miércoles, 28 de noviembre de 2018

Llegamos a Creer (Cap 8 - Parte 4)

DIOS ES BUENO
Antes de A.A., no podía, o no quería admitir que estaba equivocado. Mi orgullo no me dejaba. Y sin embargo, me avergonzaba de mí. Atrapado en este conflicto, eché fuera de mi vida a Dios porque sentí que El me pedía adherirme a un esquema de comportamiento demasiado elevado para un hombre con una fragilidad humana como la mía. En cierta forma, creía que no podía existir perdón para ningún fracasado, que Dios requería de mi que fuera del todo bueno. La moraleja de la historia del Hijo Pródigo me eludía.

Ya que yo pensaba que el intentar no era suficiente, dejé de intentar. Eso me hizo sentir culpable. Por un rato el alcohol borró la culpa. Tuve que ser apaleado hasta convertirme en una masa física, mental y emocionalmente, y llegar a la bancarrota en todas las facetas de mi existencia, antes de poder doblegar mi orgullo y admitir la derrota. Desafortunadamente, la admisión no fue suficiente. Mi situación empeoró hasta que tuve que rendirme por completo. Desde las profundidades de mi infierno, yo gritaba "Dios ayúdame", y El me condujo a un lugar donde pudiera encontrar la salida del laberinto, y me envió un grupo de gentes para que me indicaran el camino.

Eso lo sé ahora. Pero en aquel entonces rechazaba a Dios y proclamaba que no creía en la oración. Le tomó algún tiempo a mis guías el lograr que hablara con Dios por medio de la oración. Antes de esto, yo empleaba a la Comunidad de A.A. y a las gentes en ella como mi Poder Superior. Eran realistas, compasivos y comprensivos, y me hicieron sentir que era bienvenido. Pero mi distorsionado sentido de justicia me decía que no había ninguna razón para que Dios me perdonara, así que me sentía aún avergonzado y culpable cuando era mencionado Su nombre.

Cuando me rendí por completo y acepté la naturaleza de mi enfermedad, lo mismo que el significado completo del Paso Uno, tuve la necesidad de algo más grande a quien unirme. La Comunidad no me era suficiente como Poder Superior. (Aún empleo a A.A. para recordar que Dios existe, pero ya no lo empleo en lugar de Dios). Así, por necesidad, llegué a creer.

Para acompañar a esta creencia en Dios tan profundamente arraigada he desarrollado una enorme fe en Dios. El es bueno. Ahora comprendo que todo lo que El pone en mi camino es para mi beneficio. Pero desarrollar esta convicción ha tomado tiempo, así como también abandonar mi resistencia a cambiar. He necesitado las pruebas y tribulaciones pro las que he pasado, para que pudiera rendirme y renunciar a mi ego. Sólo con la aceptación plena de la derrota total de mi orgullo y de mi ego, pude comenzar a triunfar.

Estoy contra los objetos que pueden ser logrados. Las gentes no se casan y viven felices para siempre. No puedo dejar de beber y vivir en Utopía. Todos los días Dios nos pone delante un nuevo reto. A veces es la prosperidad, otras, la adversidad. La prosperidad me puede llevar a la auto-complacencia; la adversidad a la auto-compasión. Cada una de estas reacciones es un lujo que no puedo brindarme. No siempre acepto completamente mis adversidades como un bien, cuando estoy atravesando por ellas; pero el mero hecho de ser capaz de escribir estas palabras, prueba la lógica de mi fe en que Dios es bueno.

Esta es estrictamente mi opinión, basada en mi experiencia, que uno se vuelve más rico en espíritu en la medida que acrecienta el espíritu. Mientras más acepte a Dios, más me da El. Mientras más agradecido llegue a estar de los beneficios que recibo, con más ahínco trato de mostrar mi agradecimiento. Mi capacidad de estar feliz con la vida tal como es, se ha acrecentado grandemente. Por lo tanto, conforme transcurre el tiempo, me capacito más para estar en paz con el prójimo, con Dios y conmigo mismo.
Deming, Nuevo México.

"LA TOTAL COMPAÑIA DE . . ."
Nací anglicano (Iglesia de Inglaterra), y lo que sigue es un pasaje que se destaca en uno de nuestros servicios religiosos (quizás también en los servicios de otras denominaciones): "Por tanto, con los ángeles y los arcángeles y toda la corte celestial, alabaremos y glorificaremos tu nombre". Como no conozco el cielo o la corte que allí existe, siempre que repito este pasaje de alabanza, sustituyo esas palabras por "y la total compañía de los Alcohólicos Anónimos".

