EVIDENCIA DE UN MILAGRO
Mi alcoholismo aún no había avanzado demasiado cuando busqué por primera vez la ayuda de A.A., pero los efectos de treinta años de beber estaban ahí, y mi vida espiritual se encontraba por el suelo. Todo deseo de beber me abandonó desde mi primera reunión y, con fe, me di al programa con entusiasmo, haciendo caso de los lemas, asistiendo a las reuniones, haciendo amigos y llevando el mensaje, tal como entonces lo entendía.
Poco después de unirme a A.A., experimenté una conversión religiosa. Había sido una cristiana sólo nominalmente, en general mal informada sobre asuntos espirituales, como se pueden imaginar. Al descubrir verdaderamente el Cristianismo estudié teología en sus muchas ramificaciones y me convertí en un miembro seglar de una orden religiosa, comulgando diariamente. Me sentía segura, así que me aparté de la Comunidad, no participe más en las reuniones. Perdí de vista a mis amigos de A.A., y llegué a estar extraordinariamente "ocupada".
Cuando me tomé un trago, después de trece años de sobriedad, estoy segura que tenía en mente que A.A. aún estaría ahí esperándome, si el resultado evidenciara ser desastroso. Sorprendentemente el whiskey no produjo ningún efecto aparente. Por un par de años después de esto, ocasionalmente me tomaba un trago. La situación de mi vida era completamente diferente de lo que había sido quince años antes, gradualmente, me engañé a mí misma y mañosamente, me llegué a convencer que había estado en un error respecto a mi alcoholismo. Por unos pocos años, me las arreglé para aparentar ser una bebedora social. Había claras señales de lo contrario, pero las ignoraba. Fomentaba mi ilusión de control.
El deterioro de mi vida espiritual fue lento; los efectos físicos y mentales no fueron especialmente notorios durante algún tiempo. Inevitablemente, llegó la hora en que tuve que encarar el hecho de que no podía mermar la considerable cantidad que estaba bebiendo, ni podía dejar de beber. Desesperada, me interné en un hospital. En mi hoja clínica, se leía "alcoholismo agudo", y sufría todos los síntomas, incluyendo las alucinaciones. Sin embargo, al ser dada de alta, continué bebiendo, completamente obsesionada.
Un día, mi doctor sugirió que me hospitalizara otra vez. Le dijo que lo pensaría. Lo comenté con una amiga que vino a tomar el té ese día (el mío tenía más de la mitad de vodka) y dijo, como de pasada, "Tú sabes, querida, que no vale la pena". Sólo eso dijo.
Después que se despidió, las palabras "no vale la pena" continuaron agitándose aceleradamente en mi mente. A la mañana siguiente telefoneé a la oficina intergrupal de A.A. y pedí un horario de reuniones. No he vuelto a tomar una copa desde ese día.- Ahora veo cuan monumental fue mi auto-engaño. Durante esos primeros trece años, mi sobriedad no fue de la alta calidad que parecía ser. Durante los dos años siguientes, realmente me convencí a mí mismo que era un privilegio poder beber. Cuando regresé a A.A., sus preceptos me parecieron completamente nuevos, particularmente el significado pleno del Paso Uno, la "bomba atómica del programa". En lugar de dar los Pasos y luego olvidarme de ellos, esta vez comencé a vivirlos diariamente, encontrando un nuevo significado en cada uno de ellos.
Lo que he llegado a creer es profundo, y mi concepto y modo de ver del programa son enteramente diferentes a lo que fueron antes. Ahora, mi forma de vida A.A. exige acción constante: una auto-honestidad en acción y la necesidad de vivir en comportamientos rígidamente cerrados de un día a la vez. La paciencia debe ser practicada. En reconocimiento, humildemente debo llegar a creer, en cada momento de todos los días. Cada día, debo rendirme y reintegrar mi vida, o perderé todo lo que he ganado. Siempre he creído en Dios, pero nunca debo olvidar cuan fácil es perder el contracto con El y volver otra vez y estar "no cuerda".
"Busqué mi alma, pero no pude encontrarla. Busqué a mi Dios, pero mi Dios me esquivo. Busqué a mi hermano, y encontré a los tres". Encontramos a nuestros hermanos en la Comunidad, y allí dentro reside la fuerza espiritual. Tu idea de Dios puede ser muy diferente a la mía, pero podemos estar de acuerdo, creo, en que hay un Espíritu Santo llenando las reuniones de A.A. y que la sobriedad de todos y cada uno de nosotros es evidencia de un milagro.
Un milagro se define como un suceso que parece inexplicable y por lo tanto se considera de origen sobrenatural: Un acto de Dios. Esto lo acepto yo. David Stewart ha escrito: "Un milagro es un acto asombroso, que nace del esfuerzo concertado de Dios y una persona". Estoy de acuerdo, y en A.A. "una persona" llega a ser mucha gente. A.A. tiene éxito porque, todos y cada uno, tenemos una meta común por la cual trabajamos; el crecimiento mental, emocional y espiritual, por medio del amor y el servicio. Una vez que llegamos a creer, se nos da la oportunidad de trabajar hacia esa meta.
