Estoy reconocido a Dios y le agradezco que me haya dado esto. Quizás es porque practico el Paso Tres cada mañana. Mis esperanzas y
oraciones son porque cada día sea capaz de mantener este contacto consciente con Dios.
Kingsport, Tennessee.

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