Siendo un A.A. solitario, me he sentido muy alejado de las cosas y dependiendo de mí. Pero creo en el poder del pensamiento colectivo, ya sea para el bien o para el mal. Por tanto creo que el pensamiento colectivo del cuerpo de Alcohólicos Anónimos en todo el mundo, debe producir algún efecto en los alcohólicos, ya sea que se den o no cuenta de ello.
Kenton-on-Sea, Africa del Sur.

PRESENCIA QUE GUIA
En mi primera infancia, recitar "Ahora me voy a acostar para dormir" y aprender a cantar "Jesús me Ama", fueron parte de mi vida cotidiana. Asistir a la escuela dominical y después a la iglesia, llegaron a ser una actividad aceptada de una vez a la semana. Hasta qué grado afectaron estas cosas mi infancia, realmente no lo sé, pero en cualquier momento que experimentaba temor o dificultades, siempre recurría a un adulto en busca de ayuda y tranquilidad.

Sin duda, algunas de estas enseñanzas de la infancia permanecieron en mí a través de los años, aún después de que llegué a depender de la botella para ayudarme en época de dificultades y como una respuesta a mis problemas. Pero con el acrecentamiento de la dependencia de la botella, y de la angustia, congoja y soledad que siguen a ella, parecía existir una dolorosa y total declinación de todas mis creencia y sentimientos espirituales. Me convertí en una paradoja humana; en la desesperación, quería y gritaba a Dios que me ayudara a salid de esta terrible confusión y a continuación, lo maldecía por no ayudarme. Ocasionalmente quería con todo detalle explicar a otros que era un ateo y que no creía que existiera un Dios si lo hubiera, ¿cómo permitía que una de Sus propias creaciones sufriera tanto y viviera en el infierno en que estaba viviendo?

Llegó a ser tan doloroso cada día, que al fin me volví, como un niño pequeño y aterrorizado, hacia un ser humano adulto, sobrio, había jurado que nunca iría: a una reunión de Alcohólicos Anónimos. Cuando se inició la reunión con un momento de silencio, me pregunté pro qué estaba impresionado. Al final de la reunión me impactó cuando se pusieron de pie y comenzaron a recitar la Oración del Padrenuestro. Traté de unirme a ellos aunque hacía mucho tiempo que había olvidado las palabras. Y una vez más estaba impresionado. A pesar de haber estado completamente ebrio unas horas antes, regresé a la casa sintiéndome bien. Parecía comprender que, al fin, aquí estaba la esperanza y la ayuda que había estado buscando. Esa noche, mientras trataba de recordar la Oración del Padrenuestro, caí en un sueño profundo y tranquilo.

Ese primer día y durante las siguientes semanas, tuve la reconfortante sensación de nunca estar solo. Durante cada minuto de cada día, esta presencia buena, poderosa, guiadora, parecía estar siempre conmigo. No la podía ver, sin embargo estaba ahí. Nunca le conté a nadie esta experiencia, que estaba teniendo porque estaba seguro que dirían que era sólo una invención de mi imaginación y que, si sólo quisiera ponerla en su lugar, mi cordura regresaría con el tiempo. Yo mismo no estaba tan seguro que algo no anduviera mal en mi mente. Aún así, estaba encantado con lo que me estaba sucediendo y quería que esto continuara. "Si esto era señal de locura - pensé -, déjenme permanecer para siempre en sus garras".

Un día, repentinamente me di cuenta de que este gran invisible, Algo o Alguien, ya no lo sentía a mi lado. Momentáneamente me sentí solitario, hasta que razoné que este Alguien más grande que yo mismo, había decidido que ya era tiempo para mí de enfrentarme a las nuevas realidades de una nueva vida. Pero necesitando alguna ayuda a lo largo del camino, pensé que siempre El estaría en las cercanías, como el niñito que por primera vez cruza solo la calle, sabe que su madre lo está observando desde la ventana. Cuando, a través de estas experiencias personales, llegué a creer que el Divino Arquitecto había diseñado un Plan maestro que me incluía, modestamente, descubrí que tenía un cierto grado de confortante fe para afrontar el diario vivir de una manera cuerda y confiada.
Grand Island, Nebraska.

UNA PARTE VITAL DE A.A.
Dios es una parte vital de A.A. Siento Su presencia cada vez que observo los ojos que me rodean llenos de interés. Su mayor mandamiento es "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Este me parece a mí que es todo el propósito de A.A.

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