Sí, en nuestra oración decimos que nos abandonamos en sus manos, que pase su mano sobre nosotros, y, muy bellamente, sabemos que salimos de las manos del Alfarero.
Viene a mi mente la canción que Dios le inspiró a Jon Carlo, un gran amigo mío. Esa canción se llama La mano de Dios. La primera vez que la escuché se despertó en mí una certeza: Dios tiene el control sobre mi vida. Hay una frase de ella sobre la que quiero que meditemos hoy: “Es la que me sostiene cuando voy a caer, es la que a mí me mueve para obrar con poder, la que me alcanza y nunca falla… es la mano de Dios”. Yo estoy seguro de que esa certeza debería ser fundamental en nuestra vida. Cuando sabemos que Dios nos acompaña y nos bendice, no hace falta que andemos dando tumbos ni saltando de aquí para allá o entregando nuestra vida a otras cosas, ni que andemos pensando que somos fracasados.
Al contrario, cada vez que suframos una dificultad, deberíamos ser capaces de decir que Dios tiene el control y que su Mano nos hará levantarnos en victoria y nos permitirá salir adelante.
Vivamos con esa confianza que nos da el sabernos amados por Dios, que nos da el sabernos acompañados en cada momento.
Por supuesto que en la vida vamos a enfrentar momentos de dificultad, pero ellos no van a ser razón para temer, sino para seguir confiando y esperando en el poder de Dios.
Confía en que esa mano que abrió el mar en dos, que esa mano que sanó a tantos enfermos y que ha venido obrando a lo largo de la historia, es la misma mano que te sostiene y te da fuerza a ti para que salgas adelante hoy. Ánimo, tú puedes.
Tarea del Día:
Confía en la mano de Dios.
Por Alberto Linero
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