Para mí, llegar a creer no es una experiencia de un momento. Es un acto para hacer realidad diariamente durante todo el tiempo que viva y crezca.
New York, New York.
SOLO UNA RAZON
Creo que todos estamos sobrios y con vida sólo por una razón: Dios tiene un trabajo para que nosotros hagamos. También he llegado a creer que debo primero agradar a Dios, a mí de segundo, y a los demás en tercer lugar. Cuando puedo vivir y sentir de esta manera - y no es así todos los días ni durante todo el día - las cosas parecen funcionar. Cuando trato de dirigir el espectáculo, todo se va al infierno.
Akron, Ohio.
LA EXPERIENCIA CENTRAL
No pretendo conocer a Dios en toda su magnitud. Y ciertamente no siento que comprenda a Dios en alguna forma. Pero que hay un poder más allá del alcance de mi voluntad personal, que puede hacer cosas maravillosas y propicias para mí, que por mí mismo no puedo hacer, esto si lo sé sin sombre de ninguna duda. He sentido actuar este maravilloso poder curativo en mi propio ser, y he visto los efectos milagrosos de este misterioso e indefinible poder en las vidas de miles de adictos en recuperación que son mis amigos en Alcohólicos Anónimos.
Por más de veinte años fui un ateo o un agnóstico. Durante ese tiempo, me convertí en un adicto al alcohol y a las anfetaminas sin esperanza y un completo fracaso en todas las áreas de mi vida. Todo mi horrible sufrimiento fue autoinducido. Y durante esos años, lleno de orgullo, a menudo me decía: "Si Dios existe, que me dé una señal". Me había olvidado por completo que fui yo el que había roto todas las comunicaciones con El, cuan do me volví muy listo al cumplir diez y siete años. En esa época, me propuse demostrar que no había Dios, y durante más de veinte años las corroboraciones de mi opinión fluían hacia mí, por lo tanto la primera cosa que comprendí a de Dios es que El es muy cooperador. ¡Me tomó veinte años de sufrimiento aprender esto!.
La segunda cosa que aprendí es que Dios es amor. Uno de los santos dice, "Todo hombre que ama es nacido de Dios". Fue una gran fortuna para mí pasar mi primer día en A.A. con un hombre así: Ese día asistió conmigo a tres reuniones y me invitó a su casa tanto para almorzar como para cenar. Estaba aturdido y confuso; pensaba que si realmente me conociera, no me hubiera llevado a su casa. Su amor y su aceptación pos si solos, no me introdujo en el programa. Amor, ánimo, consejo y comprensión se me había ofrecido anteriormente muchas veces. Pero esta vez respondí. No sanamos solo por el amor, sino por nuestra respuesta al amor. Nuestra comprensión de Dios crece por medio de nuestro deseo de responder a El.
Mi padrino dijo, "Reza si puedes". No teniendo ninguna clase de fe, pensando que la oración debe ser una especia de actuación auto-hipnótica, a solas en mi apartamento, me arrodillé como un niñito y recé a un Dios desconocido. Dijo, "Dios, quítame mi compulsión de beber". Y mi compulsión de beber me fue quitada y no ha regresado desde ese día hasta la fecha. Sin saber cómo lo había hecho, me rendí al Poder, y el Poder hizo por mí lo que no pude hacer por mi propia voluntad.
Fui a una reunión de A.A.; todas las noches, todas las noches rezaba y todas las noches tenía en sueños largas y maravillosas conversaciones con Dios. "La experiencia central", como ahora la llamo frecuentemente, estaba envolviéndome y absorbiéndome tan perfectamente como mi mente desordenada lo podía permitir. Se me han dado grandes dones - el don de la fe y la confirmación de la fe - y llegué a estar tan excitado que no podía decidirme entre fundar una nueva religión o candidatizarme a Papa. Por más de tres meses, asistí a las reuniones, rezaba, soñaba y posponía mi decisión. Se desvaneció la nube rosa, y comencé a sentirme muy molesto a ratos, se me dijo que ya estaba preparado para limpiar la basura del pasado. La siguiente cosa que aprendí de Dios es que "La fe sin obras es cosa muerta".
Gradualmente, comencé a aplicarme los Pasos que van desde el Cuarto hasta el Nueve, y después de unos cuatro años, el poder que tenía el pasado para lastimarme, había sido eliminado en gran parte. Llegué a creer en un Dios que era misericordioso y que perdonaba, pero que no olvidaba. No deseaba olvidar el pasado. Mis recuerdos ya no me llenaban de vergüenza y remordimiento. Por el contrario, me llenaban de gratitud y alegría. Para mí, toda mi historia es una especie de divino misterio. No comprendo cómo un ser humano inteligente pudo alguna vez meterse en tanta confusión y conforme mi cordura va estableciéndose con más firmeza, tanto más me asombro de haber salido de la confusión.
