Energías benéficas y maléficas
Conozco el sendero. Es estrecho y sin rodeos, como el filo de una
espada. Me lleno de gozo cada vez que avanzo por él y me agobio cuando doy un
paso en falso. Según la palabra de Dios, "quien lucha sin descanso tendrá
la vida eterna". Tengo fe implícita en esta promesa. Es verdad que he
caído mil veces por culpa de mi debilidad, pero sigo manteniendo la esperanza
de ver la luz, el día en que la carne quede perfectamente rendida.
De un mal nace, muchas veces, un bien. Pero esto depende de Dios, no
del hombre. El hombre tiene que saber sencillamente que el mal viene del mal.
Lo mismo que el bien, por su parte, se explica por el bien. La lección que hay
que sacar de esta tragedia de la bomba atómica es que no nos libraremos de su
amenaza fabricando otras bombas todavía más destructoras, puesto que la
violencia no es capaz de hacer desaparecer la violencia. La humanidad no puede
librarse de la violencia más que por medio de la no violencia. Sólo el amor es
capaz de vencer al odio. Responder al odio con el odio equivale a agravar más
todavía sus efectos.
El mal viene del mal
El no violento tiene que disponerse a los sacrificios más exigentes,
para superar el miedo. No se pregunta si va a perder su casa, su fortuna o su
vida. Hasta que no supere toda aprensión, no podrá practicar la ahimsa en toda
su perfección. El único temor que conserva es el de Dios. El que busca refugio
en Dios no tarda en vislumbrar el Atman (alma o ser trascendental) que
trasciende el cuerpo. Y es entonces cuando no hay nada que nos ate al cuerpo.
Por consiguiente, según se entrene uno en la violencia o en la no violencia,
tendrá que apelar a técnicas diametralmente opuestas. La violencia es necesaria
para proteger los bienes temporales. La no violencia es indispensable para asegurar
la protección de nuestro honor y del Atman.
Este sorprendente siglo
En este siglo lleno de sorprendentes inventos, nadie puede decir que
una cosa o una idea carezca de valor por el hecho de ser nueva. Afirmar que una
empresa es imposible, por ser difícil, sería obrar en contra del espíritu de
nuestra época. Todos los días vemos realizarse cosas que no podían imaginarse
el día anterior. Lo imposible no cesa de ceder terreno a lo imposible. En el
campo de la violencia, los más recientes descubrimientos son especialmente
asombrosos. Pero estoy seguro de que todavía se harán descubrimientos más
maravillosos en el terreno de la no violencia.
Es tan estrecho el vínculo entre el cuerpo y el espíritu que, cuando
uno de los dos pierde el equilibrio, todo el sistema sufre las consecuencias.
Por consiguiente, para estar sano en el verdadero sentido de la palabra, hay
que ser muy puro. Los malos pensamientos y las pasiones desordenadas no son más
que formas diversas de enfermedad.
Por ejemplo, no es que yo sea incapaz de encolerizarme, pero casi
siempre he logrado dominarme. Puedo dejarme sorprender, pero siempre procuro de
forma consciente y deliberada seguir siendo fiel continuamente a las exigencias
de esos combates interiores. Cuanto más me esfuerzo en ello, más gozo tengo de
vivir. Es la prueba de que esa ley está en conformidad con el plan del
universo. Encuentro allí una paz y un sentido de los misterios de la
naturaleza, que desafían toda descripción
El gozo de vivir
Si soy un verdadero maestro de la ahimsa, estoy seguro de que pronto
dejarás a tu maestro. Si eso no sucede, sólo significará que soy un maestro
incompetente. Pero si mi enseñanza fructifica, habrá maestros de la ahimsa en
cada hogar.
En la no violencia pueden existir vetas de violencia. El esfuerzo
constante del devoto, hacia la no violencia, consiste en purgarse del odio por
el así llamado "enemigo". Eso de disparar un arma por amor, no
existe.
Para un creyente en la ahimsa resulta permisible y hasta constituye, un
deber, distinguir entre el agresor y el defensor. Habiéndolo hecho así, se
alineará con el defensor, de un modo no violento, o sea, dará su vida para
salvarlo.
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