Muy al principio de mi vida en A.A., me di ya cuenta que la experiencia de Dios y el concepto de Dios no habían sido inventados por los miembros A.A. Para mí no era suficiente confiarme meramente en mis propias experiencias y repetir continuamente en las reuniones "Dios tal como yo lo entiendo". Descubrí al Dios de la Biblia principalmente por medio de las técnicas descritas por Norman Vicent Peale, en su libro "El Poder del Pensamiento Positivo". Me convertí a la iglesia de mi preferencia e hice las paces con el Dios de mi infancia. Aprendí que el atemorizante Dios que había imaginado cuando niño era realmente un Dios de amor.
Pero el testimonio de las instituciones religiosas comenzó, en lo general, a parecerse cada vez más al mío: muy lleno de promesas y muy carente de acción. Así llegué a interesarme en el misticismo Cristiano, lo cual me llevó al estudio de las técnicas de la meditación profunda y a la comparación de las religiones. Empecé a darme cuenta que los llamados místicos, de cualquier tradición - Cristiana, Judía, Budista, Hinduísta, Taoísta o Mahometana - todos hablaban a la larga el mismo idioma. En una y otra forma, todos describían el mismo bienaventurado Uno detrás del escenario de los muchos y quien podía ser conocido directamente en la oración profunda y la meditación.
Comencé a meditar mañana y noche, y los resultados fueron tan sorprendentes que sentí la necesidad de guía personal. Los cuasi reales sueños despierto y las extrañas experiencias interiores me hicieron sentirme un poco alarmado acerca de seguir adelante solo. Investigué las organizaciones que en Toronto enseñaban técnicas de meditación, y escogí la sociedad que más me atrajo.
Qué opiniones pueda sostener, qué técnicas pueda usar dentro de uno o cinco años, no tengo forma de saberlo. Pero he notado, durante los últimos siete años, que siempre he estado más feliz cuando mi compromiso con A.A. y sus Doce Pasos ha sido mayor que mi asociación con cualquier otra actividad o grupo.
En mi vida actual de un día a la vez, trato de mejorar mi concepción de Dios respondiéndole a El en tres formas básicas: proyectándome hacia afuera, en una acción positiva, ejercitando mi capacidad para escoger pensamientos positivos, dejándome sumergir en mí mismo dentro de un estado positivo.
Para mí, la acción positiva significa tratar conscientemente de obrar hacia los demás de acuerdo con las enseñanzas de las escrituras en las cuales creo, sin importar que tenga ganas o no de obrar de esa manera. He encontrado que es mucho más fácil actuar a mi manera hacia la fe, que creer a mi manera hacia la acción. Una de mis diarias trayectorias de acción hacia Dios es el sendero de una comunidad de A.A. La gran tragedia del adicto es que entre todos los tipos de personalidades, la suya es la que probablemente más necesita del amor, pero gradualmente, a través de su adición, llega a ser completamente indigno de ser amado. La amorosa Comunidad de A.A. inició mi recuperación, y me mantengo en contacto diario con aquellos que me aman y me comprenden, porque los necesito ahora casi tanto como cuando asistí a mi primera reunión.
Otra clase de trayectoria hacia Dios que trato de seguir, todos los días, es el proceso del pensamiento positivo y A.A. me enseñó que es realmente posible - aunque no siempre fácil - detener un tren de pensamientos negativos y desesperantes; y por el uso repetido de mi lema, recurra un sentido de gratitud que me permita comenzar un tren de pensamientos positivos. El pensamiento positivo fundamental, por supuesto, es "Dios" la palabra que afirma nuestra fe en que el universo es amistoso con nuestro ser.
Por medio de la oración, tomo el sendero de la fe hacia Dios. Cada mañana pongo mi voluntad y mi vida bajo el cuidado de mi Dios Tal como yo lo entiendo. Su poder integrador dentro de mí me ha llevado gradualmente a un estado de serenidad y felicidad que siempre había considerado imposible.
Por medio de la meditación profunda, tomo el suave camino de la fe en Dios. Medito durante media hora todas las mañanas y noches. El propósito de la meditación trascendental profunda, es permitir que la atención sea llevada a lo profundo de la mente hasta la misma fuente del pensamiento, lo cual se experimenta como un estado de bienaventuranzas y desde el fondo de la mente, traer hacia fuera la naturaleza bienaventurada de ese estado, dentro del marco de una conciencia normal activa para disfrutarla a lo largo de todo el día.
Me he vuelto cada vez más y más consciente de la infinita expansión de la felicidad que es alcanzable desde dentro. El Upanishad, que es una parte de las escrituras Hindúes, concluye: "De la Alegría nacen todas las cosas, todo es sostenido por la alegría; todo regresa a la Alegría". Mientras más completa sea mi rendición a esta proposición, más a fondo disfrutaré de mi vida. Fundamentalmente, mi Dios, tal como yo lo comprendo, es la alegría y la expansión de la alegría.
Toronto, Ontario, Canadá.
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